Durante la Guerra Fría se inventó un método para recoger recipientes con películas liberados por los satélites espías. Consistía en dejarlos caer y a cierta altura accionar un paracaídas para luego recoger los recipientes.
En el 2004 se intentó utilizar una modificación del método. A cierta altura, 33 kilómetros, se desplegaría un paracaídas estabilizador y seis minutos después el paracaídas principal. Una vez estabilizada la sonda y cayendo a una velocidad moderada, un par de helicópteros, piloteado por dobles de Hollywood, recuperarían la cápsula en vuelo para evitar la colisión del aterrizaje.
Cliff Fleming y Dan Rudert, los dobles que hicieron las escenas de acción en Batman, Hulk y XXX, y que colaboran con el departamento de bomberos de California para apagar incendios forestales, fueron los escogidos para recuperar la cápsula cuando ésta se encontrara a unos 3,000 metros de altura. Se tenía previsto que si uno de ellos fallaba, el otro entraría en acción.
¿Porqué tantas molestias y preparativos? Ciertamente la misión había costado U$ 264 millones, había durado 27 meses (884 días) y contenía placas de diamante, oro, silicio y zafiro; pero lo más importante era que se estaba investigando la forma en que se formó nuestro sistema solar hace 4,500 millones de años.
La cápsula Genesis fue lanzada al espacio el 8 de agosto del 2001 para capturar las partículas emitidas por el sol que constituyen el «viento solar». Fue colocada a 1,500 millones de kilómetros de nuestro planeta, en el «Punto de Lagrange L1», una región del espacio en la que las fuerzas gravitacionales del Sol y la Tierra se equilibran. Ese punto presenta otra ventaja adicional. A esa distancia son imperceptibles las capas de van Allen que, justamente, nos protegen de la radiación solar.
En ese punto Genesis midió la concentración de los distintos isótopos de oxígeno, para saber cómo se formó este elemento en el Sistema Solar; y la concentración de los isótopos de nitrógeno, para entender cómo evolucionaron las atmósferas de los planetas
Para colectar el viento solar utilizó unos colectores de cerámica que atraparon miles de millones de átomos (unos 10 a 20 microgramos) que serían analizados a su regreso a la Tierra. Los colectores se encontraban en los paneles hexagonales que la sonda desplegó, el 3 de diciembre del 2001, en su órbita.
La sonda inició su regreso el 2 de abril del 2004 y el 8 de septiembre se desprendió la cápsula iniciando su reingreso a la atmósfera a una enorme velocidad, pero ninguno de los paracaídas se abrió y la cápsula se estrelló a 160 Km/h en un lugar cercano al Campo de Pruebas Dugway del Ejército de Estados Unidos, en el oeste de Utah. Se informó que el problema fue del sensor de deceleración que debía detectar el frenado durante el descenso, de 30G a 3G para accionar los paracaídas.
La cápsula quedó semienterrada y se partió al impactarse. Don Burnett, geoquímico nuclear del Instituto de Tecnología de California y responsable del proyecto pensó que todo el trabajo se había perdido y que las muestras de partículas solares se habían contaminado o se habían esparcido debido al impacto. Pero al inspeccionar la cápsula, los científicos pudieron localizar algunos fragmentos de los colectores, algunos de ellos montados aún en su sistema de soporte. Todos estaban prácticamente rotos.
David Lindsom, uno de los miembros del equipo dijo que el cartucho que contenía los colectores «ha reventado unos 20 centímetros y se ha salido una parte de su contenido. A pesar de todo, confiamos en la posibilidad de recuperar algunos elementos porque las partículas solares están implantadas en los colectores de cerámica».
El diseño de la cápsula fue clave en la protección de los colectores, pues al ser tan robusta permitió recoger algunas muestras: al menos tres cuartas partes fueron recuperadas, aunque algunas de ellas fueron expuestas al ambiente de la zona del impacto y por lo tanto se contaminaron.
Según el Dr. Roger Wiens del Laboratorio Nacional de Los Alamos: «Estamos muy ilusionados, pues esto supone una victoria después de la derrota». Las muestras fueron llevadas al Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California.
La caída de la cápsula Genesis fue filmada desde los helicópteros de rescate y representa uno de los pocos casos de auténticos «platos voladores» estrellados en la Tierra (recordemos las sondas Viking, por ejemplo). Aquí tenemos un auténtico Objeto Ufológico Permanente, con la inclusión de la NASA, la Fuerza Aérea y los «misteriosos» helicópteros en una maniobra de recuperación, evidencia fílmica y fotográfica. La única diferencia entre este suceso y las historias de ovnis estrellados es que este es un caso real y no un cuento de hadas (o de marcianitos verdes).
Abajo podemos ver la filmación