¿Qué acabó con los platillos volantes?
30 de abril de 2006
Kentaro Mori
¿El señor ha estado viendo platillos volantes? ¿O la señora o señorita?
Les pido que sean sinceros. Iré más lejos: ¿alguien ha estado leyendo o incluso viendo fotografías o esas películas y videos borrosos y desenfocados que nunca salen de los medios de comunicación?
Digan la verdad, digan que nadie ha visto nada. Nada de nada. Neris de pitibiriba, como se decía en la época de los platillos volantes, hace mucho, mucho tiempo.
En realidad, no hace tanto que los ovnis (siempre he odiado ese acrónimo de “objeto volador no identificado”. Ovni es un portero de un equipo de segunda división del noreste. Si ha de ser un acrónimo, quedémonos con UFO, que en inglés, nuestra segunda lengua, casi a la par que la primera, ya está hasta en el diccionario, con ufología y ufólogos batiendo el punto lexicográfico. Pero abrí paréntesis y lo cerré, como para volver despacio al tema, secuestrados por… por platillo volante, ¡oh, vaya!), no hace tanto -repito, una vez de vuelta en tierra firme- que los platillos volantes nos dejaron para no volver jamás.
Los platillos volantes abandonaron las noticias más o menos durante los años en que las grabadoras de video y esas omnipresentes cámaras digitales que todo el mundo, turista o no, lleva consigo en este mundo de Dios, fotografiando y cristalizando en una pequeña pantalla, desde el cambio de guardia frente al Palacio de Buckingham hasta el niño que sopla la séptima vela de su pastel de cumpleaños.
Continúa: Que fim levaram os discos voadores?
Es comprensible que la reciente columna de Ivan Lessa para la BBC de Brasil no haya gustado a los ufólogos. Este autor ya ha enviado este mensaje a BBC Brasil:
Me gustaría felicitar al escritor Ivan Lessa por su reciente columna para la BBC Brasil, “Que fim levaram os discos voadores?” (26/04), también reproducida por Folha.
El tema de los platillos voladores es hoy apenas un remanente del frenesí que alcanzó, no por casualidad, en los albores de la conquista espacial. Todavía llega a la población en general espasmódicamente, con fraudes como la infame “Autopsia alienígena”, o a través de manifestaciones más sensatas, aunque menos sensacionalistas, como una breve columna recordando al lector lo que _no_ está viendo. Al menos no como antes.
Una referencia que puede apoyar la tesis de Lessa es el exhaustivo trabajo de catalogación realizado por Larry Hatch, que incluye casi 20,000 sucesos, y que ofrece el siguiente gráfico de “50 años de avistamientos ovni”:
http://www.larryhatch.net/50YEARS.html
Las mayores “oleadas ovni” se produjeron desde 1947 hasta la década de 1950, seguidas de picos esporádicos, como a mediados de la década de 1970.
Sin embargo, aunque esta referencia apoye la afirmación de que la proliferación de instrumentos de registro no fue acompañada de una proliferación de registros de platillos volantes, no confirma la tesis de que la multiplicación de los primeros sería inversamente proporcional a la cantidad de los segundos.
Personalmente, y como persona interesada en el tema desde un punto de vista escéptico, creo que la proliferación de las cámaras y sus tecnologías ha provocado efectivamente una disminución del número de fotos y películas promocionadas como “prueba definitiva” de platillos volantes.
Pero el número de supuestos platillos volantes fotografiados, filmados y -quizá lo más importante- remitidos por los autores a los “ufólogos”, sigue la ola de interés popular por el tema. Estoy de acuerdo en que la ufología es un fenómeno cultural, aunque creo que en realidad no estamos solos.
Steven Novella también ha argumentado anteriormente que
“la presencia de un único artefacto alienígena favorecería definitivamente la hipótesis extraterrestre -o HET- [en ufología] y pondría fin a todo el debate científico. (…) Aquí el enorme tamaño del fenómeno ovni juega en contra de los defensores de la HET. A medida que crecen el tamaño y la duración del fenómeno, se hace gradualmente más improbable que la HET pueda ser cierta sin que aparezca alguna prueba física. Finalmente, los extraterrestres y los agentes del gobierno deben fracasar, los investigadores de ovnis deben tener suerte, y una prueba real e innegable entrará en el dominio público. Cada generación de entusiastas ovni profesa que tal evidencia está casi a nuestro alcance. El hecho de que esto aún no haya sucedido es un punto muy fuerte a favor de la hipótesis psicosocial [en ufología] sobre la HET. Si la HET fuera correcta, la falta de pruebas fotográficas y de video concluyentes de extraterrestres o naves alienígenas también es cada vez más improbable, ya que cada vez hay más cámaras de video y cámaras fotográficas, y ahora video digital, disponibles. La ubicuidad del video ha creado incluso un nuevo género de programas de televisión, los llamados de “realidad desnuda”. Estos programas muestran en video sucesos dramáticos inesperados, como accidentes, ataques de animales, catástrofes y condiciones meteorológicas extremas. El video suele estar razonablemente bien enfocado, con una iluminación adecuada y lo suficientemente cerca como para mostrar los acontecimientos con claridad. En comparación, los videos de ovnis muestran luces nocturnas, objetos borrosos e imágenes ambiguas (como los supuestos vídeos de Bigfoot, el monstruo del Lago Ness y otros fenómenos dudosos).