Los científicos desbloquean métodos para probar el mal
Para bien o para mal, hemos estado tratando de encontrar formas de medir la inteligencia humana durante cientos de años.
Hace un siglo, Charles Spearman adoptó la idea de que sin importar la metodología que uno use para calcular exactamente cuánto queso hay en la galleta mental de alguien, los resultados de prueba a prueba, siempre que cada uno de los métodos empleados sean de igual complejidad, deberían ser lo mismo. Esta es una manera muy simple de explicar el «factor g» que Wikipedia describe como «… una variable que resume las correlaciones positivas entre las diferentes tareas cognitivas, reflejando el hecho de que el desempeño de un individuo en un tipo de tarea cognitiva tiende a ser comparable a la actuación de esa persona en otros tipos de tareas cognitivas». Por lo tanto, si eres muy hábil para armar muebles de Ikea usando solo las instrucciones de mierda que vienen en la caja, es probable que también seas bueno para resolver otros acertijos.
Un grupo de científicos de Alemania y Dinamarca consideran que este mismo principio también se puede usar para juzgar exactamente cuán malvado es un individuo dado: si eres un idiota malintencionado en un rincón de tu vida, hay muchas posibilidades de que puedas ser un sociópata sobre cosas en otras áreas también. Llaman a este cruce de tendencias de mierda un «factor D»:
Morten Moshagen y sus colegas propusieron que existe un factor D, que definen como la tendencia básica a maximizar la propia utilidad a expensas de los demás, acompañada de creencias que sirven como justificaciones para las conductas malévolas de uno. En su definición, la utilidad se refiere al logro del objetivo. Para aquellos con una puntuación alta en el factor D, se busca la maximización de la utilidad a pesar de ir en contra de los intereses de los demás o incluso con el objetivo de producir resultados negativos en los demás.
La utilidad en esta definición no se refiere a la maximización de la utilidad que es irrelevante del efecto en los demás, tales como participar en deportes para mejorar la salud, participar en actividades sexuales consensuadas o recreativas. Además, debe tenerse en cuenta que aquellos que obtienen una puntuación alta en el factor D no siempre son poco cooperativos, ya que pueden ser muy estratégicos para elegir cuándo cooperar. Su predicción clave es que aquellos que obtienen altas puntuaciones en el factor D no estarán motivados para aumentar la utilidad de otros (ayudar a otros que lo necesiten) sin beneficiarse a sí mismos, y no obtendrán utilidad para ellos de la utilidad de otros (por ejemplo, ser felices para el éxito de otros).
En Scientific American, Scott Barry Kaufman entra en gran detalle al describir qué información puede probar la prueba del factor D de alguien y sugiere una serie de preguntas que podrían usarse para hacerlo.
Es una lectura breve y fascinante.
https://boingboing.net/2018/09/11/scientists-unlock-methods-for.html