El curioso caso de Salomón Shereshevsky. Un hombre capaz de recordarlo todo
Olvidar algo no formaba parte de la vida de este reportero ruso, pero al final, el don también se convirtió en una maldición para él.
30 de marzo de 2024
Rima Biswas
Según Science.org “el cerebro puede eliminar esa vieja información en el proceso de formación de nuevos recuerdos”. Sin embargo, Salomón Shereshevsky, un reportero ruso, posiblemente no estaría de acuerdo con esta afirmación. Nacido en algún momento de 1886, se convirtió en objeto de interés para muchos investigadores que acreditaron que Shereshevsky tenía una memoria perfecta. El reportero del periódico ruso también llamado “S” o “S de Luria” llamó la atención de un joven investigador llamado Alexander Luria y se convirtió en el tema principal de su estudio de caso en 1968 que se tituló “The Mind of a Mnemonist: A Little Book About a Vast Memory”.
Fuente de la imagen: Amazon | The Mind of a Mnemonist: A Little Book About a Vast Memory
Según The New Yorker, S. no era consciente de su aguda memoria y pensaba que su mente funcionaba igual que la de los demás. Cuando el director del periódico moscovita se dio cuenta de que S. nunca tomaba notas durante las reuniones matinales de personal, le preguntó el motivo. S. dijo que no necesitaba anotar nada porque podía recordarlo. Para rebatirle, el director leyó largo y tendido un texto del periódico y le pidió que lo repitiera todo. Para su sorpresa, S. lo hizo al pie de la letra. En 1929, el editor le envió a la Academia de Educación Comunista de Moscú para que viera a un especialista en memoria.
Ese día, S. conoció a Alexander Luria, que se convertiría en uno de los padres fundadores de la neuropsicología. El investigador le dio a S. varias palabras y números en orden aleatorio y, más de quince años después, Luria descubrió que S. aún podía recordar esas secuencias de palabras y números. “Simplemente tuve que admitir que la capacidad de su memoria no tenía límites definidos”, escribió Luria en el famoso estudio del caso. Luria también describió cómo S. quería vaciar su mente de recuerdos no deseados y a menudo escribía las cosas que quería olvidar en un papel que luego quemaba hasta convertirlo en cenizas.
Pero nada de eso afectaba a la capacidad de su cerebro para memorizarlo todo. El extraordinario estudio de un hombre extraordinario se convirtió en un clásico de la psicología tanto en Rusia como en otros países donde se publicó en inglés. Pero S. también se enfrentaba a algunos escollos en su vida cotidiana y a ciertas deficiencias cognitivas debido a su excelente memoria episódica, en contraposición a la memoria semántica. Según el estudio, Luria incluso observó que S. padecía una rara afección llamada sinestesia, en la que cada estímulo desencadena todos los demás sentidos del cuerpo humano. S. podía saborear palabras, ver música, oler colores e incluso el sonido de las palabras afectaba a su percepción de la realidad.
Según Psychology Today, Luria realizó otro experimento con S. y le hizo narrar las primeras líneas de “La Divina Comedia” de Dante tras leerla una sola vez. S. estudió el clásico lentamente y pronunció cada palabra con claridad, con ligeras pausas entre ellas. A pesar de no hablar italiano ni entender nada, S. pudo recordar el pasaje unos días después. “Nel mezzo del cammin di nostra vita. Mi ritrovai per uma selva oscura. Che la diritta via era smarrita. Ah quanto a dir qual era è cosa dura” fue el pasaje que le dio Luria y que recordó perfectamente.
Pero con el paso del tiempo, Luria también dejó constancia en su monograma de que la ilimitada capacidad mnemotécnica de S. tenía un inconveniente. El don de su incapacidad para olvidar nada le causaba también grandes dificultades en la vida. Luria informó que las imágenes memorizables que acudían espontáneamente a la mente de S. le impedían centrarse en muchas tareas que requerían concentración. Esto se debía a que las imágenes de su mente tendían a agolparse y generar más imágenes, lo que a menudo creaba confusión.
Comprender una simple frase le exigía un gran esfuerzo. Sin embargo, al final del largo periodo de observación, S. rebatió rotundamente la insinuación de Luria de que padecía una patología mental. En su cuaderno de notas, Shereshevsky consintió en someterse a otra serie de experimentos en el Hospital de Enfermedades del Sistema Nervioso de Moscú, con la esperanza de que le proporcionaran un certificado de buena salud. No está claro si alguna vez se la dieron.
La relación de Shereshevsky con sus investigadores se deterioró porque insistían en que tenía una “combinación secreta” que les ocultaba. S. se refugió en el alcohol. Falleció en 1958 por complicaciones relacionadas con su alcoholismo.