El polibolon como contraejemplo astroarqueológico
Mientras se extendía por todo el mundo la locura por las «ideas» astroarqueológicas, muy pocos arqueólogos y académicos se preocuparon, ya no tanto por enfrentar estas tonterías sino de aportar pruebas en su contra o mostrar los verdaderos adelantos técnicos y científicos de los pueblos de la antigüedad. Adelantos que nada tuvieron que ver con enseñanzas de supuestos dioses-astronautas.
Entre los pocos que trabajaron en este sentido está Pieter Coll (pseudónimo de Hans Walter Gaebert) quien en su Das gab es schon im altertum[1] nos habla sobre el Polibolon, un cargador múltiple para flechas, o el equivalente antiguo de las ametralladoras.
Dice Gaebert que el artilugio se basaba en un invento de Dionisio de Alejandría y consistía en una gran ballesta de 4 o 6 centímetros de ancho de fleje, colocada sobre una plataforma rodante que poseía un depósito de flechas, y mediante un mecanismo que las dejaba caer en el disparador una tras otra. Escribe Gaebert:
«El cargador múltiple, usado para disparar en rápida sucesión una flecha tras otra, estaba atendido por un solo hombre, el cual sólo tenía que tensar cada vez que disparara la cuerda del arco mediante una ligera rotación del volante tensor. Este volante accionaba a la vez una cadena sin fin que, tomando una flecha del depósito, la dejaba caer en el cilindro giratorio situado debajo, el que, a su vez, al dar la vuelta, introducía la flecha en un canal de carga del artefacto. El cilindro, una vez descargado, continuaba girando hacia arriba para volver a recoger una nueva flecha mientras se disparaba la anterior.
«El sistema parece algo complicado, pero funcionaba en mucho menos tiempo del que se tarda en describirlo. La precisión de tiro y rapidez de los disparos debía ser algo asombrosa a juzgar por el relato de distintos autores. Por el hecho de estar servido el cargador múltiple por un solo hombre, es fácil suponer la «˜potencia de fuego»™ de que disponía una sola sección de esta clase de «˜ametralladoras»™».
Y antes de que los modernos astroarqueólogos digan nada, éste fue un invento de nuestros antepasados. Los extraterrestres no vinieron a mostrarnos sus ametralladoras, sus pistolas láser o sus armas basadas en técnicas desconocidas (armas que aún hoy son indescriptibles). Los antiguos griegos no copiaron esa tecnología con el único interés de alagar a los dioses para que pudieran regresar en el futuro.
Es probable que los fanáticos de los fenómenos para-anormales crean que esto no es así y que esos aparatos no se podrían explicar sin la presencia de los antiguos astronautas. En efecto, esa tecnología está más allá de las capacidades de ellos. Pero podemos asegurar que las personas normales tienen (tuvieron) las habilidades y conocimientos para hacerlos.
[1] Coll Pieter, Esto ya existió en la antigüedad, Ediciones Orbis, colección Biblioteca de Historia, Barcelona, 1986. Págs. 155-156.