Ovnis y seguridad nacional. Los casos de Estados Unidos y México

La conexión entre los avistamientos de ovnis y la seguridad nacional

imageUna foto tomada por una empleada del gobierno cerca del Centro de Desarrollo Aéreo Holloman en Nuevo México en 1957.Bettmann Archive/Getty Images

27 de agosto de 2024

Por Greg Eghigian

En los últimos meses, los funcionarios responsables de dirigir la investigación del gobierno federal sobre los “fenómenos anómalos no identificados” o FANI -el nuevo término para referirse a los ovnis- han hablado públicamente sobre sus hallazgos. En marzo, la All-Domain Anomaly Resolution Office (AARO) publicó su primer informe sobre avistamientos históricos de ovnis, concluyendo que “no ha descubierto ninguna prueba empírica de que ningún avistamiento de un FANI representara tecnología extraterrestre o la existencia de un programa clasificado del que no se hubiera informado debidamente al Congreso”. El director en funciones de la AARO, Tim Phillips, reiteró este punto en una conferencia de prensa. Mientras tanto, el ex director Sean Kirkpatrick ha criticado a los teóricos de la conspiración por hacer afirmaciones infundadas y, en una entrevista reciente, expresó su exasperación por las amenazas proferidas contra él y su familia. Sin embargo, nada de esto había servido para acallar las demandas de algunos miembros del Congreso y defensores de la divulgación para que el gobierno estadounidense hiciera públicos todos sus documentos clasificados sobre objetos voladores no identificados.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Durante más de una década y media, pocos o ningún medio de comunicación o políticos convencionales habían hecho mención alguna a los ovnis. Pero después de que un artículo publicado en diciembre de 2017 en el New York Times afirmara que el Departamento de Defensa había dirigido un programa secreto de investigación de ovnis entre 2007 y 2012, eso cambió. Desde entonces, el tema se ha examinado en audiencias del Congreso y ha asumido un lugar prominente en las redes sociales, los podcasts y la televisión por cable.

Para explicar este cambio hay que remontarse a la historia del interés por los ovnis. Los ovnis empezaron a formar parte de la cultura popular después de que un piloto privado llamado Kenneth Arnold avistara unos objetos en forma de disco volando en formación cerca del monte Rainier, en el estado de Washington, en junio de 1947. Los periódicos de la época los bautizaron como “platillos volantes” y, durante ese verano, cientos de estadounidenses declararon haberlos visto.

La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar. La Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en marcha. Pronto se iniciaría una carrera armamentística sin precedentes que incluía armas atómicas, misiles balísticos intercontinentales, globos de vigilancia, aviones de gran altitud y satélites. Muchas cosas estaban ocurriendo por encima de las cabezas de los ciudadanos de todo el mundo y, para la mayoría de ellos, se trataba de un acontecimiento desconcertante.

Así que, cuando se especuló sobre quién podría estar detrás de los misteriosos platillos volantes, la atención se centró inicialmente en los ejércitos estadounidense y soviético o en la posibilidad de que todo pudiera atribuirse a la histeria bélica. Sin embargo, a lo largo de la década de 1950, cada vez más gente se inclinó por la posibilidad de que los responsables fueran los extraterrestres, dadas las notables formas y extrañas características de los objetos de los que se informaba. La supuesta explicación de la peculiar sincronización de sus visitas era que los seres extraterrestres habían estado observando la Tierra desde lejos, habían visto que en la Tierra habíamos descubierto el secreto de la energía nuclear y ahora estaban preocupados por los peligros que entrañaba para nosotros y para todo el sistema solar.

Mientras tanto, las Fuerzas Aéreas de EE.UU. empezaron a investigar los avistamientos poco después del de Arnold. Continuaría haciéndolo hasta 1969. Una y otra vez, los oficiales dijeron al público que los ovnis no suponían una amenaza para la seguridad nacional y desestimaron los informes de los testigos como casos de percepción errónea. Venus, nubes lenticulares, inversiones térmicas, pájaros, globos meteorológicos: todos fueron señalados como probables culpables.

Los entusiastas de los ovnis no se lo creyeron. A partir de la década de 1950, los grupos civiles que estudiaban el fenómeno insistieron en que las autoridades ocultaban la verdad de que los platillos volantes eran obra de extraterrestres, y que el gobierno bien podría tener naves espaciales y a sus ocupantes bajo custodia. Así empezaron los esfuerzos de los ufólogos, como se les llegó a llamar, por exigir una divulgación completa y presionar al Congreso para que celebrara audiencias públicas. Algunos funcionarios y expertos testificaron sobre el tema en dos ocasiones en la década de 1960 y, en 1994, las Fuerzas Aéreas publicaron un extenso informe sobre la existencia de un platillo estrellado en Roswell, Nuevo México, en 1947. A pesar de ello y de la publicación de miles de documentos anteriormente clasificados por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros muchos países desde el comienzo del nuevo siglo, los defensores de una mayor transparencia no se han dejado convencer por los desmentidos del gobierno.

Mientras tanto, los investigadores civiles empezaron a investigar los casos por su cuenta. En las décadas de 1960 y 1970, algunos creían que estaba surgiendo un patrón en los informes de avistamientos de ovnis cerca de bases militares e instalaciones nucleares, y de testigos intimidados para cambiar sus historias por ominosos “hombres de negro”. En las décadas de 1980 y 1990 cobraron importancia las historias de abducciones alienígenas, según las cuales se sacaba a personas de sus casas y se las sometía a exámenes, experimentos e incluso inseminación. Estas oscuras historias acabaron convirtiéndose en un elemento básico del exitoso programa de televisión Expediente X a partir de 1993, en el que se describía una elaborada conspiración entre el gobierno de Estados Unidos y alienígenas diabólicos.

Expediente X no fue tanto un emblema del apogeo de la fascinación por los ovnis como de su canto del cisne. Cuando la Unión Soviética se disolvió y la Guerra Fría se desvaneció, también lo hizo gran parte del interés popular por los objetos voladores no identificados y los visitantes extraterrestres. Desde finales de la década de 1990 hasta la primera docena de años del siglo XXI, disminuyó el número de miembros de las organizaciones ovni, algunos grupos cerraron y desaparecieron boletines y publicaciones. El auge de Internet dirigió el interés por los ovnis hacia foros en línea especializados. Al mismo tiempo, el 11-S y su legado sustituyeron los temores sobre el invierno nuclear y el espionaje por el miedo a actos impredecibles de terrorismo y células durmientes. En el cine y la televisión, los extraterrestres dejaron paso a vampiros y zombis, criaturas que podían ser -o fueron- seres humanos como nosotros y no necesitaban tecnología compleja para suponer una amenaza. En 2012, incluso los entusiastas se preguntaban abiertamente si la obsesión por los ovnis había llegado por fin a su fin.

Y ahora han vuelto, esta vez con la guerra de los drones como telón de fondo, el escepticismo científico y las críticas sobre la gestión gubernamental de la pandemia de COVID-19. El nombre puede ser diferente, pero la marca ovni es la misma.

Estos misterios parecen expresiones de nuestras propias preocupaciones terrestres: que la seguridad nacional pueda verse amenazada por adversarios extranjeros con tecnología avanzada. Mientras tanto, nos preguntamos si seres de otros mundos nos observan, y nadie sabe con qué fin. Y los llamamientos a la revelación de información por parte del gobierno siguen siendo tan estridentes como décadas atrás. Puede que la etiqueta “FANI” se creara para huir de la asociación de “ovni” con la especulación salvaje y la cultura pop, pero la historia no se borra ni se elude tan fácilmente.

Lo que conecta la pasión actual por los ovnis con la del pasado es un sentimiento de vulnerabilidad que consume a muchos estadounidenses. La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría ayudaron a introducir en el mundo no sólo poderosas armas de destrucción masiva, sino también programas gubernamentales diseñados a la vez para construirlas y mantenerlas en secreto. Esta sensación de que poderes amenazantes e irresponsables son capaces de inventar tecnologías que ni nosotros ni ellos podemos controlar -basta pensar en la inteligencia artificial actual- es tanto el pasado como el presente del fenómeno ovni. Y probablemente su futuro.

https://time.com/6996951/ufo-sighting-history-national-security/

HORIZONTES DESCONOCIDOS/ Protocolo de Seguridad Nacional Frente al Fenómeno OVNI en México: Necesidad y Propuesta

13 de Agosto de 2024

Marciano Dovalina

34EAC123-F12E-4D94-813B-5839774B44C0El fenómeno de los Objetos Voladores No Identificados (OVNI) ha sido objeto de interés y especulación durante décadas. Aunque la mayoría de estos avistamientos han sido explicados como fenómenos naturales o artefactos creados por el hombre, un pequeño porcentaje permanece sin explicación. Con la creciente cantidad de informes y testimonios alrededor del mundo, la posibilidad de encuentros con tecnologías avanzadas, ya sean de origen terrestre o extraterrestre, ha llevado a varias naciones a considerar protocolos de seguridad para manejar estos incidentes. En México, país con una rica historia de avistamientos, la implementación de un protocolo de seguridad para enfrentar el fenómeno OVNI es una cuestión tanto de prevención como de preparación ante lo desconocido.

Justificación de la Necesidad de un Protocolo

México ha sido testigo de numerosos avistamientos OVNI a lo largo de los años, desde las montañas de Tepoztlán hasta los desiertos de Chihuahua. Aunque muchos de estos avistamientos han sido interpretados como fenómenos naturales, la creciente atención mediática y el interés del público sugieren que se requiere una respuesta oficial y coordinada. La falta de un protocolo de seguridad podría resultar en respuestas inadecuadas a incidentes que podrían, en el peor de los casos, implicar una amenaza a la seguridad nacional. Además, en un mundo donde las tensiones geopolíticas son elevadas, la aparición de tecnologías avanzadas en el espacio aéreo mexicano, sin una identificación clara, podría ser percibida como un acto hostil, ya sea por parte de una nación extranjera o por actores no estatales. En este contexto, un protocolo no solo serviría para gestionar avistamientos sino también para evitar malentendidos que podrían escalar en conflictos.

Propuesta de Protocolo de Seguridad

El protocolo de seguridad frente al fenómeno OVNI en México debe ser un esfuerzo conjunto entre diversas entidades gubernamentales y científicas, asegurando una respuesta coordinada, transparente y basada en evidencias. A continuación, presento algunos de los componentes esenciales de dicho protocolo:

1. Creación de un Comité Nacional de Investigación y Respuesta al Fenómeno OVNI: Este comité estaría compuesto por representantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), la Secretaría de Marina (SEMAR), la Agencia Espacial Mexicana (AEM), el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), y otras instituciones académicas y científicas. – El objetivo del comité sería centralizar la recepción de informes de avistamientos, analizar y clasificar la información, y coordinar la respuesta en caso de un incidente significativo.

2. Establecimiento de Protocolos de Interceptación y Monitoreo: La Fuerza Aérea Mexicana, en coordinación con la SEMAR y la SEDENA, debería establecer procedimientos claros para la identificación, monitoreo y, si es necesario, interceptación de objetos no identificados en el espacio aéreo mexicano. Este procedimiento incluiría el uso de radares, satélites y aviones de combate, así como la coordinación con sistemas de defensa aérea de países vecinos para evitar malentendidos.

3. Protocolos de Comunicación con la Población: En caso de avistamientos múltiples, se debe contar con un protocolo de comunicación oficial para informar a la población, evitando así la propagación de pánico o desinformación. – La información divulgada deberá ser clara, precisa y basada en los datos disponibles, con actualizaciones periódicas conforme se tenga más información.

4. Protocolo para la Actuación de la Población Ante un Avistamiento Masivo Cercano: En el caso de un avistamiento masivo cercano, se implementará un protocolo específico para guiar la reacción de la población, minimizando el pánico y garantizando la seguridad pública.

Instrucciones Iniciales: Se informará a la población a través de los medios de comunicación sobre las medidas básicas a seguir: mantener la calma, evitar la aglomeración en zonas de riesgo, y seguir las indicaciones de las autoridades locales.

Zonas de Resguardo: Se habilitarán y comunicarán ubicaciones específicas como puntos de resguardo para aquellos que se encuentren en áreas cercanas al avistamiento. Estas zonas estarán bajo la supervisión de las autoridades locales y equipos de emergencia.

Vigilancia y Documentación Ciudadana: Se incentivará a la población a documentar los avistamientos con sus dispositivos móviles, pero a mantener una distancia segura. Toda documentación deberá ser compartida con las autoridades pertinentes a través de canales oficiales habilitados para tal fin.

Prohibiciones y Restricciones: Se prohibirá acercarse de manera imprudente al objeto avistado, interferir con las operaciones de las autoridades, o difundir información no verificada que pueda causar pánico. Las sanciones por incumplimiento de estas directrices serán estrictas para garantizar el orden público.

Apoyo Psicológico: Se establecerán líneas de apoyo psicológico para aquellos que experimenten ansiedad o trauma como resultado del avistamiento.

5. Investigación Científica de los Fenómenos Reportados: Todos los informes de avistamientos deberán ser analizados por expertos en diversas áreas científicas, incluyendo astrofísica, meteorología, y tecnología aeronáutica. Los resultados de estas investigaciones deberán ser publicados de manera transparente, con el fin de fomentar la credibilidad y evitar teorías conspirativas.

6. Cooperación Internacional: Dado que el fenómeno OVNI no es exclusivo de México, el país deberá establecer canales de comunicación y cooperación con otras naciones y organismos internacionales que investiguen estos fenómenos, como la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea) y la ONU. Esta cooperación permitirá el intercambio de información y la unificación de criterios en la investigación y respuesta a avistamientos.

Consideraciones Finales El desarrollo e implementación de un protocolo de seguridad frente al fenómeno OVNI en México no debe ser visto como una mera curiosidad o un esfuerzo sin sentido. Al contrario, es un paso necesario para asegurar que el país esté preparado para cualquier eventualidad, protegiendo tanto a su población como a su soberanía. La historia ha demostrado que estar preparado ante lo desconocido es siempre mejor que improvisar ante una crisis. Con un protocolo bien estructurado y basado en la ciencia, México puede posicionarse como un líder en la investigación y gestión de este fenómeno, asegurando que cualquier incidente sea manejado con la seriedad y profesionalismo que requiere. Este protocolo no solo ayudaría a esclarecer los eventos relacionados con el fenómeno OVNI, sino que también contribuiría a fortalecer la confianza del público en las instituciones del país, demostrando que el gobierno está dispuesto a abordar cualquier amenaza, por más inusual que parezca, con rigor y transparencia.

https://heraldodecoatzacoalcos.com.mx/opinion/102081-horizontes-desconocidos-protocolo-de-seguridad-nacional-frente-al-fenomeno-ovni-en-mexico-necesidad-y-propuesta-por-marciano-dovalina.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.