El misterio de las centellas (261)
A finales de los 40’s durante una tormenta, bolas de fuego del tamaño de un puño salieron de la bocina de nuestro viejo teléfono de pared, flotaron por la habitación y se estacionaron en la parte superior de mi cabeza. Luego se dirigieron al tubo de la estufa y se desvanecieron. No hubo sensación de calor, dolor, o descarga eléctrica.
John Metcalf
New Florence, Mo USA