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El muro y la fauna silvestre

EL MURO Y LA FAUNA SILVESTRE

Juan José Morales

MuroUn par de veces he hablado en mi columna Impacto Ambiental sobre el muro fronterizo: una hace tres años y medio y la otra en septiembre del año pasado. En esta última ocasión señalé que en realidad ese muro ya existe sobre un trecho de mil kilómetros y lo que Trump pretende es sólo extenderlo hasta la totalidad de la frontera. Y en ambas ocasiones mencioné los efectos que tiene y tendrá sobre la fauna silvestre esa barrera que corta de tajo vastos territorios silvestres e impide a cientos de especies de animales realizar sus desplazamientos habituales. En especial grandes mamíferos «”como el puma, el oso negro, el lobo y otros»” que durante miles de años se han movido libremente por los territorios.

Y no hay que olvidar que existen acuerdos bilaterales México-Estados Unidos respecto a programas conjuntos para proteger algunas de esas especies, como el oso negro y el lobo mexicano. Sin embargo, cuando el muro comenzó a construirse en 2005, el gobierno de Bush ordenó a la Agencia de Seguridad Nacional pasar por alto las leyes ambientales y los tratados internacionales al respecto. Lo mismo ocurrió durante el mandato de Obama, y seguirá ocurriendo con Trump.

Pero volvamos a las consecuencias de esa partición artificial de los ecosistemas en la región fronteriza.

El 29 de julio de 2013, bajo el título El muro fronterizo de la extinción, citamos un estudio realizado por el Instituto Nacional de Ecología bajo la coordinación de los investigadores Ana Córdova y Carlos A. de la Parra, en el cual se advertía sobre las graves consecuencias que para las poblaciones de muchos animales tendría esa deliberada fragmentación de sus territorios.

Posteriormente, en nuestra colaboración de septiembre del año pasado, mencionamos una advertencia similar, en este caso del biólogo Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, quien llegó a la conclusión de que más de 800 especies «”principalmente de mamíferos, reptiles y anfibios»” ya han sido afectadas por el inconcluso muro.

Lo curioso del caso, es que no ha sido México el que más ha resentido o puede resentir tales efectos, sino Estados Unidos. De acuerdo con el estudio del INE «”decíamos hace tres años y medio»” «entre las especies notables amenazadas por el muro, destacan el jaguar, del cual desde hace unos 15 años comenzaron a observarse ejemplares en el sur de Arizona y Nuevo México, donde se consideraba extinto. Esos individuos provenían del centro y norte de Sonora, donde hay una importante población de este soberbio animal. Igualmente, la población de osos negros Ursus americanus que ahora existe en el parque nacional norteamericano de Big Bend se formó a partir de ejemplares que cruzaron desde México y ahí se establecieron».

Desde luego, esto no significa que debamos quedarnos cruzados de brazos o regocijarnos. También nuestro país será afectado. Y lo más importante de todo es que la erección del muro «”repetimos»” constituye una flagrante violación a tratados internacionales en materia ambiental suscritos entre México y Estados Unidos. Por ello «”subrayaba Ceballos»” México podría acudir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, o presentar una reclamación formal ante el gobierno norteamericano. Pero, como decíamos en nuestros más recientes comentarios al respecto, difícilmente el gobierno de Peña Nieto hará tal cosa.

El Papa Francisco y la ciencia

EL PAPA FRANCISCO Y LA CIENCIA

Juan José Morales

Es así «”dice el papa Francisco»” como se concebiría a Dios con una interpretación simplista de la creación, según sus recientes declaraciones, en las que trató de acomodar la evidencia científica a las ideas religiosas. Como señalé en mi columna Escrutinio del martes 31 de enero, las relaciones entre la Iglesia Católica y la ciencia a menudo han sido ríspidas «”por decirlo suavemente»”, y quienes siempre llevaron la peor parte, fueron los científicos, a menudo perseguidos, obligados a humillantes abjuraciones y no pocas veces quemados en leña verde. Pero en los tiempos actuales, como ya no puede actuar así, la Iglesia no persigue a los científicos, sino que intenta manipular sus conocimientos para usarlos como sostén de las ideas religiosas.

Hace poco, al hablar ante la Academia Pontifica de Ciencias, Francisco públicamente aceptó la validez de las teorías de la evolución y del Big Bang o Gran Explosión, que todavía en tiempos de su predecesor, Benedicto XVI, eran negadas o sutilmente combatidas valiéndose de teorías seudocientíficas como la del diseño inteligente, que no es otra cosa «”no nos cansaremos de repetirlo»” que creacionismo disfrazado. Pero agregó que ninguna de esas dos teorías es incompatible con la existencia de un creador, sino más bien requiere de éste para ser válidas.

Respecto del origen del Universo, dijo que «cuando leemos acerca de la Creación en el Génesis «”señaló»” corremos el riesgo de imaginar a Dios como un mago, con una varita mágica que le permite hacer cualquier cosa, pero no es así.» Pero, añadió, la teoría del Big Bang, que explica su formación mediante una gran explosión ocurrida hace unos 15 mil millones de años, «no contradice la intervención de un creador divino, sino que requiere de él». O, para decirlo en otros términos: el Big Bang realmente ocurrió, pero fue obra de Dios.

Por lo que se refiere a la evolución, también Francisco trata de acomodarla a los dogmas religiosos. No la niega, como de hecho lo hacía Benedicto XVI al apoyar la llamada teoría del diseño inteligente, sino que también la hace encajar en el creacionismo al asegurar que «la evolución en la naturaleza no es inconsistente con la noción de creación, porque la evolución requiere la creación de seres que evolucionen».

A este respecto, conviene recordar que hace ya un par de décadas, en 1996, el papa Juan Pablo II aceptó que la teoría de la evolución no era una simple hipótesis, sino un hecho comprobado. Esto, por supuesto, disgustó a muchos prelados ultraconservadores, y de ahí nació la idea de combatir la teoría de la evolución ya no frontalmente, negándola, sino intentando sustituirla con otra. Concretamente, la del diseño inteligente, que como decíamos fue apoyada por Benedicto XVI, con el argumento de que la evolución de los organismos por selección natural es insuficiente para explicar la gran complejidad de la naturaleza. El cardenal Shoenborn, muy allegado a aquel papa, llegó a publicar un artículo en el cual sostenía que «la evolución en el sentido de un ancestro común podría ser cierta, pero la evolución en el sentido neodarwiniano, o sea un proceso no planeado y no guiado, no lo es.»

En fin, no puede negarse que Francisco ha resultado más inteligente que su antecesor al evitar una confrontación directa con las teorías científicas modernas. No se opone a ellas. Las utiliza hábilmente como respaldo al creacionismo. De hecho, lo que sostiene es que el Universo y la naturaleza efectivamente funcionan de acuerdo con leyes científicas, pero estas leyes no son resultado de la propia estructura del Universo, sino obra divina.

Hacia el peor de los mundos

ESCRUTINIO

Hacia el peor de los mundos[1]

Juan José Morales

Sacar al ejército de sus cuarteles y sacarlo a las calles a librar «” como en su momento dijo Felipe Calderón«” una guerra contra el crimen organizado y el tráfico de drogas, fue un gravísimo error. Darle un marco jurídico a la actividad de los militares en ese terreno, sería una equivocación todavía peor.

imageEsto es lo que opina la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.

Errado fue mandar al ejército a realizar labores policíacas, para las que no está técnicamente preparado ni legalmente autorizado.

La prueba de ello es que tras más de diez años de militarización del combate a la delincuencia, la situación es peor que antes, las bandas criminales se han adueñado de importantes ciudades y extensas zonas del país, y una gran cantidad de soldados rasos y oficiales se encuentran en prisión por violación a los derechos humanos. Nos enviaron, dicen, a cumplir una tarea para la que no estábamos preparados.

Pero lo más grave es que al poner al ejército a cumplir funciones de policía, se le colocó al margen de la ley, y ahora se quiere desfacer el entuerto con leyes ad hoc. Pero «”repetimos»” eso sería un error peor, pues implicaría la militarización del país, sin que se alcancen los objetivos que todos deseamos, o sea paz, tranquilidad y seguridad.

Como bien dijo Víctor Flores Olea en un reciente artículo en La Jornada, la intención de dar un marco legal a las funciones de policía del ejército, refleja la incapacidad del gobierno para resolver el problema de la manera correcta, o sea mediante la organización de «una fuerza pública no castrense sino rigurosamente policíaca».

«En los primeros tiempos de su gobierno «”añade Flores Olea»”, Peña Nieto aseguró que se proponía organizar o construir en su gobierno una ¨gendarmería¨, haciéndonos pensar en la creación tan necesaria en México de un cuerpo policiaco profesional, disciplinado y honesto. Parece que todo se quedó, en el mejor de los casos, en un arranque de buena voluntad que no se ha realizado y que ni siquiera está en serio camino de realizarse.»

En ningún país los militares han tenido buen éxito como policías. Cuando se les asigna esa función, terminan, de grado o por fuerza, convertidos en represores y el remedio resulta peor que la enfermedad. Lo que México necesita en las actuales circunstancias, es una solución civil, una policía eficiente, moderna, bien organizada, con un buen aparato de inteligencia, capaz de combatir al crimen organizado y el tráfico de drogas, no a punta de balazos, sino con métodos realmente efectivos, como el desmantelamiento de sus redes financieras.

Por desgracia, el gobierno parece haberse dado por vencido y, como señala Flores Olea, «el país marcha inevitablemente hacia una militarización que resulta imposible detener. Hemos estado ya y estamos en esa situación, con todos los elementos negativos en que pueda pensarse, el hecho efectivo es que vivimos una militarización impuesta por las circunstancias y que no puede detenerse ni corregirse adecuadamente, como si estuviéramos condenados sin escapatoria a vivir en el peor de los mundos. En el peor de los mundos, como ya lo sabemos incluso estadísticamente, es aquel en que se violan los derechos humanos y los derechos elementales de los hombres y mujeres, convirtiendo a la vida social en una angustia en vez de que sea una felicidad, como debía serlo siempre.»

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 25 de enero de 2017

In memoriam: Juan José Morales Barbosa

In memoriam: Juan José Morales Barbosa

Juan José Morales BarbosaEl periodista y divulgador de la ciencia Juan José Morales Barbosa, nacido en Progreso, Yucatán, el 21 de julio de 1934, murió a los 82 años, el 17 de febrero de 2017, en la Ciudad de Mérida, de un infarto.

El maestro Juan José, como solían llamarle sus amigos y compañeros, había acudido el pasado 5 de febrero al sitio arqueológico de Lol Tun, Yucatán, para realizar algunas observaciones y continuar explorando el vasto conocimiento maya de la región, pero desafortunadamente sufrió una caída que resultó finalmente fatal.

Fue internado en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para una complicada operación de fémur. La intervención, hecha en el T1 del IMSS fue un éxito, por lo que fue a enviado a su casa para reposar y restablecer los ligamentos.

A través de su cuenta en Facebook, el mismo Juan José estuvo narrando los últimos días los avances de su tratamiento y se le veía de buen humor, como era habitual en él.

Sin embargo poco después le comunicó a su hijo que se encontraba con mucho dolor en el fémur y se le había bajado la presión. Fue hospitalizado de nuevo en el IMSS, donde finalmente falleció cerca de las 7 de la mañana del 17 de febrero, ya que tenía el antecedente de una operación a corazón abierto y usaba marca pasos (bypass).

El maestro Morales Barbosa incursionó en el periodismo de la ciencia de la mano de su interés por la carrera espacial en los años sesentas del siglo pasado, generando una buena dotación de notas periodísticas que le abrieron camino en diversos medios como fueron el vespertino Diario de la Tarde, Novedades y el suplemento México en la Cultura. Fue uno de los fundadores de la revista Contenido, especializándose en temas de ciencias naturales y ecología, que resultó a la postre ser su mayor pasión. Escribió en El Día, El Heraldo, El Universal y otros medios escritos. Fue miembro de la redacción o colaborador de diversas revistas Política, Mañana, Revista de Geografía Universal y la publicación internacional Técnica Pesquera, especializada en Oceanografía, y fue considerado «el mejor periodista latinoamericano» en esos temas.

Por aquellos años también comenzó a colaborar en la revista Sucesos, en donde conoce a Mario R. Menéndez Rodríguez, entonces director de la revista. Don Juan José se desempeñó como Secretario de Redacción. Menéndez fundaría la mítica revista Por qué?, a donde invitó a colaborar a Morales Barbosa. De ahí le viene su vena combativa.

Con los años ambos periodistas se trasladarían a la Península de Yucatán y fundarían el periódico Por Esto!, en donde Don Juan José tendría una columna sobre temas ambientales y científicos. Morales llegó a radicar a Cancún en 1975.

En Quintana Roo escribió para diversas revistas, como Cancunissimo, Vórtice, Estos Días y La Gaceta del Pensamiento. Además fue coordinador editorial del diario La Crónica de Cancún.

Don Juan José se especializó en divulgación científica, de la cual fue pionero en el periodismo científico del México contemporáneo. Fue autor de numerosos libros, artículos, reportajes, ensayos, programas radiofónicos y de televisión en dicho campo. También incursionó en la educación, el fomento a la cultura, el activismo social e incluso, el cine.

Sus libros y trabajos periodísticos versaron especialmente sobre la flora, la fauna, los ecosistemas y el medio ambiente de la Península de Yucatán. Algunos de sus libros fueron editados por la Secretaría de Educación Pública de Yucatán, la SEP, y la asociación científica Amigos de Sian Ka»™an (ASK), por su utilidad para maestros, estudiantes, investigadores y público en general, en el conocimiento de nuestra riqueza natural.

Algunos de sus libros fueron editados por la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría de Educación Pública de Yucatán y ASK, debido a su utilidad como material didáctico para maestros, estudiantes, investigadores y comunidad en general. Fue coautor de los libros de texto de Ciencias Naturales para Educación Primaria de la SEP. Cuatro de sus libros de divulgación científica fueron seleccionados para la colección de 20 títulos de la Biblioteca Básica de Yucatán, editada por la Secretaría de Educación de dicho estado. Su libro Muestrario de Aves Mexicanas fue escogido por la SEP para incluirlo en las bibliotecas de las escuelas secundarias de todo el país. Este último describe y enlista a las 25 aves más representativas del país. Escribió, además, La Península que surgió del mar y Selvas, mares y huracanes, en 2009 y 2010, bajo la edición de la Secretaría de Educación Pública de Yucatán.

Entre sus grandes aportaciones a la Península de Yucatán se encuentran las obras Los huracanes en la Península de Yucatán; Los humedales, un mundo olvidado; El mar y sus recursos y La gran selva maya, publicados en 1992 y 1995, editados por ASK y el patrocinio del Fondo Mundial para la Vida Silvestre (World Wildlife Fund), el Concejo para la Protección de Humedales de Norteamérica, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y otras instituciones. Escribió, además, La Península que surgió del mar; Selvas, mares y huracanes; La naturaleza y los mayas, (2015) sobre la relación de los mayas de ayer y hoy, con su medio ambiente y Breve crónica de la Guerra de Castas, esta última premiada por el Instituto de la Cultura de Quintana Roo.

Entre sus obras destacan Fantásticos descubrimientos del Siglo XX; Mitos y leyendas del mar; La nueva cara del sistema solar; El fin del mundo en 12 lecciones y La Nave del profesor Itzamná, libro de divulgación científica para infantes que fue editado en el 2000 y en 2015; esta última vez se presentó en el Teatro 8 de octubre de Cancún, el año pasado. Por este libro recibiría el premio hispanoamericano Netzahualcóyotl.

Recibió diversos reconocimientos y distinciones, entre ellos el Premio Nacional a la Divulgación de la Ciencia, «Alejandra Jaidar» 1984, otorgado por la Universidad Nacional Autónomo de México (UNAM), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia, (Somedyc); el Premio Latinoamericano a la Popularización de la Ciencia y la Tecnología de América Latina y el Caribe (2006-2007); el premio literario Ricardo Mimenza Castillo por obra publicada.

En la radio no se pueden olvidar sus contribuciones radiofónicas en Radio Ayuntamiento, Radio Turquesa y las estaciones del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social. Para Radio UNAM produjo durante más de 18 años el programa bisemanal Actualidades Científicas y por seis años produjo programas de televisión y cápsulas radiofónicas para el Conacyt.

También realizó un documental dedicado a los manglares, ecosistemas que bautizó como Los riñones para filtrar el agua de contaminantes, a fin de explicar tan sólo una de las funciones y servicios ambientales que los humedales brindan a la humanidad.

En la década de los setentas creó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM la cátedra de periodismo de la ciencia, que todavía se imparte a la fecha. Fue director de la Casa de la Cultura de Cancún y del Planetario Ka Yok. Considerado como una de las inteligencias más relucientes de la Península Yucateca, ameno conversador, generoso, culto y combativo, el nombre de Juan José Morales fue elegido para bautizar el auditorio de la Universidad del Sur, en diciembre pasado, en uno de sus últimos eventos públicos.

Morales Barbosa se distinguió también por ser una pluma crítica. Se involucró activamente en diversos movimientos socio ambientales que implicaban la defensa de manglares, selva, fauna silvestre, playas, arrecifes de coral, espacios públicos y derechos humanos. Fue defensor del «Ombligo Verde«, uno de los pulmones de la ciudad de Cancún, y participó en las actividades de protesta por la devastación de selva, manglares en el Malecon Tajamar, el año pasado.

Finalmente, pero no menos importante, Don Juan José fue un brillante expositor del escepticismo mexicano. Semanalmente, dentro de su columna en Por esto! publicaba una serie dedicada a las «medicinas» alternativas. Muchas de sus columnas fueron publicadas en el blog Marcianitos Verdes.

Juan José Morales Barbosa deja una huella imborrable y sus prolíficos escritos son un legado para la presente y las futuras generaciones. Le sobreviven sus hijos: Ernesto, David y Raúl Morales Peak, Hermanos: Jorge Carlos (+), Javier Armando (+), Noemí Dolores, Julio Alberto, Jaime Fernando y Ricardo.

Descanse en paz el querido e insigne maestro.