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Flor de mujer

FLOR DE MUJER

Luis Ruiz Noguez

Termino romántico y hasta poético, Naree Pon significa en tailandés «Mujer en Flor, Mujer Flor o Flor de Mujer» (de los vocablos tailandeses, Na-ree, mujer; Pon, fruta o flor). Se refiere a una leyenda budista sobre cierto tipo de hadas asociadas a una hierba o vaina que produce la flor Pon (Nepthys hawthoren). La flor es única de Tailandia. Estas hadas viven en cada una de esas flores. Se dice que su reina fue devorada por los duendes.

Hasta el momento esta es la única fotografía conocida en Occidente de una Naree Pon.

Otra tradición menciona que estas mujeres, que nacieron alrededor del árbol sobre el que solía meditar la décima reencarnación del Buda, trataron de tentarlo con sus encantos. Buda meditaba de día bajo las ramas del árbol. En su meditación no hacía caso al mundo externo. En la noche, subía al árbol para dormir. Como en el día no tenía éxito, la planta desarrolló una enredadera que subía por las ramas del árbol, pero nunca pudo alcanzar a Buda.

La imagen y las leyendas de las Naree Pons recuerdan a la de la más famosa Mandrágora. Aquí un grabado del «hombre hierba» siendo arrastrado por un perro.

Una versión diferente dice que las Naree Pons son damas del bosque que crecieron en un árbol de la selva. No querían seducir a la décima reencarnación de Buda, sino que fueron creadas para protegerlo de las enfermedades (eran plantas medicinales). No obstante sí eran extremadamente hermosas y crecían en tan sólo un día o dos, pero utilizaban su belleza para distraer a quienes se acercaban al santo.

Los libros de la Edad media mencionan a la mandrágora como una planta milagrosa.

A unos 150 kilómetros al Norte de Bangkok hay un monasterio budista que exhibe dos de estas «Mujeres en Flor». Fueron capturadas en un árbol por monjes budistas de Tailandia. Parece que no se trata de hierbas o flores disecadas; más bien son un tipo de calabaza seca cubierta con pelusa, como la del melocotón. Una de estas reliquias está cubierta con hojas de oro. Tiene el tamaño de una mano extendida.

Ilustraciones de la Edad Media que muestra la forma en que se arrancaba la planta de Mandrágora, utilizando un perro.

Fue hasta este siglo que el occidente supo de las Naree Pons. Aparecieron en el especial Into the Unknown Sideshows and Skeletons, del Discovery Channel (27 de junio del 2000); Mostly True Stories: Urban Legends Revealed, de The Learning Channel; y Beyond Bizarre, del Sci Fi (29 de julio del 2003). Al final del programa del Discovery se dijo que estaban hechas con huesos de pollo y hierbas secas; nada de esto se informó en el programa conducido por Jay Robinson y producido por Burrud Productions Inc[1].

Algunos dijeron que se trataba de una raza proveniente de otro planeta en donde las formas de vida inteligentes son más parecidas a las plantas que a los seres humanos.

Un tal S. Ferguson dijo: «Estoy convencido que estas imágenes pre-sumerias son la representación exacta de las razas que vivían aquí antes que Inanna y su familia llegaran a este planeta. Inanna dice que en sánscrito se les conoce como «Nagas». Sus linajes se describen extensamente en el Mahabharata».

Grabado de Matthäus Merian, Siglo XVIII.

Algunos afirmaron que los exámenes mostraban un ADN con características humanas. No estoy enterado si también se hicieron pruebas de embarazo, pues sería sensacional encontrar un descendiente de hadas-extraterrestres y Buda. Lo cierto es que, efectivamente se hicieron análisis de ADN y se encontró que eran plantas.

Raíz de mandrágora.

También se hicieron placas de rayos X y, aunque algunos decían que estaban hechas con huesos de pollo, el análisis descubrió que ahí no había huesos (a pesar de que en la foto parecen evidentes las «costillas»). Se trata de un material fibroso de origen vegetal.

Raíz de Ginsen.

Parece que el novelista Tom Robbins las menciona en su libro Villa Incognito, pero no he tenido oportunidad de leerlo.

Esta planta es un tipo raro que tiene raíces con la forma del cuerpo humano (como el Ginsen y la Mandrágora). En todos los casos, estas plantas están rodeadas de leyendas.

Al Ginsen, por ejemplo, se le adjudican poderes medicinales y revitalizantes, casi milagrosos.

La mandrágora es una vieja conocida en la herbolaria occidental. Es una hierba perenne que era utilizada, entre otras cosas, como afrodisíaco y para curar la esterilidad. En el Medio Oriente se le conocía como «droga masculina de Cantar».

Los magos la utilizaban en diversas pócimas. Pero por su forma humanoide se le tenía gran respeto, incluso miedo. No se le podía arrancar sin realizar cierta ceremonia. Los gritos que emitía al arrancarla, podían matar a quien los escuchara. Para sortear la muerte, se hacían tres círculos con una espada en torno a la planta. Se amarraba desde la raíz y la cuerda se extendía hacia el Oriente. En el otro extremo de la cuerda se ataba un perro hambriento. El mago se alejaba y cuando estaba lo suficientemente retirado, arrojaba un pedazo de carne y se cubría los oídos, al mismo tiempo que seguía corriendo. Entonces el perro, al oler la carne, arrancaba la hierba (pero se supone que moría antes de poder probar bocado).

Tuyul de Indonesia.

Otra foto de supuesto extraterrestre es la de un ser conocido como Tuyul. La foto fue tomada en Indonesia, pero no tengo más datos al respecto. Los Tuyul son una especie de fantasmas del bosque, como los hantu. Me parece que aquí también tenemos una planta o raíz con forma humana.

Lo que a mí me parece más asombroso es que culturas tan distintas como la europea y la tailandesa, o la indonesia y la mexicana, tengan tradiciones y leyendas muy parecidas. En efecto, también en México tenemos algunas plantas que semejan la figura humana. En realidad se trata de artesanías. Con carrizos y hojas de maíz se fabrican figuras muy parecidas a las Naree Pons.

El famoso Museo de las Momias de Guanajuato, además de albergar la colección más grande en México de cuerpos incorruptos, dio pie a la fabricación de un dulce llamado Charamusca, que tiene la forma de esqueletos o de momias. Y es que como dice la canción de José Alfredo Jiménez, «allá en mi León, Guanajuato, la vida no vale nada» (mucho menos la inexistente vida de extraterrestres vegetales).

REFERENCIAS

Anónimo, Elf Quest, artículo en Internet, http://www.cyberspaceorbit.com/nareepon.html

Ruiz Noguez Luis, Zúñiga Diego, Más y más pequeños marcianitos, nota en Internet, http://www.lanavedeloslocos.cl/noticias18.html


[1] Beyond Bizarre, episodio 8 (Thai Flower Pod Woman), Burrud Productions Inc. Huntington Beach California.

El monstruo del Loch Ness. (Reportes)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: REPORTES

PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE

Decíamos que el fenómeno del Lago Ness se dio a partir de 1933, luego de la construcción de la autopista A-82. Conozco dos reportes anteriores a esta fecha:

En 1919 el señor Jock Forbes vio una gran bestia cruzando frente a él, que bloqueaba por completo el camino. El «monstruo» asustó a su pony. Desafortunadamente Forbes hizo su reporte hasta 1933, en medio de la primera «oleada» de avistamientos de Nessie.

Cuatro años después, en 1923 el señor A. Cruickshank vio un animal con una gran joroba. Tenía unos 7.6 metros de longitud. Nuevamente el incidente fue reportado hasta 1933.

El señor y la señora Mackay eran los gerentes del Hotel Drumnadrochit en 1933. A mediados de abril, cuando regresaban de una visita a Inverness por la nueva carretera al norte de la costa, la señora Aldie Mackay vio claramente una joroba, «como la de una ballena», en el lago cerca de Aldourie Castle. De inmediato le pidió a su esposo que parara el auto para que viera a la «bestia». Pero para cuando el señor Mackay lo hizo, la «bestia» ya se había sumergido dejando un gran disturbio en el agua.

Este fue el reporte que inició el furor sobre el monstruo en Loch Ness y sobre el que escribió Alex Campbell en el Inverness Courier.

En 1933 una tal Mrs. Eleanor Price-Hughes dijo haber visto surgir al monstruo de unos matorrales, para desaparecer seguidamente en el lago. Llevaba «algo rosado» en la boca. El escritor Rupert T. Gould, uno de los primeros en investigar el mito, entrevistó a la testigo. Encontró que era una evidente patraña.

El «monstruo» también fue visto por el reverendo Hobbes y sus amigos que se encontraban en el Half Way House Tea Room, ahora conocido como Altsaigh Youth Hostel.

En febrero de 1934 Patricia Harvey y Jean MacDonald reportaron un encuentro similar. Observaron, en la bahía de Inchnacardoch, a la luz de la Luna, un animal que cruzaba un riachuelo para perderse de vista en dirección al lago.

El animal era de un metro ochenta de altura, tres metros de longitud, cuerpo grueso a nivel de la cintura escapular, estrechándose hacia la cola, de color oscuro y cara ventral del cuello blanco. Poseía cuatro patas cortas con las que se movía velozmente.

Las condiciones de observación pudieron causar una confusión: sesenta metros de distancia y noche oscura. Podría tratarse de una falsa identificación de algún animal doméstico o de la fauna regional: res extraviada, ciervo, etc.

La identificación con un ciervo no es nuestra sino de uno de los más famosos investigadores y creyentes de la realidad del monstruo del lago Ness.

En 1934 Br Richard Horan vio un largo y grácil cuello que sobresalía del agua unos 1.1 metros, a unos 27 metros de distancia. Br Richard y los que estaban con él en el muelle afirmaron que el animal se les quedó mirando.

También en 1934 George MacBean vio un objeto en medio del lago que se movía en contra del viento. Al principio pensó que se trataba de ramas.

Durante veinticinco minutos la señora Margaret Munro pudo observar un animal «con cuello de jirafa», que nadaba a unos 275 metros de distancia. Este extraordinario avistamiento ocurrió en 1934 y nadie más ha tenido la suerte de ver a Nessie durante tanto tiempo.

Para cerrar ese año de 1934 tenemos el avistamiento de Sir Murdoch MacDonald M.P. Vio dos jorobas en el agua. El animal debió haber medido unos 4.5 metros.

EL AVISTAMIENTO DE GRANT

Después del fracaso de Marmaduke A. Wetherell y el Daily Mail, comenzó a tambalearse todo el tinglado para «lanzar a la fama» al monstruo de Loch Ness. Pero rápidamente se apuntaló ese error. Se echó mano del reporte de un estudiante de medicina veterinaria de la Universidad de Edimburgo y habitante de las Tierras Altas: W. Arthur Grant.

¿Qué mejor autoridad para reconocer a un animal «no convencional» que un veterinario? Sería un fuerte apoyo frente a la opinión pública.

La historia de Grant es la siguiente:

La noche del 5 de enero de 1934 regresaba a su casa por la recién inaugurada carretera A-82. Grant iba en su motocicleta y se dirigía a Abriachan, al noreste de la costa. La noche era fría y llovía sobre el lago. Aproximadamente a la una de la mañana, una milla más allá de Lochend, una figura grande y oscura atravesó la carretera. Grant tuvo que frenar y pararse como a cincuenta metros del «monstruo». Iluminándolo con el faro de su moto, se fue acercando a unos veinticinco metros. El animal poseía una pequeña cabeza conectada a un largo cuello. La «cosa» continuó avanzando hasta llegar al lago en donde desapareció.

Grant desmontó de su moto, lo siguió hasta el lago, y trató de localizar al «monstruo» pero éste había desaparecido en las aguas del lago y sólo vio ondulaciones en la parte en donde había entrado.

Al día siguiente el estudiante se presentó, acompañado por varios vecinos, para inspeccionar la zona. Wetherell también se había presentado en el lugar «para detectar huellas». Encontraron algunos matorrales destrozados. Eso fue todo.

Arthur Grant declaró:

«Mis conocimientos de historia natural me permiten decir que nunca se ha sabido de ningún animal como el que vi el 5 de enero. De ninguna manera era una foca gigante o algo parecido; su cuerpo era muy voluminoso, con la mitad inferior más alta y gruesa que la superior, conformado de manera semejante a los canguros. Pude apreciarle claramente las extremidades superiores, que eran notoriamente palmeadas en forma de aletas, y al parecer los miembros inferiores, con los que se desplazaba, eran semejantes, aunque más poderosos. Su cabeza era triangular, con fuertes mandíbulas como de serpiente, pero más bien pequeña en comparación con su largo cuelo. La cola, como de seis pies de longitud, era anillada, grande y poderosa. Sus ojos, grandes y ovales, reflejaban la luz del faro de mi moto. Medía unos veinte pies de la cabeza a la punta de la cola, y el color de su piel era café grisáceo, casi negro. No emitió sonido alguno, ni intentó atacarme en ningún momento».

Lo que hoy sabemos, sin embargo, es que el «avistamiento» de Grant fue realmente una broma que le hizo el señor Alex Menzies. Aparentemente Grant se cayó de la moto pero le dijo a su madre que el daño de la motocicleta fue debido a que el monstruo le hizo chocar. El resto es historia.

ANTES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

En 1935 Rena MacKenzie vio un largo cuello que terminaba en una cabeza pequeña. El animal permaneció fuera de la superficie unos cinco minutos, hasta que se sumergió al momento de pasar un bote.

El señor y la señora MacMillan y sus acompañantes (más de cincuenta personas) lograron ver el cuello y dos jorobas de Nessie en 1936. El avistamiento duró unos quince minutos, pero no se lograron ver detalles pues el animal se encontraba a unos 460 metros.

Un año después, en 1937, el señor William Mackay regresaba de un juego de cricket en Fort August Abbey con un grupo de estudiantes. Todos pudieron ver un par de jorobas de color «gris elefante» que sobresalían poco menos de un metro del agua.

Desde el Half Way House Tea Room, actualmente conocido como Altsaigh Youth Hostel, el señor John MacLean vio el cuello y la cabeza de Nessie a tan sólo 18 metros de distancia. MacLean dice que Nessie estaba comiendo y justo en ese momento tragaba un pez «a la manera de un cormorán». El animal permaneció en la superficie por varios minutos. Se especula si lo que vio MacLean, en 1938, fue Nessie o justo un cormorán.

Poco antes de iniciar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, el señor Cowan Martin y sus amigos vieron varias jorobas en el lago.

Luego parecería que Nessie se hubiera alistado en el ejército para partir hacia la guerra pues durante el conflicto bélico sólo se tiene el reporte del señor Farrel, en 1943, quien vio una criatura de siete a nueve metros de largo a una distancia de unos 230 metros. El cuello medía entre 1.2 y 1.7 metros y sus ojos eran grandes. Como la observación la hizo sin binoculares no se entiende cómo fue posible que viera el detalle de los ojos a esa distancia.

La desaparición de Nessie de los escenarios, durante el periodo de guerra, indica que se trata de un fenómeno social y no de un monstruo real.

OTROS REPORTES

Al término de la Guerra el monstruo vuelve hacer su aparición en 1947 cuando el señor J. McKillop vio una joroba viajando a gran velocidad.

Lady Maud Baillie tendría un avistamiento similar en 1950: una «joroba» en medio del lago, que al principio pensó se trataba de una roca, pero que luego comenzó a moverse a gran velocidad.

En 1951 el Coronel P. Grant vería otra joroba de unos 6 pies (1.8 metros) moviéndose muy rápido.

Ese mismo año el señor Harper-Smith y su hijo viajaban en un bote cuando vieron un cuello de unos 1.5 metros de altura por 0.3 metros de diámetro, aproximadamente a 800 metros de distancia moviéndose muy rápidamente.

El doctor Synge vería al monstruo un poco más cerca (a unos 400 metros de distancia) mientras viajaba por la autopista, en 1952. Por unos segundos pudo seguir la trayectoria de Nessie hasta que se sumergió.

En diciembre de 1954 se hizo un extraño contacto con el sonar. La tripulación del barco de pesca Rival III. Observó el eco de sonar de un gran objeto que se encontraba a unos 160 metros de profundidad. El eco se mantuvo durante unos ochocientos metros antes de que se perdiera el contacto.

Tres años más tarde se tendrían varias observaciones. Por ejemplo, el inspector John Grant vio dos jorobas en movimiento. Lo mismo que el señor P. MacMillan. Este ultimo pudo observarlas a través de binoculares y dijo que el animal medía unos 9.1 metros de longitud.

Ese mismo año, 1957, el señor Raymond Bain vio otro animal de la misma longitud mientras viajaba en su auto. Calcula que el animal tenía una velocidad de unos 56 kilómetros por hora.

A finales del año el señor D. Campbell vio dos jorobas distanciadas entre si unos 137 metros. Los objetos se movían a gran velocidad y estaban a unos 400 metros del señor Campbell.

El famoso Alex Campbell, del que ya hemos hablado, tuvo otro de sus avistamientos en 1958: una gran joroba que viajaba en diagonal en el lago cerca de Fort Augustus Abbey.

Poco después veintisiete pasajeros de un autobús vieron una joroba de unos 7.6 metros de longitud sobre la superficie del lago.

Durante cinco minutos el señor Hamish MacKintosh vio algo que describió como un dinosaurio con un cuello de 2.4 metros de largo.

Torquil MacLeod también describió un dinosaurio (plesiosauro) que nadaba cerca de Horseshoe Scree, en 1960. MacLeod dijo que tenía entre 12 y 18 metros de largo sin considerar la cola. Aunque tenía una cámara con telefoto, MacLeod no tomó ninguna película pues, dijo, estaba esperando que el animal se acercara.

El dueño de la Ballachladaich Farm, Hugh Ayton, pudo observar las tres jorobas y el cuello de Nessie mientras navegaba en su bote. Incluso lo pudo seguir durante una milla. Ayton lo describe como de 9 a 12 metros de largo, con jorobas de 1.2 metros y un cuello de 1.8 metros. Todo el avistamiento duró unos quince minutos.

Otro que pudo observar a Nessie durante seis minutos fue el señor G. Senior, en 1966.

John Cameron lo describió como un «bote volcado» de unos 3.7 metros de longitud. El avistamiento ocurrió en 1967.

En ese mismo año lo vio la señora D. Fraser, quien lo describió como la «espalda de una tortuga gigante», o una enorme joroba que se sumergió rápidamente dejando una estela.

El inspector de la policía Henry Henderson vio dos jorobas en 1971. Estimó que el animal medía unos 9 a 12 metros de longitud y viajaba a unos 15 nudos.

Los esposos Dewar vieron un animal con cabeza de serpiente en 1971. El cuello media unos 3 metros de largo.

El doctor Robert Rines y su esposa, así como el matrimonio Cary lo vieron en 1971. Los cuatro observaron, a través de un telescopio, una sola joroba de unos 6 metros de longitud a una distancia de unos 1,200 metros, cerca del castillo de Urquhart. El doctor Rines lo describió como la espalda de un elefante. Posteriormente la señora Cary dijo que podía haber sido cualquier cosa. La señora Carol Rines ya había visto al monstruo previamente a su llegada al loch: cuando el taxista le señaló que en medio del lago se encontraba Nessie, la señora Rines le dijo que no se parara ya que quería llegar a la casa y ya después «tendría muchas oportunidades para verlo» (¿?). Al año siguiente su esposo obtendría las famosas fotografías de la aleta.

Uno de los monjes de Fort Augustus Abbey, el padre Gregory Brusey, estaba caminando en el jardín del monasterio con el organista de la catedral de Westminster, en 1972, cuando vieron la cabeza y el cuello de unos 1.8 metros de altura. Se movía a través del agua.

Mientras salía de su casa Tony Harmsworth, vio algo en el agua a unos 400 metros de distancia moviéndose en forma diagonal al lago y contra la dirección del viento. Con sus binoculares pudo observar una forma que él estima media unos 1.2 a 1.9 metros. Esta medición la corroboró posteriormente con un bote en la misma posición.

El 17 de junio de 1993 se dieron tres observaciones independientes.

Edna MacInnes y David Mackay, ambos de Inverness, vieron al monstruo que describieron como de cuarenta pies de largo, marrón pálido, y con un largo cuello sobresaliendo en el agua. Después de nadar a lo largo de la superficie, se hundió en el agua. A pesar de que el monstruo estaba una milla de la costa, MacInnes alega, que corrió a lo largo de la costa para acceder a el. «Estaba asustado cuando el agua de su estela llegó a la costa, pero me mantuve corriendo detrás de él. En ese momento se hundió por debajo de la superficie, yo estaba corriendo tan rápido como pude», Añadió. Cuarenta minutos más tarde lo vio de nuevo, y Mackay trató de tomar una fotografía, pero sólo logró obtener una foto de su estela.

Posteriormente, la misma noche fue visto por James MacIntosh de Inverness junto con su hijo James Young lo vio primero, diciendo «papá, eso no es un barco». Lo describieron como una criatura de cuello largo, marrón pálido, alejándose de la costa.

El último avistamiento de la noche fue de Lorraine Davidson, quien vio una gran ola en el lago, cuando no eran visibles barcos a millas. La ola parecía ser diferente de una ola típica de barco.

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Extraterrestres de arcilla (Primera parte)

EL CASO FILIBERTO CAPONI

Filiberto Caponi, es un joven artesano ceramista, escultor y pintor, de 23 años, de Pretare d»™Arquata, en la provincia de Ascoli Piceno. La casa de Caponi esta en la cumbre del monte Vettore, a pocos kilómetros de Salaria. En 1993 tuvo cinco encuentros con una extraña criatura, de la cual logró sacar un total de 6 fotos con una cámara Polaroid 660. Esta es su historia.

Filiberto Caponi

El primer encuentro tuvo lugar la tarde del 9 de mayo de 1993. Filiberto vio a un humanoide que parecía tener la piel quemada y estaba envuelto en vendas sanguinolentas. En este encuentro no hubo fotografías pero Capón sufrió una extraña afección de la piel. Pero dejemos que sea el mismo Filiberto quien nos cuente su historia.

Primer encuentro (9 de mayo de 1993)

Era la tarde del 9 de mayo de 1993. Como de costumbre regresaba de un paseo con mi motocicleta y estaba cerrando el garage, cerca del campo, cuando escuché un quejido, distinto al que emiten los animales que conocemos. Estaba pensando que era un borracho que venía por el mismo camino haciendo ruido. Entonces, en una de las esquinas de la casa, vi lo que parecía una bolsa blanca, de donde provenía el quejido. Lo primero que pensé fue que se trataba de un gato pequeño que se quejaba por estar atrapado en una bolsa de plástico. Sonriendo, pensé que había encontrado un gato abandonado, envuelto en una bolsa de plástico, estiré la mano para tocarlo, pero por reflejo me detuve pensando que me podía arañar. Así que me limité a darle una pequeña patadita a la bolsa para ver si podía salir por sí mismo. Me asuste porque la vieja bolsa de plástico saltó, mostrando que tenía una cabeza, brazos y piernas. Se levantó del suelo, y se dirigió a la pared. Todo fue muy rápido, tenía las piernas envueltas y llevaba algo a sus espaldas, parecía una bolsa que estuviera a sus espaldas, pero no era parte de la piel. Sólo le vi la piel de la cabeza y de los brazos, los cuales no los usaba y no se movían.

Este fue el primer encuentro de Caponi. Su piel sufrió un inexplicable oscurecimiento cutáneo en su pie derecho, el mismo que tocó la entidad. Ese oscurecimiento desapareció después de 3 días.

Caponi se sintió confundido, pero tenía mucho miedo por lo que decidió abrir nuevamente el garage y se subió a su motocicleta para pensar el asunto, calmarse y escuchar la radio.

Pensé que lo que había visto no existía, que estaba cansado, y que era algún tipo de animal.

Pero al regresar a su casa su madre notó que algo raro sucedía. El muchacho estaba pálido. Ella le preguntó qué le pasaba. Luego de comentar lo sucedido, decidieron regresar en compañía de su padre, para buscar al animal o alguna pista. Sobre la barda por la cual había desaparecido, el padre encontró «gasas médicas cubiertas con sangre», pero no las llevaron a casa. Las metieron debajo de una vieja lavadora que estaba en el patio, con la intención de llevarlas al día siguiente a Ascoli Piceno para que las analizaran.

Por la noche, Caponi volvió a escuchar el lamento, pero no vio nada.

EL SEGUNDO ENCUENTRO (10 DE MAYO DE 1993)

No había nada, nada. Eso era imposible ya que mi padre también estaba ahí. Mi padre me dijo que subiéramos a mi recámara desde donde podríamos ver mejor. Estuvimos ahí casi una hora, luego mi padre se canso y se fue a dormir. Justo en ese momento reapareció «˜la cosa»™»¦ llamé a mi padre y, por un momento, él pudo verlo también, mientras desaparecía por el arco, en un abrir y cerrar de ojos. Mi padre me miró como preguntando «˜así que no estabas bromeando»™»¦ de cualquier forma me dijo que me fuera a acostar, ya que era tarde (las 3 de la mañana).

A la mañana siguiente la hermana de Filiberto fue a buscar las gasas, pero habían desaparecido.

Pudo haber sido un perro que olió la sangre. (Dijo Filiberto)

Sin embargo fue en ese momento que decidí pedirle su cámara a mi cuñado. La puse sobre el buró. Esperé durante toda una semana pensando en que tal vez la criatura regresaría y yo la podría fotografiar.

TERCER ENCUENTRO (24 DE MAYO DE 1993)

Pasaron 15 días sin que nada sucediera. Caponi ya se había olvidado del asunto cuando una noche…

Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando de nuevo escuché el extraño grito. Me levanté. Tomé la cámara y abrí la puerta. Mientras tanto sentí que algo estaba caminando por el callejón. Vi cuando llegó, desde afuera, no muy rápido, casi caminando. Tomé la primera foto. La foto salió fuera de la cámara, la tomé y me dispuse a sacar otra. Se detuvo cuando lo iluminó el flash, como si hubiese notado la luz, ya que tal vez estaba sordo, ya que hice algo de ruido cuando abrí la puerta y él continúo avanzando en mi dirección. Se paró y se volvió sólo cuando tomé la foto. Pensé que podría correr hacia él, tomar una foto, y luego perseguirlo. Esta era mi oportunidad, y lo hice. Me dirigí hacia eso, avanzando pocos metros, lo fotografié de nuevo, y luego escapé gritando «˜Â¡Lo fotografié!»™, sin mirar en dónde estaba, por lo que me estrellé contra la pared. Mi padre se levantó y me preguntó qué pasaba. Las fotos se revelaron delante de los ojos de mis familiares: al principio sólo se veía una sombra oscura, pero después se hicieron visibles la cabeza y los brazos. Expliqué que cuando tomé la segunda foto giró levemente su cabeza hacia mí, sin girar el cuerpo. Mi padre sintió que sus cabellos se le erizaban. Mi madre dijo ¿Por Dios, qué es eso? Entonces los tranquilicé y les dije que tenía varias fotos, que deberíamos colocarlas en un lugar seguro en donde nadie las viera. Decidimos colocarlas en una caja de madera para poder estudiarlas con más calma al siguiente día.

Primera foto del 24 de mayo y de todas las series.

La primera foto muestra una pequeña sombra y se ve el ser claramente, por lo menos la cabeza, una mano y cierto ropaje oscuro a sus espaldas y una cubierta blancuzca en la parte baja del cuerpo. Pero la foto está dañada debido a un accidente. La segunda foto, también está dañada, pero muestra de una manera más clara a la criatura que está cubierta parcialmente por algo. La flecha indica la posición de la cabeza. Al día siguiente encontraron que las fotos estuvieron a punto de quemarse.

Encontré que la tapa de la caja estaba curveada. Oscurecida por su parte interna, llena de humo. Me pregunté qué pudo haber ocurrido. Cuando la abrí sentí el olor de plástico quemado. La foto estaba quemado en su derredor y en donde se veía al ser tenía una burbuja y estaba arruinada. Separé la segunda foto que también estaba arruinada, solo su superficie no estaba destruida.

Se supuso que unas viejas baterías que estaban dentro de la caja pudieron reaccionar con los químicos de la foto polaroid y provocaron el accidente.

Caponi les contó el incidente a sus amigos y luego la noticia se regó por el pueblo.

Cometí un gran error al contarle a un amigo, que es carpintero. Él me juró que no iba a contar nada pero un día que estaba borracho lo contó todo. Tres días después toda Italia lo sabía, después de que la noticia apareció en el Messagero di Ascoli Piceno, quien publicó las fotos quemadas.

CASI ENCUENTRO (8 DE AGOSTO DE 1993)

Una tarde fui con mi amigo que había contado la historia. Ya habíamos hecho las paces. Estábamos caminando en compañía de otros dos camaradas cuando todos escuchamos «˜el grito»™, proveniente de detrás de la puerta de la casa. Decidimos salir y revisar. Yo comencé a trepar la barda, mientras un amigo permanecía atrás y los otros seguían en orden, y cuando llegamos cerca del sitio de donde venía el quejido, éste se paró. Regresamos al bar y se organizó una especie de expedición de caza. Éramos entre 15 y 20 personas, algunos con cuchillos, antorchas y cámaras fotográficas. Todos excitados.

Foto número 2 del 24 de mayo. La flecha indica la posición de la cabeza.

Uno de ellos tenía un perro de caza. Todos regresamos a la puerta. Estando ahí el perro escuchó el ruido y se alejó de nosotros, cruzó la puerta y comenzó a ladrar, como si estuviera luchando, y luego se escucharon más y más gritos. Luego el perro fue lanzado por sobre la barda, cayó de espaldas, se levantó y se fue a esconder en una esquina. Los demás me voltearon a ver callados. Pero cuando propuse localizar la fuente del sonido para descubrir de qué se trataba, todos dijeron que no. Sin embargo, a partir de ese momento, la gente en el área me comenzó a creer y me entrevistó un periodista de la revista Stop, pero cuando vio las fotos, no creyó oportuno comprarlas.

El 8 de agosto en Pretare varias gallinas murieron misteriosamente. Algunas les amputaron las patas y a otras la cabeza, sin signos de derramamiento de sangre ni huellas de mordeduras.

CUARTO ENCUENTRO (11 DE AGOSTO DE 1993)

Caponi tuvo otros encuentros con la criatura. El 11 de agosto estaba fuera de su casa mirando las estrellas.

Eran las 5 de la mañana y frente a la puerta de mi taller, de nuevo vi el paquete blanco, moviéndose; al principio pensé que era mi gato, pero luego, mirando con más atención, comprendí que se trataba de esa cosa, de nuevo. Estaba sentada y mirando a su alrededor. Entonces me metí a la casa, tomé la Polaroid y miré por la ventana. Estaba ahí afuera. Salí y tomé la foto. Con la luz de la cámara la criatura giró la cabeza, se levantó, inclinó su espalda, se giró y escapó. No me importó porque tenía la foto. Sólo esperaba que no se arruinara como las otras, así que decidí no contar nada, ni a mis padres y las guardé en mi cajón.

El ser en esta foto está envuelto en su «cubierta externa de protección», y parcialmente cubierto con gasas o vendas. Filiberto describe esta cubierta:

Pueden ser algún tipo extraño de pantalones. La criatura tiene un tipo de cuero en sus hombros, con vendajes.

QUINTO ENCUENTRO (20 DE AGOSTO DE 1993)

Luego tuvo otro encuentro el 20 de agosto. Esta vez tuvo la oportunidad de tomar dos nuevas fotos.

Literalmente vivía pegado a la Polaroid. Aunque otro amigo me prestaba su cámara, decliné su ofrecimiento y se la regresé sin haberla usado.

Abrí la ventana y lo vi sentado en el centro del patio. Bajé e hice la primera foto. Hizo su movimiento acostumbrado, giró la cabeza lentamente y entonces tomé la segunda foto. En este momento escapó. El ser siempre aparece con gasas alrededor de sus piernas, y algo parecido al cuero a sus espaldas, pero esta vez no tenía su cubierta, aunque aparecía con dos tubos en el tórax que parecían moverse bajo su piel, como un líquido o un gas a presión, o un fluido, no lo se, tal vez para respirar. Los pequeños tubos se movían al mismo tiempo, rítmicamente. Otra cosa importante: Estoy convencido de que su cuerpo estaba mojado, chorreaba agua, aunque no mucha. Desde su cabeza el agua caía entre sus ojos, como una especie de sudor. Quiero enfatizar que esa tarde mi hermana escuchó ruidos, sobre la pequeña terraza de la casa, en donde mi padre tiene dos barriles con agua que usa para regar las flores.

Foto del 11 de agosto.

Pensamos que se había dado un baño. Se suponía que los barriles estaban llenos, pero uno de ellos apareció a la mitad. Tal vez durante la noche saltó a la terraza, se desvistió y se sumergió en uno de los barriles, para bañarse. Ese fue el ruido que escuchó mi hermana.

Salimos pare ver si esa cosa había dejado su ropa, pero no había nada. Sólo había un pequeño agujero en el baluarte, de unos 25 a 30 centímetros de ancho. Lo iluminé con una linterna, pero no pude ver nada.

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Los ovnis de jabón

LOS OVNIS DE JABÓN

La década de los sesenta es una de las más importantes en la historia de los ovnis en México. Es la década de las grandes oleadas; de las mejores publicaciones (cerca del 50% de los títulos publicados en México sobre el tema se editaron en esos días).

Fue a finales de julio de 1963 cuando ocurrió uno de los casos ufológicos más curiosos, insólitos y graciosos que se hayan dado en México. El diario capitalino Novedades, del 1 de agosto, presentaba en la primera plana un reportaje del periodista Juan de Dios Garza García. La nota era un tanto sensacionalista y estaba escrita en un tono de misterio. Fue todo un éxito periodístico. Durante semanas no se habló de otra cosa que no fueran «los platos voladores de Texcoco». La noticia le dio la vuelta al mundo y movilizó a varios ufólogos y seguidores de Charles Fort. Antonio Ribera, el abuelito de los ufólogos iberoamericanos se ocupó del tema1. Ribera menciona un reporte de Ovaciones, distribuido por la agencia EFE, en el que se indica que miles de hongos de más de un metro de diámetro cayeron en las inmediaciones del aeropuerto de la Ciudad de México.

Ribera mencionó la versión de que se trataba de burbujas de jabón, pero el creyó que era una forma de expresarse de los mexicanos. Su amor por los ovnis le impidió ver la realidad.

Aún décadas después algunos investigadores, como Albert Adell Sabatés, del Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona2 y Mark Chorvinsky, de la revista Fate3 mencionaban el caso como uno de los más bizarros de la ufología.

Investigadores de lo insólito, forteanos de corazón. El gringo Chorvinsky y el español Sabatés también se ocuparon del fenómeno mexicano de los OVNIs de jabón.

Los hechos ocurrieron de la siguiente manera. El 30 de julio amaneció despejado y con excelente visibilidad. Los controladores de vuelo de la Torre de Control del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la Ciudad de México, observaron, sobre las inmediaciones del antiguo Vaso del Lago de Texcoco, unos raros fenómenos aéreos. Se trataba de enormes «hongos» blancos y grises que descendían y ascendían en los terrenos del lago.

Auxiliados con prismáticos los estuvieron observando, pero no pudieron precisar de qué se trataba. Los radares del aeropuerto no los captaban, pero eran fácilmente discernibles a simple vista. Imaginemos el enorme alboroto que eso causó.

«Pero eso sí les aseguro «“declaró José Luis Enríquez a los periodistas que lo entrevistaron-, en los veinticinco años que tengo de controlador de tráfico aéreo, nunca había visto nada parecido, sobre todo cuando la mañana no estaba nublada y el día era claro y brillante».

Del mismo modo se expresaron los otros compañeros de José Luis, Alberto Carreño Cano, por ejemplo, declaró al periodista de Excelsior, que los objetos cayeron del cielo «como si fueran paracaidistas». «El fenómeno duró poco tiempo, el comandante del aeropuerto P.A. Luis Ángel Jara Monroy, fue informado del suceso por varios funcionarios de aeronáutica civil. Estos también dieron parte al servicio de meteorología de la Secretaría de Agricultura y al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional».

EL AEROPUERTO PARALIZADO POR LOS OVNIS

Por más de media hora el aeropuerto interrumpió sus labores. Cientos de hongos, que por la lejanía y el contraste con el Sol, se veían grises y negros aterrizaban en las cercanías del aeropuerto. También fueron cientos los testigos, incluyendo el personal de la torre de control. Se cancelaron todos los vuelos. Se envió una avioneta para investigar. El piloto describió los objetos como «bolas de algodón» o gigantescos «capullos de gusano de seda», de cerca de un metro de diámetro y que «emitían vapores». Luego, al acercarse, el piloto dijo a través de la radio: «Parecen como pompas de jabón».

Estos ovnis parecían caer desde el cielo limpio y sin nubes. Uno de ellos, según el corresponsal del periódico The Times, editado en México, cayó en una de las pistas del aeropuerto, pero se desintegró antes de que nadie llegara al lugar.

Algunos ufólogos hablaron de «Cabello de ángel» o «Hilos de la Virgen», un curioso fenómeno asociado a la presencia de OVNIs. Se trata de filamentos que desaparecen, al parecer por sublimación, al entrar en contacto con la piel del hombre o con cualquier superficie tibia.

Juan de Dios Garza García investigó el caso. Se dirigió a la Comandancia del Aeropuerto y entrevistó al Comandante Jara Monroy, quien lo puso al tanto de todos los reportes que llegaron al aeropuerto sobre tales fenómenos. Con esos datos armó la nota que apareció en el Novedades.

«En ese tiempo había una gran psicosis por los famosos «platos voladores» «“escribió Garza García-, y cualquier informe relacionado con los Objetos Voladores No Identificados (OVNI) se convertía en noticia de primera plana».

UNA FÁBRICA PRODUCTORA DE OVNIS

Luego del éxito de la nota periodística, el Jefe de Información de Novedades ordenó a Garza ahondar en el caso. ¿Qué era lo que realmente habían visto los controladores aéreos?

Garza García contactó con los meteorólogos de Radio Aeronáutica Mexicana, Efrén Ibáñez y Humberto Tiburcio, que habían sido comisionados para investigar el fenómeno. Sus pesquisas los llevaron hasta el ingeniero Roberto Poupla, de la empresa Sosa Texcoco, quien les informó que las aguas negras del Gran Canal (donde derivan todos los desechos y aguas negras de la Ciudad de México), y de las fábricas, situadas en las cercanías del ex lago, entre otras la propia Sosa Texcoco (un enorme complejo industrial a cielo raso), al caer las compuertas del vaso forman una gran cantidad de espuma. En esa zona industrial casi todas las fábricas manufacturaban jabones y detergentes.

A raíz de que el lago de Texcoco se fue desecando para instalar el complejo industrial, su suelo se hizo salitroso e hicieron su aparición las nefastas tolvaneras, que tanto dañan a los habitantes del oriente de la Ciudad de México. Uno de esos fuertes remolinos levantó esa espuma, la dispersó por el cielo y luego cayó en forma de «bolas u hongos». Esto fue lo que los empleados de la torre de control creyeron que eran «objetos extraños nunca antes vistos».

Vecinos cercanos a Sosa Texcoco informaron que se trataba de pompas de jabón pero no se les hizo caso o se minimizaron sus declaraciones. Aún Ribera menciona estas declaraciones tratándolas como una mera curiosidad o una forma extraña de describir naves extraterrestres.

Actualmente gran parte de lo que fuera el lago de Texcoco, en donde estuviera la fábrica Sosa Texcoco, se ha convertido en una reserva ecológica.

Así fue como técnicamente se descubrió el origen del caso. Pero como esto no era comercial no se dio a conocer a la opinión pública. Tuvieron que pasar 26 años para que Garza García se decidiera a hablar. En un artículo de la revista Cómo4 cuenta los pormenores de esta aventura.

Lo anterior nos da pie para reflexionar y preguntarnos ¿cuántos reportes periodísticos habrán seguido el mismo derrotero? ¿Cuántas veces nos habrán presentado el lado sensacionalista de los ovnis? ¿Cuántas otras el reportero nos habrá ocultado la verdad, después de conocerla, por no ser ésta comercial o ajustarse a sus creencias en los ovnis?

Sólo un ejemplo más de lo anterior. El 10 de septiembre de 1993 en el noticiero matutino que, por ese entonces, dirigía Guillermo Ortega, el reportero vial del helicóptero de Televisa, Rolando Medina, transmitió unas imágenes de lo que parecían ser dos ovnis gemelos volando al Norte de la ciudad. Desde la autopista México Querétaro, sobre la zona que se conoce como la Quebrada, las cámaras del reportero, dirigidas hacia la zona de Tlalnepantla, captaban dos puntos brillantes que permanecían estáticos. La nube de smog impedía ver las casas y edificios, e incluso la línea del horizonte era difícil de discernir. Sin embargo ahí se mantenían «flotando» los dos reflejos idénticos. De inmediato supe que se trataba de las estructuras que se encuentran en la parte superior del edificio de MICONSA (Maíz Industrializado Conasupo). Tomé el teléfono y me comunique al programa pidiendo que el reportero se acercara a los reflejos para verificar mi hipótesis. Nunca ocurrió lo anterior. Esto era incomprensible porque de haber sido dos naves extraterrestres hubiese sido la noticia del siglo: las cámaras de un noticiero, en vivo, persiguiendo dos presuntas naves de otros mundos. Para mí sólo hay dos explicaciones: o bien el reportero no era un buen periodista y dejó escapar la nota de su vida; o sabía perfectamente que se trataba de un reflejo en esas estructuras y estaba engañando a su público. Al día siguiente me dirigí a la zona de la Quebrada y, aunque las condiciones no eran las mismas -no había tanto smog y yo me encontraba a nivel del piso y no sobre un helicóptero-, pude comprobar que lo captado el día anterior eran, efectivamente, los reflejos sobre el edificio de MICONSA. En la actualidad cualquiera que vuelva a ver el video y tenga un poco de curiosidad en ir a la zona que indico podrá constatar mi aseveración.

Imagen de los OVNIs captados por las cámaras de Al Despertar el 10 de septiembre de 1993

Pero las cosas con los ovnis no son nada fácil, incluso yo estuve a punto de convertirme en creyente.

Años después sería mi turno de enfrentarme con lo «extraño y desconocido»5. En el verano de 1998 viajaba de la Refinería de Tula hacia la planta de Cementos Mexicanos que se encuentra en Huichapan, Hidalgo. Me acompañaba otro ingeniero e íbamos a ver un problema de corrosión en uno de los precalentadores de la planta. Repentinamente me acompañante me gritó: ¡Mira unos ovnis! Yo creía que era una de las mismas bromas gastadas a las que frecuentemente estoy expuesto por mi interés en el tema, pero, al voltear la vista hacia donde me señalaba mi amigo, vino a mi mente una expresión que acostumbraba decir un compañero de la preparatoria que se jactaba de hablar inglés muy bien, pero que sólo tenía un slang en el que mezclaba palabras de ambos idiomas: ¡¡¡Mocos in the morning today!!!

«Entonces sí existen» pensé para mis adentros. A lo lejos, en el cielo, cientos de objetos, como copos de algodón, flotaban y se arremolinaban en una danza incomprensible. Baje la velocidad y me acerqué más al parabrisas para poder apreciar mejor. Los objetos volaban en diversas direcciones, como llevados por el viento, pero algunos de ellos desaparecían repentinamente en el aire, «como si hubieran entrado a otra dimensión» (diría algún contactado).

Luego recobré mi escepticismo. Aquello, al verlo detenidamente, parecía enormes conglomerados de espuma. ¿Pero qué hacían esas pompas de jabón en el aire? A estas alturas ya había detenido el vehículo y, al voltear a la derecha encontré la explicación. En ese punto se encuentra las compuertas de la presa Endo, misma que sirve como receptáculo de todas las aguas negras que vierte la Ciudad de México. En el reborde de la presa enormes masas de espuma pugnaban por emprender el vuelo, agitadas por el fuerte viento que se sentía en los alrededores. A la derecha del camino los soldados del destacamento que se encuentra frente a la presa comenzaron a inquietarse por nuestra presencia, por lo que tuvimos que encender el auto y emprender nuevamente nuestro viaje a Huichapan. Atrás, en el cielo, quedaron las burbujas y en mi mente dos preguntas:

Hubiera sido interesante que el caso que comentamos en estas líneas hubiera ocurrido en tiempos de Maussán para ver qué opinaba al respecto.

¿Sería esta la explicación a uno de los videos que Jaime Maussán estaba comercializando, y que curiosamente fueron tomados en la misma zona de «avistamiento»? Tal vez no. A mí me parece que se trata de globos que se mueven con el aire. Pero el bueno de Jimmy afirma que son mensajes que nos transmiten los extraterrestres por medio de figuras geométricas. Creo que cualquier extraterrestre con dos dedos de frente (y los grises, como sabemos, tienen varios dedos: por lo menos 4 en las manos) sabría que sería muy peligroso que se tergiversara su mensaje debido a un error en la lectura. Me explico, si los «hermanos del cosmos» usaran nuestro abecedario comprenderían que una M podría aparecer como una W, según el ángulo de visión. Su sistema geométrico, de acuerdo con Maussán, podría dar lugar a que leamos «venimos en son de guerra» en lugar de «venimos en son de paz», que sería muy peligroso. Pero lo peor de todo para la autoestima de los ufólogos podría ser que leyeran «si ustedes creen que esto es un mensaje interestelar es que son unos soquetes».

¿Qué ocurriría si se llegaran a ver fuegos fatuos debidos al famoso gas de los pantanos? La materia en descomposición que se encuentra en dicha presa puede generar metano que, al contacto con el aire produce pequeños fuegos que ya han sido confundidos con ovnis en diversas partes del mundo. ¿Podrían las flatulencias de los habitantes de la Ciudad de México producir una oleada de ovnis en Tula? ¡Je¡ ¡je¡ Pido perdón a los sumos sacerdotes de la ufología por haber llegado tan lejos y prometo no volver a burlarme de los sacrosantos ovnis, pero no cabe duda que en este asunto algo huele mal (y no es precisamente el metano).

Otros avistamientos ovni y reportes de cabello de ángel producidos en diversas partes del mundo han tenido un origen en las fábricas de jabón o en los sistemas de aguas negras. En Andorra, por ejemplo, en 1968 se dio otro avistamiento de este tipo que tuvo un origen en la espuma6. Los «hongos blancos y grises» que tanto inquietaron a los habitantes de la Ciudad de México, eran en realidad unas enormes pompas de jabón.

1 Ribera Antonio, Platillos Volantes en Iberoamérica y España, Pomaire, España, 1967.

2 Adell Sabatés Albert, Nuestro archivo de hechos condenados, Stendek, Año XII, No. 46, páginas 34-40, España, diciembre de 1981.

3 Chorvinsky Mark, Bizarre fall paralyzes airport, Fate, Vol. 45, No. 9, page 33, EU, september de 1992.

4 Garza García Juan de Dios, Reportero de aviación, Cómo, No. 182, páginas 46-47, México, 4 de julio de 1989.

5 Ruiz Noguez Luis, OVNIs sobre el aeropuerto de la Ciudad de México, reporte sin publicar.

6 Przelozzyl Jerzy Florczykowski, Zannalów national enquirera, Magazín ufologiczny UFO, Rok VI, NR 1 (21), p. 54-68, Warszawa, 1995.

Invasión de seres luminosos

INVASIÓN DE SERES LUMINOSOS

Luis Ruiz Noguez

Giichi Shioda, (o Guchi Shinda) propietario de un pequeño negocio de fotografía en Kawanoe, prefectura de Ehime, en la isla Shikoku, Japón, se encontraba en una playa aislada de la isla Seto, la noche del 31 de marzo de 1975. Su intención era observar y fotografiar las naves espaciales que con anterioridad había visto sobrevolar la isla. Para ello llevaba una cámara fotográfica provista de un teleobjetivo de 500 milímetros.

Esta es la primera fotografía de Shioda. Pero de este mismo tema pronto daría a conocer las otras dos fotos que se ven en la parte inferior.

Alrededor de las nueve de la noche tuvo la «extraña sensación» de que algo iba a ocurrir.

Repentinamente aparecieron en el horizonte varias descargas eléctricas de diversos colores: rojo, verde y azul. Eran parecidas a relámpagos y se veían a no más de cincuenta metros del testigo y a unos dos metros y medio del suelo.

En medio de los relámpagos, algo que cualquiera hubiera tomado como un fantasma pareció formarse de la nada y se deslizó lentamente hacia él. Flotaba en el aire de una manera que a Shioda le recordó los movimientos de los astronautas en el espacio.

La segunda foto de Giichi Shioda.

Cuando el «fantasma» llegó a unos treinta metros, y mientras a su alrededor continuaban las descargas de colores explotando como si fueran fuegos artificiales, Giichi Shioda comenzó a sacar sus fotografías.

Estas otras dos fotos tampoco se liberaron en el reporte original de Shioda. Parece que estuvo experimentando hasta obtener los extraterrestres que él quería.

Mientras estaba accionando la cámara oyó una especie de acompañamiento musical: «Algo parecido a música electrónica», según el testigo. En ese momento la fantasmal aparición dio media vuelta y regresó hacia el lugar de donde había surgido y lentamente, se disolvió.

Esta es la tercera foto. Giichi Shioda sólo vio un extraterrestre, pero en sus fotos se pueden ver dos figuras humanoides.

Luego de la experiencia Giichi recordó que la figura era ligeramente fosforescente y tenía la apariencia de estar vestido con un overall y un tocado redondo, quizá un casco, en la cabeza. En los puntos en donde debían estar los ojos y la boca, tenía luces rojizas.

Al revelar las fotos grande fue su sorpresa al darse cuenta que ahí aparecían dos humanoides, mientras que él solamente había visto uno.

Mapa de la zona en donde se obtuvieron las fotografías.

La anterior en realidad fue su segunda versión puesto que antes había afirmado que se encontraba en un mirador desértico de la ciudad y repentinamente vio lo que parecía ser un «hombre espacial» que, súbitamente, se separó en dos imágenes independientes rodeado de extrañas y coloridas descargas eléctricas.

Shioda, fotógrafo profesional, dijo haber sacado sólo tres fotografías, pero luego aparecieron más. La prensa publicó las fotos, que también fueron mostradas en la televisión japonesa. Los creyentes en los OVNIs vieron en lo sucedido un principio de invasión de seres del espacio; los escépticos vieron en ello un hábil truco fotográfico.

REFERENCIAS

Anónimo, Humanoides en el Japón, en Lo Insólito, Año 1, No. 1, Lima, 1977, Pág. 14.

Rickard Robert & Kelly Richard, Photographs of the unknown, New English Library, London, 1980.

Ruiz Noguez Luis, Los seres luminosos del Japón, en 100 fotos de extraterrestres, Corporativo Mina, S.A., México, 1996.