Crítica de “Espíritu sagrado”: Buscadores de ovnis dirigidos por un Marciano
Chema García Ibarra debuta en el largometraje con una película rabiosamente anticomercial, que adoran los críticos
26/11/2021
Federico Marín Bellón
“Espíritu sagrado” empieza con una escena provocadora, en la que una niña detalla en una redacción escolar las ventajas de tener un hijo “subnormal”. Después de más de diez años haciendo cortos “distintos”, como el fundacional “El ataque de los robots de nebulosa-5”, Chema García Ibarra ahonda en su pasión por lo extraterrestre sin dejarse domar por el cine comercial. Es sin duda un autor con voz propia y personalidad única, con más de doscientos premios y, por citar solo un reconocimiento más, una mención en Sundance, dentro de un recorrido en el que no faltan grandes paradas como Berlín, Cannes y San Sebastián. Huelga decir que a los críticos, salvo a uno, como mínimo, les chiflan sus propuestas.
El primer largometraje de García Ibarra es una obra fuera de lo normal.
No parece muy arriesgado aventurar que a la taquilla le costará comulgar con esta propuesta, por muy sagrada que sea. Se cuentan las peripecias de José Manuel y el resto de miembros de la asociación ufológica Ovni-Levante, que se reúnen cada semana para intercambiar información sobre mensajes extraterrestres y abducciones. Secretos cósmicos de alcance y niñas desaparecidas se suman al original menú, que esconde otras sorpresas. Por si alguien ha deducido mal, no se asoma en ningún momento al universo de “Expediente X”.
En la segunda escena significativa de la película, vemos a una reportera de televisión grotesca, que propina (propicia, diría ella) tal cantidad de patadas al diccionario que dificulta, por la distracción que genera, llegar al fondo de la intención del cineasta. La reiteración, tan poco sutil, pierde efectividad.
La factura visual de la película, por otro lado, es deliberadamente pobre, porque incluso en sus cortos, muchos de ellos naturalmente humildes, el aspecto era otro. La película, en efecto, ha sido rodada en 16 y 35 milímetros, en su barrio de Elche. El director de fotografía, Ion de Sosa, le aporta un grano muy particular, que lo acerca al cine de aficionados. No en vano García Ibarra es profesor de Anti-filmmaking en la ECAM y le gusta recurrir a actores no maleados por el profesionalismo. La puesta en escena también es significativa en su forzada sencillez, un elemento más dirigido a reforzar su costumbrismo extremo de ciencia ficción. Otra seña de identidad es que los personajes salen demasiado a menudo leyendo en voz alta, con mejorable dicción, o consumiendo programas marginales de radio y televisión.
Conviene añadir que el director hace gala de un sentido del humor no menos particular, esotérico y negro. Como burla es cruel. En la escena cumbre, cinco de los protagonistas se van al campo y se instalan en sus pirámides desmontables convencidos de que los alienígenas no podrán resistirse al encuentro en la tercera fase. Uno imagina a los espectadores en similar tesitura. Ojalá ellos acudan a la llamada que otros no supimos atender.