MAGNETOS MAGICOS[1]
Mario Méndez Acosta
Se ha difundido mucho en México, y en otros países, la noción de que la aplicación de un magneto, imán o electroimán a alguna parte del orgaÂnismo humano produce la cura de algunos males o el alivio de ciertos dolores.
Se dice que curan el cáncer. Algunas compañías aseveran que sus imanes previenen y revierten esa enfermedad. Así, un cierto proveedor vende por sólo $2,595 dólares, la «súper parrilla de poder para el lecho del doctor Philpott», la cual -según su publicidad- es infalible en la curación de carcinomas y otras enfermedades muy serias que, según ellos, han demostrado requerir de un tratamiento profundo, penetrante y sistemático de todo el cuerpo. Millones de dólares se gastan al año por parte de ancianos, enfermos y atletas en la compra de magnetos de diversos tamaños para lograr un efecto benéfico. Pero… ¿las curaÂciones milagrosas son ciertas?
¿Es posible que la magnetoterapia -así sea teóricamente- combata estas enfermedades? Al parecer la gente encuentra más creíbles los reportes anecdóticos de curaciones, en especial de atletas, celebridades o de sus parientes que los datos desalentadores de los estudios cientíÂficos.
Muchos estudios se basan en la prueba de la efectividad de los magnetos fijos, como los usados para pegar objetos en las puertas de los refrigeÂradores, que sólo producen un campo magnético débil. Un magneto móvil o giratorio sí crearía un campo eléctrico, y hasta radiación electromagnéÂtica, ondas de radio o rayos x, que pudieran afectar el tejido vivo, pero no hay algo en el organismo que pueda ser afectado por simples campos magnéÂticos. Todo indica que ello no ocurre.
Lo último parece sorprender a las personas a quienes les han dicho que un componente funÂcional del organismo humano, como es la sangre, lleva en su flujo hemoglobina, y es sabido que ésta contiene hierro. Por ello es que se recomiendan tabletas de hierro para la anemia. Sin embargo, el hierro de la hemoglobina no es ferromagnéÂtico; si lo fuera, resultaría muy sencillo separar los glóbulos rojos de otras células de la sangre con un magneto. Algunos estudios muestran que campos magnéticos estáticos no afectan el flujo de la sangre. (www.hfienberg.com/clips/magnet.htm y www.quackwatch.org). Tal vez lo más notable sería que si la sangre contuviera hierro ferromagnético las personas sufrirían lesiones al ser sujetas a un campo magnético poderoso, o bien a un estudio de resonancia magnética.
Los impulsos electroquímicos que se transmiten por los nervios no son un flujo de electrones, como el que pasa por un alambre conductor de cobre; se trata de un proceso escaÂlonado de intercambio de iones entre las capas de cada fibra nerviosa, que es el resultado de una tenue diferencia de potencial entre cada lado de esa membrana, mismo que no es afectado por la presencia de un campo magnético. Ello impliÂcaría que tomar en las manos un imán pudiera producir insensibilidad, o bien parálisis, cosa que desde luego no ocurre. Los impulsos que despiertan la sensación de dolor en el cerebro no son alterados así por al presencia de algún imán ordinario.
Aun si se demostrara que existen efectos de los imanes en el tejido humano, ello no sigÂnificaría que necesariamente debieran tener un efecto terapéutico.
Los escasos compuestos químicos que sí muestran efectos curativos lo hacen en dosis muy específicas. Casi cualquier medicamento puede causar la muerte si se ingiere en exceso; sin embargo, en los anuncios sobre imanes teraÂpéuticos se afirma que mientras más poderosos sean más efectivos resultarán.
De ser curativos, los campos magnéticos debeÂrían tener una intensidad específica; pero quienes promueven esta terapia aseguran que nadie ha probado que los magnetos no curan; no obstante, está claro que la carga de la prueba está en quienes afirman que sirven para algo.
Se debe demostrar la efectividad de cualÂquier medicamento antes de ponerlo a la venta. Lamentablemente, esa norma no se aplica a los magnetos, los cristales curativos y a otros hechizos que afirman producir curas mágicas. No existe evidencia clínica alguna de que los campos magnéticos aceleren o propicien los proÂcesos curativos o de regeneración de tejido.
Bibliografía:
Brody, J. 2000. «Less pain: Is it in the magnets or in the mind?» New York Times. November 28: F9.
Weintraub, M. 1999. «Magnetic bio-stimulation in painful diabetic peripheral neuropathy: A novel intervention -a randomized, double-placebo crossover study». American Journal of Pain Management 9: 8-17.
Finegold. L. & B. L. Flamm. 2006. «Magnet therapy: Extraordinary claims, but no proved benefits». British Medical Journal 332: 4.
[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 202, México, diciembre de 2002, Págs. 60-61.