LAS HUELLAS DEL EXTRATERRESTRE
«Entonces él se encaminó hacia el disco y yo le seguí. Entonces llamó mi atención hacia las extrañas marcas que su calzado dejaba en el suelo, como si éstas fuesen algo importante. Después, el doctor Williamson sacó vaciados en yeso de aquellas huellas.
«El disco era un aparato más semejante a una campana que a un disco propiamente dicho. Estaba hecho de un material brillante, traslúcido. En su interior distinguí bultos que se movían. Pero no parecía ser de vidrio, sino de algún metal desconocido. El aparato no estaba posado en el suelo, sino flotando a unos 35 o 50 centímetros de altura. Reflejaba los rayos del sol como un diamante ahumado. La cúpula era oscura, sustentada por un anillo dentado. Estaba coronada por una bola, que en las fotos aparece como una anilla. Las portillas eran de un material bastante transparente y yo llegué a ver otro hermoso semblante a través de una de ellas, muy semejante al de mi interlocutor. Este me advirtió que no me aproximase mucho al aparato. Yo desobedecí y, cuando acerqué más el hombro derecho hacia la superficie del disco, mi brazo fue lanzado contra mi cuerpo con terrible fuerza. El venusino tomó una de las placas expuestas que yo había guardado en el bolsillo, y prometió que me volvería a ver. Le pregunté si podría entrar en el disco, y él me hizo comprender que algún día sería posible.
«Cuando el disco se elevó, noté que dos anillos de la parte inferior se movían en una dirección, mientras otros dos giraban en sentido contrario. Bajo el aparato estaba dispuesto en el tren de aterrizaje un trípode constituido por tres esferas metálicas. Luego, el «platillo» se alejó».
Los «misteriosos» símbolos que dejó el extraterrestre serían otra de las pruebas presentadas por los seguidores de Adamski para apuntalar la veracidad de sus contactos. Tiempo después el investigador Marcel Homet afirmaría haber encontrado símbolos muy parecidos en Bolivia. Pero como señala Marc Hallet en su libro George Adamski:
«Contrariamente a lo que parece decir al comienzo, él leyó Flying Saucers have Landed antes de publicar su propio libro, y es totalmente increíble que él haya reunido, en un mismo dibujo, varios signos como los que publicó, y asegurara que los había encontrado en lugares distintos. La evidencia apunta a que trató de llamar la atención sobre su propio libro con un «misterio» creado por él mismo».
HABLA EL PUBLICISTA PERSONAL DE ADAMSKI
En uno de los últimos números de la revista UFO Universe se publicó un artículo de quien fuera el publicista personal de Adamski, Harold Salkin. En ese artículo Salkin expone sus recuerdos de aquella época.
«Luego (del avistamiento) los seis testigos firmaron una declaración que atestiguaba la realidad del contacto. La historia del evento apareció en la Phoenix Gazette. Luego fue enviada a Clara Colcord John, de Washington, D.C.
«Clara era una ardiente devota de todo lo relacionado con lo que ella llamaba «la frontera del más allá». Esta frase aparecía como encabezado de su boletín Little Listening Post, que enviaba a diversos periódicos, miembros del gobierno, etc. Ella estuvo casada por muchos años con el doctor Walton C. John, el Comisionado para la Educación de Estados Unidos. Su círculo de amigos incluía muchas personalidades de la política, en Washington, quienes se reunían regularmente en su casa para escuchar diversas conferencias. Muchos llegaban de incógnito a escuchar lo último sobre platillos voladores, esperando no ser reconocidos por sus superiores en el gobierno.
«Entre los muchos corresponsales de Clara estaba Desmond Leslie, sobrino de Winston Churchill, y una autoridad en las culturas antiguas y fanático de los ovnis. Clara le dio una copia del artículo sobre el contacto de Adamski. Al mismo tiempo escribió a Adamski para hacer un libro con su relato.
«Eventualmente Leslie y Adamski se reunieron en Washington. Decidieron colaborar en un libro titulado «Flying Saucers Have Landed». El primer tercio del libro fue escrito por Leslie, y trataba de la historia de las visitas a la Tierra por naves alienígenas, tales como los «vimanas» de los textos de la India del 3,000 a.C. Estas eran pequeñas naves del tamaño de una canoa grande, que fueron observadas flotando sobre la India durante cientos de años.
«Las últimas dos terceras partes del libro «“la sección de Adamski-, fueron las que se «robaron el show», como escribió un cronista. La historia del contacto venusino en el desierto llevó al libro al número uno en las listas de best-seller de The New York Times, donde permaneció varias semanas.
«Adamski iba a Washington una vez al año, apareciendo básicamente ante la misma audiencia todas las veces. En 1963, aparentemente, cayó en la trampa en la que fueron capturados muchos de los contactados de los cincuenta y sesenta. Para mantener el «apetito» de sus seguidores, él (como los otros) estaba convencido de que debía proporcionarles un evento realmente espectacular. En el caso de Adamski fue el viaje a Saturno.
«Él llegó a casa de Clara John al mediodía, y tardó cinco horas en contar a un grupo de cinco personas su supuesto viaje en una nave espacial al planeta Saturno. Contó cómo había sido seleccionado por el Concejo Interplanetario para representar al planeta Tierra en un cónclave de doce embajadores planetarios. Él había sido escogido debido a sus actividades de contactismo con gente del espacio, por sus diversos escritos, etc.
«Cuando se le preguntaba directamente sobre el método del viaje y la vida de los habitantes de Saturno, parecía un tanto desubicado. La mayoría de sus escuchas no le creyeron, pero uno de ellos pensó que pudo haber tenido una proyección astral en lugar de un evento físico, dejando su cuerpo físico y proyectándose al espacio en su cuerpo astral.
«Pero Adamski no estaba de acuerdo, «No», exclamó, «no son cosas síquicas: este traje que visto es el mismo que vestí en la nave espacial. Estos zapatos son los zapatos que traía. ¡Fue muy real, no astral!».
«Esa misma tarde apareció ante una audiencia más grande contando la misma historia que había relatado en casa de Clara John. Aquellos que ya lo habían oído compararon sus notas más tarde, y estuvieron de acuerdo en que Adamski había dado entre seis y ocho detalles que contradecían sus declaraciones del mediodía. La mayoría de la audiencia de la tarde también parecía no estar convencida de su historia.
«Sus seguidores concluyeron más tarde que había sido una imprudencia haber contado esa historia sin ninguna evidencia que la soportara. Pero muy pronto ellos tendrían una desilusión mayor».
DENTRO DE LOS PLATILLOS VOLADORES
Luego de su fenomenal éxito con Los platillos voladores han aterrizado, Adamski decide publicar un nuevo libro, esta vez en solitario. De esa manera nacería Dentro de los platillos voladores. En él nos cuenta sus experiencias con seres de Marte y de Saturno. Pero dejemos que sea el mismo Adamski quien nos cuente.
«»¦ Uno medía 1.85 metros aproximadamente y parecía contar con unos treinta años de edad. Su cutis era rojizo y sus ojos «“que contenían el destello característico de aquellos que gozan de la vida- eran de color café oscuro. Era su mirada extraordinariamente penetrante. Sus negros cabellos ondulados estaban cortados a la usanza nuestra. Vestía un traje café oscuro, pero no tenía sombrero.
«El hombre más pequeño parecía también más joven, y calculé su altura en 1.65 metros. Su rostro era redondo e infantil, su cutis pálido y sus ojos de un azul grisáceo. Sus cabellos también ondulados y cortados de manera normal, eran castaño claro. Vestía un traje gris e, igual que su compañero, carecía de sombrero. Fue el más pequeño el que pronunció mi nombre y sonrió.
«Él viene del planeta que ustedes llaman Marte, yo, del que conocen como Saturno»¦ Somos lo que ustedes en la Tierra podrían llamar «˜contactos»™».
«»¦ El objeto medía aproximadamente de cinco a seis metros de altura y tenía un gran parecido al platillo, o vehículo exploratorio, de mi primer encuentro, casi tres meses antes.
«Cuando nos detuvimos advertí a un hombre que se encontraba de pie junto a la brillante nave. Al descender del automóvil, mis compañeros emitieron saludos en voz alta. El hombre que se encontraba junto al vehículo exploratorio parecía estar trabajando con algo conectado a la nave.
«Caminamos hacia él, y con alegría pronto le reconocí: era mi amigo, mi primer contacto, el hombre de Venus.
«Su radiante sonrisa manifestaba que compartía mi felicidad por esta reunión. Una vez que intercambiamos saludos dijo: «Mientras descendíamos se rompió una pequeña parte de esta navecilla, por lo que la he reemplazado mientras lo esperábamos».
«Le observé con curiosidad mientras vaciaba en la arena el contenido de un pequeño crisol.
«»¦ En lugar de pedir información me agaché y toqué con cuidado lo que parecía ser una pequeña cantidad de metal derretido, que el venusino había desechado momentos antes. Pese a que todavía estaba caliente, no lo estaba tanto como para impedir que lo tomara. Con cuidado lo envolví en mi pañuelo, metiéndolo a continuación en uno de los bolsillos interiores de mi abrigo. Todavía conservo en mi poder esa pieza de metal».
UN MUNDO DE FANTASÃA
Muchos de sus seguidores le pidieron que dejara que los científicos analizaran la muestra de metal, a fin de demostrar que su contacto había sido real. Adamski se negó durante mucho tiempo, pero llegó el momento en que se vio acorralado y no tuvo más remedio que mandar analizar su metal. Se trataba de escoria de fundición. Sin embargo, Adamski en una carta a Chralotte Blodget presenta los resultados de la siguiente forma:
«Por lo que respecta a la pequeña pieza de metal a que me refiero en el libro y que tú sostuviste en tu propia mano, no he querido someterla a análisis debido a una experiencia pasada. Hace algunos años mandé realizar el análisis químico de una pieza de aleación metálica que sabía a ciencia cierta que provenía de este planeta. Lo primero que se me ocurrió fue que se llevara a cabo tal análisis, por lo que se la entregué a un científico. La primera vez que le llamé para pedirle los resultados, el hombre se oía como si estuviera muy excitado; pero cuando lo vi más tarde en su laboratorio ya se había controlado (o alguien le había dicho que lo hiciera) y trató de no dar importancia al asunto. Cuando dijo que la aleación no tenía ningún metal que no fuese posible encontrar en cualquier depósito de chatarra, yo continué por supuesto presionándolo para que expresara científicamente lo que había encontrado. Fue entonces que concedió que había «pequeñas diferencias» entre esta aleación y las normales, pero añadió que podían deberse a alguna variación en el calor o algún «pequeño accidente» que no había notado al efectuar la aleación, por lo que era difícil duplicarlo».
Habría que aclarar aquí que toda coincidencia y concordancia entre los relatos de Adamski y Billy Meier no tienen nada de casualidad[1].
Finalmente Adamski entregó esta muestra a Desmond Leslie quien a su vez dio el pedazo de metal para su análisis a George Ward, en ese entonces Ministro del Aire británico. La muestra demostró estar compuesta predominantemente de aluminio, combinado con trazas de otros elementos.
Otra cosa que llama la atención es el hecho de que todos los extraterrestres, sean de Venus o de Marte, tienen la misma apariencia física que los humanos, aunque todos los sobrepasan en belleza. La explicación, tal vez, ya la dio el mismo Antonio Ribera cuando escribió:
«El bello ser del espacio es el propio Adamski, idealizado. Es una proyección, una encarnación de los ideales de este filósofo pacifista con ribetes de vegetariano y teósofo. Su venusino es un Adamski, rubio como él, pero más joven, más bello y que predica la paz y el fin de la carrera de armamentos atómicos».
Estas proyecciones y fantasías tendrían su más clara expresión en la escena del conclave interplanetario, donde le dieron una túnica, hecha de un material parecido a la seda, de un color azul violáceo que tenía bordada una rosa de extraordinaria belleza. Estaba situada sobre la manga, y le recordó la pasión de Cristo y la corona de espinas. No hay duda de que Adamski, al presentarse ante los doce miembros del Concejo Interplanetario, está asumiendo la figura de Cristo. Adamski es el moderno Cristo redentor y salvador de la humanidad contra las guerras nucleares. Adamski es Orthon, Cristo y el mismo Klaatu, de El día que paralizaron la Tierra.
EXTRATERRESTRES SIN NOMBRE
«Puedo Apuntar aquí «“como bien podría hacerlo en cualquier otro momento de la narración-, que en ningún momento se me informó de los nombres de estos visitantes. Oportunamente se me indicó la razón de ello, pero no puedo explicarla aquí en detalle. Baste decir que no hay nada misterioso en esta situación, sino que ellos poseen un concepto enteramente diferente de los nombres que el nuestro.
«Aunque esta falta de especificación de nombres no ocasionó ninguna confusión en mis encuentros con estos nuevos amigos, me doy cuenta que ésta podría suscitarse entre los lectores, especialmente en la parte final de este libro en que se incrementa el número de contactos. Por lo tanto, ya que la gente de este planeta requiere del uso de algún tipo de nombres, habré de inventar algunos adecuados.
«Aunque debo dejar asentado que los nombres que emplearé para designar a estos nuevos amigos no son los correctos, quiero añadir que tengo buenas razones para haberlos elegido y que no carecen por completo de significado y relación con aquellos a quienes distinguiré por medio de ellos en las siguientes páginas.
«Al marciano lo llamaré Firkon y al saturnino Ramu; en tanto que el nombre que he escogido para el venusino es Orthon».
El número de contactos y de seres espaciales no se limitaría a los anteriores. Pronto aparecerían Kalna, de Venus; Ilmuth, de Marte (ambas mujeres); Zuhl, de Saturno, etc.
En esta obra Adamski describe cuál es el supuesto aspecto de Venus y de la Luna. Echemos un vistazo a Venus.
«Al otro lado de la puerta había otra pintura más, una escena bucólica de colinas y montañas con un arroyo que corría por la campiña. Esta podría haber pasado todavía más fácilmente por una escena terrestre, excepto porque las granjas no estaban esparcidas por la campiña, sino que seguían también un plan circular».
Y la Luna»¦
«Podía ver claros indicios de que, en el lado que vemos desde la Tierra debe haber existido alguna vez una gran cantidad de agua. Zuhl me dijo: «Todavía hay mucha agua al otro lado, así como otra tanta oculta a profundidad, dentro de las montañas de este lado».
«»¦ En algunos de estos sitios era perceptible algún pequeño brote de vegetación»¦ Al estar viendo, un animalito corrió por el área que yo abarcaba. Pude ver que tenía cuatro extremidades y estaba cubierto de pelo, pero su velocidad me impidió identificarlo».
LOS CONTACTOS APÓCRIFOS
Si los nombres de los seres extraterrestres que contactaron con Adamski no eran los que conocemos, luego entonces ¿dónde queda la veracidad de los posteriores contactados de todo el mundo que afirmaron haber establecido contacto con Orthon, por ejemplo?
¿Qué podemos decir del mismo Orthon que en el primer contacto es incapaz de pronunciar palabra alguna, mientras que tres meses después establece una larga y fluida conversación con Adamski?
En la novela de Ciencia Ficción de Adamski los extraterrestres no tienen nombre por lo que en los capítulos finales eso se vuelve un perfecto galimatías imposible de descifrar. Este error lo detectó la señora McGinnis y lo corrigió en la versión final.
Las descripciones de Venus, la Luna, Marte y Saturno son para desternillarse de risa. Adamski dijo que en la Luna vio colonias enteras de gente que vivía en su lado oscuro, el cual estaba cubierto de vegetación. Había extrañas ciudades en el interior de cúpulas transparentes. Por las calles de estas ciudades circulaban automóviles que, como los platillos, volaban a 30 centímetros sobre el suelo.
Nuestros conocimientos actuales muestran que en la Luna no hay ninguna de las maravillas que Adamski describió; que la vida en Venus es imposible pues en su superficie se alcanzan temperaturas capaces de fundir el plomo.
Adamski predice la existencia de doce planetas en el sistema solar. Algo que no se ha comprobado:
«Cada planeta «“dijo- se mueve en coordinación con una serie de otros planetas en torno a lo que ustedes llamarían un sistema. En cada caso, hasta donde hemos aprendido por nuestros viajes, hay 12 planetas en un sistema. A más de esto, 12 de esos sistemas se unen en torno a un núcleo central comparable a nuestro Sol. Estos constituyen lo que algunos de sus científicos llaman un «universo isla». Tenemos razón para creer que 12 de tales universos islas comprenden una vasta unidad en la casa de muchas mansiones del Padre»¦ y así sucesivamente, sin final».
Continuará…
[1] Ver Marcianitos verdes http://marcianitosverdes.blogspot.com/2006/06/la-historia-de-billy-meier-y-2.html
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