Exorcismo en el santuario de Monte Bérico. Oración, crucifijo y agua: así se va el diablo
7 de diciembre de 2021
Marialuisa Duso
Oraciones, crucifijo, agua bendita y aceite usado para los sacramentos. Son las herramientas de que dispone el exorcista llamado para liberar a una persona poseída por el maligno.
Una tarea delicada que solo puede realizar un sacerdote que haya recibido un mandato específico del obispo.
Puede haber dos tipos de exorcismo: uno solemne y público, realizado por el sacerdote con el consentimiento del obispo, con un grupo de oración y un exorcismo privado, recomendado cuando sientes que la acción del diablo se vuelve más intensa. Pero, como la esfera oculta es muy delicada, y hay una frontera muy fina entre la enfermedad psiquiátrica y la influencia del maligno, antes de llegar al exorcismo hay un paso fundamental: el sacerdote inicia un diálogo con la persona, para comprobar qué la situación podría ser.
Una vez comprobada la presencia del maligno, comienza la oración real de liberación que solo puede pronunciar el exorcista religioso y se hace directamente: a partir de un “Yo te mando …” se pide al maligno que abandone ese cuerpo. Como resultado de esta orden el maligno se ve obligado a manifestarse pero, precisamente porque considera que la persona es de su propiedad, antes de dejarlo le hace todo: la retuerce, la lastima, la induce a maldecir, dándole fuerza inimaginable. Escenas como las que se ven en la película “El exorcista” son, por tanto, más realistas de lo que uno puede imaginar. Pero, como sugiere el padre Gabriele Amorth, uno de los más grandes exorcistas italianos fallecido hace unos años, autor del libro “Vade retro Satana” (San Pablo) “No debemos tener miedo al diablo, debemos temer al pecado”:
La oración es el arma fundamental para vencer al mal, tanto en la vida cotidiana como en la práctica del exorcismo. En este caso el religioso cuenta con el apoyo de un grupo de personas, que rezan junto a él, dispuestas a brindar asistencia en caso de necesidad, como sucedió el domingo, cuando cuatro personas intervinieron para mantener a raya a la mujer.
El domingo, el exorcismo en sí terminó en media hora, dejando a todos exhaustos, pero no necesariamente ha liberado a la mujer. A menudo existe la necesidad de un viaje más largo, que puede llevar meses, a veces incluso años.