Índice de Fake

Índice de Fake[1]

Cuantificando la posibilidad de engaño en el análisis de OVNIs

Ronald Maidana

virtua.ronald@gmail.com

Febrero, 2020

I – Diseccionando lo falso

«Si la falsedad, como la verdad, tuviese un solo rostro, estaríamos mejor, ya que podríamos considerar cierto lo opuesto de lo que dijo el mentiroso. Pero lo contrario a la verdad tiene mil formas y un campo ilimitado»

Michel de Montaigne, «De los mentirosos», Ensayos, 1571.

«El hombre posee gran razonamiento, pero en su mayor parte vano y falso; los animales lo tienen menor, pero útil y verídico, y más vale una pequeña certeza que un gran engaño»

Leonardo da Vinci, Aforismo N 32

Resulta un tanto difícil hallar la equilibrada, nutrida y legible concesión para un tema tan extenso, profundo, como lo es el escrutinio de aquel ilusorio y tan cercano universo de lo falso. «El conocimiento es una función del ser«, escribió Aldous Huxley (1894-1963), nuestro ser se alimenta de todo tipo de «conocimiento» de los cuales la mayoría resultan a la corta o a la larga, sofismas, mentiras, espurias, falacias, ardides, bulos, artificios, pseudologías y una dilatada retahíla de términos, que sólo se ganan tales epítetos, posteriores al contacto con ellas: la experiencia, como decía el psicólogo ruso Lev Vygotski (1896-1934), «El conocimiento que no proviene de la experiencia, realmente no es un saber», por lo que paradójicamente estos saberes siguen siendo eso, aunque sean total o parcialmente falsas.

Todo apunta que la mentira es hija misma del raciocinio, desde el instante en que el ser humano experimentó la intelección, si nos fijamos en su curiosa etimología, «mentiri«, vocablo latino producto de la raíz indioeuropea «men«, que significa «mente», que nos lleva a términos como «violentamente» (mente violenta), mención proviene de «mentio«, (recordar), por lo que una mentira sería el producto de «mentar», constructos que manan de las verdades, vástagos especulares, deformadas, tergiversadas. Desde tiempos inmemoriales se sostiene que dicha facultad, la de mentir, es inmanentemente humana, sin embargo no está del todo claro si los animales o incluso vegetales posean dicha capacidad también, porque «si la apariencia de alguien transmite una falsa impresión no está mintiendo necesariamente, como no miente la Mantis religiosa[2] que apela al camuflaje para asemejarse a una hoja» (Ekman, 2009). En el caso de la especie humana, «lo importante es que la persona que miente está en condiciones de elegir entre mentir y decir la verdad, y conoce la diferencia. Los mentirosos patológicos, que saben que están faltando a la verdad pero no pueden controlar su conducta, no cumplen con mis requisitos. Tampoco aquellos individuos que ni siquiera saben que están mintiendo, de los que a menudo se dice que son víctimas del autoengaño. Un mentiroso puede llegar a creer en su propia mentira con el correr del tiempo; en tal caso, dejaría de ser un mentiroso» (ibíd.), los embaucadores principalmente «eligen acciones para inducir inferencias erróneas y como aprovecharlos» (Ettinger & Jehiel, 2005), debido a que «hacen inferencias basadas en una información aproximada sobre comportamientos de otros» (ibíd.).

Básicamente «existen dos formas fundamentales de mentir: ocultar y falsear. El mentiroso que oculta, retiene cierta información sin decir en realidad nada que falte a la verdad. El que falsea da un paso adicional: no sólo retiene información verdadera, sino que presenta información falsa como si fuera cierta» (ibíd.), por lo que «hay una persona que tiene el propósito deliberado de engañar a otra, sin notificarla previamente de dicho propósito ni haber sido requerida explícitamente a ponerlo en práctica por el destinatario» (ibíd.), deduciéndose que las artes escénicas, el ilusionismo y otros simulacros, remedos, verismos, no pueden considerarse mentiras, porque existe el conocimiento y consenso previo de su naturaleza.

Las cifras son contundentes, el 84% de las personas mienten en Internet, quedando un casi insulso 16% de «honestidad virtual», es lo que han elucidado un grupo de investigadores de la Purdue University Fort Wayne, publicado en Computers in Human Behavior, aunada a la razón estadística de que aparentemente se profieren por lo menos 3 mentiras, durante una conversación de 10 minutos y podríamos continuar con estos números.

El propósito de este escrito no es ahondar sobre la naturaleza de la mentira (aunque necesaria sucintamente), por ello considero importante conceptualizar esta fenomenología que conlleva a otras definiciones satélites. Como señalaba el precursor del estudio de las expresiones y microexpresiones faciales , uno de los mayores entendidos sobre la mentira, Paul Ekman (Ver Imagen 1), «falsear», entiéndase «fabricar algo», realizar un «artificio», justa palabra que proviene del latín «artificialis«, formada de «ars«, «artis«, cuyo significado es «una obra o trabajo que se hace con mucha creatividad», siendo lo que nos interesa puntualmente, todas esas «composiciones creativas» o falsificaciones de presuntas evidencias (fotográfica, fílmica, objetal, documental, testimonial) que tanto abundan en la investigación especialmente en el pantanoso estudio de los OVNIs (Objetos Voladores No Identificados).

imageImagen 1 Sistema de codificación de acciones faciales por Ekman y Friesen en 1978.

Se ha convertido en un auténtico modismo la palabra «fake«, «término universalmente reconocido para indicar imágenes manipuladas digitalmente que, sin embargo, mantienen un alto nivel de verosimilitud, lograda tergiversando de manera creíble fotografías… o recontextualizando imágenes existentes, o bien imitando la apariencia gráfica» (Brusadin, 2015), el fake también es conocido como un método de manipulación mediática, en la denominada «guerrilla de la comunicación[3]«, se persigue modelar la opinión pública sobre un tema en particular, gracias por ejemplo a las «fake news» (noticias falsas) o los «mockumentary» (documentales falsos), honestamente, nos hallamos en un inmenso laboratorio social, del que conviene enfatizar la valiosa contribución del historiador de la ciencia, Robert Proctor[4], quien define estas prácticas como «agnotología», esto es, la creación deliberada e inducida de ignorancia en la sociedad, tales como el negacionismo del calentamiento global antropogénico (causada por el hombre), o las conocidas campañas tabacaleras que intentaban desacreditar estudios médicos que comprobaban palmariamente los efectos nocivos, en palabras suyas, «Existe una industria de creación de ignorancia» (Proctor, 2009). Allende estas estratagemas comunicacionales, nos competen especialmente aquellos hoaxers (falsificadores) o los pranksters (burlones), que aparecen con supuestas fotografías de OVNIs, extraterrestres, testimonios, evidencias físicas, que tras un paciente análisis, se disuelven como tales por su inconsistencia (Véase Imagen 2).

La adulteración fotográfica es tan antigua como el artilugio mismo, basta colegir de los trabajos del francés Allain de Torbechet, quien producía escenas imposibles hacia finales del siglo XIX, igual que su coetáneo, Maurice Guibert (1856-1913), o el pionero en montajes fotográficos publicitarios, el estadounidense Paul Pennebaker (1925-2019), por citar algunos.

imageImagen 2 Supuesta flotilla de OVNIs, fotografiado por Bert Bula en New York (USA), durante el invierno de 1954. El investigador Larry Robinson ha señalado, que se trata de los reflejos de lámparas de luz procedentes del interior por la ventana.

«Ninguna ley castiga falsificar la foto de un plato volador. Y creo que debería haberla. Me gustaría que la hubiera (sonríe)… Haría mi vida más fácil, se lo aseguro», exclamaba acertadamente el desaparecido y conocido escéptico del fenómeno OVNI, Philip J. Klass; por supuesto que una persona que declare bajo juramento ante un tribunal, la historia sería diferente.

imageImagen 3 Un presunto OVNI aparece flotando sobre el paisaje de la Cordillera del Amambay (Paraguay), en Mayo del 2006. Sin embargo un peritaje informático al archivo original por parte de quien escribe, ha descubierto edición con el programa Adobe Photoshop, en los metadatos de la imagen.

Durante mis investigaciones, el 18% de la masa casuística ha resultado ser un timo, del que si analizamos, tan sólo el 4% corresponden a montajes fotográficos o fílmicos (Ver Imagen 3), en tanto el residuo (14%) consiste en testimonios falsos, este segmento constituyen ciudadanos que buscan «probarte», ver que tan hábil eres para desenmascararlos, resultando una «suerte de juego», como también la búsqueda de notoriedad, o sentirse especial al poseer algo único o extraño, burlarse, un experimento, la persecución de fines comerciales, y una vastedad de factores que impulsan a una persona falsificar algo. En cuanto al 82% de los casos, aglutina individuos de entera probidad que han visto, fotografiado, filmado o documentado, un fenómeno inusual que no saben de qué se trata y precisan respuestas. Los fraudes pictóricos «aunque son menos numerosas que las imágenes de IFO[5] o defectos fotográficos, se presentan con mayor frecuencia en la literatura sobre OVNIs debido a su aspecto más sensacional… Una diversidad de técnicas de fabricación están disponibles para el posible falsificador de ovnis» (Moore, 2013).

Para la GEIPAN[6], en 40 años de escrutinio sobre 8000 testimonios, menos del 1% representan fraudes, coincidiendo con la conclusión en 1979 del investigador norteamericano Allan Hendry para el CUFOS[7] donde los bulos alcanzan <1 %, no obstante los resultados estadísticos del famoso Proyecto Libro Azul (Blue Book Project), sitúan a 8% a las farsas. Si todo apunta a porcentajes marginales sobre los casos probos pero explicables en su mayoría ¿Cómo es que persiste la idea de que todo es una farsa? Probablemente porque los fraudes, despiertan un alto impacto emocional que se explota o a veces se gesta, desde los mismos medios de comunicación, y estos son inequívocamente «formadores de opinión». Sin titubeo alguno, secuestra la atención del público un montaje por computadora, por ejemplo, de una nave con todos sus detalles en alta definición, que un registro casero real de una anémica luz anómala, con trepidaciones, limitada al zoom óptico de la cámara con el ruido posterior del zoom digital.

Sobre los impostores, la experiencia aguza el olfato, que alerta generalmente a la primera impresión, sutiles a veces fuertes delaciones, anonimato, falsa identidad, incoherencias en el relato, contradicciones, exceso de detalles ante un tiempo de observación tan reducido, o bien ausencia de detalles ante un mayor tiempo, declaraciones absolutamente vagas, imposibles de contrastar, personalidad dada siempre a situaciones fantásticas, mitomanía[8], escasa credibilidad social, evita ser grabado/a, etc., cada caso se lo estudia según el contexto por supuesto, sin caer en un prejuicio. Lo cierto es que cuanto mayor afinidad empática exista con el emisor del bulo, se torna difícil descubrir o aceptar que estamos siendo engañados, por ello cuesta cuando estas se dan en el seno familiar, pareja, amistad o a por quienes sentimos admiración, por citar un caso paradigmático, es el referido al famoso escándalo de Watergate[9], que involucraba al Ex Presidente de USA, Richard Nixon (1913-1994), donde sus opositores denunciaban un hercúleo sistema innoble, mientras que sus seguidores, «elogiaban su astucia».

Habitualmente ignoro a las personas que aparecen con claras señales de engaño (sumado al resultado del análisis), porque buscan precisamente esto: «llamar tu atención», a no ser que el caso amerite una intervención debido a su impacto social negativo, por la preocupante facilidad con la que una ingente cantidad de personas comparten o diseminan informaciones falsas, donde el 70% de los internautas no distingue una información genuina de uno fake, según un voluminoso y pormenorizado estudio realizado sobre 3.129 españoles, durante el mes de Julio del 2009, por la Asociación de Internautas[10], que arrojó un incremento del 10%, siendo en el 2008 del 60%, cifra que sospecho se acrecienta por la facilidad de conectividad, «a pesar de que el conocimiento sea accesible, eso no significa que se haya accedido a él» (Proctor, 2016). Capital experimento se halla en «Science» Vol. 359, Marzo 2018, «La difusión de noticias verdaderas y falsas en línea», donde publicaron un análisis de «un conjunto de datos de cascadas de rumores en Twitter de 2006 a 2017. Alrededor de 126,000 rumores fueron difundidos por más de 3 millones de personas. Las noticias falsas llegaron a más personas que la verdad; el 1% superior de las cascadas de noticias falsas se difundió a entre 1000 y 100,000 personas, mientras que la verdad rara vez se difundió a más de 1000 personas. La falsedad también se difundió más rápido que la verdad. El grado de novedad y las reacciones emocionales de los receptores pueden ser responsables de las diferencias observadas» (Soroush Vosoughi et al.) Por otra parte, confieso que siempre me realizo la presente hesitación ¿Alguien posee una estadística aproximada de la cantidad de bulos ufológicos existentes en la plataforma de Youtube, por ejemplo? Debido que tal fenómeno social deforma (o construye) sustancialmente la percepción sobre este polémico asunto.

Mientras las noticias falsas se replican vertiginosamente, desde hace un tiempo se han ensayado algoritmos que buscan su detección automática, mediante el PNL[11], consistente en el análisis morfológico, sintáctico, semántico y pragmático del texto para convertirlo a estructuras computables aptos para validación. Existen varias estrategias al respecto, una de ellas es la verificación cruzada entre varias fuentes, así como las palabras más recurrentes en las fake news, etc.; empero todo ello es experimental por tanto falible, sin olvidar las consecuencias negativas que acarrearía una total dependencia hacia estos sistemas, la pérdida de decisión en la persona, como las posibles censuras informativas ejecutadas desde las aplicaciones mismas, que podrían responder a intereses diversos.

A pesar del pesimismo que podría acicatear la facilidad técnica para la construcción de bulos, a igual ritmo siguen el conocimiento y las herramientas necesarias para detectarlos. «Sin duda, las imágenes por computadora son las más poderosas de las fotografías para la técnica de análisis disponible para los ufólogos… A finales de la década de 1970, Ground Saucer Watch (GSW), un grupo de estudio estadounidense de ovnis que fue pionero en el análisis por computadora de fotografías de ovnis, examinó 1100 presuntas imágenes de «ovnis» con estas técnicas durante un período de seis años. Al concluir esta encuesta, solo 45 imágenes de esa muestra se consideraron auténticas» (Moore, 2013).

Estos fraudes terminan por eclipsar casos interesantes, genuinamente probos, carentes de explicación racional actual (a pesar de los nutridos detalles que lo acompañan y el tenor investigativo) a tal punto, que los detractores de la fenomenología OVNI así como personas ajenas del ámbito, ulteriormente pontifican argumentos que evocan más un reduccionismo que una robusta conclusión (sostenido por la «falacia de generalización»[12]), del que conviene citar: «Según Klass, aproximadamente el 98% son identificaciones erróneas y el resto son engaños o delirios» (Maccabee, 1987). Prosiguiendo con esa «falacia de generalización», conviene señalar un primordial matiz del funcionamiento de la mente humana, «siempre observamos las cosas que nos rodean en relación con las demás» (Ariely, 2008) y a partir de ello inferimos, no obstante esto es relativo, como se demuestra en la famosa «Ilusión de Ebbinghaus[13]» (Véase Imagen 4).

imageImagen 4 Ilusión de Ebbinghaus

II «“ Matemáticas y ufología

«Debe llegar el día en que todo investigador, al presentar sus resultados, incluya pautas universalmente reconocidas que marquen instantáneamente el error o la bondad de sus conclusiones, ya que las cifras señalarán matemáticamente la valía intrínseca de la muestra con la que ha trabajado»

Ballester & Guasp, 1989

El sello distintivo de la ciencia recae en sus metodologías (modo de hacer), ese espíritu sistemático y sistémico, que fue emergiendo desde las diversas disciplinas que supieron ordenar y discriminar el conocimiento útil, válido, contrastable, muchos de los cuales merced a su particularidad fenomenológica fue posible codificarlos mediante signos del pensamiento: los números, representaciones simbólicas de fuerzas, eventos, longitudes, tiempo, etc., parafraseando a Leonardo da Vinci, «Cada instrumento (o medio) debe adaptarse a la experiencia«.

Una antigua y más que justificada visión es la estandarización en el campo de estudio de los OVNIs, concepción que resuena con mayor fuerza en la mente de los estudiosos, cada vez que lo inunda todo, aquel aciago océano de la parafernalia mediática.

Si atisbamos con acuidad suficiente la historia, desde el alboreo de aquel incipiente campo de estudio, como la ufología, hasta la fecha, se advierte que estamos frente a un terreno neonato, descoordinado, inmaduro, símil a un bebé, incapaz de delimitar el campo de su realidad (discriminar en algún grado el conocimiento objetivo y subjetivo), por lo que ese caudaloso torrente de información que poseemos, constituye apenas una colosal antología de balbuceos, que aleja y confunde tanto a los investigadores (noveles o veteranos), como extraños a estos menesteres. Vale aclarar que si bien existen «corrientes» o «escuelas» de pensamiento como suceden en otros campos del saber reconocidos en el marco académico, aquí el efecto de aquella barahúnda epistemológica conduce a diversas y fuertes polarizaciones.

Connotados investigadores han ensayado instrumentos cuantitativos, tales como el «Ãndice de Confiabilidad», «Ãndice de extrañeza», «Ãndice de Credibilidad» e «Ãndice de Calidad de un Informe OVNI», etc., (Consúltese Apéndice), con el afán de una aproximación numérica para el tratamiento de los casos, que faciliten el reporting[14]. Un desarrollo para cada uno excede el cometido del documento.

El Dr. Joseph A. Hynek[15], padre de la ufología llamada científica por acercársele a su lógica y proceder, no sólo se preocupó por concebir un sistema de clasificación para la fenomenología («Encuentros distantes y cercanos», con sus respectivas divisiones), que aglutinaría la casuística depurada según la significativísima diada: credibilidad y extrañeza. Si bien los Índices de «Credibilidad» como «Extrañeza» de Hynek ganaron notoriedad y aplicabilidad entre los investigadores, hubo un hombre que mucho antes había ensayado una fórmula que intentaba corroborar la credibilidad de los testigos así como si el informe final reproducía fielmente el suceso, el Ingeniero nuclear norteamericano Thomas Marshall Olsen, tomando en cuenta la tríada de factores, «testigo, investigación y transcripción».

Por su parte el investigador español Vicente-Juan Ballester Olmos conjuntamente con su compatriota, el físico Miguel Guasp, se abocaron con su «Ãndice de Calidad de un Informe OVNI», así como plantearon un refinamiento del «Ãndice de Extrañeza» de Hynek, a modo de discriminar sucesos banales de aquellos aparentemente anómalos. Es precisamente su «Ãndice de Calidad de un Informe OVNI» el que me ha inspirado en cierta manera a tratar el asunto matemáticamente, pero desde una arista novedosa, algo que cuantifique mediante un rango de valores, lo falso, el mecanismo genérico e inherente en los fraudes.

III «“ Índice de Fake

«Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo»

Abraham Lincoln

Como hemos visto, menuda complejidad encierra el espectro de la falsedad y por extensión un tratamiento del mismo. Si la espuria es hija de la creatividad misma, por tanto es inagotable como ella. Innumerables elementos se pueden tornar en herramientas o el objeto a trucar, por parte del embaucador, que requieren un análisis particular dependiendo de su naturaleza. El presente documento no explora las técnicas para el estudio de fotografías, testimonios, documentos, evidencia física, etc., sino que busca codificar la intuición que se halla presente durante el proceso investigativo a partir del resultado de las mismas.

Hurgaba entre mis cavilaciones una forma universal (genérica) y sencilla de poder atacar o representar todo lo expuesto anteriormente, hasta que doy con una aproximación matemática con la siguiente fórmula, al cual denomino «Ãndice de Fake» (Índice de Falso):

imageEste indicador (Índice de Fake) depende de las siguientes variables, fe (Facilidad de engaño), me (Motivos de engaño) y he (Historial de engaño).

Los motivos para perpetrar un engaño, al parecer guardan relación también con la facilidad de materializarlas (sean técnicas, económicas, etc.), sin olvidar un importantísimo detalle, el historial de fraudes acometidos, por la persona sujeto de estudio (que finalmente se torna en «experiencia» para esta, por lo que incrementaría a su vez «la facilidad de engaño»).

Cada una de las farsas, (historial) contuvo a su vez, los motivos y las facilidades para ejecutar cada uno de ellos (de haberlos realizado). A la postre, la conjunción de estos factores se transforma en un indicador que exhibiría la posibilidad de un engaño presente, o If (Índice de Fake).

La facilidad de engaño (fe) podemos ilustrarlo mediante una escala, quedando así:

Facilidad de Engaño (fe)

0

Bajo

0.01

Medio

0.1

Alto

Una alta dificultad nos conduce a una «Baja» facilidad de hacer el fake (0), un problema «Medio» (0.01), en cambio sí resulta algo fácil, hay altas probabilidades (0.1) en esta tabla.

Del mismo modo la vastedad de motivos puede representarse sencillamente:

Motivos de Engaño (me)

0

Ninguna

0.01

Una

0.1

Múltiples

En la que «Ninguna» posee un valor de (0), «Una» valor medio (0.01) y la más alta, «Múltiples» es aquella en la que existen dos o más motivos para engañar (0.1).

Prosiguiendo con la misma lógica, el historial puede codificarse de la siguiente manera:

Historial de Engaño (he)

0.01

Ninguna

0.1

Tiene >= 1

Importa aclarar, que el hecho de que el sujeto de estudio no haya cometido ningún fraude en el pasado, no significa que no lo hará en el presente o en un futuro (pensamiento contrario encierra un sesgo cognitivo conocido como «Petición de principio[16]«), por ello no se puede asignar un valor de (0) a «Ninguna», puesto que existe la posibilidad de engaño (0.01). En cambio sí hubo un fraude corroborado o más de uno, «Tiene >= 1», posee el valor más alto (0.1).

La multiplicación entre la valía de «Facilidad de engaño» por «Motivos de engaños», dividido por el «Historial de engaños», arroja los siguientes resultados que pueden consultarse mediante esta modesta tabla:

Resultados

Fake alto

0.1 o 1 F

Fake medio

0.01 (F ^ V)

Fake bajo

0 V

Si todo ello nos da como resultado («0.1» o «1») entonces existe una alta probabilidad de que nos hallamos ante algo Falso (F), en tanto de ser un (0.01) hay equitativa posibilidad de que sea Falso como Verdadero (F ^ V) igual a decir 50/50; por el contrario si obtenemos un (0), tal vez lo que analizamos es algo Verdadero (V).

La asignación de valores a las variables, es en cierta medida arbitraria pero no ilógica, por lo que para robustecer la certidumbre he resuelto combinar el resultado del «Ãndice de Fake», con el resultado del «Análisis de la Evidencia» en sí (sea fotográfica, documental, etc.), que de acuerdo a nuestro escrutinio puede ser «Verdadero» o «Falso». Bajo esta óptica es posible combinar ambos resultados («Ãndice de Fake» con el «Resultado de la Evidencia» en algo conocido como las «Tablas de Verdades» utilizadas en «Lógica Matemática».

Índice de Fake

Análisis de evidencia

Resultado

F

F

F

V

F

F

V

V

V

(F ^ V)

V

F

(F ^ V)

F

F

De esta forma nuestro «Análisis de Evidencia» y el «Ãndice de Fake» se transforman en proposiciones atómicas, que combinadas son una «conjunción» (^), por lo que la única forma posible de que nuestro resultado final nos arroje como algo verdadero, será que ambos elementos «Análisis de Evidencia» e «Ãndice de Fake», contengan valores verdaderos (V), lo que equivale a decir V ^ V = V, basta que exista un elemento Falso (F) en una de las partes, para que nos hallemos ante la posibilidad de un caso Falso (F). Como podemos observar, finalmente todo se resume a «F» o «V».

IV «“ Aplicación

Para ilustrar el «Ãndice de Fake» se desarrolla en un hipotético caso, donde:

image

El sujeto de estudio, a quien denominamos «Sospechoso A», ha realizado falsificaciones de fotografías, videos y con ellos falsos testimonios de cada uno de ellos, por tanto en «Historial de engaños» (he), llevará el valor más alto (0.1). Analizando al «Sospechoso A», hallamos también que es dueño de un canal en Youtube[17], donde incluso monetiza su contenido, por lo que se puede advertir sus intenciones (sea por observación de su comportamiento en el tiempo o mera acorazonada), de esta forma en «Motivos de engaños» (me), hallamos varios, por tanto vale (0.1) y por último, la «Facilidad de Engaño» (fe), descubrimos que puede realizarlo por los motivos descriptos en la infografía, por ello se gana el valor (0.1)

Con estos valores, sólo resta usar la fórmula para conocer el «Ãndice de Fake»:

imageEl Índice de Fake nos da un valor de 0.1, que consultando nuestra tabla, sería:

Resultados

Fake alto

0.1 o 1 F

Fake medio

0.01 (F ^ V)

Fake bajo

0 V

image

Si el «caso en cuestión», es una fotografía proporcionada por el «Sospechoso A», y nuestro veredicto arroja manipulación digital por ejemplo, entonces en «Análisis de la Evidencia»:

imageQuedaría a «Falso». Ahora estamos listos para someter a verificación el «Ãndice de Fake» con el «Análisis de Evidencia».

imagePor tanto la evaluación final apuntala que hay altas probabilidades de que el «Caso del Sospechoso A» sea «Falso».

V «“ Observaciones

· Como toda fórmula matemática, es plausible hallar el valor de alguna variable del que no disponemos o no estamos seguros al asignar. Sin embargo, no se aconseja por la naturaleza del estudio en sí.

· El «Ãndice de Fake» no es una herramienta analítica infalible, tan sólo un potencial elemento que facilitaría el ordenamiento de los datos, durante el examen del caso, para la subsecuente toma de decisiones.

· Se recomienda una clara documentación que justifique la asignación de los valores. Por ejemplo en el caso de las falsificaciones fotográficas o fílmicas: las evidencias y las circunstancias anteriores presentadas por el mismo autor, cual breve reseña. Igual suerte corren otras variables, siempre y cuando sea posible conseguir evidencias que señalen algo.

· Es computable, posibilitando el desarrollo de un software.

· La forma genérica en que se ha concebido al «Ãndice de Fake» y su posterior aplicación con las «Tablas de Verdades», lo faculta para un uso analítico incluso ajeno al ámbito ufológico.

· Sujeto a revisión o mejoras.

VI «“ Referencia Bibliográfica

De Montaigne, Michel. «Ensayos». «De los mentirosos». 1571.

Guasp, Miguel & Ballester Olmos, Vicente-Juan. «Los OVNIS y la Ciencia «“ Introducción a la Ufología Científica». Ed. Plaza & Janes. 1989.

Moore, Robert. «The Ufology Handbook». 2013

Hendry, Allan. «The UFO Handbook: A Guide to Investigating, Evaluating, and Reporting UFO Sightings». 1979.

Maccabee, Dr. Bruce. «Prosaic Explanations: The Failure of UFO Skepticism». 22 de enero de 1987.

Hynek, Dr. Joseph Allen. «The UFO Experience: A Scientific inquiry». Ed. Corgi Books. 1972.

Aguttes, Jean-Paul. GEIPAN. «GEIPAN – Missions, Methods and Achievements». Julio de 2019.

Olsen, Thomas. «The Reference for Outstanding UFO Sighting Reports». 1966.

Randles, Jenny & Warrington, Peter. «UFOs: A British Viewpoint». 1979.

Randles, Jenny. «UFO STUDY – A Handbook for Enthusiasts». 1981.

Ekman, Paul. «Cómo detectar mentiras – Una Guía para utilizar en el trabajo, la política y la familia». Ed. Paidós. 2009

Soroush Vosoughi et al. Science. «The spread of true and false news online». N° 359. 2018

Diario «El Mundo». Sanz, Elena. «El 84% de las personas miente en internet». 14 de noviembre de 2016.

Jehiel, Philippe & Ettinger, David. «Towards a Theory of Deception». Paris-Jourdan Sciences Economiques. 20 de septiembre de 2005.

Mendiona, Ignacio & Goikoetxea, Juan Miguel. «Sociología de la mentira».

Revista Quo. «La vida antes del Photoshop». N° 209. Febrero de 2013.

Proctor, Robert. «Agnotology – The making & unmaking of ignorance». Standford University Press. 2008.

Ariely, Dan. «Las trampas del deseo: Cómo controlar los impulsos irracionales que nos llevan al error». Ed. HarperCollins. 2008.

Asociación de Internautas. «II INFORME sobre la Percepción de los Internautas de los bulos en la RED». «Al 70% de los internautas le cuesta distinguir un bulo de una noticia fiable». 2009.

Fraj Herranz, Elena Gabriela. «Políticas del fake: La ficción mediática como modo de resistencia y emancipación». Universidad Autónoma de Barcelona. 2015

Brusadin, Vanni. «El FAKE y el asalto a la comunicación. Evolución de las prácticas artísticas y activistas de manipulación de medios (1968-2014)». Universidad de Barcelona. 2015

En Internet:

Easen, Mark. BUFORA. «The Analysis and Evaluation of UFO Photographs». https://bufora.org.uk/Analysis-of-UFO-Photographs.php

Kenyon, Georgina. BBC. «The man who studies the spread of ignorance». 6 de enero de 2016. https://www.bbc.com/future/article/20160105-the-man-who-studies-the-spread-of-ignorance

Agostinelli, Alejandro. «Dios!». «Entrevista a Philip J. Klass: La verdad está fuera… de los medios». http://www.dios.com.ar/notas1/fraudes/fraudes_ovni/klass/e-klass.htm

«Petición de principio» (n. d.). In Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Petici%C3%B3n_de_principio

VII «“ Apéndice

Algunas fórmulas y tablas concebidas para la ufología:

Índice de Confiabilidad

Pr = [1 «“ (p)m] . pi . 21-n

Olsen, 1966

Índice de Extrañeza y Credibilidad

imageHynek, 1972

Índice de Credibilidad

imagePoher, 1972

Índice de Calidad de un Informe OVNI (Q)

imageBallester & Guasp, 1989

Índice de Certidumbre

imageBallester & Guasp, 1989 24

Niveles de Investigación

imageRandles & Warrington, 1979


[1] Fake: Falso, en inglés.

[2] Mantis religiosa: Insecto perteneciente a la familia Mantidae. Se le adjudica la palabra «religiosa» por la posición de las patas delanteras, lo que otorga a la mantis el aspecto de un individuo que une las manos para rezar. Mide de 5 a 7.5 centímetros de largo. La coloración del cuerpo es verde brillante o marrón, y debido a ello es capaz de camuflarse perfectamente entre la espesura vegetal.

[3] Guerrilla de comunicación: Refiere a formas no-convencionales de comunicación e intervención en procesos convencionales comunicacionales. Incluye un conjunto de prácticas de subversión política.

[4] Robert Neel Proctor: Historiador estadounidense de ciencias y profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Stanford. Mientras era profesor de historia de la ciencia en la Universidad Estatal de Pensilvania en 1999, se convirtió en el primer historiador en testificar contra la industria del tabaco.

[5] IFO: Acrónimo inglés de Identified Flying Object, traducido como «Objeto Volador Identificado».

[6] GEIPAN: Abreviatura francesa de «Groupe d’Études et d’Informations sur les Phénomènes Aérospatiaux Non-identifiés» (Grupo de Estudios e Informaciones sobre los Fenómenos Aeroespaciales No Identificados). Anteriormente conocido como GEPAN y SEPRA, es una unidad de la Agencia Espacial Francesa CNES cuyo objetivo es investigar fenómenos aeroespaciales no identificados y poner sus hallazgos a disposición del público.

[7] CUFOS: Siglas de The Center for UFO Studies (Centro de Estudios OVNI). Grupo de investigación de ovnis financiado de forma privada. El grupo fue fundado en 1973 por J. Allen Hynek, quien en ese momento era presidente del Departamento de Astronomía de la Universidad Northwestern en Illinois.

[8] Mitomanía: Tendencia o inclinación patológica a fabular o transformar la realidad al explicar o narrar un hecho.

[9] Escándalo de Watergate: Tuvo lugar en Estados Unidos en la década de 1970 a raíz de un robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate de Washington D. C., sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, y el posterior intento de la administración de Richard Nixon de encubrir a los responsables. El término Watergate empezó a abarcar entonces una gran variedad de actividades clandestinas ilegales en las que estuvieron involucradas personalidades del gobierno estadounidense presidido por Nixon.

[10] Asociación de Internautas: Entidad sin ánimo de lucro creada en España el 10 de octubre de 1998 a partir de varias organizaciones (Fronteras Electrónicas-FrEE, Grupo Tarifa Plana, Plataforma La Huelga, Plataforma Tarifa Plana) con el fin de reivindicar una tarifa plana universal y asequible por la red telefónica básica para las comunicaciones a través de Internet o de cualquier otra red de similares características, existente o que se pueda crear en el futuro.

[11] NLP: Siglas de «Natural Language Processing» o Procesamiento Natural del Lenguaje.

[12] Falacia de generalización: Se comete al inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente. Una generalización apresurada puede dar lugar a una mala inducción y por tanto a una conclusión errónea.

[13] Ilusión de Ebbinghaus: Bautizada en honor al psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus (1850-1909).

[14] Reporting: Proceso automatizado de informes que organizan y detallan la información solicitada en columnas o gráficos y sirven para la toma de decisiones.

[15] Joseph Allen Hynek: (1910-1986) Fue un astrofísico, profesor y ufólogo estadounidense. Asesor científico para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para el Blue Book Project (Proyecto Libro Azul).

[16] Petición de Principio: Es una falacia que se produce cuando la proposición por ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas. La primera definición conocida en Occidente de esta falacia fue acuñada por Aristóteles en su obra Primeros analíticos.

[17] Youtube: Sitio web de origen estadounidense dedicado a compartir videos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.