Gentes profanas en el convento
Mi paisano tapatío el pintor y político Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, relata una escena incomprensible que sucedió un día en el que tomaba un descanso en la planta alta. Observó hacia el patio del recinto a un superior militar que llamaba la atención a otro de menor rango; el subordinado de repente se quedó paralizado como observando hacia uno de los arcos que se encontraba enfrente de ambos. El superior volteó en la dirección que el soldado miraba y sin más desenfundó su revolver disparando entre los pilares del arco hacia… nada. El soldado se desmayó y, vaciada de balas la cámara del arma el superior con un rostro deformado por una mueca de terror, llevó sus manos al cuello y cayó muerto después de unos segundos.
Además del Dr. Atl, también fueron testigos del evento un matrimonio que habitaba el Ex Convento (cuidadores). A causa de los disparos otro superior militar llegó al patio donde se encontró el ya difunto militar, el soldado desmayado y con los tres testigos (el matrimonio y Gerardo Murillo) a quienes arrestó por ser sospechosos.
En las interrogaciones, todos confirmaron la misma historia pero, la autoridad no quiso creerla… después de todos era una historia fantástica. Liberó al matrimonio pero Murillo se quedó encerrado como principal sospechoso.
Al despertar el soldado desmayado, fue interrogado sobre lo sucedido y respondió con una historia aún más fantástica: dijo que observó un monje al que no se le distinguía el rostro que flotaba en el aire a unos centímetros del suelo, el superior también lo vio y fue a donde disparó sin infringirle daño alguno, cuando vio que se acercaba se desmayó.
Ya recuperado el soldado, fueron él, la autoridad y el Dr. Atl al patio para explicar un poco más acerca de los sucedido, advirtió que Gerardo Murillo se encontraba en la planta alta y señaló el lugar dónde vio la aparición… inmediatamente y sin explicación alguna el soldado se aterrorizó, se llevó las manos al cuello como queriendo quitar unas manos invisibles y… cayó muerto igual que su superior pero esta vez ante los ojos de todos.
Murillo fue liberado en ese momento sin poder ser explicado lo que había sucedido.
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Por cierto, acerca de ésta anécdota que cuentas, se encuentra en el libro «Gentes profanas en el convento», de Gerardo Murillo, ese personaje tapatío que daría motivo para una súper película, con la narración de su vida. En ese libro el Dr. Atl cuenta que llegó «arrastrando la cobija», pues fue uno de los pocos leales que le quedaron a Carranza, y fue liberado en la Cd. de México pensando que era inofensivo, después de Tlaxcalantongo. Sin un peso en la bolsa, obtuvo asilo con los cuidadores del convento cerrado y en ruinas, y después del episodio que narras, escarbó en el patio donde según se apareció el monje, y encontró un paquete de antiguas cartas eróticamente explosivas, escritas por una mujer a su amante (las cartas sí existieron, pero se las escribió a él la hermosa artista Nahui Ollin: (que por cierto, terminaría viviendo como indigente, en el Centro Histórico del D.F., víctima de la locura….)
Murillo da extractos de las cartas, y después narra cómo inicia un negocio de compra-venta de verduras y frutas baratas, cómo inventa los Atl-colors, los viajes que hace para dibujar los volcanes, cómo hace del patio del convento un Centro de exposiciones de Artes populares, cómo presta el patio del convento como patio de recreo de una escuela cercana…
Y termina abandonando el convento, reintegrándose a la vida cultural del país, odiando al convento por su pasado religioso, pero amándolo por lo que vivió en él…
El convento ha pasado varios años en reconstrucción, y parece ser que está por abrirse próximamente (o ya se abrió).
Es uno de los pocos ejemplos de arte mudéjar (con influencia árabe) en México.
Desafortunadamente yo no tengo fotos de ahí, porque como ha estado cerrado…
Adaptación del Cuento del Dr. Atl del mismo nombre, realizada para la serie de Canal Once TV, Historias de Leyenda, en el año 2000.