Me acosté con una extraterrestre
El encuentro MUY cercano de un leñador chino
7 de abril de 2025
Ryan Sprague
En 1994, un leñador chino llamado Meng Zhaoguo, de la provincia de Heilongjiang, reportó un encuentro extraordinario que desde entonces se ha convertido en uno de los incidentes ovni más famosos de China. Meng afirmó haber presenciado un impacto ovni, haber sufrido una abducción y haber tenido lo que percibió como un contacto íntimo con un ser extraterrestre.
Una luz brillante sobre la montaña Phoenix
En mayo de 1994, Meng Zhaoguo trabajaba como obrero en la Granja Forestal Hongqi, ubicada en las profundidades de la boscosa y montañosa región de Wuchang, en la provincia de Heilongjiang. Esta zona, fronteriza con Rusia y la vasta naturaleza siberiana, es conocida por su belleza natural, sus densos bosques y sus aisladas cordilleras, especialmente la Montaña Fénix (???), considerada durante mucho tiempo un misterio por los lugareños debido a desapariciones inexplicables, avistamientos de animales extraños y leyendas que se remontan a generaciones.
En aquel entonces, Meng tenía 26 años y vivía con su esposa y su hijo pequeño en una modesta vivienda proporcionada por la explotación forestal estatal. La vida era dura, pero sencilla. Los trabajadores no tenían acceso a la televisión ni a la ciencia ficción occidental; pasaban las tardes cocinando con leña y durmiendo en espacios reducidos tras largas jornadas de tala de árboles.
Montaña Fenghuang (Fénix), prefectura de Dandong, provincia de Liaoning, China
Ese fatídico día, Meng y su primo (o cuñado, según algunos relatos), Zhao Guanghao, se encontraban en las montañas cuando de repente vieron un extraño destello de luz en el cielo. Era la tarde, el sol estaba bajo en el horizonte, proyectando largas sombras sobre los árboles. Lo que vieron al principio parecía una estrella brillante o un espejo que reflejaba la luz del sol, pero se movía en una trayectoria antinatural: zigzagueando y descendiendo rápidamente.
El objeto tenía apariencia metálica, según Meng, y su superficie brillaba como cromo pulido. A diferencia de los aviones o helicópteros, que ocasionalmente veían en la región, este objeto no emitía ningún sonido: ni motores, ni rotores, ni estampido sónico. Flotaba silenciosamente, deslizándose en una trayectoria deliberada hacia una zona remota en la ladera norte de la Montaña Fénix.
A medida que el objeto se acercaba, observaron que tenía forma ovalada o discoidal, con una cúpula en la parte superior y una parte inferior plana. Sus bordes brillaban con una luz blanca azulada que parecía latir rítmicamente, casi como un latido. Se estimó que el objeto medía unos 15 metros de largo —aproximadamente el tamaño de un autobús pequeño— y permaneció suspendido en el aire durante varios segundos antes de descender lentamente hacia el bosque, desapareciendo de la vista tras una cresta.
Creyendo haber presenciado un posible accidente aéreo, Meng y Zhao temieron que un helicóptero o una avioneta se hubiera estrellado en la zona. Accidentes como este no eran raros en la región, sobre todo porque cazadores furtivos y contrabandistas a veces usaban helicópteros para desplazarse por terrenos remotos. El primer instinto de Meng fue de preocupación y deber: alguien podría estar herido.
Reunieron herramientas, incluyendo un hacha y una radio (aunque la comunicación por radio en la región era, en el mejor de los casos, irregular), y comenzaron a caminar hacia la zona donde creían que había caído el objeto. La caminata fue difícil: maleza espesa, senderos irregulares y aire frío al caer la noche.
A medida que se acercaban al lugar, ambos hombres comenzaron a sentir una profunda inquietud. Meng la describió más tarde como una especie de presión atmosférica, como entrar en una tormenta antes de que caigan los rayos. Los pájaros habían enmudecido. El viento había cesado. Notó la ausencia de todo sonido, salvo el crujido de las ramas bajo sus pies.
Entonces, justo más allá de una línea de árboles, lo vieron.
En un pequeño claro en la ladera de la montaña, situado entre grupos de pinos y abedules, se encontraba el objeto.
Representación CGI de la nave que Meng había presenciado
Meng lo describió como flotando ligeramente por encima del suelo, quizás a un metro como máximo. Giraba lentamente sobre su eje, casi imperceptiblemente, como si estuviera escaneando o ajustando su orientación. No había tren de aterrizaje visible ni estructuras de soporte debajo, solo aire libre.
La superficie de la nave era lisa y reflectante, pero no como un espejo. Tenía un brillo casi metálico, como el mercurio bajo la luz de la luna. A lo largo de la base de la cúpula se veían tenues símbolos o marcas, aunque Meng dijo que brillaban solo ocasionalmente, como si reaccionaran al movimiento.
Cuando los dos hombres se acercaron a 20 metros de la nave, una repentina ráfaga de calor y presión golpeó a Meng en el pecho. Lo describió como si lo hubiera golpeado una «pared de aire», o una onda expansiva invisible. Lo derribó y lo dejó inconsciente durante varias horas. Zhao, que estaba ligeramente detrás de Meng, corrió asustado y regresó al campamento a buscar ayuda. Cuando Meng despertó, el objeto había desaparecido.
Meng regresó al campamento aturdido. Sentía la piel caliente al tacto, como si tuviera fiebre leve. Le dolía el pecho y sentía un zumbido persistente en los oídos. Durante los días siguientes, se quejó de dolores de cabeza, mareos y espasmos musculares. Pero lo más extraño fue que reportó sensibilidad a los metales: tocar monedas, herramientas o incluso la hebilla de su cinturón le producía un extraño hormigueo, casi como descargas eléctricas.
Algunos han especulado que esto se debió a la exposición a radiación electromagnética de alta frecuencia, aunque no se realizó ningún estudio ambiental independiente en ese momento. Unos días después, descubrió una pequeña quemadura triangular en la parte interna de la pierna, algo que no había notado hasta que empezó a picarle y a ampollarse.
Este primer suceso, aunque profundamente inquietante, fue solo el comienzo de la terrible experiencia de Meng. Los encuentros verdaderamente extraños —aquellos con entidades no humanas— ocurrirían en las semanas siguientes.
El visitante nocturno
Aproximadamente diez días después del avistamiento inicial, Meng experimentó algo aún más extraño. Según su relato, recibió una visita nocturna de lo que describió como una extraterrestre femenina.
No se parecía a nada que Meng hubiera visto jamás. Casi tres metros de altura, con seis dedos en cada mano, ojos grandes y una piel que parecía vagamente humana, pero translúcida. ¿El detalle más surrealista? El cabello trenzado que le caía por los muslos, en la parte interior, como recalcó Meng en entrevistas posteriores.
Una representación artística del ser femenino.
Meng afirmó que estaba paralizado en su cama, flotando sobre el colchón mientras su esposa e hijo dormían tranquilos a su lado. La mujer se comunicó telepáticamente con él y tuvo relaciones sexuales durante lo que, según él, fueron «unos 40 minutos». Describió el acto como placentero y extraño a la vez, afirmando que no sintió miedo en ese momento, solo asombro.
El interior de la nave alienígena, según Meng, parecía una amplia cámara circular, resplandeciente con una luz ambiental tenue sin fuente aparente. Las paredes se curvaban sin problemas —sin esquinas afiladas, costuras ni remaches visibles— y brillaban tenuemente, como si estuvieran vivas o palpitaran. El material era diferente a cualquier metal que hubiera encontrado. Era liso, frío, y aun así parecía reaccionar sutilmente a su presencia.
Describió que flotaba ligeramente por encima del suelo; no exactamente levitando, sino ingrávido, como si estuviera bajo el agua. Cuando intentaba moverse, podía, pero el movimiento era lento y onírico, como si la gravedad actuara de forma diferente en ese espacio.
A su alrededor había paneles y consolas, pero no estaban llenos de botones ni pantallas. En cambio, estas superficies parecían responder al pensamiento. Cuando enfocaba su atención en un área específica, la superficie se movía y mostraba imágenes: sistemas estelares, nebulosas arremolinadas y superficies planetarias.
A diferencia del primer ser con el que Meng afirmó haber interactuado —la imponente alienígena de cabello trenzado—, las entidades a bordo eran más discretas y enigmáticas. Las describió como humanoides, pero más altas que los humanos promedio, de entre 2.5 y 3 metros de altura. Vestían trajes plateados o blancos sin costuras que les cubrían todo el cuerpo. Sus cabezas eran proporcionalmente más grandes, con ojos pronunciados, almendrados y de un negro intenso, sin escleróticas perceptibles.
Estos seres nunca hablaban con la boca. En cambio, Meng describió una intensa sensación de «conocimiento», como si sus pensamientos se transmitieran directamente a su mente, no como palabras, sino como pura comprensión. Los pensamientos no eran invasivos ni forzados, sino más bien como sugerencias, como si lo invitaran a comprender algo superior a sí mismo.
Se movían lenta y elegantemente, deslizándose en lugar de caminar. Nunca vio que movieran la boca, ni que comieran, durmieran o descansaran. Para Meng, no eran entidades biológicas como nosotros; parecían existir en un estado de consciencia superior, posiblemente incluso seres semifísicos que existían parcialmente en otra dimensión.
Visiones de eventos cósmicos
En el centro de la nave se encontraba lo que Meng describió como una cámara holográfica: un espacio abovedado donde se le mostraban una serie de imágenes complejas y vívidas. La llamó la «sala del conocimiento».
Allí, los seres proyectaron una escena espacial en desarrollo. Las estrellas pasaban junto a él como si viajara más rápido que la luz. Los sistemas planetarios giraban en perfecta formación. Entonces apareció un cometa, brillante, acercándose a un gigantesco gigante gaseoso.
Meng observó con asombro cómo el cometa impactaba el planeta, enviando enormes ondas de choque a través de su atmósfera. El planeta, concluyó más tarde, era Júpiter, un hecho que adquirió un nuevo significado meses después, cuando ocurrió la colisión real del cometa Shoemaker-Levy 9 con Júpiter en julio de 1994. Meng creía que esto era prueba de que lo que había visto a bordo de la nave no era una fantasía, sino una visión profética.
Los seres, dijo, querían que él presenciara este evento no como un espectáculo, sino como una especie de lección cósmica: que los cuerpos celestes no son eternos y que la humanidad debe estar preparada para la naturaleza impredecible del universo.
En algún momento de la experiencia, Meng afirmó que los seres le realizaron un examen médico. No estaba atado ni sentía dolor. En cambio, sintió como si su cuerpo fuera escaneado por una luz: no cortado ni sondeado, sino observado. Recordó sentir un calor que le recorría el cuerpo y luego se desmayó.
Meng declaró posteriormente que los extraterrestres le habían dicho telepáticamente que un niño híbrido nacería «muchos años después», posiblemente mucho después de su muerte. Este niño, según los seres, «tendería un puente entre su mundo y el nuestro» y traería consigo un mensaje de paz y advertencia.
A la mañana siguiente, según se informa, despertó con una profunda cicatriz en el muslo, que posteriormente afirmó provenía de una muestra biológica extraída por los extraterrestres. Reportó sensaciones extrañas en su cuerpo después, en particular una aversión al metal, que le provocaba descargas eléctricas inusuales.
La cicatriz en el muslo de Meng
Investigaciones y atención de los medios
Como era de esperar, las extraordinarias afirmaciones de Meng atrajeron la atención inmediata, no solo de los aldeanos locales, sino también de los investigadores de ovnis de toda China. En las décadas de 1980 y 1990, el interés por los ovnis en China había aumentado rápidamente. El gobierno había comenzado a permitir una cobertura limitada de temas paranormales, y organizaciones como la Organización de Investigación de Ovnis de China (CURO) investigaban activamente los avistamientos.
El caso de Meng fue retomado por el profesor Sun Shili, destacado investigador chino de ovnis y extraductor del Ministerio de Asuntos Exteriores. Sun creía que Meng decía la verdad, o al menos creía en su propia experiencia. Señaló como convincentes la evidencia física (la cicatriz), el hecho de que Meng hubiera superado la prueba del polígrafo y la absoluta coherencia de su relato a lo largo del tiempo.
En 2003, Meng supuestamente se sometió a una prueba de detector de mentiras, administrada por una oficina de seguridad provincial. La aprobó, aunque los detalles sobre la metodología y los controles de la prueba siguen siendo escasos. Muchos escépticos argumentan que las pruebas de polígrafo no son fiables, especialmente cuando el sujeto cree en su propia versión, pero otros las consideraron una prueba más de autenticidad.
A Meng se le administró una prueba de polígrafo. Y la aprobó.
Los medios chinos publicaron varias historias sobre el incidente, tratándolo con una mezcla de sensacionalismo e intriga. Algunos medios incluso lo apodaron «el Whitley Strieber de China», en referencia al autor estadounidense de Comunión, una obra fundamental sobre las abducciones extraterrestres.
Respuestas escépticas
Naturalmente, a muchas personas —científicos, psicólogos e incluso colegas investigadores de ovnis— les resultó difícil aceptar la historia. Nunca se recuperó evidencia física de un objeto estrellado. La cicatriz en la pierna de Meng podría tener su origen en diversas causas mundanas. Los críticos argumentan que su descripción del contacto extraterrestre emulaba temas comunes en la tradición occidental sobre abducciones, como la parálisis del sueño, los estados alterados de conciencia y la sexualidad reprimida.
Una teoría clave sugirió que Meng podría haber experimentado alucinaciones hipnagógicas: sueños vívidos que ocurren en el límite entre el sueño y la vigilia, que a menudo incluyen flotación, parálisis y presencias imaginarias en la habitación. La teoría de la contaminación cultural también tiene peso: incluso en zonas rurales aisladas, las ideas sobre ovnis y abducciones extraterrestres pueden filtrarse a través de la cultura popular, la radio y el boca a boca.
Otros apuntaron a motivaciones más terrenales. Meng podría haber buscado atención, compensación o una identidad única en una región donde las dificultades económicas eran comunes. Sin embargo, sus defensores señalan que nunca intentó monetizar su historia ni ganar fama gracias a ella, sino que regresó a una vida tranquila.
Impacto cultural
El caso de Meng Zhaoguo no cayó en el olvido. Al contrario, se convirtió en un tema recurrente en los círculos ovni chinos, apareciendo en numerosos libros, documentales y foros en línea. En 2005, una conferencia sobre el fenómeno ovni celebrada en Dalian incluso incluyó un panel especial dedicado al incidente de la Montaña Fénix.
Lo que distingue al relato de Meng no es solo el contenido de sus afirmaciones, por disparatadas que sean, sino la coherencia de su relato a lo largo de los años. Nunca se desvió de su historia, nunca intentó sacar provecho de ella y se mantuvo sincero en las entrevistas, incluso cuando se burlaban de él o no le creían.
En un contexto cultural más amplio, la historia de Meng refleja una época particular en China: el período posreforma de la década de 1990, cuando los valores tradicionales, la vida rural y la curiosidad científica moderna comenzaron a colisionar. El caso se convirtió en una especie de test de Rorschach para la sociedad china: para algunos, una prueba de verdades ocultas; para otros, una advertencia sobre la superstición y el engaño.
¿Dónde está Meng ahora?
Según informes, Meng volvió a trabajar en el Instituto Tecnológico de Harbin tras el incidente. Si bien evitó en gran medida apariciones públicas, entrevistas ocasionales con periodistas chinos sugieren que aún mantiene su postura. Sostiene que lo que le sucedió fue real y que los seres con los que se topó no eran malignos, sino curiosos y poderosos.
Curiosamente, en entrevistas posteriores, Meng se volvió más filosófico sobre su experiencia. Llegó a creer que los extraterrestres eran guardianes del universo, que vigilaban las civilizaciones conscientes e intervenían solo cuando era necesario. Creía que su experiencia era tanto una prueba como un regalo: una especie de despertar cósmico destinado a prepararlo para un rol más profundo.
Aunque nunca afirmó ser un profeta, a menudo insinuó que su encuentro le había proporcionado conocimientos sobre el destino humano, el colapso ambiental y la importancia de la armonía entre las especies y los planetas.
Aquí hay una entrevista poco común realizada con Meng en 2024:
Entrevista con Meng Zhaoguo sobre su abducción extraterrestre en China
Entre el misterio y el mito
Entonces, ¿qué debemos pensar del incidente de Meng Zhaoguo? ¿Es una alucinación? ¿Un engaño? ¿O algo verdaderamente extraordinario que realmente ocurrió?
Ya seas creyente, escéptico o una postura intermedia, la historia de Meng es difícil de ignorar. Combina la emoción humana pura con matices mitológicos: misterio, seducción y transformación. Nos obliga a confrontar los límites de nuestro conocimiento y las formas en que la cultura, la psicología y la percepción moldean nuestra comprensión de lo desconocido.
Sobre todo, nos recuerda que el fenómeno ovni no es solo una curiosidad occidental. En todas las culturas y continentes, la gente sigue reportando contacto con algo «diferente».
Ya sea extraterrestre o arquetipo, el misterio continúa.
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