EL MONSTRUO DEL LOCH NESS. LOS PRIMOS DE NESSIE (23)
MEXICO
También a mi me sorprendió el saber que en México contamos no con uno sino por lo menos dos posibles nessies. Mientras que aquí desconocemos este tipo de «reÂcursos naturales» (o más bien turísticos), en el extranjero se habla de ellos ampliamente. Al respecto el escritor norteamericano John A. Keel dice lo siguiente:
«A principios de 1969 los buenos ciudadanos que residían en los alrededores del lago Catemaco volvieron a ver nuevamente su monstruo favorito. Los pescadores lo describían como una enorme serpiente de mar, con dos cuernos emergiendo de la fea frente. El monstruo salía a la orilla muy entrada la noche, pero saltaba de nuevo al lago cuando lo descubrían. Los habitanÂtes de la localidad dicen que
es un «cocodrilo gigante»»[1].
El único animal con cuernos del que yo tenía noticia «habitaba» Catemaco era el mismo diablo al que los brujos invocan.
Aparte del «monstruo del lago de Catemaco» el informe más antiguo de una carcasa proviene de Santa María del Mar, Oaxaca, muy cerca de donde ahora se encuentra la refinería de Salina Cruz, en el municipio de Juchitán. En 1648 una masa informe fue arrastrada por la marea hasta la playa. No hay muchos datos y se cree que pudo ser una ballena o un tiburón peregrino.
El que sí es un tiburón peregrino es el que aparece en esta foto que circula en Internet. La foto fue tomada en algún lugar al norte de México (¿Tamaulipas?) alrededor de 1900. El escualo tenía entre 11 y 13 metros de largo. Parece ser un ejemplar macho porque se le aprecian claspers. La región del «cuello» del animal es particular y sorprendentemente
alargada. Alguno hablan de una elongación post mortem, o de que el tiburón tenía un número anormal de vértebras.
El más famoso primo de Nessie mexicano habita el lago de uno de los cráteres del Valle de Santiago, en el estado de Guanajuato.
En el Valle de Santiago hay siete cráteres que le dan al lugar un asÂpecto lunar. Sólo uno de estos cráteres tiene un lago de casi un kilómetro de diámetro. Sus aguas, de colores cambiantes, sufren un raro oleaje produÂcido por grandes veneros subterráneos.
Se dice que en ese lago hay un monstruo curioso y juguetón, de aproxiÂmadamente seis metros de largo, y semejante a las sirenas.
El mito de este monstruo va al parejo con el de los «campesinos extra terrestres» que cosechan cebollas gigantescas de más de tres kilos y coles de 20. De este asunto me ocupé en una serie de artículos sobre «El país de las siete luminarias»[2].
Y también ya hablamos del «monstruo de Tecolutla», que resultó ser un cachalote[3].
FRAUDES Y EQUIVOCOS
El fraude ha sido y es todavía algo estrechamente unido al tema que nos ocupa uno de ellos ocurrió Culmout, entre Saint Dizier y Nancy, en la región del Alto Marne francés hace algo más de un siglo. Allá por el 1856 saltó a las páginas de todos los diaÂrios del mundo la sorprendente noticia, proveniente de la edición del 9 de febrero de The Illustrated London News, de que había aparecido un animal que se creía extinguido desde la era mesozoica. Se contaba que, al explotar una carga de dinamita para abrir un túnel para el ferrocarril; había surgido de las entrañas de la
tierra un diminuto Terodáctilo (unos decían que era del tamaño de un ganso grande, otros que medía 3.20 metros de una punta a otra de las alas), que se desfosilizó durante unos instantes (¿?), abandonando las rocas que le aprisionaban desde hacia milenios y en las que había estampado su molde como si de simple escayola se tratara. En la página 166 podemos leer:
«Un verdadero monstruo. Un descubrimiento de gran importancia científica acaba de efectuarse en Culmont (Alto Marne).
«Unos obreros, ocupados en la excavación de un túnel que ha de permitir el enlace de las vías férreas de Saint Dizier y Nancy, acababan de hacer saltar un enorme bloque de piedra, y se disponían a romperlo en pedazos cuando, de una cavidad que había en ese lugar, vieron de pronto surgir un ser viviente de forma monstruosa.
«Dicha criatura, que pertenece a una clase de animal hasta ahora considerado como desaparecido, posee una cola muy larga y unas fauces provistas de dientes puntiagudos.
«Se sostiene sobre cuatro larga patas que están unidas por dos membranas, sin duda destinadas a mantener el animal en el aire, y están terminadas por cuatro dedos armados de largas garras afiladas.
«Su forma general se parece a la de un murciélago, y sólo se diferencia de éste por su tamaño, que es el de una oca grande.
«Sus alas membranosas, extendidas, alcanzan una envergadura de 3.20 metros.
«Su piel, de un color negro plomizo, es basta y oleosa; los intestinos contienen un líquido incoloro como el agua clara.
«Al llegar a la luz, ese monstruo dio algunos signos de vida agitando sus alas, pero expiró poco después, lanzando un grito ronco.
«Esta extraña criatura, a la que puede dársele el nombre de fósil viviente, ha sido llevada a Gray, donde un naturalista muy versado en el estudio de la Paleontología lo ha reconocido inmediatamente como perteneciente al género Pterodactylus anas, del cual se han encontrado muchos restos fósiles en las capas que los geólogos
designan con el nombre de Lias.
«La roca en la que fue descubierto este monstruo pertenece precisamente a dicha formación, cuyo depósito es tan antiguo que los geólogos la hacen remontar a más de un millón de años.
«La cavidad en que el animal estaba alojado forma un molde exacto de su cuerpo, lo cual indica que fue completamente envuelto por el depósito sedimentario». (Prensa de Gray).
La historia fue «rescatada» por Charles Hoy Fort quien la sacó de su contexto por lo que en la actualidad los «Forteanos» la consideran como uno de los más grandes enigmas no solucionados por la ciencia.
La realidad había sido muy diferente. Se trató de un agudo ataque de chauvinismo francés, producido por los celos causados por los importantes descubrimientos de yacimientos fosilizados que se venían produciendo en Alemania, país con el que Francia mantenía relaciones particularmente tensas por entonces.
Los forteanos se hubieran dado cuenta que todo había sido un fraude si sólo hubieran preguntado por el paradero del terodáctilo.
Más recientemente, en 1979, la revista Science et Vie descubrió un fraude con una supuesta fotografía de Nessie. Se trataba de una foto tomada en un río de Sri Lanka y presentaba la trompa de un elefante bañándose y sacando fuera del agua la probóscide.
Los equívocos también han puesto su granito de arena en la confección de esta historia para muestra sólo un botón:
En junio de 1983 los habitantes de Castellomare di Stabia estaban sumamente preocupados por la posible presencia en la costa de un «monstruo marino».
Varios bañistas habían regresado nadando desesperadamente a la orilla, afirmando que habían visto «un gigantesco pez con reflejos metálicos». La primera reacción de los habitantes del pueblo fue de incredulidad, pero luego, la versión del «monstruo» fue tomando cuerpo al sumarse a las declaraÂciones iniciales las de un par de pescadores.
A medida que el rumor tomaba fuerza, los desocupados del pueblo comenÂzaron a cruzar fuertes apuestas sobre el verdadero carácter del «monstruo». El peluquero Gian Carlo Scardamaccia llegó a afirmar que cortaría el pelo gratis a todos los que quisieran si el enorme pez existía de verdad.
La comandancia de marina de la zona estaba por intervenir cuando un grupo de turistas que paseaban en una lancha descubrió que el presunto monstruo era un pequeño submarino que realizaba prácticas en la zona[4].
Volviendo al Loch Ness. Sabemos -de acuerdo con la información de la Royal Navy- que hace unos decenios el barco Welbeck dejó un rosario de minas en el fondo del lago. Con el tiempo y las tempestades, rompieron sus amarras. Y desde las orillas del lago, en tiempo brumoso, al ver flotar un momento esos objetos raros, se piensa en un monstruo.
Las minas no permanecen en la superficie cuando han sido así liberadas, porque al cabo de cierto tiempo se destruyen sus antenas, se llenan de agua y se hunden, pudiendo dar una ilusión de vida[5].
En 1976 Marty Klein, mientras trabajaba para la Academy of Applied Science, descubrió un extraño objeto en el fondo del Loch Ness por medio del sonar. Primero se pensó que era un bote volador Catalina pero un examen adicional del equipo de buzos navales estableció que era un avión. Estaba a unos 70 metros de profundidad, que era demasiado profundo para los equipos de escafandra autónoma. Por lo tanto, en 1981 el proyecto del barco de investigación «John Murray» asistido por Robin Holmes de la Universidad Heriot Watt proporcionó una plataforma para un examen con el Remote
Operated Vehicle (ROV) «Sea Pup».
Pero no fue sino hasta el 9 de septiembre de 1985 en que se pudo recuperar el bombardero de la Real Fuerza Aérea que se cayó al lago escocés en 1940.
Durante la Segunda Guerra Mundial Inglaterra construyó diversos modelos de aviones entre los que se encontraban los Whitley, Blenheim, Hampden y Wellington. Estos últimos eran bombarderos que fueron utilizados con mucho éxito por los ejércitos aliados.
En la víspera del Año Nuevo de 1940, un bombardero Wellington, cuyo nombre en código era R for Robert salió de la Royal Air Force de Lossiemouth en un vuelo de entrenamiento de navegación a través del norte de Escocia. Su plan era volar a lo largo del Great Glen, a la isla de Canna y regresar de nuevo a la base después de pasar sobre Golspie.
Volando a una altura de 8.000 pies a través de una tempestad de nieve sobre las colinas de Monadhliath, el sur del Loch, falló el motor de estribor. El capitán ordenó que todos los tripulantes saltaran mientras él y el copiloto trataban de controlar la nave. Afortunadamente, los pilotos vieron la superficie del agua y se las arreglaron para hacer un acuatizaje. El Wellington
se hundió en el loch antes de que los sobrevivientes alcanzaran la orilla. Sólo uno de los tripulantes no sobrevivió al no abrirse su paracaídas.
El Vickers Wellington o Wimpy como era conocido, era el principal bombardero de la Real Fuerza Aérea entre 1939 y 1943. Fue diseñado por sir Barnes Wallis. Era un avión bombardero y también era utilizado para reconocimiento marítimo. Tenía una tripulación normal de seis hombres excepto el MKV y el VI que utilizaban una tripulación de tres. La velocidad máxima era de 235 mph (MK1c) 255 mph (MK III, X) y 299 mph (MK IIII), rango de operación normal de 1805 millas (excepto el MK III que era de 1470 millas). El Vickers Wellington podía tener daños importantes y todavía seguir volando, probablemente debido a la construcción de su estructura basada en el uso práctico de líneas geodésicas.
El Wellington recuperado, 1A número de serie N2980 fue enviado al Brooklands Museum of Motor Sport and Aviation en Brooklands, Surrey, donde fue restaurado.
Los fraudes no son cosa rara. En cierta ocasión, un objeto oscuro que flotaba en el lago resultó ser una hilera de barriles a los que se había unido una especie de cabeza de animal.
El día 31 de marzo de 1972 corrió la noticia por toda Escocia que acaÂbaban de capturar al monstruo del Loch Ness, cuyo cuerpo sin vida fue descubierto por la policía en un camión cuando era trasladado por unos supuestos biólogos del LNPIB. Al ser interrogados por las autoridades dijeron que enÂcontraron un enorme cuerpo de más de cinco metros de largo frente a la cosÂta del lago. La policía intervino y confiscó el bulto verde y escamoso, baÂsándose en una vieja prohibición: no se permitía sacar del lago ninguna criatura que no fuera perfectamente conocida.
Las descripciones de la «cosa» eran extraordinarias. Se decía que parecía un oso con escamas y aletas en forma de garras. También se dijo que era una especie de cruce entre foca y morsa y que tenía el cuerpo de pez, con escamas y una voluminosa cabeza.
Cuando se le examinó en Dunferline se descubrió que era un modelo preÂfabricado. La versión moderna de la serpiente del lago Silver[6].
¿FINAL?
Por lo regular este tipo de sucesos pasan rápidamente al olvido. PareÂcería que a la gente le gusta ser engañada. El propio Walker (el mismo que fabricó la serpiente del lago Silver) terminó como héroe.
¿Es este el origen el monstruo del Loch Ness? No lo podemos asegurar. Lo que si es cierto es que el monstruo le ha dado un «lugar en el mapa» al lago Ness y ha mejorado la economía de los ribereños[7].
Miles de turistas llegan en autobuses e invaden la zona del lago año tras año. Las tiendas de Inverness están atestadas de reproducciones de NeÂssie hechas de madera, tela y cerámica. Se venden juegos, discos, camisas con la efigie del «monstruo»[8].
Realmente no creemos que este sea el final de la leyenda. Por lo menos los Higlanders no la dejarán morir.
Hoy la oficina de turismo de las Highlands de Escocia dice que el poder de atracción de Nessie es «incalculable» aunque el monstruo es una atracción turística en todo el mundo, con más de 120 millones de libras al año para la economía local.
El área más común de avistamientos del monstruo está cerca de las ruinas del castillo de Urquhart en Drumnadrochit, que en la actualidad atrae a más de 200,000 visitantes al año.
Sabemos que para los fanáticos de los monstruos esta explicación no los convencerá. Nosotros no hemos tratado de convencerlos porque sabemos que es imposible probar lo negativo. Es decir, resulta imposible probar que no existen (en la actualidad) estos «monstruos», a menos de que vaciáramos por completo los lagos. Por el contrario, si esos «monstruos» realmente viven en esos lagos, no les será difícil a los fanáticos demostrarlo. Esperamos su respuesÂta.
Continuara…
[1] Keel A. John, El enigma de las extrañas criaturas, Editorial ATE, Colección Libro Expres, Barcelona, 1981.
[2] https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/08/el-pais-de-las-7-luminarias-final/
[3] http://www.anomalia.org/perspectivas/in/monstruo_tecolutla.htm
[4] Cable de la agencia EFE, El monstruo resultó inofensivo, CastellomaÂre di Stabia, (Italia), 5 de julio de 1983.
[5] May Roger, Los enigmas de la tierra y el mar, Ediciones Colombianas, S. C. A., Edicol, y Empresa Editora Zig-Zag, S. A., Bogotá, 1973.
[6] El monstruo del Loch Ness. El monstruo del Silver Lake
[7] Stein Graham, ¿Existe realmente el monstruo del Loch Ness?, 2a de Ovaciones, 15 de octubre de 1977.
[8] Stewart-Gordon James, En busca del monstruo del Loch Ness, SeleccioÂnes del Reader’s Digest, 113-117, mayo de 1977.
Hola me intereso el monstruo de tecolutla, mi papa y yo queremos saber mas de el a y mi hermano dany