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Extraterrestres enlatados

ENLATADOS: EXTRATERRESTRES EN CONSERVA[1]

Jorge Martín es uno de los referentes obligados en la ufología de Puerto Rico. Es probablemente el ufólogo boricua más conocido dentro y fuera de la isla. Por eso no es extraño que los medios de comunicación de su país contacten con él cuando se enfrentan a un caso OVNI.

Así ocurrió en septiembre de 1997 cuando los periodistas de Noticentro 4, del canal WAPA TV, se comunicaron con Martín para que los asesorara en un extraño caso relacionado con OVNIs, extraterrestres y asesinatos.

La madrugada del 17 había aparecido el cuerpo de un desconocido, (según unos informes se trataba, al parecer, de un militar destacado en la Roosevelt Roads Naval Station de La Ceiba). El supuesto militar, de unos 30 años de edad conducía un Honda Prelude azul marino, modelo 1981, con placas ALT 475. Había sido asesinado, según algunos testigos, por el conductor de un vehículo 4X4, que lo perseguía. El hombre perdió el control de su vehículo y se estrelló contra dos autos estacionados en la esquina del callejón Progreso, en la comunidad de La Colectora, en Santurce. Del vehículo 4X4 salió el conductor y le disparo. La bala entró por la clavícula y descendió hasta el corazón. Los sucesos habían ocurrido a las 5:00 de la mañana.

Al sitio del asesinato había llegado el camarógrafo Alfonso Sánchez, de WAPA TV. De inmediato comenzó a filmar. Martín deja claro que el periodista llegó antes que la policía:

«El vídeo también mostraba la llegada de la policía y los servicios forenses de Puerto Rico y de cómo se hacían cargo de la situación, examinando la escena del crimen y el cuerpo del hombre. El cuerpo fue llevado al Instituto de Ciencias Forenses por órdenes del fiscal de distrito Lourdes Acevedo».

Este detalle es muy importante por lo que se verá más adelante.

En el lugar se presentaron los detectives Rico Jesús Pérez Cruz y Héctor Santiago, acompañando a la fiscal Acevedo. Se registró el cuerpo y sus pertenencias. Se encontró una cartera, sin identificaciones. Sólo una llave se encontraba dentro de uno de los compartimentos. No obstante, aunque no se sabe cómo se obtuvo la información, se dijo que el nombre del occiso era Fred Acevedo Martínez, residente en la calle 24, # Ac-10, Villas de Río Grande, Río Grande, Puerto Rico, y supuestamente pertenecía al ejército de los Estados Unidos.

Vestía, según Sánchez, pantalones verdes, una camisa beige y zapatos color café. En el asiento trasero del coche había un traje militar de color verde. En el interior de uno de los bolsillos encontraron un sobre de manila. Dentro del sobre había un frasco pequeño de vidrio de unos 8 a 9 centímetros de alto por 2.5 de diámetro. En su interior había un líquido viscoso en el que estaba inmerso una especie de feto.

Como parte de su trabajo, la fiscal Acevedo ordenó que cuerpo, traje, sobre y frasco fuesen enviados al Instituto de Ciencias Forenses para su análisis.

Sánchez, el camarógrafo, dijo que en el sobre tenía impresos los datos de un laboratorio y que estaba dirigido a la Base Ceiba (Roosevelt Roads Naval Station), esto último escrito con letra cursiva. También informó que, poco antes de llegar, los policías habían visto a un hombre parado al lado de la puerta del chofer del Honda, y poco más allá un vehículo 4X4. Ese hombre había huido poco antes de llegar la policía.

Y es aquí que surgen las primeras sospechas. ¿No se suponía que Sánchez había sido el primero en llegar a la escena del crimen? ¿No aparece en el video la llegada de los policías? ¿Cómo es que los policías informan al periodista de un sospechoso parado al lado del Honda, mientras que Sánchez no indica nada de eso? Muy extraño, ¿verdad?

Los directivos del canal 4, Miguel Banojian, vicepresidente, y Enrique Cruz, director del departamento de noticias, contactaron con Martín para que los asesorara en este caso pues se hablaba que el «feto» del frasco era un embrión extraterrestre o incluso un feto de chupacabras. Por lo menos esa era la opinión del reportero de WAPA TV Pedro Rosa Nales. Y parece que también era la de Martín:

«Fuimos a la estación de la TV y una vez allí fuimos sorprendidos por lo que vimos en una videocinta filmada en la escena del crimen»¦ Después de esto, me pidieron dar una opinión sobre la imagen del supuesto embrión extraterrestre, «¦ Puedo decir solamente que si esta imagen en el vídeo que estamos mirando es real, repito, si es real, y nosotros no tenemos ninguna prueba de esto en este momento, los detalles físicos del cuerpo en la imagen son algo compatible con los de una criatura del tipo de los chupacabras, especialmente la parte de la cabeza y ojos (la cabeza en forma de pera alargada con los grandes ojos negros en forma de almendra, casi sin fosas nasales y sin los oídos. Tenía dos colmillos pequeños evidentes que resaltaban fuera de la boca pequeña, sin labios). El resto del cuerpo parece compatible con el de una supuesta criatura extraterrestre del tipo humanoide gris (muy pálida, con sangre aparente y raspones, de dos brazos pequeños finos con manos de tres dedos pequeños y cuatro dedos en los pies)».

Y, ¡claro!, como la noticia apareció en la televisión, muy pronto fue la comidilla del día. Jorge Martín dibuja muy bien lo sucedido:

«No es necesario decir que la noticia del embrión se convirtió en la historia del día. Todos deseaban saber sobre el acontecimiento, y las historias de conspiración comenzaron a funcionar alrededor del hombre que fue asesinado por las fuerzas oscuras en el gobierno después (posiblemente) de robar tal evidencia de las instalaciones del gobierno. Otra teoría era que podría haber dos facciones del gobierno que luchaban por el control de los informes OVNI extraterrestres, y que quizá él transportaba el espécimen a la Roosevelt Roads Naval Station cuando lo mataron. Ésta era especulación pura».

Mientras tanto los periodistas trataban de obtener una declaración del doctor Weissman, del Instituto de Ciencias Forenses, pero lo único que se informaba es que se hacían los análisis químicos correspondientes. Eso alimentó aún más las historias de conspiración. Según Banojian y Cruz habían entrado en contacto con una fuente confidencial dentro del mismo Instituto de Ciencias Forenses, este doctor declaró que la «cosa no era ni ser humano ni cualquier tipo de especie animal conocida por la ciencia humana».

Pronto se fueron obteniendo más datos. Se dijo que el hombre asesinado no era militar, sino que trabajaba como empleado en el hotel El Conquistador, en Fajardo, o que trabajaba como técnico en máquinas de fotocopiado y que había llegado recientemente de Luisiana y que había vivido en Luquillo.

Luego se conocería la verdad. En el noticiero de las 5:00 p.m., conducido por Ada Torres Toro, se hizo un resumen de lo conocido hasta el momento. El superintendente de la policía Pedro Toledo, dijo que la criatura tenía un parecido notable con el chupacabras, aunque afirmo no haber tenido contacto con el frasquito.

Luego, Ada Torres dijo que algunos televidentes habían informado que se trataba de un souvenir, de una artesanía, de un amuleto o de un llavero. La reportera Maritza Díaz mostró algunos de estos llaveros comprados en un supermercado. Era una figura de plástico dentro de un frasco de vidrio.

Entonces se llegaba a la conclusión de que todos los implicados en el asunto habían sido engañados. Obvio que Martín puso el grito en el cielo:

«Ridiculizaron a todos y cada uno de los implicados con la investigación del embrión de una manera repugnante, incluso sus propios reporteros fueron ridiculizados».

Pero el ufólogo no estaba convencido de que eso fuera verdad. Para él no se trataba de un simple llavero o de un juguete. O en todo caso, ahí había una conspiración. Según él, el llavero mostrado en el noticiero no era el mismo que había visto en el video de Sánchez. Es más, como en el noticiero de las 10:00 p.m. todavía se informaba que el Instituto de Ciencias Forenses continuaba haciendo análisis con el «feto», según Martín, eso demostraba que algo se estaba ocultando

«¿Si el espécimen de embrión extraterrestre era un juguete plástico, por qué el Instituto hacía análisis químicos y otras pruebas? ¿Podemos creer que los funcionarios de policía, los investigadores forenses, los detectives del homicidio, el fiscal de distrito Lourdes Acevedo y los patólogos del Instituto de Ciencias Forenses no saben distinguir un juguete plástico de un organismo biológico de la carne y del hueso? Dudo que éste sea el caso».

Aunque esto sonaba lógico, Martín no contaba con la ley 13, que deben cumplir los oficiales del servicio forense en Puerto Rico. El protocolo que establece dicha ley indica que todas las evidencias relacionadas con un crimen deben ser evaluadas por los especialistas. Alma Rivera, vocera del Instituto de Ciencias Forenses dijo que era su deber analizar todas las evidencias:

«Por ejemplo, el líquido dentro del frasco habría podido ser un cierto tipo de veneno, o un cierto tipo de droga ilegal, podría estar relacionado con la muerte de la víctima, por lo tanto debemos comprobar todo a fondo. Era parte de la evidencia recolectada, y tuvo que ser tratada como tal.»

Pero eso no convencía a Martín que, como todos los ufólogos se vuelven escépticos (en el sentido equivocado), cuando alguien les destruye sus casos. Jorge Martín entrevistó a los detectives forenses que habían llegado a la escena del crimen: Jesús Pérez Cruz y Héctor Santiago. El primero le dijo que lo que estaba dentro del frasco parecía estar hecho de carne, pero para el segundo no había dudas: se trataba de un juguete.

¿Convencido el señor Martín? ¡No! ¡Claro que no! En su programa de radio, Evidencia OVNI, en Notiuno afirmó haber establecido contacto con una fuente anónima al interior del Instituto de Ciencias Forenses, quien le informó:

«Esto no es una broma, allí hay oficiales federales implicados con esto. Tan pronto como el espécimen fuera traído al Instituto por los agentes, fue llevado, por órdenes del doctor Weissman, a un cuarto estéril. En caso de que usted no esté bien informado de esto, los cuartos estériles en el instituto se utilizan cuando hay una cierta preocupación por la posibilidad de bacterias, virus o cualquier otro tipo de contaminación».

«El espécimen fue sacado del frasco de cristal y ambos, el cilindro y el pequeño cuerpo, fueron colocados encima de bandejas del metal, sobre algunos cojines de la gasa, para comenzar el examen y el análisis de las muestras».

«El doctor. Weissman estaba a cargo, pero repentinamente un patólogo americano, que no sabemos quién era, se unió durante el examen. Los dos fueron dejados solos en el cuarto estéril».

«Dos agentes federales, vestidos en trajes finos, que habían escoltado al especialista americano, quedaron de guardia fuera de la puerta del cuarto estéril, evitando que cualquier persona entrara. El cuarto estéril fue declarado sin acceso al personal del Instituto y se dieron ordenes en el sentido de que nadie podía hablar del trabajo que se hacía en el instituto sobre el examen del espécimen».

«Puedo asegurarle que esto es verdadero. Vimos el cuerpo pequeño que estaba en el frasco, y era diferente de los que fueron mostrados en la TV. No era un llavero. No era un juguete. Era un cierto tipo de organismo… No se que era. Parecía un feto pequeño, pero si era un feto no parecía a algo que hubiéramos visto antes… Lo qué vi estaba hecho de carne, de tejido fino, y su carne parecía a un tejido fino crudo… con el tejido fino fetal, piel pelada en algunos lugares… y lo qué se parecía como sangre. Tenía una piel muy pálida. Parecía un feto pequeño o embrión… pero era extraño. Realmente extraño. Usted puede creerlo, es extraño, pero cierto. Era una cosa pequeña y fea».

No fue hasta que la gente de WAPA TV le mostró nuevamente, cuadro por cuadro, el video de Sánchez, que Martín aceptó que, en verdad, se trataba de un llavero. En sus propias palabras:

«Las imágenes del frasco cristalino que contuvo el «supuesto embrión» lo mostraban siempre de lado, nunca fue mostrada su tapa, su casquillo. ‘Alguien’ hizo todo lo posible para no filmar la tapa, pero inadvertidamente la tomó un par de segundos. Mientras que lo revisábamos cuadro a cuadro, nosotros vimos un agujero pequeño en su tapa, un agujero compatible con el de los llaveros mencionados en el informe de TV. Esto implicaba que alguien en el canal 4 tuvo que saber que era un figura y no un «embrión extraterrestre» desde el principio, de que toda era parte de una identificación errónea… o de una broma».

«Sospechando juego sucio en este incidente, debido a las muchas contradicciones y ángulos extraños en él, continuamos investigando más, llegando a la conclusión que era toda una broma diseñada para desconcertar y para desacreditar los OVNIs y los extraterrestres en Puerto Rico, así como para desacreditar a los implicados en la investigación seria de este fenómeno».

¿Entonces qué ocurría con la información de su fuente confidencial y anónima al interior del Instituto de Ciencias Forenses? ¿Era todo mentira? ¿Lo había inventado Martín?

Para salvar la honra del ufólogo apareció una nueve fuente anónima al interior de dicho Instituto:

«También, después de una doble comprobación con otra fuente que tenemos dentro del Instituto de Ciencias Forenses, fuente en la que confiamos, concluimos que todo lo que nos dijo la otra fuente confidencial, que supuestamente trabajó en el instituto, con la que habíamos entrado en contacto a través de un amigo común, nos dijo que la noche posterior al incidente, se había hecho una operación secreta del gobierno federal en el instituto, no era verdad. Era todo el desinformación, una mentira».

Pero, ¿quién es el que esta desinformando? ¿Quién es el que miente? Jorge Martín lleva años hablando de OVNIs, extraterrestres, chupacabras, grises y otras lindezas, sin haber proporcionado una sola prueba. En muchos de sus casos sus fuentes son anónimas (tan convenientes como para que investigadores independientes no encuentren la verdad). Estas fuentes anónimas poseen otra virtud, siempre pueden aparecer nuevas fuentes anónimas que desdicen lo afirmado por las primeras, todo a beneficio del ufólogo.

Martín se sintió usado, vejado y burlado. Afirmó que había una conspiración para desinformar al público de Puerto Rico y ridiculizar y desacreditar a los ufólogos. Pero lo que nunca dijo fue el origen de esa «conspiración»: son los propios ufólogos los que debido a su falta de criterio y cultura se tienden sus propias trampas y enredos al seguir entelequias que los llevan a inventar mentiras y fantasías. Son ellos mismos los que se ridiculizan y desprestigian. Dice un refrán mexicano: «El que por su gusto es buey, del cielo le caen los cuernos»

REFERENCIAS

Martín Jorge, The ‘Alien Embryo’ Enigma – Hoax or Cover Up?, artículo en Internet, http://www.mufor.org/puertor.html

Martín Jorge, The ‘Alien Embryo’ Hoax : Disinformation Ploy?, 10 de octubre de 1997, artículo en Internet, http://www.mufor.org/puertor2.html

Reportes de un «informante anónimo» al interior de la bella isla de Puerto Rico 😉

Alien at area 51.

Supuesto extraterrestre encontrado en un frasco. En algunos sitios de Internet se le relaciona con el caso Salinas.

En esta otra foto vemos que en realidad se trata de un muñeco.

Existen varias versiones de estos juguetes.

Estos se venden en los Estados Unidos, pero se pueden adquirir a través de Internet.

Son conocidos como los Beaker Babies.

¡Los originales embriones alienígenas por tan sólo $ 39.95! (mas gastos de envío. Aplican restricciones)

Este «embrión» se comenzó a vender a principios de los noventa. Se anunciaba en las páginas del UFO Universe. La posición es muy parecida a la del muñeco encontrado en Puerto Rico.

Estos «marcianitos» son altamente radiactivos y sólo pueden ser usados por niños mayores de 8 años o de ufólogos acompañados de sus padres.

No alimente a su «marcianito» dentro del frasco, o aténgase a las consecuencias.

También tenemos el modelo «marcianito aceituna» como botana en una conferencia de OVNIs.

Este modelo de «marcianito frankenstein» se puede conectar a una fuente de poder.

Los japoneses nos muestran su modelo de «marcianito sirena» (Hantu), que haría las delicias de Jaime Maussán. Pero no Jimmy, esto tampoco es cierto.

El modelo «Roswell» es más sofisticado y por lo tanto, más caro. Sólo al alcance de ufólogos cinco estrellas.

El modelo «marcianito P. T. Barnum» viene con todo y vigía militar. Ideal para los ufólogos que dan conferencias y acostumbran cobrar por todo a sus seguidores.

Pero si usted no es ufólogo de las ligas mayores, no se preocupe. Por un módico precio le podemos vender esta cabeza de extraterrestre.

Ya en la década de los cincuenta las películas mexicanas de «Ciencia Ficción», mostraban «marcianitos enlatados».

En aquellos años no teníamos a Maussán para que nos vendiera esos «marcianitos». Afortunadamente «El Piporro» fue el encargado de salvarnos.

Una pregunta «nomás» por joder. ¿Qué hubieran hecho Martín y Maussán con las fotos de estos «extraterrestres»?

ADENDUM

Hace unos meses, en marzo de este año, nos enteramos de otro caso similar ocurrido esta vez en Malasia. No nos referimos a que se trate de un juguete, sino a que todo el caso está sostenido en unas fotos borrosas que sólo podrían convencer a los ufólogos.

La información apareció en el sitio de internet del NOL (la revista polaca de ufología) y en los blogs del ufólogo polaco Piotr CielebiaÅ›. Provenía del también ufólogo, malayo, Ahmad Jamaluddin. CielebiaÅ› se preguntaba si el ser de la botella era una especie peculiar de insecto de Malasia, un animal desconocido o un bebé extraterrestre.

Sólo se conservan las fotografías de un reportero de noticias. No se puede observar con claridad porque las fotos fueron tomadas a través de la botella y la reflexión en el cristal distorsiona la imagen.

Aquí tenemos la traducción del artículo de Piotr:

«INCIDENTE CURIOSO

«Este incidente ocurrió el 20 de febrero del 2006 en Kuala Pahang (Pahang), Malasia. El pescador de 22 años, Ahmad Affendi y varios de sus familiares encontraron una botella en una pequeña playa. En su interior había un pequeño ser de unos 15 centímetros de altura que permanecía estático, a pesar de sacudir violentamente la botella. Tenía un color verdoso y un par de ojos rojos. El minúsculo ser estaba envuelto en un paño negro y atado con una cuerda blanca. Affendi llevó la botella a un anciano, Ismail Omar, de 94 años, quien abrió la botella y se dio cuenta de que el mágico ser estaba vivo. Los testigos se trasladaron a la estación de policía en donde se les aconsejó llevarlo a un museo. Fue observado por cerca de seiscientas personas, según informó el ufólogo malayo Ahmad Jamaluddin.

«Desafortunadamente, al día siguiente, debido a la creencia supersticiosa lanzaron la botella al mar. En Malasia se cree que estas criaturas tienen malos efectos para el alma de las personas, por lo que no deben ser guardados.

«Ahmad Jamaluddin cree que este ser no es ningún humanoide malayo, aunque han sido vistos en varias ocasiones en tiempos recientes. Se mencionan reportes de pequeños seres en Argentina, en el estado de Paraná, en diciembre del 2005. En Malasia se han reportado raptos de niños realizados por seres mágicos parecidos al de la botella.

«Aquí presentamos algunas descripciones de observaciones de criaturas similares.

«En el año de 1973 cerca de Gambang Kuantan, dos escolares afirmaron haber encontrado cerca de la escuela 3 seres de una pulgada de alto. Uno de estos seres fue capturado por los niños y al mostrarlo a los profesores se escapó volando.

«Otro caso ocurrió accidentalmente en 1979. Un pequeño ovni aterrizó cerca de un grupo de testigos. Uno de ellos intentó capturar a uno de los 3 tripulantes, pero del disco fue lanzado un rayo que le paralizó momentáneamente la mano derecha. Luego los diminutos extraterrestres regresaron al ovni que se alejó volando.

«Elaboración y traducción de Piotr CielebiaÅ›.

«Fuente Servicios NPN con material de Ahmad Jamaluddin».

http://sladamiprawdy.i365.pl/readarticle.php?article_id=77

http://npn-humanoidy.blogspot.com/

http://npn.ehost.pl/archiwum.php?start_from=105&archive=&subaction=&id=&

http://farshores.org/ufo06v23.htm

http://www.rense.com/general69/hhhn.htm

http://ufoinfo.com/sightings/malaysia/060220.shtml

http://www.iraap.org/rosales/2006.htm

http://iraap.org/rosales/2006.htm

http://www.ufoinfo.com/humanoid/humanoid2006.shtml


[1] También podríamos haber titulado: De cómo después de hacer el ridículo los ufólogos hablan de conspiraciones.

El chupacabras en Argentina

(RECORTES DE PRENSA)

«VISIONES MUTILADAS» DE LA REALIDAD

Vacas muertas, periodismo y alienación. De cómo se construye una oleada… de lo que sea y el papel del crítico informado sobre lo paranormal.

Por Alejandro Agostinelli

Argentina, mayo de 2002. La oleada de «mutilaciones de ganado» había madurado. Nadie, empezando por los organismos oficiales, explicaba las causas de ese aluvión de denuncias extrañas. Era el momento en que los diversos actores sociales peleaban por establecer su definición del problema. Los juegos de palabras oscilaban entre el asombro silencioso, la retórica vacua y profusión de citas al conocimiento popular.

«Presa de la prensa», la imaginación se había apoderado de las reflexiones de los argentinos. La mayoría de los medios, como cada vez que navegan en aguas desconocidas, explotaban la ausencia de respuestas oficiales impulsando el estado de perplejidad social. Cuando no del disparate. El novel ufólogo Francisco Fazio, por ejemplo, entró «por la puerta grande» de la pantalla chica pontificando sobre el «chupacabras», depredador invisible prestamente incorporado al catálogo de la zoología fantástica rural. Así, Fazio alternaba con otro ufólogo, el veterano actor Fabio Zerpa, uno de los responsables de haber encendido la mecha relacionando las primeras historias de reses tullidas con cuentos de «enanito orejudos» en el interior del país. El «escepticismo militante», representado por el efímero Christian Sanz, repartía spam a los medios quejándose de que «nadie lo invitaba» a decir que todo aquello eran «tonterías» cuya explicación «es más sencilla de lo que creen»[1]. Tan simple no debía ser: en sus mails decía más bien poco y nada sobre las posibles causas de la oleada. Pronto, Sanz iba a convertirse en otro ejemplo de que la arrogancia puede ser pariente cercana de la pereza, pero también hija de la deshonestidad intelectual[2].

Lo cierto es que, a diario, se difundían nuevas historias e interpretaciones, casi todas aportando un grado más al clima de confusión general. Por entonces, entrevistado por el noticiero de Azul TV, describí la leyenda del chupacabras como una mitología importada de los EE.UU. y Puerto Rico y señalé que «la experiencia sugiere no descartar la participación de animales depredadores o carroñeros».

¿Creer o saber?

En mi fuero íntimo estaba (casi) seguro de que aquella hipótesis iba a confirmarse. Pero, honrando el «casi», dije «no descartar». En esta salvedad aparentemente menor yace un asunto que, con el permiso del lector, no relegaré a una nota al pie. Porque se refiere al papel crucial que juega la «experiencia» (entendida como suma de conocimientos teóricos y prácticos sobre un tema dado) en la evaluación temprana de sucesos extraordinarios.

Quiero decir: no me siento especialmente orgulloso por haber anticipado las conclusiones del informe que dos meses después iba a presentar el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Entonces, como ahora, era consciente de que la prudencia se debe anteponer a la soberbia del que «cree saber». Es que, muchas veces, la especialidad nos expone al riesgo de introducir sesgos, desinformar y hasta desviar el curso de una investigación. ¿Exageraciones? Ojalá: transladar conclusiones remotas o ajenas a un escenario nuevo se parece más a una cornisa que a un atajo: adelantarse puede propiciar conclusiones falsas o crear estados de opinión injustificados.

No hace falta dar ejemplos «paranormales»: ahí están los incriminados por la prensa antes de que se pronuncien los fiscales (promoviendo un público «concientizado» en tal o cual dirección que «presiona»); los rumores que derrumban economías o destruyen carreras; los estigmatizados por portación de cara, apellido o carnet… Intento decir que -cuando «creemos saber»- no sólo nos debería importar reducir el (casi inevitable) margen de error sino la responsabilidad ética de evitar dar un mal ejemplo educativo.

El (d)efecto de la memoria

Esta preocupación por el uso de «conclusiones de archivo» es un asunto al que tarde o temprano nos enfrentamos todos los periodistas que tratamos de escapar a la fuerza de la costumbre. Naturalmente, es innegable que la «experiencia» sirve para obtener una perspectiva más profunda (y a la larga más precisa) de la actualidad. Pero eso no significa perder de vista que «creer saber» -y asegurarlo sin atenuantes- puede teñir el análisis con los prejuicios que la misma «experiencia» nos presta. Es decir: si bien la especialización nos permite otear más allá del horizonte plano de la noticia cruda, transferir conclusiones del pasado a fenómenos actuales puede ser precipitado. La sociedad, los grupos de interés y el mismo vértigo de los medios continuamente nos obligan a informar contra reloj. Es por esta razón que extremar el rigor informativo debe privar sobre la primicia.

¿Qué nos enseña la historia? Que «lo paranormal» (en su sentido amplio) sigue ciclos de actividad imprevisibles pero cuyo contenido (la casuística, el anecdotario) tiende a acomodarse a un marco de creencias preexistente, las cuales son «recortadas» culturalmente por los medios. A este efecto paradojal alguien (no recuerdo quién) le llamó efecto bucle: los medios le imprimen a la noticia (y a los relatos que ellas contienen) un perfil, un sentido y una identidad propios porque… los mismos medios son los que definen las características del problema del cual se ocupan y se encargan de potenciar.

Evidentemente, la utilidad de la memoria y, sobre todo, la capacidad para elaborar los datos que ella nos proporciona, son asuntos que están fuera de discusión. Pero rescatar experiencias pasadas, por ejemplo, no nos inmuniza de moldear las novedades en arreglo a los antecedentes. Además, si en ocasiones anteriores las causas de fenómenos semejantes -en principio tan «inexplicados» como los presentes- acabaron siendo individualizadas, la tentación de «anticipar el veredicto» se vuelve difícil de resistir.

¡Otra vez vacas!

El conocimiento nos contagia de cierto sentimiento de urgencia. «Decir primero» halaga a la vanidad. Y seguir el impulso más «empírico» que «escéptico» de la primicia nos puede alejar de la tensión a la objetividad que todo comunicador debería pretender. Y ejercer un sano escepticismo, recordémoslo, implica no pronunciarse a priori. Por eso, cuando la prensa comenzó a cubrir el caso de las «vacas mutiladas», esa tentación tenía un nombre: Informe Rommel. En efecto, la investigación que había realizado en 1979 el agente retirado del FBI Kenneth M. Rommel en los Estados Unidos parecía iluminar el camino. Al cabo de analizar 27 casos de «mutilaciones de ganado», Rommel atribuyó al efecto combinado de los medios de difusión, la influencia social de «expertos» y a la acción de diferentes depredadores la génesis, formación y extensión de la oleada[3].

¿Estábamos ante una reedición de aquel fenómeno? Quizá, aunque sólo estábamos seguros de algo: la oleada de «ganado despanzurrado» se presentaba en la Argentina post debacle del nuevo milenio, no en el dorado veranito texano de los ’70, y el SENASA no era la NASA. Dos meses antes de la oleada, la TV había difundido a una horda de pobladores hambrientos tumbando un camión con reses en las afueras de Rosario y poco antes, a fines de diciembre de 2001, la gente había salido a la calle, cacerola en mano, a derribar a un gobierno dormido en medio de la crisis más brutal de la historia reciente. Así, el misterio rural criollo aparecía rodeado por una aureola de extravagancia latina. Posiblemente, en la remake local de aquella loca epidemia ganadera (que entonces, como ahora, se anclaba en clisés ufológicos) podrían incidir causas cualitativamente diferentes. La aplicación automática de las conclusiones de Rommel ¿forzaría el hallazgo de «patrones comunes» en la oleada argentina o… los propiciaría?

Sin hilar tan fino, el show de arranque era casi copia fiel: las primeras noticias aparecieron vinculadas con informes sobre visiones de «enanos» misteriosos de la mano de Zerpa, el más conocido amplificador local de la creencia en ETs «abductores de vacas» y los portavoces fueron veterinarios influidos por la perplejidad alienígena del mismo «profesor». Los medios, por su parte, forjaban a diario un «retrato tipo» (que a la vez era un «criterio de selección») para establecer una «categoría» de animal mutilado[4].

Pero. ¿acaso esos personajes, con los medios, eran los únicos responsables?

En realidad, el espectáculo más surrealista no lo dio la fauna de opinators televisivos sino los propios expertos en sanidad animal: en el curso de tres meses de agitación mediática, los funcionarios del SENASA arriesgaron por su cuenta al menos cuatro explicaciones diferentes antes de presentar su «informe final». Algunos, como el veterinario Alejandro Martínez, infundieron temores sin fundamento advirtiendo sobre la presencia de cierta clase de «cuatrerismo tecno» ostentando el termocauterio (una barra metálica afilada y caliente utilizada para cauterizar las heridas) * para argumentar que los cortes que presentaba el ganado muerto podían ser causados por «cualquier organización»[5]; otros, como el patólogo Ernesto Odriozola, titular de Diagnóstico de Sanidad Animal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Balcarce, apostó a «la acción de algún loquito« ya que «aquí está claro que todo fue provocado por alguien»[6]; y el doctor Bernardo Cané, presidente del SENASA, no sólo señaló que había «indicios preliminares de algún tipo de acción humana» sino que descartó la actividad de «otros animales carroñeros», atribuyéndola a alguna clase de «práctica esotérica«[7].

Las andanzas del súper ratón

Por esos días, el denominador común era el asombro: aquellos malolientes cadáveres vacunos con sus panzas henchidas de gases presentaban «cortes netos, quirúrgicos» que aparecían «lejos de las rutas» y «sin signos evidentes» de haber recibido tarascones de carroñeros. Pero, semanas después, los mismos científicos que habían diseminado suposiciones contradictorias iban a cambiar diametralmente de parecer: el 1° de julio de 2002 la «oleada» ya no había sido provocada por sectas satánicas, veterinarios desquiciados o estudiantes contratados para probar virus de diseño en campos librados a la buena de Dios. Ese día, el presidente del SENASA (sí, el mismo Cané que había hablado de «esoteristas» envueltos en el asunto), dio una conferencia de prensa en la cual, no sin burlarse de «los marcianos, el pombero y otras tradiciones rurales argentinas», presentó las conclusiones a las que llegaron los doctores Alejandro Soraci, Ofelia Tapia y Ernesto Odriozola, de la Universidad Nacional del Centro: el protagonista de las enigmáticas «mutilaciones» era, ante todo, un roedor del género Oxymycterus, el llamado «hocicudo rojizo». El ratón ahora estaba entre los sospechosos de infligir los raros cortes al ganado, muerto por causas naturales. Si bien el informe del SENASA citaba el accionar de zorros, peludos y otros carroñeros «activos a causa de cambios en el ecosistema regional», el funcionario centró su charla en el roedor, sirviendo en bandeja los titulares del día siguiente. La noticia se había «reinventado»: previo recorte mediático de una realidad más compleja, el «misterio» de las vacas mutiladas era reemplazado por unos poco conocidos ratones rojos que invadieron las pampas argentinas asestando dentelladas «perfectas» ¿Qué credibilidad se le podía dar a esta (convengamos, razonable) explicación, propuesta por los mismos que poco antes habían defendido que tales cortes sólo podrían haber sido causados el hombre?

La explicación que faltó

Hasta fines de agosto se habían registrado más de 200 casos, en casi tres meses y a lo largo de diez provincias del país, desde el Chaco hasta la Patagonia[8]. En su informe a la prensa, el SENASA (basado en 20 necropsias de otros tantos animales recogidos en quince fincas de diferentes partidos bonaerenses), concluyó que el ganado murió a causa de «neumonías, desnutrición, enfermedades metabólicas o infecciosas de altísima incidencia en época invernal». El misterio, entonces, se reducía a la mitad: las «vacas mutiladas» ya estaban muertas. «Alguien» (difícilmente «alien»), se había hecho la panzada. La correlación entre mortalidad y estación del año no es un dato menor si, como se repitió 2003, las denuncias aumentan en invierno. De igual modo, que los tejidos afectados fueran los que estaban a la vista (el «mutilador» no completaba la faena volcando al animal de lado) revelaba otra cosa: el predador no lleva a su presa a platos voladores ni a laboratorios clandestinos, sino que cena «in situ».

El SENASA quiso sacarse de encima un fenómeno que había ganado estatus mitológico presentando un informe de dos carillas y un video del ratón hocicudo en acción, devorando carne cuando se lo creía insectívoro. ¿Estos elementos alcanzaban para satisfacer la demanda de una explicación científica? No, y de hecho el argumento convenció a pocos. ¿Por qué? Tal vez, porque faltó plantear una hipótesis psicosocial que no sólo permitiera explicar la proliferación de casos sino responder otras dudas, que aún acosan a muchos veterinarios y productores agropecuarios, a saber: ¿Por qué esos «experimentados hombres de campo» están tan seguros de que esos «cortes» difieren de los causados por otros predadores? ¿Por qué afirman que «antes esto no pasaba»?

A propósito de estos asuntos pendientes -sobre los que se deberá rendir cuenta en cualquier explicación definitiva- se me ocurrió oportuno recordar la llamada «epidemia de los parabrisas picados» de Seattle[9]. Cuando en 1954 la prensa norteamericana informó que los vecinos de esa ciudad habían detectado «pequeñas mordeduras» en los parabrisas de sus coches, en el curso de la oleada abundaron hipótesis sensacionalistas. El gobierno le encargó estudiar el caso a la Universidad de Washington y se determinó que esas marcas siempre estuvieron ahí: los vecinos habían puesto atención en un detalle en el que nunca antes habían reparado. Habían sido causadas por el reiterado «picoteo» de asfalto que saltaba en la ruta. Las partículas asfálticas de Seattle fueron el «ratón hocicudo» de las pampas argentinas. La explicación psicosocial –un caso percepción selectiva moldeada por un estereotipo provisto por los medios– fue más poderosa que la técnica.

Pasó medio siglo de la extraña fiebre de los parabrisas: la manía desapareció para siempre. Aunque, pensándolo bien, su fantasma nunca se fue del todo. Ya nadie se asusta en Seattle si descubre a su parabrisas picado. Pero seguimos siendo presas de aquel viejo espectro todos aquellos que, al tropezar con nuevas leyendas, somos espectadores -o presentamos- «visiones mutiladas» de la realidad.


[1] Sanz, Christian. «Vacas mutiladas «“ Indignación»/ «A los medios: Ref: Vacas mutiladas / programas Memoria y Va por vos…». Email a los medios del 21-06-02.

[2] Sanz aún no había sido expulsado de la ASALUP, acusado de plagios reiterados y de falsificar pruebas.

[3] Ver Operation Animal Mutilation Project, http://www.parascope.com/articles/0597/romindex.htm

[4] Según este «retrato tipo», los animales debían haber sido despojados de sus órganos o partes blandas (labios, lengua piel y músculos de la mandíbula, ojos, orejas, colas, glándula mamaria y genitales); aquellos cuya piel faltante presentaba bordes nítidos, circulares o con ángulos precisos; ausencia de sangre en algunos casos; inexistencia de rastros humanos en las cercanías y, por último, la presencia de animales evitando acercarse al cadáver.

[5] Kollman, Raúl: «Unas heridas bien terrenales», diario Página/12, Buenos Aires, 20 de junio 2002.

[6] Diario La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 23 de junio de 2002.

[7] Diario Clarín el 22 de junio de 2002.

[8] Agostinelli, Alejandro : Vague de mutilations animales en Argentine, VSD Hors Série N° 5, Oct. 2002, pp. 56-61. Ed. GS Presse Com., Francia; traducido en español como «Vacas mutiladas y chupacabras en la ruta del ‘ratón hocicudo'»; en Dios! 20-05-03 (http://www.dios.com.ar/paginas/grupos/2-enigmas/fenomenos.htm). Ver también de Morales, Rubén O. «Â¡Todo por tu culpa, hocicudo rojizo!», Mitos del Milenio, Editorial N° 6, julio de 2002 http://www.advance.com.ar/usuarios/moralesr.

[9] Agostinelli, Alejandro: «El extraño caso de la epidemia de parabrisas picados de Seattle» en Dios ! 20-05-03 (http://www.dios.com.ar/paginas/grupos/2-enigmas/fenomenos.htm)
También ver Bartholomew, Robert; «The Seattle Windshield Pitting Epidemic: A Famous Mass Delusion of the Twentieth Century» (http://www.eskimo.com/~pierres/windshield.html).

* En una versión anterior confundí el termocauterio con un rifle de aire comprimido para tirar dardos tranquilizantes. Le agradezco al lector Julio Salas por salvar el error. / Alejandro Agostinelli

La versión chilena del chupacabras

INVASIÓN DE CHUPACABRAS EN CHILE

Por Diego Zúñiga

El chupacabras ya había recorrido medio México cuando por primera vez se habló de él en la prensa chilena. Las noticias aparecieron en el diario La Cuarta de fines de agosto de 1996 y tras un par de intentos más (que fueron vanos, como veremos más adelante), el asunto quedó en el olvido. Se lo acusaba de atacar a unas gallinas, pero el verdadero culpable era un animal llamado quique, también conocido como comadreja. Sin embargo, unos años después, la impronta del mítico ser regresó. Esta vez atacaba en el norte, en pleno desierto de Atacama, supuestamente el más seco del planeta, desatando una verdadera invasión de misteriosas bestias en todo el país.

En cada una de sus apariciones hubo una persona dispuesta a creer; un veterinario de dudosa calidad presto a dar crédito a los hechos; una voz autorizada que daba certificado de veracidad a las afirmaciones más estrambóticas; también el ufólogo de turno que trataría de aferrarse a la fama del destructivo animal para aparecer en televisión y granjearse un nombre que le permitiera, posteriormente, dar unas charlas y satisfacer su ego y abultar sus bolsillos.

Algunos investigadores vinculados al análisis de este verdadero fenómeno social han pretendido hallar las primeras manifestaciones del ser «“que entienden como una especie animal original, única y posiblemente alienígena»“ en Puerto Rico, en la década del setenta. Y si bien en ese entonces los ataques fueron atribuidos a un supuesto «vampiro de Moca», los ojos de los ufólogos modernos prefieren creer que se trató de un antecedente, una aparición antigua del actual chupacabras.

En términos concretos, la bestia como tal sólo aparece en 1995. Fue el 11 de marzo de ese año cuando ocho ovejas, una vaca y un toro aparecieron muertos en los municipios de Orocovis y Morovis, también en Puerto Rico. Los ataques fueron explicados por las autoridades como responsabilidad de perros asilvestrados, a juzgar por las marcas halladas en los animales muertos.

Recién en septiembre del mismo año haría su aparición el «chupacabras». Según la leyenda, un conductor de TV, al momento de dar paso a las noticias referidas a la muerte misteriosa de animales, habría dicho algo así como «y ahora veamos las informaciones de este «˜chupa-cabras»™», por la aparente predilección del culpable de las matanzas por los caprinos.

DESDE EL CARIBE HASTA EL DESIERTO: EL MONSTRUO LLEGA A CHILE

Como comentábamos antes, a fines de agosto de 1996 el chupacabras casi llega a Chile. Casi, porque su presunta incursión no prendió entre los lectores. Dos diarios, La Cuarta y La Tercera, dieron cabida a la noticia de que algunas gallinas habían muerto misteriosamente en Lloncavén, en la comuna de Vichuquén, Séptima Región. Sin embargo, los veterinarios aseguraron que el causante de los ataques, por la forma de actuar y los rastros hallados, era el quique o comadreja, un pequeño mamífero de la zona centro-sur de Chile.

El médico veterinario Víctor Riveros explicó a la prensa que el quique «no chupa la sangre, es carnívoro, pero puede pasar que en ciertos períodos se excite cuando caza y mate a muchas más presas que las que va a comer, lamiendo la sangre que brota de las heridas que practica, generalmente, en el cuello o pecho con dos colmillos muy afilados». La cosa quedó aclarada. Pero, ¿por cuánto tiempo?

Claramente abril de 2000 fue el mes de la explosión del chupacabras en el país andino. Tras haber menguado notoriamente los ataques atribuidos al enigmático ser en Centroamérica, Chile recibió con los brazos abiertos la buena nueva. Se trataba, a juicio de algunos investigadores, de un arribo llegado en el momento más indicado, para bajar el perfil a la detención del ex dictador Augusto Pinochet en Londres.

Uno de los primeros en reaccionar fue el desconocido «ufólogo» Boris Campos, quien pocos días después de la primera noticia publicada en Santiago apareció en los medios señalando que el chupacabras era, ni más ni menos, que un extraterrestre de esos que, según él, «todos los científicos del mundo reconocen que existen desde mil novecientos cincuenta y tanto. No estoy diciendo cosas que no sean científicas».

Dejando de lado esta anécdota, la Policía de Investigaciones y Carabineros, las dos policías que operan en Chile, pusieron a sus hombres en alerta durante las madrugadas de abril en Calama, Segunda Región, con el fin de dar caza al supuesto «animal exótico», perros o personas que estuvieran tras las muertes. La hipótesis principal de los agentes era la de los perros asilvestrados que, provenientes del vertedero municipal, estaban saciando su hambre a costa del ganado de la zona.

Esta idea se afianzó luego que 75 miembros de las policías y Bomberos realizaran un minuciosos rastreo en las riberas del río Loa, a pocos kilómetros del centro de Calama, en busca de huellas del culpable de las matanzas que, según cifras preliminares, ya sumaban 147 animales en apenas 20 días. En su puntilloso trabajo, los funcionarios sólo encontraron pisadas de»¦ perro.

Por esto algunos medios, como el diario La Segunda, habían dado por cerrada la cuestión ya el 18 de abril, titulando «Perros salvajes son los que matan ganado en Calama» y comentando algunos decidores ejemplos, como el de un agricultor «que había hecho vigilancia y logró descubrir dos perros de raza mixta, tipo pastor alemán (un macho y una hembra), que alcanzaron a matar a algunos de sus animales, dejando en ellos las mismas heridas que descubrimos en los otros ataques».

Otro diario que puso algunos puntos sobre las íes fue El Mercurio, que envió a la zona a un reportero que entregó algunas de sus conclusiones en el artículo «¿Chupafraude? El «˜aperrado»™ misterio nortino». En esa nota, Rodrigo Barría escribió que «no es cierto que nadie haya escuchado nada: varios parceleros han visto a los perros atacando al ganado. Hasta les han dado muerte a algunos de estos canes».

¿Y sobre la habilidad de la misteriosa bestia para evadir alambrados? «Digámoslo claramente: los resguardos y alambrados de estas parcelas son precarios. Apenas algunos alambres de púas a mal traer sirven más para marcar territorio que como elemento de defensa», escribe con certeza Barría en su nota.

Pese a esto, en cada redada policial en busca del atacante había una inmensa cantidad de curiosos que dificultaban el trabajo de los expertos. Estas personas a veces iban armadas con escopetas de caza con el fin de colaborar en el operativo, aunque sólo conseguían entorpecer la labor de los policías, que intentaban poner algo de cordura declarando que descartaban la presencia de extraterrestres. A los medios poco les importó esto.

Las autoridades se esforzaron por poner una cuota de racionalidad entre tanta desinformación. El gobierno regional de Antofagasta encargó a un equipo multidisciplinario una investigación en terreno de los hechos que determinó que los ataques correspondían efectivamente a perros, a juzgar por las marcas de pisadas encontradas y por la forma de atacar a sus víctimas.

La razón de tan drástica nueva forma de relacionarse con su entorno en los perros se debía a que el vertedero municipal estaba enterrando la basura y no dejándola al aire libre, como se acostumbraba, y los animales se habían quedado sin su habitual fuente de alimentación, por lo que debieron recurrir a la cacería de ganado, la comida que más estaba a la mano.

Ante el declive de las informaciones en Calama, animales muertos «en extrañas circunstancias» comenzaron a ser denunciados en otros lugares del país. En todos estos casos siempre primó una cobertura sensacionalista de hechos usuales en zonas campestres, pero que a la luz de las informaciones generadas sobre el chupacabras, adquirían otro cariz. Y no pasarían muchos días hasta que las primeras personas dijeran haber visto a la bestia.

Ocurrió en la Quinta Región, donde una familia aseguró haber visto algo parecido a un canguro, aunque no pudieron entregar mayores antecedentes, salvo una exhibición de pánico que Carabineros atribuyó a la psicosis generada por las noticias aparecidas en los medios. En otros sectores de la región diversas personas dijeron haberse encontrado cara a cara con un ser mitad humano, mitad centauro. Un guardia de seguridad de Calama, en tanto, acusó un ataque de la bestia en la cara, cuello y tórax, lo que le valió aparecer en estelares televisivos narrando su historia.

Los ufólogos, mientras, se reunían en sesudos congresos a debatir el origen del chupacabras, que podía ser extraterrestre, interdimensional o conspirativo. Y los canales de TV no dejarían pasar la ocasión para programar especiales sobre el tema, al tiempo que los diarios aumentaban el conocimiento al publicar notas sobre sus orígenes, lugares donde se había aparecido, las formas en que había sido descrito, etcétera. Los comerciantes reaccionarían con rapidez y aparecerían las camisetas con la imagen del chupacabras e incluso un vino que tuvo hasta publicidad en diarios: «Chupacabras: el vino misterioso».

Tras el apogeo, las apariciones mediáticas comenzaron a diluirse, aunque jamás a desaparecer. El chupacabras volvía a las páginas de los diarios en la medida que fuera necesario, con esporádicas incursiones en distintas áreas de Chile. Algunas veces, ufólogos sedientos de prensa y atención lo utilizaron para lanzar descabelladas ideas y ganarse así algunos centímetros de diarios y segundos de televisión.

¿CAPTURADO?

Así como había sucedido en otros países, en reiteradas ocasiones se intentó hacer creer que finalmente se había dado caza al esquivo ser. Estas noticias, muchas veces respaldadas por ufólogos sensacionalistas, no pasaban de ser una buena excusa para aparecer en los medios, casi siempre reacios a aplicar el sentido crítico.

El primer caso se dio en mayo de 2000, cuando un sagaz personaje pretendió hacer creer a la población que un «garadiávolo» (una clase de mantarraya que, convenientemente manipulada, adquiere una imagen antropomorfa) era, en realidad, el cuerpo de un chupacabras. Luego aparecería un esqueleto en Nicaragua atribuido al misterioso ente, aunque pertenecía a un perro.

Algo parecido ocurrió en junio de 2002 en Chile. Un campesino de la Novena Región encontró unos restos que creyó anómalos y los puso en manos de la prensa. El biólogo José Yáñez los analizó y concluyó que pertenecían a un «perro grande». Uno de los últimos ejemplos se dio en abril de 2003, cuando otros campesinos atraparon a «un animal similar a un gato, pero de rostro como el de un zorro y de cola gruesa y corta». Una bestia, a juicio de las crónicas, nunca antes vista en la Novena Región.

Al final el presunto chupacabras no era más que una güiña, un felino de la zona sur de Chile. «Extraña sobremanera la ignorancia demostrada respecto de la fauna autóctona. Estoy seguro de que nadie con cuarto año de secundaria puede creer que en el mundo exista tal cosa como un chupacabras», comentó con ironía el médico veterinario Luis Briones a El Diario Austral de la Araucanía del 24 de abril de 2003 sobre este asunto. Al menos alguien manifestó su molestia por el sensacionalismo imperante.

Este texto es un extracto del ensayo

«El chupacabras y el impacto social de una creencia mediatizada».

¿Es la mano peluda o es la mano del bigfoot?

Bigfoot en Arizona

Por Scott Davis, productor 3TV/Fox11

Es una historia de proporciones fantásticas — Avistamiento del Sasquatch en el desierto de Arizona.

Roger A. Peterson, padre, es un creyente. Él asegura haber encontrado criaturas como el Bigfoot cuatro veces en los últimos 20 años.

http://www.azfamily.com/unexplained/stories/KTVKUnexplained20060630_bigfoot_arizona.12a80a89.html

El chupacabras (Fin del capítulo mexicano)

CHUPACABRAS DEL DOMINIO PÚBLICO

Todo mundo conoce la gran capacidad del mexicano para asimilar a su forma de vida los nuevos modelos y patrones culturales que le son imbuidos por la televisión. El caso del chupacabras no ha sido la excepción.

Actualmente se venden camisetas con el retrato hablado del chupacabras. En Sinaloa se habla de chupacervezas, chupatacos y chupacamisetas. Habría que ver si Tutsi Pop no saca una nueva versión de su paleta Chupa-Pop (Chupacabras-Pop o Chupa-Popcabras). Hasta tenemos un peleador de lucha libre llamado el Chupacabras. Se le han dedicado corridos y se le escriben poemas. Uno de estos se debe a la pluma de Héctor Kiev:

«Una bestia sanguinaria

ha causado gran revuelo.

Traemos los mexicanos

Los ánimos por el suelo.

«Ha aparecido hace poco

causando terrible mal,

por los campos mexicanos

un sanguinario animal.

«¿Cómo es?, no se le conoce,

pero esta bestia asesina

a sus víctimas las deja

sin gota de hemoglobina.

«Es de apetito insaciable,

su fiereza es sin igual.

Dicen que tiene una forma

De Luzbel o de Belial.

«Por la manera en que mata

con saña y sin compasión,

debe tener una fuerza

igual que la de Sansón.

«Son decenas de animales,

si es que los cuentos son ciertos,

que destrozados, sin sangre,

han aparecido muertos.

«Chupa sangre, le han llamado,

por los datos registrados.

Con horas de diferencia

Mata en diversos estados.

«Comentan que es orejón,

que sus patas son deformes

y que además de pelón,

tiene unas garras enormes.

«Nada más a una criatura

recuerdo así señalada,

por cierto a nuestro país

lo trató de la patada.

«Pero no puede ser él.

Por más que causó terror,

Pues se encuentra en las Bahamas,

Irlanda o por Nueva York.

«¿Será algún enviado suyo?

Pudiera estar confundido,

Si bien existe un francés

De tipo muy parecido.

«Tal vez un gobernador

es quien actúa sin clemencia,

si bien el más sanguinario

hoy se encuentra con licencia.

«Bartlett sí no puede ser

el que arma tanto borlote.

Ese ya no chupa sangre,

Anda comiendo camote.

«Sócrates no puede ser

aunque lo traten de pillo,

ya que ese, si algo chupó

fue en la presa de «˜El Cuchillo»™.

«¿Otto Granados, Chirinos…?

No son de bestialidades,

Si bien tienen en u haber

Muy horribles amistades.

«Por otro lado, la bestia,

la que causa tanto mal,

chupa sangre de borregos;

¿será líder sindical?

«El que viene a mi memoria,

líder de varios ayeres,

en verdad ya está muy viejo

para tales menesteres.

«Ya no está para esos trotes

ni pa»™ transitar veredas.

Sería el único maloso

Que usara silla de ruedas.

«Además no es de uñas largas,

teniendo periodos varios.

Otros con puestos menores

Ya son multimillonarios.

«Existe uno, ha chupado

la sangre de mucha gente.

Si yo tuviera razón

Bien pudiera ser regente.

«El actual ha fastidiado

al pobre capitalino,

mostrando el terrible grado

al que nos lleva el destino.

«Más impuestos al predial,

impuestos a la gasolina,

sin saber esos dineros

a qué rubro se destinan.

«Pero este no es orejón

no tiene ojos de chamuco.

Si bien pa»™ estar en el cargo

Se sabe uno que otro truco.

«Difícil de averiguar.

«˜Súper Barrio»™, no lo creo.

El demonio «˜chupacabras»™,

Es malo, más no es tan feo.

«Si políticos chupara

si se dieran esos brotes,

ya no sería «˜chupacabras»™.

Gaviota, chupacabrones».

En Miami se patentó el sándwich chupacabras. En los Estados Unidos ya hay un videojuego. Y en Puerto Rico se le compuso una salsa. Esta es parte de la letra:

«La cabra es lo de menos (la, la, la, la, la)

El chupacabras es bueno (la, la, la, la, la, la)

Alegre y divertido.

Es un bandido simpaticón.

«La yegua y el caballo

Son parte del rebaño

Y si los dejara afuera

y el chupacabras se los chupa».

También en México se han escrito corridos y salsas para el chupacabras. Este es un corrido que se comienza a escuchar en Tamaulipas:

«El Barretal está triste

La gente no vive en paz

Porque llegó el chupacabras

Viene dispuesto a atacar.

«Venido de Puerto Rico

A Tamaulipas llegó

Matando muchos borregos

Así es como comenzó

«Decían que eran unos perros

Porque querían ocultar

Que el chupasangre llegaba

Y ya empezaba a matar.

«Pues ahora sí mi Goyo

ya no te podrán culpar

tus perros no han atacado

pues fue un extraño animal.

«Lo que grabaste comprueba

que perros no pueden ser

porque chuparon la sangre

y no quisieron comer.

«El carnicero está triste

porque en la vaca encontró

el bebé del chupasangre

y el pueblo ya se alarmó.

«La gente no come carne

la barbacoa se quedó

y el pobre del carnicero

ya su negocio quebró.

«En Victoria, Tamaulipas.

El Expreso publicó

Que a grabar el chupacabras

Telemundo ya llegó.

«Cuídense muy bien señores

amigos de la región

pues a esa cuadra maldita

el chupacabras llegó».

Pero a pesar de toda esta algarabía existe zozobra, temor y desinformación. Esto se debe a que ciertos comunicadores han perdido la brújula, por decirlo eufemísticamente. Uno de ellos[1] dio el siguiente consejo:

«La explicación debe ser muy seria, decir que son perros es bastante irresponsable».

No veo en donde está lo irresponsable al dar cuenta de los resultados que se están obteniendo de las autopsias. Sin embargo este mismo comunicador[2] dijo:

«Es un animal inteligente que debe haber tenido una evolución bastante larga.

«No creo que existan registros de sucesos como estos en nuestro país o en otros de América Latina.

«Hemos visto que, desafortunadamente, ha empezado a atacar a los seres humanos. Creo que el animal se confundió con la señora[3] dado que ella estaba en cuclillas, de tal forma que creyó que era un animal más pequeño y la atacó. Sin embargo, esto bien podría apuntarnos la posibilidad de que ataque a seres humanos más pequeños».

¿Quién es el que hace comentarios irresponsables? Esta declaración bien podría haber generado una casería de brujas en la que varios de los involucrados hubieran salido lastimados. A este respecto habría que anteponer las declaraciones de Rodolfo Díaz Fonseca, Vicario General de la Diócesis de Culiacán, Sinaloa, quien indicó:

«En lugar de atemorizar, lo que debieron hacer es una investigación científica, ya que se pueden crear confusiones que resultarían muy lamentables».

Tuvo más cordura que «el ufólogo de la televisión» una de las «brujas» de la santería. Silvia Téllez, una de las pocas Apeterbi de Orulla (sacerdotisa de la religión Yoruba), quien dijo:

«El caso debe resolverlo la Ciencia. Y toca a la Ciencia porque estamos en pleno Siglo XX, donde la gente ya no cae tan fácilmente en los engaños de los supuestos brujos, de falsos espiritistas y magos «˜balines[4]«™… La Ciencia no tardará en descubrir de qué se trata en realidad, como lo hizo cuando apareció aquella rata gigante en Ixtapalapa[5]«.

El único ufólogo que hizo una declaración razonable fue el señor Pedro Ferriz Santacruz, lo cual no es de extrañar ya que tiene años en estos asuntos y su nivel cultural está muy por encima de aquellos que ahora desean tomar su lugar. Don Pedro dijo:

«¿Qué evidencias existen, quién ha visto al chupacabras, por qué no hay fotografías, dónde están las víctimas, en qué sustentan la hipótesis, por que no se maneja con seriedad este asunto?»

El maestro en sociología por la Universidad Iberoamericana, Mauricio Saez dijo que el concepto chupacabras es muy acertado, porque ese vocablo conecta directamente con diferentes lenguajes que utiliza la sociedad.

«Chupa es una palabra de fácil identificación con el lenguaje de los albures[6], con el lenguaje que utilizamos para hablar de vampiros y también cuando queremos expresar otras formas de hablar: es metafórico. Decir que chupa, es como decir que roba. La «˜chupacabramanía»™ es una forma social de expoliación que explota el imaginario popular».

Indicó que la difusión que se ha dado en los medios a este término «no es gratuita; es una manera de inducir a la población a que construya un enemigo banal que pague por las penurias por las que pasa el pueblo. No quiero decir que es una estrategia deliberada del gobierno, aunque no lo dudaría».

El uso del fenómeno ovni como factor de distracción popular ha sido estudiado en otras partes de América. Está Argentina, Uruguay y Brasil con una rica casuística ufológica durante la época de las dictaduras. También México, en los mejores años del PRI, tuvo sus oleadas ovni que bien pudieron estar apoyadas por los medios de propaganda del gobierno. Nuestros gobernantes nos pueden manipular a tal grado que nos permiten vernos como estúpidos. Es una cosa patética: somos muy manipulables. No hay más que ver las reacciones a las declaraciones de Maussán, por ejemplo, que promueven la cultura del miedo y propicia conductas equivocadas, como la matanza de murciélagos y de mamíferos.

En el caso particular del chupacabras su enorme éxito en México obedece a una reacción de la gente ante la aguda crisis económica, política y social que aqueja al país. La conseja popular dice que en nuestro país sólo hay dos alternativas: o se es cabrón o se es pendejo. Bajo esta óptica ser un macho cabrio resulta ser un halago: es el todopoderoso dueño del harén. Alguien más poderoso que se puede chingar al macho cabrio o es un ser de otro planeta o es el propio sistema del cual somos víctimas: el gobierno, el narcotráfico, la crisis, los Estados Unidos… De ahí a identificar al chupacabras con los políticos (Carlos Salinas de Gortari). De ahí también el tributo pagado a los narcotraficantes en forma de corridos, y los mismos corridos compuestos para el chupacabras. Indudablemente los estados Unidos también tienen la culpa: el chupacabras es producto de experimentos secretos. Finalmente el chupacabras es tan poderoso como la crisis: no se le puede matar, como no hemos podido cambiar el sistema que tanto nos ha empobrecido.

Cerramos este artículo con una reflexión del doctor Ramírez.

«Lo preocupante en este momento es que la población sea engañada y que se lleguen a contaminar también las mentes pensantes del país».

DEUDA DE AGRADECIMIENTO

Deseo hacer público mi agradecimiento al ufólogo argentino José Luis Di Rosa por todo el material que puso a mi disposición para la realización de este trabajo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Aguilar Grimaldo Roberto, «A los borregos les falta médula y sangre, como si se las succionaran», Quehacer Político, No. 767, México, 20 de mayo de 1996, Pág.. 15-18.

Aguilar Grimaldo Roberto, Bautizan a deforme feto de vaca como «el hijo del chupacabras», Quehacer Político, No. 767, México, 20 de mayo de 1996, Pág..19-20.

Aguilar Grimaldo Roberto, Preocupante la sicosis: jefe de la policía en Ahome, Quehacer Político, No. 767, México, 20 de mayo de 1996, Pág.. 18.

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Alva Brito Carlos, Especialistas examinan restos de dos especimenes, Quehacer Político, No. 766, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 13.

Anónimo, Chupacabras, ¿invención o realidad?, Polémica, Año 1, No. 47, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 65.

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Avena Cruz Marisol, El extraño ser producto de la mente mágica de los hombres: Ramiro Ramírez, Quehacer Político, No. 766, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 16-20.

Avena Cruz Marisol, Es un depredador canino, asegura el patólogo Fernando Constantino Casas, Quehacer Político, No. 766, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 18.

Avena Cruz Marisol, Es un ser inteligente: Jaime Maussán, Quehacer Político, No. 766, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 22-23.

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Campos Lemus Sócrates A., Los chupacabras y los cabrachupas, Quehacer Político, No. 766, México, 13 de mayo de 1996, Pág. 62-63.

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FIN DEL CHUPACABRAS EN MÉXICO

Jaime Maussán. ¿Realmente cree en el chupacabras o se trata meramente de una manipulación comercial? Cualquier respuesta afirmativa nos da la altura de este ufólogo.

Libros sobre el chupacabras: Night of the chupacabras.

Maqueta del chupacabras en un museo.

Caricaturas de corte política con el chupacabras y Carlos Salínas como tema principal.

Juguetes del chupacabras.

Discos con canciones dedicadas al chupcabras.

Los productores mexicanos y americanos se han subido al la ola del chupacabras y han filmado varias películas con el tema.

El chupacabras sobre el ring.


[1] En el artículo original se me impidió decir que se trataba de Jaime Maussán, porque en ese entonces colaboraba con la revista que publicó el artículo. Por una cuestión sentimental (recuerdos de aquella época) hoy tampoco voy a decir que se trata de Jaime Maussán.

[2] Vuelvo a insistir que no mencionaré que se trata de Maussán.

[3] Se refiere al caso de Teodora Ayala.

[4] Magos «chafas» o de mala calidad. ¿Hay de otro tipo?

[5] En realidad se trataba de un tlacuache.

[6] El doble sentido de las palabras que se utiliza en México.