IMPACTO AMBIENTAL
Una música bélico-religiosa muy especial[1]
Juan José Morales
Al sentarme a escribir estas líneas sobre la maya pax, la música de los mayas insurrectos de la Guerra de Castas, no supe por dónde empezar: si por su origen, si por la forma en que ha persistido durante más de siglo y medio, o por su inquietante futuro. Finalmente me decidí por comenzar con un público y caluroso elogio a los antropólogos Margarito Molina, Meztli Suárez y Karina Rivero, autores del documental sobre esa manifestación cultural, titulado La música de la guerra y de los dioses, que hace poco fue presentado en la Casa de la Cultura de Cancún y mañana, viernes 18 de octubre, a las seis de la tarde, lo será en Mérida en el auditorio del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en el cruce de las calles 61 y 50.
Un grupo de maya pax. A la conservación de esta música «”de la cual cada vez hay menos ejecutantes»” ha contribuido de manera muy especial la radioemisora XENKA, de Felipe Carrillo Puerto, que la transmite de manera regular con grupos de diferentes poblados de la zona y que produjo un disco con piezas representativas.
El título del documental alude al hecho de que la maya pax tiene el doble carácter de música militar y religiosa. Militar por cuanto nació o se generalizó durante la gran insurrección indígena conocida como Guerra de Castas que, iniciada en 1847, se prolongó hasta bien entrado el siglo XX. Y religiosa porque está ligada al culto a la Santa Cruz, una religión creada por los propios mayas rebeldes que tiene elementos del catolicismo pero carece de santos e incluso de la figura de Cristo, y en la cual el objeto de veneración es una cruz con atuendo femenino, de la cual se decía que impartía órdenes y directrices militares a los rebeldes.
La maya pax es una música sencilla, ejecutada sin más elementos que uno o dos violines y un bombo y una tarola, que son instrumentos de percusión semejantes a tambores. Originalmente los violines eran de manufactura artesanal, pero «”gracias a un bienintencionado pero erróneo apoyo de las autoridades»” fueron reemplazados por instrumentos importados de China.
Casi resulta ocioso decir que esta música tan especial se encuentra en proceso de extinción. Hace 15 años habría en la zona maya de Quintana Roo 44 grupos que la ejecutaban. A la fecha quedan sólo 14, en su mayoría conformados por ancianos o personas de edad madura. Si bien todavía hay jóvenes que se interesan por mantenerla, cada vez son menos, debido a la fuerte migración de sus pueblos hacia las zonas turísticas en busca de empleo.
El gran mérito del trabajo de Margarito, Karina y Meztli, es que sirve para mantener esta manifestación cultural, que «”dicho sea de paso»” debería ser inscrita en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Pero no se trató de una simple operación de rescate, de un mero registro de imágenes y relatos de sus ejecutantes y de interpretaciones de algunas del medio centenar de piezas musicales de maya pax que aún perduran y entre las cuales cuentan danzas de las fiestas religiosas y la única canción que habla de la Guerra de Castas. El documental es fruto de un riguroso trabajo antropológico, sobre el cual la limitación de espacio nos impide entrar en detalles.
Pero tampoco es sólo un estudio antropológico más. La música de la guerra y de los dioses es una obra cinematográfica de calidad artística, que con un buen manejo de la imagen, las voces y la música, presenta la esencia de los mayas del oriente de la península y profundiza en aspectos de sus creencias, costumbres y tradiciones.
Realizado con muy poco dinero «”aportado por el Programa de Desarrollo Cultural Maya y Conaculta»” pero mucho esfuerzo, dedicación y talento por parte de sus autores, el documental es algo que no debe perderse nadie que se interese por recomendamos a todos nuestros lectores.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 17 de octubre de 2013