Hablando con los muertos

HABLANDO CON LOS MUERTOS[1]

Mario Méndez Acosta

Comunicarse con los que ya han dejado este mundo ha sido siempre una de las más insistentes aspiraciones de los seres humanos. La muerte de un ser amado es algo tan definitivo e irreversible que impresiona profundamente a la mente de casi todas las personas de todas las épocas y culturas. Una de las primeras reacciones ante la muerte es la negación; el individuo se niega a aceptar que el difunto simplemente ya no existe y que, tarde o temprano, a él mismo le va a ocurrir esa horrible experiencia.

A lo largo de los siglos, la negativa a aceptar esa suerte inevitable ha llevado a varias manifestaciones culturales muy evidentes, relacionadas con los rituales más misteriosos y profundos de muchas de las grandes religiones. Pero lo relevante, para el interesado en la ciencia y sus efectos en la vida social contemporánea, son las afirmaciones hechas por personas ordinarias en el sentido de que poseen algún tipo de facultad para comunicarse con los ya fallecidos.

Durante varios decenios, el mago Harry Houdini, quien detectó cómo los llamados médiums se dedicaban a engañar a las personas crédulas, en sesiones en las que afirmaban poder convocar a los espíritus de sus deudos, y reproducían ahí efectos en apariencia maravillosos, que mostraban la presencia de entidades del más allá. Después de la muerte de su madre, Houdini se dedicó a desenmascarar a los videntes que le aseguraban la comunicación con ella en el otro mundo. Jamás encontró a un médium que no hiciera algún tipo de trampa. Curiosamente, entre Harry Houdini y sir Arthur Conan Doyle, ferviente convencido en la realidad de los fenómenos sobrenaturales y del espiritismo, surgió una cierta amistad, y Doyle aseguraba que los poderes de Houdini como escapista eran de índole paranormal. La actividad de Houdini como desenmascarador de charlatanes la han seguido otros ilusionistas como James Randi y, en el México de los cuarenta el jesuita José Heredia.

JohnEdward La novedad en este ámbito es que hoy ha surgido una nueva oleada de individuos que aseveran poderse comunicar con los muertos, pero lo hacen ante un nutrido auditorio y ante las cámaras de televisión. Destaca entre ellos uno que se hace llamar John Edward, aunque su nombre verdadero es John McGee Jr. Este individuo tiene un programa espectacular llamado Crossing Over -Cruzando al otro lado- en el canal estadounidense de cable SciFi, emisora, en teoría, dedicada a la ciencia-ficción, pero que ahora, en forma deshonesta, ha tratado de capitalizar esa confusión popular que considera a la literatura mística y a la divulgadora de temas en torno de lo sobrenatural como ciencia-ficción, algo que rechazan los conocedores de este género literario tan respetable. Edward actúa ante un numeroso auditorio, y selecciona personas del mismo, a las que intenta convencer de que está en contacto con algún familiar ya fallecido para entregarles algún tipo de mensaje de su parte.

JamesvanPraagh Los nuevos espiritistas, como Edward y otros como James van Praagh, Rosemary Altea, Sylvia Browne y George Anderson, evitan usar la supuesta manifestación material de los espíritus, ya que ello los expondría a demandas severas, al ser descubiertos con más facilidad, y han optado por usar las técnicas de los médiums mentales, con las que fingen escuchar las voces de los difuntos y transmitir cierta información a sus clientes o a miembros del público que acude a sus espectáculos.

Los antiguos médiums enviaban los mensajes de los pretendidos muertos de manera clara y sin rodeos, pero John Edward se ha convertido en el amo de la ambigüedad y el circunloquio. Los muertos con los que hace contacto parecen tener muy mala memoria y dificultades patológicas para comunicarse. Reporta el investigador de los paranormal John Nickell el siguiente diálogo de Edward con Larry King, en el programa de éste en CNN. (Junio 19de 1998): «Siento que hay un nombre que empieza con algo que suena como J o con G, relacionado con esto» o «hay alguien que se llama Linda o Lindy… o Leslie, con un nombre que inicia con E» o bien «Tengo aquí a una Maggie o Margie, o algún nombre que tiene las letras M y G» o, también «hay una Mellen o Helen o Eleanore o algo así». Los espíritus parece que se comunican con Edward como si estuvieran jugando mímica o haciendo pantomima, como lo mostró Edward en el programa Dateline, de la cadena NBC de televisión.

RosemaryAltea Se trata de un caso claro de uso de las técnicas de la llamada «lectura en frío» con las cuales el supuesto médium suelta pistas verbales, para que sus víctimas asientan o nieguen, y él retroalimente información que le permita seguir adelante. Alguien muy crédulo puede proporcionar una cantidad de información sorprendente al médium, nada más asintiendo con la mirada y con leves movimientos de su cabeza. Edward practicó de niño estos trucos hasta el cansancio, ya que su madre practicaba la adivinación, organizaba fiestas síquicas en su casa e invitaba a todo tipo de supuestos clarividentes.

Pero estos médiums no se detienen en la llamada «lectura en frío» de la actitud de las personas que tienen delante a las que interrogan; también son hábiles en las técnicas de «lectura en caliente». John Edward practica esto con frecuencia, como se denunció en la revista Time (marzo 5 de 2001) donde una víctima de Edward, llamada Michael O’Neill, quien supuestamente recibió de Edward mensajes de su abuelo muerto, notó que los datos mejoraron sustancialmente desde la entrevista preliminar hasta el momento de inició del espectáculo, y señaló que los auxiliares de Edward recorren el auditorio hablando con el público, obteniendo información adicional que anotan en tarjetas. La información que de él obtuvieron estas personas fue empleada así por el médium al iniciar el espectáculo.

SylviaBrown En ese programa Dateline de junio de 2000, Edward fue descubierto en uno de sus trucos favoritos, al mostrarse que la información sobre la muerte de uno de los camarógrafos del programa la había obtenido del mismo, ese día un poco más temprano.

Es una táctica usual entre este tipo de estafadores amplificar sus escasos aciertos claros y minimizar sus numerosos fracasos en cada una de sus sesiones. Edward edita a veces los videos de sus presentaciones, para incluir escenas donde los miembros del público que entrevista asienten con la cabeza, cuando en realidad ellos mismos recuerdan haber denegado y diferido de lo que afirmaba. Emplea mucho afirmaciones generales ante grandes públicos, donde no faltará quien acepte lo señalado. Posteriormente, se enfoca a esa persona, y si no obtiene más aciertos busca otra con el mismo método.

Otra forma de desenmascarar lo que hace Edward es reproducido, empleando un falso psíquico que se presente como verdadero y obtenga aciertos asombrosos con las técnicas de lectura en frío. Después se le informa al asombrado público que todo fue un truco, sin embargo, muchos no lo creen, y se van con la impresión de que el supuesto médium en realidad era legítimo.

GeorgeAnderson Lo burdo de las actuaciones de Edward, y la credulidad de gran parte de su público, revelan sobre todo la gran necesidad de creer en estas cosas que afecta a la mayor parte de las personas. Nada de lo que hagan los investigadores y se publique en periódicos y revistas serios afecta esta tendencia de quien manifiesta la necesidad de escuchar una vez más el mensaje de un ser querido muerto. Sólo mediante la difusión constante de información crítica, sobre todo al alcance de los niños y los jóvenes, se podrá aumentar esa pequeña dosis de actitud crítica que le permite a cualquier individuo reconocer de inmediato a un estafador encallecido, como ha demostrado ser sin duda John Edward, así como sus imitadores en América Latina.

Referencias

John Edward: Hustling the Bereaved, Skeptical Inquirer, Dec. 200l.

Lean Jaroff: Talking to the dead. Time. March S, 200 l.

Chris Ballard: Oprah of the other side. New York Times Magazine, Jul29 2001.


[1] Este artículo fue publicado originalmente en Ciencia y desarrollo No. 165, México, julio/agosto de 2002, Págs. 86-87.

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