LA PRESENTACIÓN
«El presidente me invitó gentilmente a hablar».
«-Señor presidente, antes de empezar la exposición que voy a hacerle, le ruego tenga la bondad de observar este objeto».
«Así empecé, ciñéndome a las instrucciones de Mohel, quien me había dicho que primero presentara la prueba y continuara después con la explicación».
Para Ruiz Cortínez no debió ser «nada del otro mundo». O mejor dicho, nada nuevo. El, como sabemos, ya tenía en sus manos varios platillos voladores y sus técnicos y científicos ya estaban trabajando en la producción en masa de ese tipo de vehículos para apuntalar el poder político del PRI. Sin embargo»¦
«Lo tomó delicadamente y lo observó un rato con atención».
«Era un adorno de mesa de metal con una gran flor de cristal. Estaba imantada y tenía la peculiaridad que al pasar los dedos por los pétalos y extender la mano hacia un objeto de metal, éste se acercaba hasta la mano»[1].
«Lo estuvo observando algunos momentos mientras pasaba la yema de los dedos por el cristal finamente tallado y luego, mirándome:
«-Está tallada con arte exquisito y me sorprende que en proporción a su tamaño, casi no tenga peso».
«-¿Quiere tener la amabilidad de extender la mano hacia algún objeto de metal distante?»
«Con aire intrigado estiró el brazo hacia un pisapapel que estaba sobre una mesita cercana. El pisapapel, un ánguila[2] de bronce, se levantó suavemente y fue a posarse cerca de la mano del presidente».
«Puso éste tal cara de asombro, que no pude reprimir una sonrisa».
«-Pero es extraordinario; ¿qué significa esto señora?»
«-¿Conoce Ud., esta clase de cristal? ¿Qué impresión le causa?»
«-En verdad no, señora. Ya le manifesté mi extrañeza acerca de su poco peso en comparación a su tamaño. ¿Puedo hacer otra prueba?»
«-Las que Ud. Guste, con cualquier clase de metal».
«Esta vez miró detenidamente un pesado jarrón de cobre que estaba colocado en un tibor. Al igual que el pisapapel, el jarrón se levantó suavemente y fue a posarse sobre el escritorio»[3].
«El presidente no articuló palabra. Rozó el borde del jarrón con los dedos como para convencerse. Su perplejidad era evidente».
«Si desea volverlos a su lugar, puede hacerlo señor. Basta que extienda la mano y formule mentalmente el lugar donde desea colocarlo».
«Lo hizo así y ambos objetos volvieron a colocarse en su sitio anterior».
«No disimulaba ya su asombro y agitando las manos con nerviosidad».
«-Señora, quiere tener la bondad de explicarme»¦»
«El momento había llegado. Le enseñé el tubo de oricalco que contenía el Mensaje y le dije:»
«-Antes de empezar señor presidente, ruego a Ud. Concederme siquiera una hora. Lo que tengo que exponerle es muy extenso».
«Pensó unos instantes y luego como sugestionado, dio órdenes por un interphone[4]. Sentí una suave presión en el brazo y comprendí que mis amigos me estaban ayudando».
«-Señor presidente: lo que voy a tener el honor de exponerle es de una trascendencia tal que linda con lo fantástico. Lo inverosímil es la nota dominante; le ruego prestarme toda su atención por absurda que pueda parecerle mi narración».
«Le hice una amplia exposición de mi viaje; de la característica mental de los venusinos, de las enseñanzas que me impartieron, de sus normas de vida, de sus conceptos sobre la vida evolucionante, de sus deseos de ayudar a la humanidad terrestre, terminando por entregarle el Mensaje del Gran Patriarca».
¡POR FIN! EL MENSAJE
Sobre advertencia no hay engaño. Bien les dije que se saltaran al apartado «Platos Voladores al final de la década». Pero si ya llegaron hasta aquí, ahora tendrán su recompensa: sabrán el contenido del Mensaje.
«En honor a la verdad, el presidente me escuchó con profunda atención sin interrumpirme a pesar del intenso asombro que se reflejaba en su semblante en algunos de los pasajes de mi exposición. Al recibir el tubo de oricalco, como impulsado por una fuerza extraña se levantó y me hizo una profunda reverencia. Sin volver a sentarse y con mano temblorosa, sacó el pergamino, lo desenrolló y lo leyó repetidas veces».
«Con voz quebrada por la emoción, así me dijo:»
«-Señora permítame manifestarle que mi sorpresa no tiene límites. Le ruego creerme que ni por un solo instante he dudado de la veracidad de sus palabras, pero me siento algo aturdido; le suplico darme tiempo para poner en orden mis ideas»¦»
«Sonrió y con galanura: -todavía no tengo la admirable disciplina de su mente».
«Estaba como galvanizado; trataba de dominarse, pero era muy difícil para él».
«-Continuó: -de todo esto tenemos que hablar extensamente; usted comprenderá señora, que un mensaje de tal importancia, tengo que estudiarlo cuidadosamente y presentarlo a mi gabinete. No encuentro palabras para agradecerle el honor con que ha querido favorecerme, eligiéndome a mí, en vez de llevarlo a otro país»¦»
«Hablamos largo rato todavía; me expuso rápidamente un plan de acción, sin embargo había que proceder con suma cautela. El secreto más absoluto debía de envolver todo cuanto se refiriera al asunto. Me rogó de acudir en cualquier momento fuera necesaria mi presencia. Le aseguré que estaba a su completa disposición. Todo se había encarrilado con tanta felicidad, que me parecía soñar».
«No se me ocultaba «como» había sido posible eso; la suave presión del brazalete, me hablaba en lenguaje especial. Salí de palacio radiante de alegría. Mis amigos queridos podían estar satisfechos».
«Era ya noche y Venus brillaba esplendorosa. Le sonreí con todo el corazón».
¿Y el Mensaje? ¿Qué decía el Mensaje? ¡No pueden hacerme esto! Después de haber leído casi 150 páginas de basura ufológica escrita por contactados, Nirvana me escamotea el famoso Mensaje. ¡Alguien tiene que pagar por esto! Mi venganza caerá en todos los que hayan llegado hasta aquí, soportando la misma lectura que yo tuve que soportar hace algunos años. ¡Je, je, je!
Pero hay una parte final de esta historia. Resulta que actualmente en Venus se escucha el sonido del mariachi y la comida ya es sazonada con chile. Por lo menos es lo que se desprende del relato de Nirvana. Dos mexicanos fueron a vivir a Venus. Que conste que los hijos de Cuauhtemoc fuimos los primeros en llegar allá.
«Cierto día en una de las reuniones, el presidente me dijo:»
«-Señora, usted que sigue paso a paso nuestra labor para el futuro, conoce perfectamente los obstáculos que tenemos que vencer. Para allanarnos siquiera una parte, hemos decidido que dos de mis ayudantes, los mismos que dejo a su elección, vayan a Venus. De esta manera nos será más fácil poder demostrar que no se trata de un cuento fantástico. ¿Quiere comunicarse con Mohel y ver si es posible hacerlo?»
«La presión del brazalete, me demostró que ellos estaban viendo y escuchando. Le contesté al presidente que vería el modo de obtenerlo. Ya a solas, me puse en comunicación directa con ellos, como Mohel me había enseñado a hacerlo y la respuesta fue que accedían».
«Siguieron nuevas instrucciones acerca de las dos personas que deberían de emprender el viaje. Era indispensable que se sometieran previamente a una dieta especial para ir preparando su cuerpo físico».
«No tardaron en comunicarme que muy en breve vendrían por mí y por los otros dos. Mi felicidad fue inmensa. Largo rato estuve en la ventana contemplando el dulce resplandor de Venus que con sus parpadeos luminosos me acariciaban».
PLATOS VOLADORES AL FINAL DE LA DÉCADA
Pasarían algunos años para tener más reportes de OVNIs en México. La oleada mundial de 1954 pasaría sin pena ni gloria para México. No conozco ningún caso mexicano que se haya dado en esas fechas.
En 1956 el italiano naturalizado mexicano, Narciso Genovese haría su viaje a Marte (12 de octubre de 1956)[5]. Al parecer, pero sin confirmar, Genovese también había asistido a las pláticas de Adamski en la Colonia Condesa. ¿Ahí se le ocurrió lo del viaje a Marte? Genovese, posteriormente, se dedicaría a escribir ciencia ficción[6].
A las 11:30 del 14 de septiembre de 1956, el ingeniero R. J. Portis (¿Ortiz?) y tres personas más, de Ciudad Juárez, Chihuahua, vieron 6 grupos de esferas luminosas en formaciones que variaban de la forma de un arco invertido a una Y. El avistamiento duró hasta las 13:20[7].
A principios de 1957 se vio un «cigarro volador» en la ciudad de Poza Rica, Veracruz[8].
El ufólogo mexicano Alfonso Salazar Mendoza, quien también es mecánico de aviación, menciona en su libro[9] que el maestro mecánico Carlos Aragón Hernández, de Mexicana de Aviación, observó «un objeto que irradiaba gran luminosidad». Los sucesos ocurrieron el 28 de julio de 1957 muy cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Doce personas en total observaron el objeto a las 23:00. Entre ellas se encontraban los vigilantes y policías de los talleres de mantenimiento de la citada compañía aérea.
El relato lo hizo Aragón muchos años después del acontecimiento. La fecha y hora no se olvidaron debido a que, al día siguiente, ocurrió uno de los peores terremotos que haya sufrido la Ciudad de México.
Cinco meses después, un avión DC-3 de Aerolíneas Mexicanas, que volaba de San Luis Potosí a la Ciudad de México, se cruzó en el camino de un plato volador[10]. Era el 10 de diciembre de 1957, entre las 20:45 y 21:15. Los pilotos del avión recién habían verificado que habían pasado la ciudad de León y se dirigían a la ciudad de Querétaro, cuando vieron («a su derecha») un objeto que se encontraba suspendido. El avión, matrícula XA-SUW[11], se encontraba a unos 4,000 metros de altura.
Los tripulantes del avión, el capitán Gilberto Castillo del Valle, el primer oficial Víctor Manuel Mora y la azafata Estela Cruz, informaron que el objeto tenía una especie de antenas a su derredor, y tenía un color azul «como el de la soldadura autógena». Dijeron que se encontraba a unos 130 kilómetros y tenía un diámetro de 200 metros[12].
Los pasajeros pudieron observar el fenómeno gracias a que la azafata les informó del mismo[13].
Al día siguiente el director de la compañía, Lic Rubén Ruiz Alcántara, citó en sus oficinas a la tripulación para que dieran un informe del mismo. El capitán Castillo dijo que el objeto, antes de perderse de vista, se elevó unos 10,000 metros en un lapso de 4 segundos.
En ese mismo mes se dio el único caso mexicano que fue recogido en el Libro Azul (Caso 5545 de Libro azul). El 13 de diciembre de 1957 R. C. Cano, vecino de la Colonia Anáhuac, en la Ciudad de México, vio 14 o 15 discos brillantes volando en formación como si fueran una pila de monedas. Luego cambiaron a una formación en V. El avistamiento duró 20 minutos[14].
Luego, el 25 de marzo de 1958 Roberto Osorno Orozco, un astrónomo aficionado, tomaría una fotografía de uno de estos objetos en la Ciudad de México[15]. La noticia la dio a conocer el periódico La Prensa del 21 de abril de 1958, pero no tengo la referencia.
En la fotografía se puede observar un objeto de forma alargada cruzando los cielos de la ciudad. Osorno Orozco tenía un observatorio improvisado en su granja. Osorno comenzó su afición en 1943 cuando construyó su primer telescopio. Llegó a construir cuatro de estos aparatos, el mayor de ellos de 700 diámetros. Con un telescopio refractor de 0.15 milímetros de abertura, Osorno dijo haber observado una explosión en Marte, que se dijo, también fue observada por un astrónomo aficionado del Japón. Sus experiencias en esta rama de la ciencia las plasmó en el libro El Universo del aficionado.
El astrónomo aficionado dijo que tomó la foto del objeto cuando éste se encontraba en una «ascensión recta 4 horas; declinación sur 18 grados 15 minutos, es decir, cuando los rayos del Sol iluminaban la parte occidental del objeto».
Utilizó un buscador telescópico (con un aumento de 60 diámetros) fabricado por él mismo. La hora del avistamiento: seis de la tarde.
Varios vecinos de Osorno fueron quienes le informaron del objeto. Permaneció inmóvil durante algunos minutos. Luego, rotando de forma vertiginosa, desapareció de la vista.
Osorno era un «repeater». Años antes había visto, utilizando un catalejo, dos objetos en forma de huso con una luz central cintilante.
Luego vio una esfera de luz azul que giraba rápidamente. La esfera se elevó durante unos tres minutos y luego desapareció.
Luego de un mes Osorno dio a la publicidad su fotografía. Dijo que «quería convencerse de que el testimonio era tratado con espíritu de seriedad».
Tantos avistamientos de naves atípicas para la casuística mexicana (cilindros o naves nodriza en el más puro estilo adamskiano), acostumbrada a los platos voladores o discos; la tardanza en reportar su avistamiento y su foto; la mención de «explosiones en Marte» y su afición por la astronomía, nos hacen pensar si acaso Osorno trabajaba en las faldas del Observatorio de Tonantzintla vendiendo Hot Dogs (o por lo menos tacos al pastor, que son más mexicanos y mucho más nutritivos).
Soy un necio, un negativista, un debunker sin remedio, pero para mí, la fotografía de Osorno es un «fraude adamskiano».
Y con este avistamiento se cierra la casuística mexicana de la década de los cincuenta. Al menos es lo que tengo en mis archivos.
COLOFON
¿Qué podemos sacar en conclusión? Sin considerar la oleada de marzo de 1950 que, muy probablemente se debió al avistamiento de globos meteorológicos, tenemos casos fraudulentos de OVNIs estrellados; visitas de contactados que generan la aparición de los primeros libros sobre platillos voladores escritos en México y de los primeros imitadores del contactado (Villanueva y Genovese). ¿Globos? ¿Luces de los terremotos? ¿Venus? ¿Nubes «Pile d»™assiettes» o «pilas de discos»? ¿Fotos fraudulentas? ¿Los casos restantes se pueden explicar mediante estas hipótesis? No lo sabemos. Lo que sí es cierto es que esos casos proporcionan muy poca información y que, por lo tanto, es necesario continuar la investigación.
Continuará…
[1] Me pregunto si ese efecto se daba en cualquier tipo de metal (ferroso o no ferroso, es decir, magnético o no magnético). A mí me hubiera convencido que el efecto se produjera en metales como el Aluminio o el Zinc, que no son magnéticos. LRN
[2] Así esta escrito en el original. LRN
[3] Hablé antes de tiempo. ¡El maldito aparato trabaja con metales no magnéticos! Incluso lo hace mejor que el dedo de «Mi marciano favorito» o la nariz de Samantha. Pero, ¿cómo demonios hacen los venusinos que una fuerza de tipo magnética (proporcional a las cargas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia) se controle de tal manera que el «dedo» del presidente no haya sido fracturado al entrar en contacto, y chocar (que así debió haber sido el efecto) con el jarrón?
[4] Ahora me explico porqué Ruiz Cortínez no pudo evitar una de las devaluaciones más espantosas que sufrió el peso mexicano. Estaba ocupado hablando de «marcianitos» con una contactada. Perdón, eran venusinos.
[5] Genovese Narciso, Yo he estado en Marte, Editorial Latinoamericana, México, 1958.
[6] Genovese Narciso, La nueva aurora, B. Costa Amic Editor, México, 1958
[7] Archivos del NICAP.
[8] Mondragón Cantón Rubén, Un extraño OVNI fue fotografiado en 1958, La Prensa, 25 de septiembre de 1965.
[9] Guzmán Rojas Carlos Alberto & Salazar Mendoza Alfonso, Los OVNIs y la aviación mexicana, Grupo Editorial Tomo, México, 2001.
[10] Anónimo, ¿?, La Prensa, 11 de diciembre de 1957.
[11] El Magazine de Novedades del 11 de diciembre de 1957 menciona que la matrícula era XA-FUW.
[12] Ignoro la forma en que hicieron esos cálculos, de un objeto desconocido, en la noche. Pero esto demuestra la pericia de los pilotos mexicanos.
[13] Lorenzen Coral & Lorenzen Jim, UFO Whole Store, Signet, 1969.
[14] Archivos del NICAP.
[15] Mondragón Cantón Rubén, Un extraño OVNI fue fotografiado en 1958, La Prensa, 25 de septiembre de 1965.