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¿Encuentro del tercer tipo en Alemania?

¿Encuentro del tercer tipo en Alemania?

Por Jochen Ickinger

Luego de que los ummitas fueran avistados y fotografiados ya en 1966/1967 en Madrid, donde incluso aterrizaron, ahora también en Alemania los ven. Al menos Andreas Schneider (15), de Neu Isenburg, quien fue elegido para darles la buena nueva a los alemanes: aquellos que crean en los Ummos serán salvados de las catástrofes naturales que se avecinan. ¿Cuál es la historia verdadera?

Historia

Noviembre de 1982. Andreas vivía con sus padres desde hace cuatro años en Tenerife, en las cercanías de Santa Cruz (España). Los ovnis y asuntos similares le parecían «tonterías». Hasta que llegó esa noche. Andreas no podía dormir. «Durante el día estuve muy inquieto», dijo. Se levantó y salió al balcón de su habitación. Se sintió extraño y miró al cielo, donde vio algo que no tenía nada que ver con aviones o cosas parecidas. Esto tenía luces rojas, azules y verdes. De pronto, Andreas sufrió una suerte de desmayo o sueño profundo.

Abrió una pesada puerta de hierro y estuvo de inmediato en otro mundo. Cuando recuerda el episodio todo le parece muy «raro». Ahí vio, en todo caso, a varios seres de pequeña estatura, de 1,50 metros de altura. Tenían la piel oscura, olivácea. No tenían cabello, no usaban ropa ni se les veían órganos sexuales (ver los dibujos de Andreas).

Schneider01Los seres habrían elegido a Andreas para darle telepáticamente el siguiente mensaje: habrá una enorme catástrofe natural antes del año 2000. La Tierra se saldrá de su eje, habrá inundaciones, huracanes y terremotos. Pero los Ummos podrían rescatar a la humanidad, pero solo a aquellos que crean en ellos.

Los seres de la estrella «Humo» vienen a menudo a la Tierra para hablar con Andreas. De preferencia aterrizan en el Triángulo de las Bermudas, donde tienen una base. Andreas afirma que en Humo podrían vivir seres humanos, porque ahí hay oxígeno y comida. Pero tenemos que cambiar. Los seres espaciales revelaron que ellos mismos descienden de los humanos. Ya habrían establecido contacto en la Edad de Piedra, que luego fue interrumpido. Y ahora, antes de que la Tierra colapse, vuelven porque quieren salvarnos. En su mundo no existe la guerra.

Desde entonces Andreas se contacta dos o tres veces a la semana con ellos. Se recuesta en la cama, se concentra fuertemente y de pronto se siente «alzado» hasta estar con ellos. Se entiende que no físicamente, sino de forma puramente espiritual. Andreas tiene una grabación con «voces», pero se niega a mostrarla. Hay que creer en los Ummos sin necesidad de pruebas.

Investigación

Hasta ahí los extractos del artículo de dos páginas aparecido en Bravo (Nr. 11/84), donde se conoció la historia originalmente. Luego, un periodista del periódico Bild se presentó ante Andreas y el 13 de marzo de 1984 apareció un breve reporte en la edición de Frankfurt de ese diario. Un punto llamativo de todo esto es una «marca» que Andreas dice haber visto en el objeto que apareció en Tenerife y que él desde entonces porta en el dorso de su mano, así como en el pecho. Se trata de una especie de «H» estilizada de la palabra Humo y que, al mismo tiempo, sería el logo de los extraterrestres.

El 13 de marzo llamé a la redacción de Bravo para conversar con los redactores responsables. Por casualidad estaba también Andreas presente, lo que me permitió acordar un encuentro personal. Por teléfono me enteré de que Andreas no tenía interés alguno en el tema ovni, no conocía a grupos ufológicos y sabía casi nada de literatura sobre el tema.

El 15 de marzo llegamos junto a Werner Walter y Hansjürgen Köhler a Neu Isenburg-Gravenbuch, donde recorrimos la zona residencial. Desde allí nos dirigimos a Frankfurt-Sachsenhausen, donde nos reunimos con Andreas en el restaurante de su padrastro, porque no quisimos sacarlo de su entorno más cercano. Aquí pudimos primero conversar con su padrastro, aprovechando que Andreas aún no llegaba. Así supimos que el muchacho ya desde los 8 años estaba interesado en el tema OVNI, que creía en la existencia de naves extraterrestres y que tenía, además, bastante literatura sobre el tema.

Cuando llegó Andreas, nos sorprendió con la primera pregunta: «¿Ustedes creen en Dios?» Luego nos dijo que alguien le había recomendado hacer esa pregunta a las personas que querían conversar con él de sus experiencias. A lo largo de nuestra conversación nos enteramos que ese alguien era un señor Vogel de una secta ovni de Frankfurt, una escisión del grupo DUIST (Deutsche UFO/IFO Studiengemeinschaft). Andreas nos contó de nuevo toda la historia que el artículo periodístico ya había relatado. Los contactos se realizan de tal manera que el joven solo se adentra en la nave alienígena, que se encuentra en algún lugar de la atmósfera, con su cuerpo astral. Por eso no hay huellas ni nada parecido. El viaje a Humo dura poco y tiene lugar en el más absoluto de los silencios. Cómo se impulsa la nave es un aspecto que Andreas desconoce, así como el lugar exacto donde se encuentra Humo, aunque según lo que dicen los seres, la estrella es visible en el cielo nocturno.

Andreas es un elegido y tiene la misión de convencer a la humanidad de la existencia de los extraterrestres, especialmente de los Humos, y también de que ellos tienen buenas intenciones, especialmente porque quieren salvarnos de las amenazantes catástrofes que se avecinan. Cuándo tendrán lugar estas catástrofes es algo que Andreas  no puede decirnos. Solo que serán terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y cosas similares. Consultado sobre si está descartada la posibilidad de una guerra, Andreas respondió que «también puede ser que haya una guerra».

El entrevistado tenía la idea de que las televisoras, radios y revistas debían organizarse para divulgar las informaciones y conocimientos que él ofrecía. También defendió que los militares y los gobiernos deberían acabar con los «secretos» sobre este tema. Además veía como algo necesario que los distintos grupos ufológicos se asociaran para divulgar en conjunto «la verdad». En medio de la conversación Andreas repentinamente demostró saber sobre la existencia de grupos ufológicos, así como también de una «revista bimestral» y de más personas que también tendrían contactos. Era evidente que todo esto lo aprendió también del señor Vogel.

Resultados

¿Qué tenemos acá? Una linda historia con pelos y señales, pero carente de toda evidencia. No hay ni fotos ni huellas o algún objeto extraterrestre. La única «prueba» que existe es una grabación en la que se escucharía hablar a los extraterrestres, pero esta no fue exhibida por el joven.

La credibilidad del testigo también ha caído fuertemente, pues dijo inicialmente que antes de su «encuentro» en Tenerife no tenía idea del tema OVNI. Pero, contrariando aquello, su padrastro nos confirmó que Andreas tiene bastante literatura sobre ovnis y que cree en los platillos voladores. Esto se torna evidente durante la conversación, cuando se reconocen en la historia que relata todos los elementos que son habituales en estos casos: ovnis, paleoastronáutica, telepatía, viajes astrales, audios de voces, triángulo de las Bermudas, profecías, etc. Al menos reconoció conocer los libros de Charles Berlitz y Erich von Däniken. El punto más relevante de su historia es, al mismo tiempo, el más débil: el logotipo de Humo. El mismo Andreas reconoce que esa marca ha aparecido ya en fotos de ovnis. Solo pudo haberse referido a la famosa serie de fotos tomadas en España el 1 de junio de 1967 cerca del castillo de San José de Valderas.

Schneider02Desde hace algún tiempo se sabe que esas fotos fueron un primitivo fraude realizado con maquetas que colgaban de un hilo. Así lo notó también el ufólogo francés Claude Poher. Ese caso también es conocido como «Ummo».

Conclusión: Una historia fantasiosa concebida por un joven en la pubertad con una necesidad exagerada de atención, posiblemente causado por un complejo de inferioridad. Aparte de una mente creativa, tras esta historia parecen esconderse trastornos psíquicos, especialmente porque Andreas está al menos parcialmente convencido de la historia que cuenta.

Una curiosidad para cerrar: en nuestro archivo se encuentra una foto de dos hombres, uno de los cuales da la espalda al fotógrafo, en cuya chaqueta se ve el signo de «Humo». Pero no se trata de contactados o de extraterrestres, sino de prisioneros en un campo soviético durante la Segunda Guerra Mundial.

Publicado originalmente en la revista «UFO Information» Nro. 9 (mayo de 1984) del grupo ufológico alemán CENAP Heilbronn. Traducción de Diego Zúñiga

Colaboradores 2018

Colaboradores

Marcianitos verdes ha tenido de la suerte de contar con colaboradores, nacionales e internacionales, de gran prestigio dentro de los círculos del escepticismo latinoamericano. El año pasado publicamos varios artículos del mexicano Mario Méndez Acosta, el que fuera director de la SOMIE; del brasileño Kentaro Mori, editor del blog Ceticismo aperto; y del periodista chileno y editor de la inmejorable La Nave de los locos, Diego Zuñiga Contreras.

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Dimensiones en el planeta Cobaya

DIMENSIONES EN EL PLANETA COBAYA

Ramón Navia-Osorio

La Regla de Oro, Madrid (España), 2015. 526 páginas

PlanetaUna larga, diríase casi interminable, colección de anécdotas puestas en papel sin mucha coherencia con el fin de probar que alguien nos manipula con oscuros fines. Desde 20,90 euros en Amazon.

Podríamos decir, para no darnos más vueltas en el asunto, que pocas veces un libro tan extenso dijo tan poco que valiera la pena y, en cambio, explotara tantos lugares comunes pseudocientíficos para probar una o varias premisas absolutamente erráticas, difusas. La colección de anécdotas, de historias intrascendentes, que pone a disposición del lector el autor de «Dimensiones en el planeta cobaya» es de esas sumas de elementos que pasan sin pena ni gloria. Para Ramón Navia-Osorio, que así se llama el autor, esto solo ocurre porque la humanidad es inmadura, los científicos son ciegos y trabajan al servicio de una gran conspiración, y además son ignorantes y cerrados de mente, y la gente vive preocupada de cosas banales en vez de mirar la realidad. ¿Y cuál es esa realidad? Que estamos rodeados de monstruos, de misterios que «alguien» nos «oculta», de dimensiones que se cruzan, de mundos paralelos, de perros negros misteriosos (sí, leyó bien) y otros presuntos enigmas.

Huelga decir que estamos ante un libro que no explica UN SOLO CASO de los muchos que expone y donde el relato más rocambolesco, por absurdo, insensato y vago que sea, es tomado como una prueba más de lo que pretende demostrar Navia-Osorio, esos temas malditos ante los cuales los científicos, esos esbirros del mal, cierran los ojos porque se trata de asuntos que los superan. Pero a Navia-Osorio nada lo supera: él es capaz de ver allí donde gobierna la oscuridad y desentraña historias olvidadas para darles visibilidad y poner ante los ojos de los lectores, simples mortales carentes de sueños y esperanzas, que hay algo allá afuera, que lo esencial es invisible a los ojos, que hay otros mundos (pero están en éste), que somos propiedad y todas esas cosas.

Estamos ante un libro gordo, por momentos difícil de leer (no por lo complejo, sino por lo delirante y porque pesa como un kilo) y donde lo que vale es cuántos kilómetros sumamos a nuestras espaldas en búsqueda de «la Verdad», esa que se escribe con mayúscula, por respeto. Acá se gastan mucho las suelas de los zapatos y se ejercita poco la sesera, podríamos resumir sin mucha elegancia. Si nos quedamos en lo meramente estético, diremos que la cantidad de errores de ortografía que detectamos (si marcamos 100, son pocos) afea enormemente una presentación que, por lo demás, es bastante decente. Con numerosas fotografías (entre ellas, varios reflejos de luces que son «un misterio» para el autor y otras imágenes donde no se ve nada), el libro efectivamente cuenta con mucho despliegue no solo por España, sino también por Chile, Andorra, Centroamérica y el norte de África.

Pero no se puede pretender demostrar nada a punta de viajes y pasaportes timbrados. Que una señora diga en Chile que vio un perro negro y un caballero cuente algo parecido en Puerto Rico no convierte esas visiones de perros negros (¿habrá algo más insólito, inesperado, extraño, fuera de lo normal, rompedor de esquemas científicos, que un perro negro?) en algo misterioso. Al menos eso pensaría cualquier persona. Para Navia-Osorio tanto perro negro suelto demuestra que estamos ante un fenómeno interdimensional. Y así se suman casos de gárgolas, aves gigantes, dinosaurios, naves extraterrestres estrelladas, trenes fantasmas, niñas desaparecidas, lluvias anómalas, el chupacabras, visitantes de dormitorio, teletransportaciones, autoestopistas fantasmas, etcétera. Sí, porque a Navia-Osorio todo le sirve, desde casos criminales, pasando por relatos explicados hace rato y también leyendas urbanas conocidas hace décadas pero que para él son, en realidad, historias reales de fantasmas.

El mismo esfuerzo que el autor pone a la hora de nombrar estos fenómenos podría dedicarlo a entender que los testimonios son falibles y, especialmente, a aceptar las explicaciones cuando son irrefutables. Hablamos de nombrar estos fenómenos porque Navia-Osorio gusta de crear conceptos. Por ejemplo, habla de «fovni» para referirse a los ovnis. Es, al parecer, una contracción de «fenómeno» y «ovni». No entendemos bien con qué fin pretende integrar esa palabreja al léxico ufológico. No ha tenido éxito ni lo tendrá, como tampoco lo tendrá con abreviaciones como IEA (Intruso Esporádico Agresivo, una forma «aséptica» de decir «chupacabras»), SAA (Ser Antropomórfico de Atacama, ese humano con deformidades que encontraron en el norte de Chile y que se convirtió en una obsesión para Navia-Osorio), PATM (Puertas Dimensionales Atmosféricas), etcétera. Es llamativa esta obsesión por darle un toque de pureza, científico, a meras patrañas. Es llamativa porque el autor, al mismo tiempo, odia a la ciencia.

Quizás acá ocurre algo similar a lo que sucedió con Charles Fort, y esto evidentemente no es un halago. Fort odiaba a la ciencia básicamente porque era una forma de conocimiento que lo superaba. Despreciaba a los científicos porque eran capaces de cosas que él no comprendía. A Navia-Osorio le pasa lo mismo: no puede entender que los científicos miren con desdén al chupacabras. No lo entiende porque vive en un mundo de fantasía, como queda claro al leer su libro. Un mundo de fantasía donde incluso se llega al nivel del insulto, como lo muestra su anterior libro, «La verdad oculta», donde explica la desaparición de unas jóvenes en el norte de Chile atribuyendo el caso al chupacabras (perdón, IEA) que «siente una predilección por las hembras» (página 101 de dicho libro). Esas jóvenes, en el mundo real, habían sido asesinadas por un psicópata (Julio Pérez Silva, el psicópata de Alto Hospicio). Pero esas explicaciones son tonteras. ¿Cómo atribuir unas desapariciones a un asesino si ahí mismo «está» el chupacabras? Bueno, ese es el mundo de Navia-Osorio. Disculpas a las víctimas es lo menos que uno espera en casos tan vergonzosos como éste.

Pero no nos desviemos del libro que nos convoca. Acá encontraremos toda clase de aventuras, eso es innegable. Como la vez en que el autor no hizo caso a los médicos y viajó a las alturas de la cordillera chilena aun a riesgo de morir infartado. Todo sea por la Verdad. O cuando se «infiltró» en una secta, poniendo otra vez en riesgo su vida. O la vez que, junto a un amigo, vieron a un hombre que caminaba por la playa a altas horas de la madrugada. O cuando se topó con un camión recolector de basura que escondía una importante clave para comprender un mensaje de los seres que controlan el universo. O cuando descubrió que la «industria fotográfica» hizo oscuras manipulaciones para que los «orbs» dejaran de aparecer en las fotos. Sin olvidar cuando dormía sobre una esterilla tirado en el piso, siempre en busca de más misterios, y «alguien» abrió la puerta de la habitación. Y no termino sin mencionar al «Proyecto Delfos», una investigación sumamente avanzada que realizaba Navia-Osorio junto a otros miembros del IIEE que estuvo a punto de desentrañar un enorme misterio, pero que al final quedó en nada por cosas de la vida y, bueno, a otra cosa mariposa.

Sí, porque Navia-Osorio «“quien cree que los seres humanos y los dinosaurios convivieron»“ es miembro de un grupo que se llama Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos (¡qué nombrazo!), unos señores que publicaron algunos libros y que realizaron sesudas investigaciones que la ciencia oficial, llena de científicos ciegos, recordemos, se negó y se niega hasta ahora a reconocer en su justa dimensión, deteniendo así el avance de la humanidad para satisfacerlos a «ellos», los que controlan todo. Como guinda de la torta, Navia-Osorio cede un capítulo completo de su libro a otro coleccionista de historias, Raúl Gajardo Leopold, un ufólogo del sur de Chile que se cree todo lo que le cuentan y cuyas aventuras durante la dictadura militar de Augusto Pinochet merecen un artículo aparte.

En resumen, lamento sinceramente que se haya cortado tantos árboles para producir el papel que da vida a un libro tan prescindible como «Dimensiones en el planeta cobaya».

Diego Zúñiga

Diego Zúñiga 2017

Diego Zúñiga 2017

Aunque ya habíamos publicado varias cosas del periodista chileno Diego Zúñiga, el 2017 marcó la entrada de Diego como colaborador de lujo de este blog.

Estos son los artículos que publicamos:

Magin_thumbVON UFOS ENTFÜHRT (Secuestrados por los «“ovnis)

Hay otros mundos pero están en este

Noticias de Marte: cómo los ovnis invadieron la prensa chilena (extracto)

C»™e qualcuno lá fuori?

«La guerra de los mundos»: La batalla de Sudamérica

Los extraterrestres han muerto. Tomo 1

Plagios «“ 1: Su nombre es Cristian Riffo

Plagios «“ 2: En todas partes se cuecen habas

Plagios «“ 3: La estafa de «Asunto ovni»

Plagios «“ 4: Darnaude vs Vázquez

plagiosbureau01_thumbPlagios «“ 5: «Lo inexplicado» como veta literaria

Plagios «“ 6: Las costumbres de Riffo

Plagios – : Sucio plagiador

Plagios «“ 8: «Revelación» al ataque

Plagios «“ 9: «Chileno plagió a «Contactos extraterrestres»

HeDescubiertoZ_thumb-1¡He descubierto Z! Crítica de Diego Zúñiga

Plagios–8: “Revelación” al ataque

PLAGIOS – 8: «REVELACIÓN» AL ATAQUE

Diego Zúñiga – 2002

plagiosrevelacion02

La revista Revelación, que ha publicado notas sobre temas tan edificantes como la posibilidad de que los extraterrestres hayan secuestrado el cuerpo de Charles Chaplin, dio cabida en su edición Nº 49, año 2000, a un artículo de un habitual colaborador suyo, José Aguilar. El trabajo, que hacía un recorrido por casos OVNI chilenos de las décadas 50 y 60, contrastaba notoriamente con los escritos a los cuales nos tiene acostumbrados esta revista. La explicación a tan insólito hecho no tardaría en llegar.

Resultaba que Aguilar había tomado, a modo de «préstamo», un artículo publicado… ¡33 años antes! Así es, como lee. La interesante revista «Aquí está«, cuyos últimos números vieron la luz en los 70, había dado espacio a la nota «Discos cruzan el cielo de Chile», de Wolrad Klapp, sin saber que un «avispado» de fines de milenio lo usaría tiempo después, sin mencionar la fuente original.

plagiosrevelacion04Así es. el periodista Wolrad Klapp, que lamentablemente falleció en 2017, escribió «Discos cruzan…» para el Nº 210 de Aquí está (año 5), entre las páginas 11-15 y 24. Revelación hizo lo propio con el mismo artículo en su edición Nº 49, 2000 (curiosamente también en su quinto año de vida) entre las páginas 18-21 y 36. Y, aunque José Aguilar fuera el verdadero nombre de Wolrad Klapp -lo que descartamos tras conversar telefónicamente con Klapp en septiembre de 2007-, el hecho en sí es que no se menciona la fuente original y se hace pasar como un trabajo novedoso. Y, salvo algunos pequeños ajustes en la redacción, todo es igual. O sea, un plagio. Veamos:

COMPARACIÓN DE LA INTRODUCCIÓN

plagiosrevelacion05Introducción – Introducción

Las explicaciones entregadas a quien escribe por fuentes de Revelación, en el sentido de que esta revista contaría con los permisos para reproducir trabajos de «Aquí está», no son satisfactorias, pues no justifican el cambio del nombre del autor y la omisión de la fuente original. Además, el mismo señor Klapp -que nos contactó para agradecernos por revelar el plagio- desconocía cualquier acuerdo con respecto al uso de esos artículos antiguos.

Nuevamente los vampiros han quedado en evidencia. ¿Tanto les cuesta escribir algo nuevo, sin recurrir al truco de utilizar trabajos antiguos que supuestamente nadie conoce?