Los científicos intentan estudiar en serio los ovnis. Buena suerte

Los científicos intentan estudiar en serio los ovnis. Buena suerte

Nuevos observatorios especializados y aplicaciones para teléfonos inteligentes creadas por el público estudiarán extraños avistamientos en el cielo. Pero la cuestionable calidad de los datos y la falta de estándares de investigación compartidos siguen siendo retos clave

6 de febrero de 2023

Por Leonard David

imageTras décadas de comienzos en falso y resultados poco destacables, los investigadores se preparan para llevar a cabo las investigaciones más sólidas hasta la fecha sobre misteriosas apariciones en el cielo. Crédito: Geraint Rowland Photography/Getty Images

Mira, ¡en el cielo! ¡Es un pájaro! Es un avión, un globo meteorológico, un cohete o un satélite. No, ¡espera! ¿Es una sonda interestelar de otro lugar de la galaxia?

Como siempre, no hay escasez de cosas misteriosas que ver en los cielos de la Tierra, ni escasez de explicaciones potenciales para ellas que no invoquen civilizaciones alienígenas retozando entre las estrellas. Así ha sido a lo largo de la historia, desde los relatos bíblicos de encuentros angélicos hasta los más modernos de platillos volantes y otros objetos voladores no identificados (ovnis).

Pero dejando a un lado el reciente cambio de nombre de los ovnis por el más neutral de “fenómenos aéreos no identificados” (FANI), no todo lo relacionado con el perenne asunto de las rarezas aéreas es igual que antes. Las olas de innovación tecnológica han hecho que las máquinas voladoras -especialmente los drones teledirigidos- sean mucho más capaces y abundantes, al tiempo que han hecho que los teléfonos inteligentes y otros sofisticados equipos de recopilación de datos sean casi omnipresentes. Hoy en día, los pilotos, el personal militar y los civiles tienen más medios que nunca para observar y registrar sucesos extraños en el cielo, y más razones para tomarse en serio cualquier avistamiento inexplicable. No es de extrañar, por tanto, que parezca haber un aumento interrelacionado de los informes sobre FANI y de los esfuerzos organizados para estudiarlos.

En Estados Unidos, el aumento de los avistamientos de FANI y del interés gubernamental es palpable, como demuestra la publicación el 12 de enero de la versión no clasificada de un informe de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) sobre los FANI dirigido al Congreso. Los futuros informes de la ODNI aparecerán anualmente, tal y como exige una ley recientemente aprobada por legisladores conocedores de los FANI. “Este aumento de los informes permite más oportunidades para aplicar análisis rigurosos y resolver los sucesos”, afirma el informe del ODNI recientemente publicado. La agencia lo coordinó con la All-Domain Anomaly Resolution Office (AARO), que el Departamento de Defensa formó el año pasado para sincronizar todos sus diversos esfuerzos para estudiar los informes pasados y presentes de “objetos espaciales, aéreos, sumergidos y transmedios anómalos, no identificados” y sus implicaciones asociadas para la seguridad nacional.

Más allá del ámbito de la defensa, otras partes del gobierno estadounidense también están incrementando sus investigaciones sobre los FANI. El año pasado, la NASA creó un equipo de estudio de los FANI compuesto por 16 miembros, cuyo objetivo es mejorar la comprensión científica de los FANI mediante la búsqueda de avistamientos relevantes en los vastos archivos y recursos de la agencia espacial, así como en otras fuentes de datos civiles y comerciales. El Estudio Independiente de Fenómenos Anómalos No Identificados, de nueve meses de duración, ya está en marcha. Su objetivo es generar una hoja de ruta de recomendaciones para posibles estudios posteriores de la NASA sobre FANI, así como un informe público posterior que detallará sus conclusiones.

Si a esto añadimos una mezcla diversa y en constante expansión de iniciativas de investigación privadas, se podría concluir que estamos asistiendo a una nueva y audaz era de estudios sobre los FANI, en la que la investigación científica sólida sustituye por fin a décadas de especulación y estigmatización infructuosas. Pero el éxito no está ni mucho menos garantizado. Si el impulso para realizar más y mejores estudios no produce avances significativos, esta “nueva y audaz era” podría ser recordada como la época en la que un compromiso serio con los FANI no llegó a ninguna parte.

UN MILLÓN DE IMÁGENES BORROSAS

“Un millón de imágenes borrosas no valen nada, comparadas con un solo vídeo de alta resolución que resuelva un objeto mientras maniobra”, afirma el astrofísico de la Universidad de Harvard Avi Loeb, ex director del departamento de astronomía de la universidad y actual responsable del Proyecto Galileo. Este último, lanzado en julio de 2021, ya ha construido y desplegado equipos astronómicos sensibles para obtener mediciones científicas de los FANI.

Según Loeb, el pasado diciembre, el equipo de investigación del proyecto comenzó a recoger datos científicos de alta calidad con un observatorio construido a medida que se ubicó temporalmente en el tejado del Observatorio del Harvard College. (Montado con un coste total de unos 300,000 dólares, el observatorio puede captar vídeo continuo del cielo en las bandas infrarroja, óptica y de radio, así como grabar el sonido ambiente. El plan es analizar los datos con algoritmos de inteligencia artificial antes de poner los resultados a disposición de la comunidad científica y del público en general, afirma Loeb. Como primer paso, el equipo ha redactado y enviado artículos a revistas especializadas en los que se describen los métodos y objetivos del proyecto.

“Tenemos previsto fabricar tres copias de este sistema durante la primavera de 2023 y colocarlas en los lugares deseados mientras seguimos probando el primer sistema en Harvard”, afirma Loeb. “En los próximos años, necesitamos financiación a un nivel de decenas de millones de dólares para conseguir 100 sistemas de este tipo y obtener suficientes estadísticas sobre FANI”.

El probable botín de FANI del Proyecto Galileo, dice, demostrará ser “una bolsa mixta”, con la mayoría de los eventos vinculados a fenómenos terrestres de origen humano o natural.

“La razón de que no estén identificados es que el gobierno estadounidense no posee datos de calidad suficiente para descifrar su naturaleza”, añade Loeb. “La única manera de avanzar en nuestros conocimientos sobre la naturaleza de los FANI es mediante el ensamblaje de datos de alta calidad procedentes de instrumentos totalmente calibrados y que arrojen resultados reproducibles”.

Esa necesidad de rigor va de la mano de las nociones más descabelladas sobre los FANI más anómalos observados, a saber, que, independientemente de sus orígenes, son de algún modo producto de una física “nueva” que va más allá de lo que define nuestra comprensión científica de la realidad. Loeb sostiene que los datos incompletos no pueden utilizarse para probar una posibilidad tan profunda. “El listón de un descubrimiento así está muy alto y requiere una demostración de que las interpretaciones convencionales fallan”, afirma. “Sólo los datos de mayor calidad podrían despejar dudas razonables”.

ESTABLECER NORMAS

Sin embargo, esa exigencia de datos impecables puede entrar en tensión cada vez más con una creciente armada de esfuerzos de aficionados y ciudadanos que buscan documentar los FANI.

Por ejemplo, UAPx es una organización sin ánimo de lucro con sede en Florida dedicada al estudio científico de los FANI. Su equipo está formado por físicos, ingenieros y otros especialistas. Y, al igual que el Proyecto Galileo, despliega equipos personalizados y cargados de sensores en su búsqueda de más datos. Los instrumentos del UAPx incluyen cámaras y espectrógrafos infrarrojos, visibles y ultravioletas. En julio de 2021, los miembros del equipo UAPx transportaron sus sensores al Canal de Catalina, un supuesto punto caliente de FANI frente a la costa de California. Los datos recogidos durante los cinco días que duró la expedición revelaron una “posible actividad anómala”, según los miembros del equipo UAPx, pero el grupo aún no ha publicado todos los resultados.

Al igual que otras iniciativas de estudio de la UAPx de carácter relativamente popular, el carácter no gubernamental de la organización y el “factor risa” asociado a su tema de investigación han supuesto un reto a la hora de establecer el pedigrí de la UAPx como fuente constante de datos y análisis de alta calidad.

Matthew Szydagis, miembro del equipo del UAPx y profesor asociado de física en la Universidad de Albany, Universidad Estatal de Nueva York, caracteriza el problema como falta de cohesión. “Todas las organizaciones, ya sean gubernamentales, militares, científicas o civiles, tienen sus propios métodos y normas de información, y quienes toman sus propios datos utilizan tecnologías diferentes”, observa. ¿Cómo se puede hacer frente a semejante mezcolanza?

“Con UAPx, nuestra solución es mirar sólo nuestros propios datos”, dice Szydagis. “Otras innumerables organizaciones no gubernamentales examinan informes de testigos y otros datos, por lo que la misión de UAPx es de naturaleza complementaria”.

Otro enfoque basado en datos procede de Enigma Labs, una empresa privada con sede en Nueva York que está desarrollando una plataforma móvil para el crowdsourcing de informes de FANI. La aplicación para teléfonos inteligentes que acaba de lanzar la empresa ofrece tanto un repositorio de unos 270,000 avistamientos históricos del siglo pasado como formas para que los usuarios registren, carguen y valoren los nuevos. A cada observación se le asigna una “Puntuación Enigma”, una puntuación de 1 a 100 que depende de diversos factores, como el número y la distribución de los testigos, así como de la calidad teórica de los datos recogidos.

“Gracias a los cientos de miles de avistamientos registrados en todos los países y a la experiencia adquirida en avistamientos históricos, hemos podido crear un modelo de notificación normalizado que permitirá comparar, consultar y acceder a los avistamientos en todo el mundo”, afirma Mark Douglas, director de operaciones de Enigma Labs.

Uno de los objetivos más importantes de la empresa, según Douglas, es educar al público sobre lo que no son los FANI, poniendo de relieve casos de confusión de identidad en los que los observadores se vieron sorprendidos por globos con linternas, satélites que sobrevolaban el espacio, desechos espaciales que caían o incluso paracaidistas con pirotecnia que hacían acrobacias aéreas. “Así esperamos mejorar la calidad de la información en general”, concluye.

SE BUSCAN DENUNCIANTES

Según Leslie Kean, una veterana periodista de investigación que lleva décadas informando sobre ovnis y FANI, es probable que los avances más importantes a corto plazo sobre el tema salgan del Capitolio y no de un laboratorio científico o de una aplicación para teléfonos inteligentes. El próximo año y medio debería ser un momento emocionante para las revelaciones FANI, dice, gracias a la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el año fiscal 2023. Entre otras cosas, esta ley incluye disposiciones para mejorar y hacer más seguro el proceso de denuncia de irregularidades.

Este proceso ya ha comenzado, dice Kean, y algunos denunciantes se han reunido con personal del Congreso y/o miembros de AARO. “Aquellos que firmaron acuerdos de confidencialidad en relación con FANI son ahora libres de revelar a AARO y al Congreso esa información antes protegida, sin temor a represalias ni a ser procesados”, explica Kean.

Las comisiones del Congreso podrían entonces esforzarse por verificar la información facilitada por los denunciantes, parte de la cual podría referirse a la recuperación de materiales de ovnis estrellados e implicar programas de investigación heredados de hace décadas, prevé Kean. “Por supuesto, no sabemos cuánta de la información facilitada se hará pública”, añade. “Parte de ella puede tener implicaciones para la seguridad nacional y tendrá que ser retenida”. Pero lo ideal sería que el nuevo proceso sacara a la luz datos más valiosos sobre los FANI y ayudara a validar los informes anteriores de testigos presenciales reputados que ya se presentaron.

MÁS DINERO, POR FAVOR

En última instancia, por supuesto, la legislación por sí sola no puede ser el elemento más importante para resolver el misterio de los abusos sexuales subversivos. Se necesitan mejores datos. Pero nadie puede predecir si esos datos llegarán o cuándo lo harán.

“La historia nos ha demostrado que obtener pruebas sólidas relacionadas con los FANI no es un asunto trivial”, señala Robert Powell, miembro de la junta ejecutiva de la Coalición Científica para el Estudio de los FANI, una organización que aboga por investigaciones más rigurosas sobre los FANI. Comprender el fenómeno requerirá mucho más que esperar un montón de datos cuando se produzca un avistamiento de FANI por casualidad, afirma.

“Para resolver el enigma de los FANI será necesario que el Congreso asigne fondos a la comunidad científica”, concluye Powell. “No será fácil. Los militares llevan 75 años investigando el fenómeno de forma intermitente. ¿Adónde hemos llegado? Necesitamos un cambio”.

Gracias a la continua proliferación de estudios científicos y proyectos de recopilación de datos, así como a los esfuerzos de los denunciantes y legisladores estadounidenses, quizá sea finalmente en 2023 cuando Powell y sus colegas consigan ese cambio que tanto ansían.

https://www.scientificamerican.com/article/scientists-try-to-get-serious-about-studying-ufos-good-luck-with-that/

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