Lester Rosas: Contacto en Puerto Rico (1)

Lester Rosas: Contacto en Puerto Rico

LesterRosas1Lester J. Rosas era un estudiante de la universidad de Puerto Rico, de diecinueve años, residente de El Condado, en San Juan. En 1967 afirmó haber hecho contacto con pilotos de platillos voladores de Venus y Saturno.

De acuerdo con su versión «“ que publicaremos en esta serie -, todo se inició el 23 de diciembre de 1966, cuando regresaba de la misa matinal. Al llegar a su casa observó un «objeto opaco, azul oscuro que permaneció estático y a una elevación de dos mil pies». Rápidamente entró a su casa para tomar su cámara fotográfica. En ocho ocasiones presionó el obturador, pero sólo salió una sola fotografía desenfocada.

Aproximadamente un mes después, luego de otros avistamientos ovni ocurridos en la zona, finalmente Lester se decidió a publicar su aventura. Para ello envió una carta y copia de la fotografía al diario El Imparcial, quien publicaría la historia en su edición del 16 de febrero del 1967.

No contento con eso, y luego de haber experimentado la satisfacción de ver su nombre publicado en un medio de comunicación, Lester envió su relato a varias revistas de platos voladores. La primera versión apareció en el número 29 de la revista Flying Saucers International (marzo de 1969)[1], de Los Ángeles, publicada por Gabriel Green, director de los Amalgamated Flying Saucer Clubs of America. Hay por lo menos otra versión publicada unos siete años después en la revista de canalizaciones Other World Life Review[2], publicada mensualmente por la World Memories Society, Sanford, Florida y cuyo editor era DeWitt McGee.

 

Las aventuras de Lester continuaron. Alegó que había mantenido contacto telepático con los ocupantes del plato volador y que entró en la segunda parte del programa «Operación Saras» («Saras», como se le dijo a George Adamski, es el nombre de la Tierra en la civilización Cosmo), durante el cual los visitantes Siderales de la Confederación Interestelar, realizaron numerosos encuentros cercanos terrestres, lo que tenía una función de «Revelar» la nueva «Realidad Cósmica», en la «Hora presente» y el significado de la constante, aunque silenciosa (pero no pasiva), «presencia de las naves espaciales galácticas e inteligencias superiores que a bordo de éstas, monitorean nuestro mundo en el tiempo doloroso por el que atraviesa actualmente». Incluso afirmó que se había reunido con el mismo «venusino» que había interactuado con Adamski una década antes.

Más tarde, en noviembre de 1968, Lester afirmó que estaba en la playa cerca de la Universidad de Puerto Rico cuando un hombre de cabello rubio se acercó y le dio la «contraseña» que Rosas había recibido de su amigo espacial Al-Deena. El hombre se identificó como Vi-Dal de Venus y dijo que era el mismo astronauta que George Adamski conocía como Orthon. Él estaba aquí «para ayudar a mis hermanos de otros planetas en sus misiones aquí en su hermosa isla». Agregó que estaban manteniendo «información» sobre lo que el Observatorio de Arecibo estaba haciendo con respecto a la exploración espacial. Llevaba el pelo largo para no ser conspicuo entre la gente; agregó que no llamaba la atención porque sólo parecía un hippie. Continuaron hablando largamente durante dos horas y una de las cosas que Vi-Dal le dijo a Rosas fue que George Adamski estaba ahora reencarnado en Venus[3].

Jerome Clark, en su monumental Extraordinary Encounters. An Encyclopedia of Extraterrestrials and Otherwordly Beings [4] le dedica un apartado al contacto de Lester Rosas

Laan-Deeka y Sharanaa

 

En febrero o principios de marzo de 1967 un hombre puertorriqueño llamado Lester Rosas recibió varios mensajes telepáticos de dos venusianos, Laan-Deeka y Sharanna. Prometieron que pronto se encontrarían con él cara a cara.

 

En la noche del 31 de marzo, actuando bajo una extraña compulsión, Rosas subió a un autobús que lo llevó hasta el final de la línea, que estaba a lo largo de una zona costera. Siguió caminando hasta llegar a una parte desierta de la playa. Para entonces había oscurecido y no estaba inseguro sobre lo que estaba haciendo allí y para qué, o a quién estaba esperando. Entonces sintió una sensación extraña cuando se le acercó un hombre que tenía el pelo largo hasta los hombros y estaba vestido con una prenda ajustada. El hombre extendió la mano, pero cuando Rosas trató de estrecharle la mano, el forastero la retiró después de un apretón de palmas. El extraño habló en español: «Sí, amado hermano de la Tierra, soy Laan-Deeka, del planeta Venus». Él continuó afirmando que los venusianos habían estado vigilando a los seres humanos desde sus orígenes primitivos y también habían estado viviendo, entre ellos.

 

Laan-Deeka entonces comenzó a discutir la reencarnación, diciendo que a los terrícolas avanzados que obedecen las leyes de la naturaleza se les permite vivir sus siguientes vidas en los planetas desarrollados espiritualmente. En el universo, dijo, la mayoría de la comunicación, incluso la comunicación interplanetaria e interestelar, ocurre por telepatía. Los seres humanos son atrasados, en parte, porque incluso no se dan cuenta de que la telepatía es posible.

 

El venusino llevó a Rosas al otro lado de una pequeña muralla cercana, donde presenciaron la materialización de un platillo volante. Se abrió una puerta y una mujer emergió para atraer a Rosas en un apretón de manos venusiano de palma a palma. «Ella era tan encantadora que por un momento me quedé sin palabras», recordó Rosas. «Su cabello era largo y rubio, y tenía una figura fantástica… Calculé sus medidas en 5″™ 4″ y 37-27-35». Ella se presentó a Rosas como Sharanna, la prometida de Laan-Deeka.

 

Aunque parecía que la pareja no tenía más de veinte años, sus maneras sugerían personas más sabias, mayores. Tenían la frente alta y los ojos levemente inclinados, los de él verdes, los de ella azules. Había un sonido musical en sus voces, una sensación de alegría en su discurso y acción.

 

Los tres entraron en la nave y volaron a Venus, que resultó ser el mundo paradisíaco informado por otros contactados. En su camino hacia el planeta, Sharanna condenó la guerra en Vietnam como «insensata y estúpida – como todas las guerras». También criticó a aquellos que se negaban a creer las historias de contacto. «Si los informes de los contactados son a veces contradictorios», dijo, «es con razón. Su gente de la Tierra está contactando a Gente del Espacio de diferentes planetas y culturas diferentes, en diferentes etapas de avance… Por lo tanto, los informes apenas podrían ser los mismos» (Rosas, 1976).

En esta primera entrega veremos los orígenes de la historia de Lester Rosas, es decir, cómo apareció publicada en el periódico El Imparcial[5]:

LesterRosas2Fotógrafo aficionado retrata en Santurce lo que parece ser platillo volador

 

Por P. A. Reyes-Vargas

 

Lo que posiblemente sea un platillo volador, según los entendidos en la materia, fue retratado hace poco más de un mes por un fotógrafo aficionado del área del Condado, cuando el objeto situado a una altura estimada en 2,000 pies, se mantenía quieto, sin emitir ningún sonido, para luego cambiar su color azulado por rojo rubí y dirigirse al Norte a gran velocidad, perdiéndose en la distancia.

 

El objeto fue retratado por Lester J. Rosas, vecino de la avenida Magdalena 1356, sector del Condado. El propio Rosas describe su aventura fotográfica en la forma siguiente: «A las siete de la mañana del 23 de diciembre de 1966, viernes, yo había decidido cambiarme la ropa y recostarme un poco después de haber regresado de la Misa de Aguinaldo en la

 

imageEste es el objeto volador no identificado que retrató desde el patio de su residencia, en Santurce, el joven Lester J. Rosas

 

(Pasa a la Página 66)

 

Retrata En Santurce Lo Que Parece Ser

 

(Viene de la portada)

 

iglesia de San Jorge. Había dejado abierta la ventana que da a un solar vacío. Entonces vi aquel objeto extraño en el cielo. Rápidamente yo salí a retratarlo. Tenía yo un lente telescópico que me había prestado un amigo tres días atrás. La cámara estaba cargada previamente para hacer pruebas fotográficas a distancia. Como el lente no le encajaba a la rosca del objetivo de la cámara, me fijé que éste tenía un protector de goma, pues también se puede usar como un monocular. Lo ajuste lo mejor posible al objetivo de la cámara, utilizando cinta de hule, y así dejé el sistema fotográfico listo para hacer pruebas».

 

Y agrega Rosas: «En la fecha antes mencionada, yo había observado el objeto. Se veía de un aspecto azulado oscuro, no brillaba y estaba quieto a una altura de 2,000 pies. Me extrañó que no emitiera ningún sonido. Sin pensarlo más, enfoqué y retraté. Luego lo seguí observando hasta que se dirigió al Norte y se perdió de vista».

 

Dice Rosas que el objeto que él vio era igual al que le habían descrito de antemano. No le dio mucha importancia después de retratarlo, por temor, conforme dice, a que la fotografía se hubiera dañado. Agrega que el mes siguiente leyó en los periódicos algo relacionado con objetos luminosos que se vieron en Hormigueros. Dice que esto lo puso a pensar en la fotografía que había tomado. Mandó a revelar el negativo y tuvo la suerte de que, después de todo, como él mismo dice, no todo se había perdido.


[1] Rosas J. Lester, The Lester Rosas Story, Flying Saucers International, No. 29, march 1969, pags. 8-15.

[2] Rosas Lester, «Visits from Venus», Other World Life Review, Parte I, Vol. 1, No. 8, October 1976, pags. 4-5; Parte II, Vol. 1. No. 9, December 1976, pags 3-4.

[3] Bord Janet and Bord Colin, «Life Beyond Planet Earth? Man’s Contacts with Space People», HarperCollins Publishers, London, 1992.

[4] Clark Jerome, Extraordinary Encounters. An Encyclopedia of Extraterrestrials and Otherwordly Beings, ABC-CLIO, Santa Barbara, California, 2000.

[5] Reyes-Vargas P. A., Fotógrafo aficionado retrata en Santurce lo que parece ser platillo volador, El Imparcial, San Juan, Puerto Rico, 16 de febrero de 1967.

James H. Hill, Universo agridulce

James H. Hill, Universo agridulce

No he tenido acceso a la tercera parte de este cuento de ciencia ficción escrito por James H. Hill, pero, afortunadamente, cada parte tiene una sinopsis del capítulo anterior.

TheAfroAmerican-1-3-1955aHabían viajado millones de millas en un platillo volador a un planeta extraño en el espacio exterior. Habían visto avistamientos más extraños de lo que la mente del ser humano pudiera concebir. ¿Pero quién en la Tierra les podría creer?

Sinopsis

(Tweh, un hombre pequeño café del espacio exterior, advierte a Steve Greer, reportero, que los ciudadanos de Ohio han encontrado su nave espacial platillo volador y están enviando cazas por ella, las que él predice que serán destruidas. Greer advierte a las autoridades militares, pero Tweh despega en la nave espacial. Greer es arrestado y acusado de traición por tener tanto conocimiento previo de la nave, su tripulación y sus actividades).

Steve Greer estaba enojado «“ y parte del enfado era dirigido contra sí mismo. Qué había con los nervios de la gente en vilo al respecto de la amenaza Roja a la paz mundial, era natural que no hubiera hablado por sí mismo en una primera página de investigación del Congreso, si no era más cuidadoso.

Se levantó y puso la cerradura de su portafolios antes de comenzar a vestirse. «Supongo que lo que tiene ahí es altamente secreto», dijo el Capitán Whitby. «Veo que su máquina de escribir también está cerrada».

«Cerraduritis», le contestó Steve. «Es una enfermedad ocupacional que consigues por no ser capaz de pagar los precios de los hoteles de primera clase».

El gerente se incorporó con altivez. «Bueno «“ ¡incluso hoteles de segunda y tercera clase no quieren que sus instalaciones huelan a simpatizantes de comunistas!»

«Me temo que de todas formas vamos a tener que confiscar sus cosas», dijo el capitán de policía. «Después de todo, los papeles nos están montando. Tenemos que proporcionar algunas respuestas».

«Así que les dirá que soy un chico de hoz y martillo, blandiendo la hoz en la espalda del Tío Azúcar, ¿eh? Dijo Steve. «Tal vez nunca leyó mi registro de guerra».

«Tal vez alguien le ofreció un gran sombrero lleno de dólares», dijo el sargento de la Policía Militar. «Ya antes he visto a hombres cambiar por el color de los verdes».

«Hablaré», dijo Steve, «hasta que vea a un abogado».

«Como quiera», dijo Whitby. «Mientras tanto podrá comparar el confort de una cama del Rumley Plaza con nuestro catres de celda. Y ahí no hay cargos por la desinfección».

Steve Greer no dijo nada. Estaba tan ocupado tratando de pensar cómo salir de la peor situación en la que había estado «“ excepto la vez en que dos pilotos kamikazes pelearon con él en Ie Shima.

Comenzó a parecer que Susie tenía razón. Susan Carswell, la editora de modas del Examiner, había querido que él escribiera historias de deportes o de policía. Nunca hubo nada incriminatorio sobre un promedio de bateo o una investigación policiaca. Pero existía esa fuerte compulsión sobre los platillos y la posibilidad del vuelo interplanetario»¦ Además, Susie estaba enamorada de él.

«¦

Lo pusieron en el piso de la celda con un sospechoso flaco, con ojos de asesino, quien se mantenía frotando sus manos como la esposa de Macbeth. Sus pertenencias las dejaron con el guardia nocturno, y ya que no quería hablar del platillo, le dieron las buenas noches «“ por lo que quedaba de ella.

El sospechoso de asesinato tampoco podía dormir. Se mantenía frotando sus manos en un movimiento como de lavado y murmurando palabras ininteligibles. De vez en cuando comenzaba a llorar. Parecía completamente inconsciente de la presencia de Steve; de cualquier cosa menos de su propia preocupación infernal.

Sin duda esa fue la razón por la que es sospechoso no puso atención cuando Tweh abrió la celda con la llave del carcelero, su se movió silenciosamente sobre el catre donde estaba acostado Steve, mirando hacia afuera de la ventana con barrotes hacia la noche. Indudablemente, también, el pequeño hombre café sabía qué estaba ocurriendo en la mente del otro hombre, o hubiese escogido otra forma de entrar.

Por primera vez, Steve Greer no se sorprendió al encontrar los ojos brillantes de Tweh en la celda con él. Tweh notó esto y sonrió. «Yo también he estado ocupado», susurró. «Me presenté con el Reverendo Franklin, y él me presentó con uno de sus amigos «“ un astrónomo llamado Damrosch. Franklin y Damrosch estudian filosofía juntos. Ahora contrólate: Ellos quieren hacer un viaje en la Makron, ¡y ellos quieren que tu también vayas!»

«El Sr. Damrosch le dijo que la señorita Carswell también estaba a ir», dijo Tweh, jugando su carta del triunfo.

Steve se levantó del catre. «Pero estoy encerrado, no puedo hipnotizar a la gente y hacer que ellos piensen que he desaparecido».

Los ojos ambarinos brillantes miraron profundamente a los de Steve. «¿Iras? Damrosch piensa que puede hacer una tremenda contribución a la astronomía del hombre de la Tierra; Franklin siente que podría revitalizar las religiones de este planeta, y ambos piensan que usted podría ser un relaciones públicas maravilloso entre la Tierra y otros planetas».

Steve se quedó callado por un momento. «Está bien, iré; pero sigo enjaulado. Sospechoso de traición. Además, no puedo salir».

Twe sonrió. «Si rescaté a un hombre de un avión que explotó, seguro que puedo sacar uno de una pequeña carcel inofensiva.

«¦

Había cinco barras verticales en la ventana de la celda. Tweh se movió hacia ellas, agarró el centro de una de ellas y se partió como una barita de macarrón. Las otras simplemente se doblaron hacia un lado, con un esfuerzo aparentemente pequeño, hasta que hubo una abertura lo suficientemente grande para que Steve pudiera pasar a través de ella.

«Me llevaré tus pertenencias del carcelero cuando salga», dijo Tweh. Estará listo cuando la rampa entre por la ventana de la celda». Sonrió ante la cara asombrada de Steve. «No se lo dije antes pero, la señorita Carswell ya está a bordo de la Makron, esperándolo».

Steve asintió tontamente mientras Tweh caminaba fuera de la celda, cerrándola silenciosamente.

«¦

La rampa de la Makron era más como una lengua viva de un lagarto cuando salió y recogió a Steve en los confines levemente iluminados de una esclusa de aire. Tweh estaba ahí con otro hombre pequeño, más claro de piel que Tweh.

«Este es Zardo», dijo tweh. «Mi segundo al mando».

«Es un honor» dijo Zardo a la respuesta mecánica de Steve. «De hecho es muy difícil reunirse con gente de la Tierra que no sospechan de nuestros motivos».

«Me siento como un pionero», dijo Steve. «Espero que me crean, si y cuando regrese».

Tweh sonrió. «Eso será lo más dificil. Pero, vamos «“ perdemos el tiempo. Debe desnudarse aquí, Sr. Greer, y ponerse su traje Mercuriano «“ tal como el que visten todos los viajeros interplanetarios. Nadie puede derrotar a los Mercurianos cuando los trajes espaciales se hacen fuertes «“ casi invisibles. Wede, nuestro sastre, lo arreglará en cinco minutos «“ cabeza «“ piezas y todo «“ entonces, sus propios ojos se verán brillantes».

La boca de Steve se abrió. «Entonces quiere decir-»

«Quiero decir que el traje oscuro que visto sobre mi traje espacial, el único que ahora tengo, fue por propósitos obvios. ¿Suponga que me aparezco en mi traje espacial? Además, hay un pequeño aparato, del tamaño de una gran barra de caramelo, que está dentro del traje. Este es el energetizador «“ climatizador». Tweh comenzó a desnudarse, junto con Steve.

«En otras palabras, si apareciera en cualquier otro planeta, aparte de Septimus, sin mi traje espacial y la unidad E. C., moriría. Diferentes temperaturas y diferentes atmósferas. Afortunadamente tenemos las unidades E. C. para todos los doce planetas en nuestro sistema solar para miles de años. Cabe dentro del bolso trasero».

«¦

TheAfroAmerican-1-3-1955bAhora completamente desnudo, Steve seguía sin habla con asombro. Zardo dijo, «Por ejemplo, su unidad tendrá temperaturas de la Tierra, comprimida en dos cartuchos y dos cartuchos de atmósfera compuesta de 78 porciento de nitrógeno, 21 porciento de oxígeno, 1 porciento de argón, y 0.04 porciento de dióxido de carbono».

Steve comenzó a meterse dentro del traje translucido. Era tan pesado como un puñado de plumas de ganso. «Pero ¿cómo se las arreglan para comer y respirar y escuchar?» quería saber Steve.

«Como dije antes», dijo Tweh, «es un traje muy ingenioso. Wede preparará su pieza para la cabeza. Hay ciertos materiales plásticos que se bifurcan alrededor de todas las aberturas del cuerpo «“ boca, fosas nasales, oídos, ojos «“ así que ninguna atmósfera alienígena puede entrar al traje espacial «“ y cada abertura «“ como esta nave, está munida de un filtro y cerradura de aire pequeños «“ a veces microscópicos. Por ejemplo, cuando comes, tu boca se cierra. La comida está temporalmente en una cerradura de aire, mientras que la temperatura y la atmósfera del traje la condiciona para la masticación. Simple».

«Al menos lo hacen parecer simple», dijo Steve. Él no vio ni a Zardo ni a Tweh presionar un botón, pero como si fuese magia, apareció otro hombre café, algo más alto que Tweh y zardo.

«Wede ahora hará los honores», dijo tweh.

Wede se inclinó. «No tomará mucho tiempo», dijo.

No pasó, y Steve se maravilló que el traje pareciera mucho a su piel, quedándole como una capa extra de piel, y no reflejaba la luz o brillaba como los plásticos o el vidrio. Cuando la unidad climatizadora «“ energetizadora fue colocada en su lugar en una bolsa a su espalda, y la pieza de la cabeza se colocó en su cara «“ arriba de la línea del cabello, Tweh dijo, «Ahora puede ponerse sus otras ropas y unirse a los otros».

Tweh, se puso un vestido que a Steve le recordó el de los alpinistas suizos, y los cuatro entraron a un salón como el que Steve Greer nunca había visto antes. Se preguntó si todavía estaban sobre Ohio, porque no había habido ruido ni sintió movimiento.

El salón parecía estar hecho de luz líquida multicolor «“ el piso, el techo, las paredes, los muebles raros pero de apariencia cómoda. Estaba tan deslumbrado por este raro brillo que le tomó un minuto en darse cuenta de que Susan Craswell venía hacia él sobre el piso de luz fluida.

«¦

El Profesor Erik Damrosch y el reverendo Emile Franklin estaban mirando una enorme pantalla enfrente de ellos. En proyector que no se veía lanzaba fotos de cuerpos celestiales en él. Sus espaldas estaban hacia la puerta de la esclusa.

Susan dijo, «Cariño, cariño», y lanzó sus brazos sobre Steve como una niña asustada. «¿En qué nos hemos metido?»

Steve la besó, de alguna manera maravillado de que los trajes que vestían alteró el efecto sólo un poco. «La aventura más grande que pudiera tener una criatura de la Tierra», dijo; pero sus palabras desmentían los aleteos de su estómago, y el golpeteo de su corazón.

«¿Todavía estamos sobre Ohio?», preguntó Steve, girando hacia tweh, quien estaba parado cerca.

La risa provino de Zardo el segundo al mando. «Â¡Hemos pasado marte, Júpiter y Saturno!» Señaló hacia la pantalla. «Â¡El Profesor Damrosch y el Reverendo Franklin están observando nuestro progreso en la pantalla!»

Steve y Susie aspiraron su aliento, y se abrazaron fuertemente el uno al otro.

«No hay nada de que preocuparse», dijo Tweh. «Hemos hecho este viaje muchas, muchas veces. Con nuestro acelerador lumínico, nuestra nave puede cuadruplicar la velocidad de la luz. A la luz del Sol le toma un poco más de ocho minutos en viajar a su Tierra a una distancia de 93,000,000 millas. Nosotros lo podemos hacer en dos».

Steve silbó, «Eso significa que lo estamos haciendo mejor que eso «“ oh, no, no tan rápido».

«No hay arrastre en el espacio», dijo Zardo. «Y nosotros fabricamos nuestro propio arrastre de luz».

«¦

El aterrizaje en Chalah, la ciudad capital del planeta Septimus, fue una experiencia extraña, asombrosa. Cuatro billones, doscientos millones de millas del Sol, está a sólo quinientos treinta millones de millas más allá de la orbita de Plutón, que fue descubierto en 1930 «“ tan lejos que el telescopio de 200 pulgadas en Monte Palomar nunca podrá traer una visión al hombre de la Tierra.

Un verdadero iceberg de planeta , debido a su enorme distancia del Sol, Sep-

(Continúa en la página 6)

Del espacio exterior

(Viene de la página 5)

Timus no tenía luna, y a primera vista, se veía como si estuviera desierto.

Picos dentados y bonetes de hielo sobresalían como garras amenazadoras mientras la Makron maniobraba hacia una fila de fisuras regularmente espaciadas. Mientras la nave espacial se acercaba, la gente de la Tierra podía ver que las fisuras eran de hecho hangares de naves como la Makron «“ hangares cortados en el hielo montañoso.

Revisando su reloj, Steve descubrió que había viajado por menos de dos horas. Eso o algo extraño le había ocurrido a su reloj..

De algún lugar en las profundidades de las fisuras, brilló una luz roja «“ profunda y envolvente. Luego brilló una luz verde en medio de ella, y la Makron se deslizó silenciosamente en ella. Aunque todavía no había sensación de movimiento de repente se detuvo.

«Aquí vivimos en el subsuelo», dijo tweh, mientras el gran hangar se cerraba sobre la Makron. «Pero eso es debido a las grandes habilidades técnicas que hemos adquirido. Veran, no hay escuelas en Septimus, ni en muchos otros planetas. Hay laboratorios de investigación donde las grandes habilidades se desarrollan por los jovenes».

«¿Quiere decir los niños?», preguntó Susan. «¿Y cómo aprenden, si no hay escuelas?»

«Una pregunta lógica para un hombre de la Tierra», dijo Tweh. «Pero de hecho, nuestros psico-fisiólogos han desarrollado una formula con la cual todas las personas casadas son vacunadas el día de su boda.

«Podría parecer increíble para ustedes, pero un recién nacido Septimusiano tiene todo el conocimiento y entendimiento de sus padres. La única cosa que le falta, para los primeros meses, es la habilidad de controlar sus extremidades y articular».

«¦

Al día siguiente fueron escoltados a través del maravilloso mundo subterráneo del congelado Septimus. Vieron los infantes gordos de varios colores, trabajando con reglas de cálculo y microscopios, y una verdadera jungla de aparatos químicos. Vieron esos pequeños perros callejeros cargando pesos tres o cuatro veces el suyo, con aparente facilidad «“ de la misma forma en que Tweh había manejado las barras en la prisión.

Había medios de transporte sin ruedas que viajaban a través de pistas de luz fluida, y había vehículos sin arrastre que parecían flotar en calles de metal líquido. Y mientras él pisaba estas calles, en la maravilla de un sueño, el Reverendo Emile Franklin dijo:

«¦

A billones de millas de distancia, en la Tierra, sus habitantes están jurando uno al otro con trivialidades como el rearme de Alemania, el inminente ataque de los rojos a Formosa.

Fuera de la Universidad Estatal de Michigan, en East Lansing, Michigan, un Dr. Charles A. Laughead, un doctor del hospital universitario, predijo el fin del mundo, dejando su puesto y se estaba moviendo a la cima de la montaña para esperar ser rescatado por los platillos voladores de Venus o Marte.

También en la Tierra, en el pueblo de Rumley, Ohio, una orden de detención aguardaba a un Stephen J. Greer por escaparse de la cárcel. El F.B.I. y el Congreso también querían preguntarle sobre la conexión con la historia de los platillos voladores que había puesto en pie de guerra al país en general y a Rumley en particular.

Fue, por lo tanto, algo decepcionante cuando cuatro seres de la Tierra avistaron su planeta en la pantalla en su camino de regreso. Después de tales maravillas utópicas en Septimus, y más tarde en Saturno, fue desagradable regresar a inanidades vanas y gloriosas de la Tierra, con sus odios, prejuicios y codicias.

Todavía, sus unidades E. C. podrían durar solo dos meses «“ y fue difícil de prepararse en Septimus, donde hay una escases de nitrógeno y oxigeno.

Fue reconfortante saber que ellos habían adquirido conocimientos que nunca estarían disponibles para el hombre de la Tierra. Es más, ellos habían traido unos souvenirs de Septimus y saturno «“ metales que no podían ser duplicados en la Tierra. Sin embargo, la gran pregunta era: ¿Quién les creería?

La Makrom llegó sobre el Río Grande, se veía como un platillo de fuego y viajaba a una dos mil millas por hora, de acuerdo con los operadores de radar quienes la vectorearon y la triangularon por verificación.

Esta vez, cuando se acercó para aterrizar, pasó los arboles de yuca y se instaló suavemente en un claro. Susan fue a través de la puerta de esclusa a cambiarse primero; luego los otros tres; pero mientras ella se estaba cambiando, Steve dijo:

«Denos unas pocas semanas, Sr. Twe, para ver lo que podemos hacer con su forma de pensar». Él suspiró. «Pienso que el trabajo más duro viene por delante «“ incluso con todas las fotografías que Erik y yo tomamos».

«Vale la pena intentarlo», dijo Twe. «Y la primera vez que escuchen de una explosión antiprotón, vengan a este lugar «“ Coulter, la Makron los estará esperando».

«Gracias, pero hay una tradición en esta vieja esfera mezclada. El capitán se queda con la nave».

Tweh elevó las cejas. «Honorable pero impráctica».

«¦

Una reunión de rezo estaba en progreso en la Coulter Congregational Church cuando entró el Reverendo Franklin. Segundos más tarde el Hermano Floyd, quien estaba dirigiendo la reunión, miró hacia arriba, lo vio, y cayó muerto, con una mirada de terror en su cara.

Steve fue a su apartamento, uso su llave y estaba marcando a Andy Brettonnel, su gerente editor, cuando llegó el hombre del F.B.I. con una orden de arresto.

Erik Damrosch, llegó a su casa de improviso, sorprendiendo a su esposa, que estaba entreteniendo a uno de sus colegas demasiado íntimamente; pero el cornudo fue rápido con la pistola, y Damrosch cayó muerto en la puerta de la recámara.

Susan, quien vivía sola, no había sido particularmente extrañada.

Los servicios de cable dieron la historia alrededor de la Tierra al siguiente día. «El F.B.I. atrapa a Greer en Houston. El escritor afirma que visitó otros dos planetas desde su sensacional fuga en Ohio hace cuatro semanas. Pastor, que afirma haber viajado con él ingresa a un hospital psiquiátrico. Susan Carswell, editora de modas, afirma que se quedará como novia. Los psiquiatras concordaron unánimemente que Greer está irremediablemente loco».

(FIN)

REFERENCIAS

Hill H. James, From Outer Space. Bittersweet Universe, The Afro American, Afro Magazine, Baltimore, March 1, 1955. Pags. 5-6.