DELIRIOS
Salirse del surco al labrar la tierra. Eso es lo que significa el término en latín «de-lirare».
El delirio es más común de lo que la mayoría de la gente supone; es la conclusión a la que ha llegado un creciente número de investigadores. Dicen que los delirios de aquellos que padecen trastornos siquiátricos no son fundamentalmente diferentes de, digamos, la creencia de alguien de que un color es de mala suerte, o la popular creencia de que existen platillos voladores.
Al observar cómo se desarrollan los delirios, los investigadores esperan encontrar maneras de identificar la gente con mayor riesgo de una enfermedad mental y evitar que sus delirios se desarrollen hasta florecer, aun cuando dicho trastorno es uno de los más difíciles de tratar.
El delirio debe cumplir varios requisitos:
Ser una idea firmemente sostenida pero con fundamentos lógicos inadecuados.
Ser incorregible con la experiencia o con la demostración de su imposibilidad.
Ser inadecuada para el contexto cultural del sujeto que la sostiene.
La creencia de que existen platillos voladores es un claro ejemplo. Los ufólogos creen firmemente en esto, a pesar de que la lógica tras sus argumentos es muy endeble (o no existe) y de que no han aportado pruebas de la existencia de estos aparatos. Por el contrario, todas las pruebas apuntan a su imposibilidad. Una creencia se considera delirio si la persona se aferra a ella sin importarle lo fantástica que sea y a pesar de todas las evidencias en contra.
Si bien es cierto que esta creencia en los platos voladores se considera benigna, en el presente contexto cultural, la creencia asociada de extraterrestres que establecen contacto con seres humanos o los secuestran, es en verdad inquietante.
Los investigadores opinan que la mayoría de la gente tiene pequeños delirios de un tipo o de otro.
Hace unos veinte años la doctora Loren J. Chapman, psicóloga de la Universidad de Wisconsin realizó un estudio para determinar cómo se desarrollan los delirios. Encontró que alrededor de cuatro de cien personas tienen creencias sumamente desviadas. Algunas de estas personas parecen raras a casi todos, en tanto que otras lo hacen muy bien con sus creencias extrañas limitadas a tópicos aislados.
La investigadora encontró que la gente que desarrolla esos graves delirios tiende a suspender la búsqueda de explicaciones alternativas racionales bastante antes qua la mayoría de la gente.
La Dra. Chapman probó la hipótesis de que los que se aferran a las más extrañas creencias están en peligro de una enfermedad mental.
Una mujer estudiada por ella insistía en que la gente podía leer sus pensamientos y por la expresión de su cara. Esa creencia y otras por el estilo, llevaron a la Dra. Chapman a prever que la mujer, a pesar de vivir una vida normal, estaba en peligro de una enfermedad mental.
De hecho, cuando dos años después se le entrevisto dijo que la gente oía sus pensamientos, un delirio que era parte de una sicosis que había desarrollado.
El Dr. Hugh Hendrie, jefe del Departamento de Siquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana dijo que en sí mismos los delirios son benignos. El problema empieza cuando alcanzan una importancia emocional tan grande que nos vemos obligados a actuar sobre ellos.
El Dr. Brendan Maher, psicólogo de Harvard, propuso la teoría de mayor influencia acerca de los delirios, diciendo que saltan de formas de pensar bastante comunes. En su opinión, los delirios son como otras creencias, en cuanto a que ponen orden y sentido a lo que de otro modo es un rompecabezas en la vida.
Los rompecabezas piden explicación; la búsqueda de una explicación empieza y sigue hasta que se vislumbra una, dijo el Dr. Maher.
Por ejemplo, un sonido extraño por la noche puede ser producido por un gato, pero una persona con ideas delirantes supone que fue causado por un fantasma, aun cuando esa explicación no tuviera sentido.
Las creencias explicatorias tienden a ser autoconfirmatorias en cuanto a que no toman en cuenta los datos contradictorios, en tanto que se destaca cualquier cosa que apoye la teoría. Esto, dijo el Dr. Maher, ha sido el caso de creencias ordinarias, así como de la gente que desarrolla delirios.
Para evaluar cuando una creencia es un delirio, los psicólogos clínicos toman en cuenta los antecedentes de las creencias en la cultura, comunidad y grupo afín de la persona.
Si alguien dice que le están controlando sus pensamientos, eso puede ser o no un delirio franco, dijo la Dr. Chapman. Por ejemplo, si cree que Dios controla sus pensamientos, digamos, haciéndole estudiar en vez de ir al cine y es una persona piadosa, esa creencia tiene un apoyo cultural, no es una creencia desviada. Pero si cree que el diablo le está inculcando malos pensamientos y, por ejemplo, no pertenece a una religión con ese punto de vista, entonces es un delirio desviado, dijo, y si cree que su tío que está en Chicago le produce pensamientos nocivos, este es un delirio más desviado todavía.
Hay más de 70 condiciones clínicas diferentes en las cuales pueden presentarse delirios, incluyendo tumores cerebrales, intoxicación alcohólica, epilepsia y senilidad. Los delirios se encuentran entre los síntomas más evidentes de los trastornos maniaco-depresivos, esquizofrenia y trastornos delusorios, que anteriormente se conocían como Paranoia.
De estos, el delirio es el síntoma principal solo en el trastorno delusorio, en el cual la gente es perfectamente coherente y actúa bien en otras áreas de sus vidas. Por ejemplo, estarán convencidos de que artistas de cine están enamorados de ellos y les mandan mensajes secretos en sus películas, mediante sus parlamentos o sus miradas.
El delirio es síntoma de otros problemas que generalmente desaparecen cuando se trata el trastorno mental subyacente, dijo el Dr. Hendrie.
El trastorno delusorio, cuando el delirio en sí es el problema, está entre los más difíciles de tratar de todos los trastornos siquiátricos, opina el Dr. Hendrie. No se puede hablar con ellos acerca del delirio, pero no se debe dejar seguir. El problema está en la intensidad de sus sentimientos y de que gran parte de su vida gira alrededor del delirio, dijo. Algunas veces lo mejor que se puede hacer es dejarles seguir con él, mientras no lo dejen arruinar su vida.
Tratando de entender en que forma el delirio llega a su plenitud, la Dra. Chapman hizo pruebas a miles de estudiantes seleccionados basándose en estudios sicológicos practicados en un curso introductorio de sicología durante varios años. La investigadora encontró 162 que tenían creencias sumamente raras, ideas que aunque no fueran necesariamente delusorias, podrían derivar en delirio al paso de los años. La Dra. Chapman desarrolló una escala que valoraba las creencias de la gente de acuerdo con lo aberrantes que fueran.
Dijo que las creencias mas extrañas tenían mayores probabilidades de desarrollarse entre la gente con creencias más raras. Cuando, pasados dos años, se hicieron nuevamente pruebas a los estudiantes, tres de aquellos considerados con el mayor riesgo, incluyendo a la mujer que creía que la gente podía oír sus pensamientos, habían desarrollado una enfermedad mental. Pero no la tuvo ningún estudiante que pertenecía a un grupo comparativo de gente con creencias más normales.
Uno de los tres con trastorno mental, no tuvo, en la primera prueba, problemas en la escuela ni en adaptarse a la vida. Pero sostenía que en ocasiones oía la voz de un arcángel, dándole avisos morales. Una vez, dijo, la voz venía de un sótano en la casa de sus padres, advirtiéndole que la vida tiene más sentido de lo que parece.
El hombre suponía que la voz pudiera ser de un difunto abuelo, al que nunca conoció. Cuando se le presiono, justificó vagamente esta interpretación diciendo que el abuelo siempre se había involucrado con lo sobrenatural.
Durante los dos años intermedios tuvo un episodio sicótico durante el cual escuchó en la iglesia que una imagen de Cristo le hablaba diciéndole que corriera desnudo en la nieve. Creyó que la Policía que lo arrestó por faltas públicas a la moral, eran demonios que lo llevaban a Satanás para que lo torturara.
La Dra. Chapman, también encontró otros nueve cuyos delirios llegaron a ser mucho más anormales y que consideró en mayor riesgo de trastornarse mentalmente.