Encuentro con Antraspartarlox (2)

MARÍA CRISTINA LEGUÍZAMO Y SU ENCUENTRO CON ANTRASPARTARLOX

EL VIAJE A HERCOLOBUS

Continuemos con el relato de Cristina hecho al periodista Antonio Escobedo. En 1974 dijo:

«Es verdad, yo viajé primero con mi hijo y después sola en un platívolo extraterrestre y visité el planeta Hercólobus y penetré al sistema Tilar.

«También me indicaron que el planeta que visitaríamos, pertenecía al cinturón de Orión[1] del sistema Tilar. Hicieron especial hincapié, en que si lo prefería podría llevar a mi hijo, pues él ya los había visto[2].

«Desperté a mi hijo y le indiqué que haríamos un viaje en el avión que minutos antes observara y la noticia lo llenó de gusto. En la sala de la casa, esperaban los tres seres, los cuales nos indicaron a mi hijo y a mí que los siguiéramos[3].

«Nos dirigimos hacia el patio de la casa y de pronto ante mí, pude contemplar bastante asombrada una nave espacial, que al igual que me la describiera mi hijo, era de forma redonda y emitía destellos de luz de diferentes colores[4].

Leguízamo6 La señora Leguízamo señala el lugar en donde flotaba la nave espacial que la llevaría al planeta Hercólubus.

«La nave se encontraba como girando y suspendida en el aire y nuestros extraños acompañantes, nos indicaron que caminásemos hacia ella y cuando nos encontrábamos debajo de ella, de pronto una fuerza extraña nos introdujo a la misma[5].

«A mi hijo y a mí nos colocaron en una especie de grandes sillones que luego quedaron cerrados por una cubierta de un material transparente[6]. Esto lo hacían, según me informaron después para que no sufriéramos los efectos de la gravedad[7].

«El interior de la nave, era bastante espacioso y muy cómodo, alrededor del cuarto de cabina donde nos hallábamos había un sinnúmero de palancas y botones que se encendían y se apagaban a intervalos[8].

«Al través[9] de una pantalla como de televisión, uno de nuestros acompañantes me indicó que mirase y al hacerlo, pude observar algo así como una pera y muchas luces a su alrededor y según nos informaron, aquello que había visto era mi planeta de origen la Tierra[10]. De pronto, sin poder precisar cuánto tiempo había transcurrido, dado que perdí la noción del tiempo, observé al través de la misma pantalla a otra nave, que a diferencia de la que me encontraba, aquella no era de forma redonda sino que más bien tenía la forma de un puro; y entonces se me informó que nos estábamos acercando a una nave nodriza[11].

«Penetramos en el platívolo a la nave nodriza[12], y al bajar en ella pude percatarme que en su interior; había muchísimo platívolos y otros seres, de diferentes colores en sus cabellos, tal vez me imagino que éste sea un rasgo de diferencia de procedencia entre ellos.

Por unos instantes, nuestra entrevistada calló, como si estuviera viviendo nuevamente aquellos inigualables momentos y al notar nuestra avidez continuó su relato.

Antraspartarlox4 Antraspartarlox.

En la nave nodriza -continúa la señora Leguízamo- surcamos por segunda vez el espacio, y mi hijo se durmió. Los seres en la nave iban y venían y no obstante que mis ropas eran completamente diferentes a las de ellos, así como mi físico, no me miraban como a un ser raro y según he comprendido, esto es a causa del tiempo que llevan observándonos[13].

«De pronto nos acercamos a una gran muralla de color obscuro que pude advertir al través[14] de una especie de ventana y detrás de aquella inmensa oscuridad, se percibía una luminosidad enorme. Uno de mis acompañantes, me indicó que nos estábamos acercando al planeta HERCOLOBUS y me indicó asimismo Que descenderíamos para que lo conociera[15].

«Así lo hice, sólo que esta vez solamente acompañada por un ser y sin mi vástago, dado que se había quedado dormido en la nave.

Estando ya en el planeta Hercólobus, la señora y su acompañante, empezaron a caminar a través de una especie de túnel al fondo del cual advirtieron una luz sin igual.

Al llegar hasta el punto de mayor luminosidad dentro del túnel, por segundos nuestra entrevistada creyó que se cegaría de por vida, pero no ocurrió tal situación, dado que poco a poco se empezó a desvanecer la luz cegadora y ante ella y su acompañante, apareció de pronto un ser de aproximadamente 20 metros de estatura[16].

El enorme ser, nos dice doña Cristina se parecía tanto en su físico a Jesucristo, que por unos momentos llegó a pensar que verdaderamente se trataba del Hijo de Dios[17].

Al interrogar a nuestra entrevistada acerca de si había sentido miedo ante la presencia de tan extraño ser, nos contestó:

«No, en ningún momento sentí miedo, dado que nadie me había causado el más leve daño».

El extraño ser me dijo por telepatía que él no era Cristo, que se llamaba ANTRASPARTARLOX y que era el REGENTE de los seres del espacio.

Antraspartarlox5 Antraspartarlox.

«Así mismo me dijo que me habían llevado hasta él para que me diera un mensaje».

El mensaje es el siguiente:

«Se están autodestruyendo. Sólo aplican su inteligencia en máquinas de guerra, mientras que se desentienden de la alimentación de los pueblos al grado de que pronto habrán consumido todo sobre la Tierra y, no tendrán más recurso que alimentarse de los productos del mar, pues también su fauna será consumida.

«Se comerán entonces los unos a los otros hasta no quedar sino un sobreviviente que tendrá que comerse a sí mismo.

«Fabrican balines para matarse, cuando podrían utilizar esos minerales para la estimulación de los vegetales que son su propia existencia… eso aquí le llamamos de otro modo… allá es agricultura… se o1vidan de ella y hacen infiernos en donde se asan por millares y se hacen polvo en desesperado esfuerzo por aminorar el número de bocas, eliminando seres a los que no tienen derecho de destruir, porque los humanos no son creadores de sí mimos. Son creación de la excelsitud, por lo que deberían, de ser sagrados, porque son pensantes, dotados de inte1igencia y tú fuiste señalada para transmitir este mensaje»[18].

Leguízamo4 La testigo muestra una de las piedras calcinadas encontradas en el lugar en donde se posó la nave.

La señora Leguízamo nos narra que de pronto, así como se presentó el enorme ser, se desapareció de pronto y su acompañante le informó que era hora de regresarla a su hogar.

¿Cómo regresó?…

Doña Cristina no lo recuerda. De pronto se vio en su casa y su primera reacción fue el convencerse que su hijo se encontraba bien.

¿Habría sido un sueño el viaje? No, no lo fue, su calzado al igual que el de su hijo, se encontraba tremendamente desgastado[19].

Al informar a los técnicos de la NASA de lo sucedido, le recogieron su calzado y junto con el de su vástago y la grabación de los hechos, regresaron a su país y hasta la fecha no le han informado de sus investigaciones[20].

CURANDERA

Luego de la partida de su esposo hacia los Estados Unidos y teniendo que sostener a sus cuatro hijos y a su padre enfermo, María Cristina Leguízamo comenzó a trabajar como curandera. Para ese entonces no sólo decía haber contactado con Antraspartarlox, del «planeta verde» o Hercólubus[21], sino con un tal Kalin Karushema, que se identificó como uno de los integrantes de «las siete tribus míticas de Israel»[22]. Entre sus contactos también estaba un anciano de aspecto venerable que dijo ser el mismísimo Espíritu Santo. Entre las visitas también estuvo el espectro de Martin Luther King, «el cual me notificó que John F. Kennedy había reencarnado en un individuo de raza negra destinado a ser el salvador de su raza. Yo me preguntaba si todo esto formaba parte de mi preparación, y si era así la manera en que probaban mi mente».

BarbaraGuerreroPachita Bárbara Guerrero, «Pachita».

Las sesiones de «cátedra y sanación» se daban en su casa del Ajusco. Ahí María Cristina difundía las enseñanzas transmitidas por todos estos seres del astral, del infinito y de más allá. Ahí mismo, en su humilde casa, realizaba operaciones quirúrgicas en el «medio astral», haciéndole la competencia a la entonces famosa Bárbara Guerrero, mejor conocida como «Pachita».

Fue el propio Antraspartarlox quien le enseñó a curar todas las enfermedades empleando para ello la energía extraída del Sol, la energía «pránica». Leguízamo «canalizaba» esta energía para curar a enfermos que iban desde amas de casa hasta profesionistas. Cristi también enseñaba a otras personas cómo adquirir la resistencia necesaria para poder viajar por el espacio en naves interplanetarias sin sufrir daño alguno por las altas velocidades que se emplean.

Ahí fue donde la conoció Antonio Escobedo Cordero en 1973 y en donde la entrevistó para la revista Grandes Reportajes, para el periódico Afirmaciones Extraterrestres y para su libro de 1978. En ese entonces ya había muerto el padre de la señora Leguízamo (septiembre de 1967) y ella vivía con dos de sus hijos[23] y un hermano, el cual trabajaba en su casa en la manufactura de ropa.

Es interesante notar una pregunta en ese año, en la que María Cristina menciona la «medicina energética», término éste que había puesto de moda otra de las contactadas mexicanas María del Socorro Pérez[24], «Marla». Me parece aquí que «Cristi» le plagió la idea a «Marla». Escobedo escribe en su libro:

Copia de Marla Marla.

¿En qué consiste la ayuda que nos proporcionan los seres de otros planetas?

«Bueno, en primer lugar se encuentran los conocimientos que sobre medicina energética nos transmiten, por medio de los cuales muchas personas son curadas de sus enfermedades: también están los diversos aparatos que ordenan a otros de sus contactos que hagan para que llegado el momento sean empleados para salvar a muchas personas de las radiaciones atómicas y otras tantas cosas más que enseñan pero que yo desconozco, pues a cada uno de nosotros le toca una comisión diferente».

¿Pueden destruirnos los extraterrestres?

«Sí pueden, pero no lo harán. Desde hace muchos siglos vigilan nuestra evolución y llegado el momento salvarán a muchas personas, llevándolas a otros planetas».

¿Sólo quienes tengan relaciones con ellos serán salvados?

«No, eso no es necesario».

¿De qué nos salvarán?

«De los peligros que correremos cuando nuestras reservas alimenticias se agoten por la pésima explotación que se ha hecho de ellas, así como de la inevitable guerra atómica y de varios movimientos que sufrirá la Tierra como consecuencia de la transformación y la creación de otros planetas».

Leguízamo3 En una conferencia de prensa luego de haber dado a conocer su experiencia de contacto. El personaje sentado en la esquina, segundo de derecha a izquierda, es el supuesto «técnico de la NASA», John Smith. La señora Leguízamo se encuentra a la izquierda.

Hubiera sido interesante la opinión del experto en contactados mexicanos, Carlos Ortiz de la Huerta, sobre María Cristina Leguízamo, pero al parecer el reportero de sociales del periódico más elitista de la capital (El Heraldo de México) no se «juntaba con esa chusma» (doña Florinda dixit), pues él sólo entrevistó a los contactados de clase media. Su plumaje nunca se manchó con las cenizas del volcán Ajusco.

El que sí se «pateo»[25] esos pedregales fue Antonio Escobedo quien aseguró haber visto al mismísimo Antraspartarlox. La historia es la siguiente:

Después de ser testigo que varias personas aquejadas de las más difíciles enfermedades habían salido de la casa de la señora Leguízamo, perfectamente sanas al habérseles aplicado las técnicas médicas enseñadas por los extraterrestres, tuve conocimiento de que la hermana de un colega periodista se encontraba en peligro de perder la vida, desahuciada por los médicos, después de que sufriera una rara enfermedad que le producía dolorosas y continuas hemorragias nasales y bucales.

CarlosOrtiz Carlos Ortiz de la Huerta.

La señora Virginia de la Concha[26], había sido tratada por diversos médicos especialistas en problemas similares al suyo, no sólo en nuestro país sirva también en e1 extranjero, sin que alguno de ellos pudiera diagnosticar siquiera qué enfermedad la aquejaba.

A la enferma ya le habían relatado algunos de los prodigios que la señora Leguízamo había logrado con enfermos, pero aun así y, como es natural, se mostraba reacia a ponerse en manos de quien ni siquiera era una enfermera especializada; pero su aparente escepticismo finalizó cuando, la noche del 26 de octubre de 1975, fue presa de una de las más fuertes hemorragias que la habían afectado y casi sin sentido, sus familiares decidieron que la llevara a casa de quien tanto les había hablado.

Llegamos en la madrugada, la hora no era muy oportuna, pero la gravedad de la enferma lo ameritaba. Con su acostumbrada amabilidad María Cristina nos franqueó la entrada a su casa y después de observar por breves segundos a la paciente que estaba casi bañada en sangre, nos comunicó que guardásemos absoluto silencio mientras Antraspartarlox «operaba a la paciente».

Nuestra amable anfitriona se retiró y a los dos o tres minutos hizo su aparición un sujeto de elevada estatura[27] (aproximadamente de unos dos metros y medio), extremadamente delgado y ataviado con un traje azul que le quedaba muy entallado en el cuerpo, y portando en las manos un extraño aparato que emitía varios sonidos agudos, ordenó con una voz apenas audible, que se colocara a la enferma sobre la mesa del comedor y que nos apartáramos un poco del lugar.

Así lo hicimos y aproximadamente a unos dos metros del lugar donde estaba la mesa, observamos cómo apenas Antraspartarlox había acercado aquel aparato a la cara de la señora De la Concha, la hemorragia se suspendía.

No habían transcurrido ni diez minutos, cuando tomándola de los brazos la ayudó a incorporarse y le dijo que ya estaba completamente sana; que le había «cambiado los huesos de la cara y que tenía que guardar reposo por algunos meses.

No podía haber algún truco, la señora Virginia de la Concha había penetrado a aquella casa demasiado grave, tinta en sangre, y ahora se veía perfectamente bien, bastante asombrada, pero perfectamente bien.

«Muchas gracias» dijo la enferma y Antraspartarlox sólo contesto que sentía mucho tener que dejarnos, pero que se encontraba perfeccionando uno de los motores de una nave espacial que sería diseñada por varios terrícolas y que tal tarea no podía esperar.

RubenManriquez Artículo del ufólogo potosino Rubén Manriquez, dedicado a María Cristina Leguízamo, que resulta ser una copia del reportaje aparecido en Afirmaciones Extraterrestres No. 3.

¿Qué fue lo que realmente ocurrió en aquella casa? Las respuestas hipotéticas podrían ser numerosas, pero la única que saltaba a la vista era que un ser que se atribuía una procedencia extraterrena, empleando un aparato construido en su mundo, había curado a una terrícola a quien los médicos habían desahuciado.

En otras ocasiones acudía a la casa de la señora Leguízamo con la finalidad de conversar con Antraspartarlox, pero no fue posible, pues unas veces se encontraba ocupado enseñando a varias personas a manejar aparatos extraños que servían para diversos fines, entre ellos el médico, y otras, según el dicho de «Cristi», estaba en su planeta de origen, atendiendo asuntos propios de su puesto de «regente» de varias galaxias.

Las curaciones se sucedían una tras otra y en todos los casos, la cura era inmediata. A manera de calmar un poco mi curiosidad inquisitiva, la contacto me mostró, en diferentes ocasiones, unos cuadernos de dibujo donde aparecían los planos de las naves que, bajo la dirección de técnicos extraterrestres, un grupo de terrícolas fabricarían para viajar a otros mundos.

Podría citar muchas más referencias acerca de la contacto María Cristina Leguízamo, pero como su casa está abierta a todos los ovnílogos, es preferible que si usted, amigo lector, se interesa en corroborar lo que escribo, le haga una visita, asegurándole de antemano que vivirá una experiencia desconcertante y sin igual.

He aquí la valiosa información de una mujer (la primer mujer) que afirma en tono de reto haber conocido otro planeta y no obstante que en innumerables ocasiones se le ha tildado de demente, ella continúa sus investigaciones y mantiene estrecho contacto con seres de otras Galaxias, con el fin de asimilar sus enseñanzas, para colaborar al mejor desarrollo del género humano.

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REFERENCIAS

Anónimo, Los ovnis serán un grave problema, Afirmaciones Extraterrestre, No. 3, México, febrero de 1974. Pág. 1.

Campos Rosa María, Medicina sobrenatural. Testimonios extraterrestres, parte V, Segunda de Ovaciones, México, 25 de marzo de 1977.

Escobedo Cordero Antonio, Estudiemos los ovnis, B. Costa Amic Editor, México, 1978. Págs. 116-129.

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-1/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-incrble-historia-de-salvador-villanueva-2/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-3/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-4/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-5/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-6/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-7/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-avenus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-8/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-9/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-final/

Solórzano Cristina, En el caso de la joven Lucinda se encuentran divergencias: uno sí, otros no, Afirmaciones Extraterrestres, No. 4, México 1 de junio de 1974. Págs. 3 y 7.

Tellez J. Fernando, Contacto con un mensajero del planeta verde, Contacto Ovni, No. , México, 1999. Págs. 18-22.

Tellez J. Fernando, María Cristina Leguizamo: «Viaje con un emisario del planeta verde. Análisis de un clásico caso de contacto», Contactos Extraterrestres, No. 50, México, 29 de noviembre de 1978. Págs. 14-17, 48-49.

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REFERENCIAS

Anónimo, Los ovnis serán un grave problema, Afirmaciones Extraterrestre, No. 3, México, febrero de 1974. Pág. 1.

Campos Rosa María, Medicina sobrenatural. Testimonios extraterrestres, parte V, Segunda de Ovaciones, México, 25 de marzo de 1977.

Escobedo Cordero Antonio, Estudiemos los ovnis, B. Costa Amic Editor, México, 1978. Págs. 116-129.

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-1/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-incrble-historia-de-salvador-villanueva-2/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-3/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-4/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-5/

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https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-avenus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-8/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-9/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/05/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-final/

http://navelocos.blogspot.com/2007/03/escuela-de-contactados.html

https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/03/egresados-de-la-escuela-de-marla/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/12/medicina-cuntica/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2011/01/qu-hay-de-nuevo-et/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2011/02/marla-los-uflogos-opinan/

Solórzano Cristina, En el caso de la joven Lucinda se encuentran divergencias: uno sí, otros no, Afirmaciones Extraterrestres, No. 4, México 1 de junio de 1974. Págs. 3 y 7.

Tellez J. Fernando, Contacto con un mensajero del planeta verde, Contacto Ovni, No. , México, 1999. Págs. 18-22.

Tellez J. Fernando, María Cristina Leguizamo: «Viaje con un emisario del planeta verde. Análisis de un clásico caso de contacto», Contactos Extraterrestres, No. 50, México, 29 de noviembre de 1978. Págs. 14-17, 48-49.


[1] Urión, en el relato de 1978.

[2] A Téllez le contó otra cosa: «Mi hijo Ernesto, de doce años, y yo, éramos los únicos que estábamos despiertos; mi padre y mi hija dormían en la habitación contigua. Aquel ser nos inspiró paz y tranquilidad; se comunicó conmigo por medio de telepatía ya que no movía los labios. Dijo venir del «˜planeta verde»™, y me pidió que fuera con él. Me negué pues Ernesto quedaría solo; él vio a mi hijo y éste gritó: «˜Â¡Sí voy!»™

«Lo tomó en sus brazos y me aseguró que nada le sucedería».

[3] Cuatro años después le afirmó a Escobedo que todos sus hijos habían hecho el viaje: «Como me dijera que podrían acompañarme mis hijos, opté por despertarlos y les comuniqué que un ser de otro planeta nos invitaba a ir a su mundo y gustosos decidieron emprender el viaje.

[4] En 1978 dijo: «Siguiendo al extraño ser, salimos de casa hacia el patio donde se encontraba el platívolo que minutos antes había visto mi hijo. No era muy grande y se mantenía suspendido en el aire como a cuarenta centímetros del suelo».

Desconocemos el concepto de «grande» que tenía la señora Leguízamo, pero a Fernando Téllez le dijo que el plato volador medía entre 8 y 10 metros. Creemos que eso es lo suficientemente «grande» entre la población de platillos voladores: «Cuando salimos vimos una nave resplandeciente en forma de platillo que medía entre 8 y 10 metros. El ser efectuó un movimiento con la mano derecha y la nave descendió hasta quedar a tres metros del suelo, se abrió una puerta y bajó una escalerilla. El visitante me pidió que me quitara los zapatos, que dejé al pie de la escalera, y trepé torpemente ya que los peldaños me lastimaban los pies. El, que había mantenido a mi hijo en sus brazos, me ayudó a subir».

[5] Escobedo 1978: «Subimos a la nave por medio de una especie de escalerilla y una vez dentro, nuestro acompañante nos colocó en algo así como sillones grandes y después de que en ellos nos recostamos, nos cubrió con unas cúpulas transparentes».

[6] En la versión de Téllez: «El extraterrestre nos ayudó a mi hijo y a mí a tomar asiento en unas enormes sillas, poco después de lo cual, la nave despegó».

[7] De nada sirvió eso, pues María Cristina le contaría a Téllez que: «Comencé a sentir los efectos de la aceleración y la gravedad, mi cuerpo se hinchó al igual que el de Ernesto; parecíamos globos a punto de estallar. El ser calmó mi horror al colocar sus manos sobre mi cabeza, con lo que las sensaciones desagradables desaparecieron».

[8] Las palancas y botones se convierten en una placa de multitud de colores, en la versión contada a Téllez: «Cuando todos estuvimos adentro, el hombre aquel apretó un botón que cerró la puerta mientras empezaba a salir un humo rosa con olor a azufre que nos hizo sudar. Nuestro anfitrión nos explicó que era necesario desinfectarnos y por ello me había pedido que me descalzara. Al disiparse el humo nos encontramos en una habitación redonda; de un lado y de otro, dispuestas como los cristales parabrisas de un automóvil, había dos micas verdes que permitían ver al exterior. Entre ellas, había una placa con multitud de lucecitas de colores. En el centro de la habitación se encontraba un cilindro metálico que, según me explicó nuestro anfitrión, era la alimentación de la nave.

[9] Sic.

[10] En la versión dada a Téllez. «Poco después pude ver la Tierra que se mecía como un trompo. El visitante me explicó que la nave podía desarrollar grandes velocidades y se encontraba protegida de los aerolitos por medio de energía verde, que era impenetrable. Me explicó que ellos, los habitantes del planeta verde, vigilaban a la Tierra; en ella se hacía uso de la energía nuclear indebidamente. Se burló de los esfuerzos por llegar a la Luna; en su opinión, era una empresa inalcanzable. La Tierra estaba destinada a la destrucción; un planeta llamado Arcólobus (fuerza de imán según nuestro anfitrión), la estaba atrayendo hacia el Sol».

[11] Algo muy parecido le contó a Téllez: «Cuando miré por la ventanilla delantera del platillo, vi que pasábamos entre un grupo de esferas de distintos colores que eran sorteadas por la nave a gran velocidad. El piloto explicó que se trataba del cinturón de asteroides que eran los restos de un antiguo planeta que había explotado. Seguimos viajando y de pronto nos encontramos en un espacio oscuro en el que no había estrellas: se trataba de la nave nodriza».

[12] Sic.

[13] En la versión de 1978 ya no es un hijo, ni siquiera es Ernesto. Acá habla de Rafael y María: «A los pocos minutos, según mis cálculos, llegamos a una nave nodriza y en ella descendimos del platívolo. Mis hijos Rafael y María se habían quedado profundamente dormidos y no quise despertarlos, por lo que sola con mi acompañante recorrí aquella nave que era bastante grande y en ella había numerosos platillos como el que me había transportado. De igual forma numerosos seres como mi guía se encontraban entregados a la tarea de revisar las máquinas. Mi presencia no despertó la más mínima curiosidad como me lo había imaginado y ello se debía a que como desde hace ya mucho tiempo nos observan, se han acostumbrado a vernos.

[14] Sic.

[15] En 1978 da más detalles. Dice que este extraterrestre se llama Marlott: «Los seres eran muy parecidos al ser que había estado en mi casa y que después supe se llamaba Marlott y algunos eran un poco diferentes tan sólo en el color de sus cabellos».

[16] En 1978 es más conservadora y habla de un ser de 3 metros de altura. Después de todo un extraterrestre de 20 (o de 200 metros como diría en otra versión), difícilmente cabría en un plato volador de 8 a 10 metros de diámetro: «No habían recorrido completamente la nave nodriza, cuando Marlott me indicó que habíamos llegado a nuestro destino. Me dijo que caminara por un pasillo al final del cual había una especie de túnel y tomándome del brazo me condujo por él. Casi no había luz y después de caminar un buen tramo juntos, mi acompañante, señalándome una gran luz que se divisaba al fondo, consignó el hecho de que Antraspartarlox me quería ver a solas, por lo que se detuvo y yo seguí caminando hasta que me topé con un extrañísimo ser de más de tres metros de estatura».

[17] Es la primera vez que leo que Jesucristo se parecía al señor Spock, pues así describió a Antraspartarlox en un principio. Téllez lo relata de esta manera: «Al salir del platillo entramos en una galería llena de seres parecidos a nuestro anfitrión que manipulaban extraños aparatos. Ahí se quedó Ernesto; yo, en compañía de nuestro guía, abordé una pequeña nave para dos personas. En ella fuimos a lo largo de un vasto túnel que desembocaba ante una gran puerta. La puerta se abrió, salimos de la nave, y un hombre de colosales dimensiones apareció ante nosotros. El gigante, de largos cabellos y barbas, vestía una túnica blanca que le llegaba hasta los pies. Al verlo exclamé:

«Â¡Es Jesús!, y él contestó: «˜No soy quien dices, fíjate bien en mí pues de eso darás fe a tu regreso»™».

[18] El mensaje no sufrió mucha variación en su versión de 1978: «Fijando su mirada en mí, aquel misterioso personaje que vestía ropas parecidas a las que usaran en el Oriente en la antigüedad, me dijo:

«No temas, has sido escogida para dar un mensaje a la humanidad y por ello es que estás aquí. Después sentenció:

«Ustedes los terrícolas se consideran los seres más perfectos de la creación y sin embargo fabrican balines para matarse, sin ponerse a pensar que no tienen derecho a privar de la vida a otros seres, pues ustedes no son dueños de sí mismos y porque, además, con la energía que liberan sus armas, ponen en peligro a los otros planetas cercanos a la Tierra.

«Va a ser muy difícil que crean tu palabra pero deberás hacer todo lo posible por transmitir lo que acabas de escuchar; muy pronto nos volveremos a encontrar en tu propia casa, donde iré a enseñarte algunas de las ciencias que se conocen en casi todos los planetas, menos en el tuyo.

«Aquel ser que me dijo que se llamaba Antraspartarlox, me ordenó retirarme y así lo hice, regresando por el mismo túnel hasta donde se encontraba Marlott, quien me volvió a tomar del brazo y me condujo a la nave. Otra vez junto a mis hijos me comunicó que para que no sufriera ninguna alteración al regresar a la Tierra, nos dormiría, y después no sé qué pasó, pues de pronto desperté y me encontraba en mi casa, vestida y acostada junto a mis hijos que también traían puestas las mismas ropas y el calzado que usaran durante el viaje.

[19] En 1978 dijo: «Mi primera reacción fue pensar unos momentos si todo había sido un sueño; cuando emprendimos el viaje eran aproximadamente las 21:30 horas y vi el reloj que marcaba las 3:15 horas de la madrugada, además, nuestro calzado se había desgastado considerablemente. Fui al espejo, pero no noté nada raro en mi cuerpo, ni en el de mis hijos, quienes a los pocos minutos despertaron y comentaron alegremente la experiencia que habíamos vivido».

Pero según Téllez ella estaba descalza: «Las pruebas de su aventura, asegura, las encontró en su casa; el radio de transistores no funcionaba, la plancha estaba estropeada y en el lugar del aterrizaje de la nave encontró una zona del pedregal quemada y en ella los zapatos que se había quitado para entrar a la nave».

[20] Lo de los «técnicos de la NASA» resulta de que Leguízamo se comunicó con un grupo ufológico (para ese entonces sólo existía el CIFEEEAC, pero ni Ramiro Garza ni Reicher Brower mencionan este caso): «Al otro día, me comuniqué con una asociación de personas que se dedican a estudiar a los ovnis y ellos me pusieron en contacto con la NASA y, a los pocos días, varios técnicos norteamericanos me visitaron y se llevaron nuestro calzado que se había desgastado mucho durante el viaje y también grabaron cómo había ocurrido.

En otra referencia Leguízamo dice que los «técnicos de la NASA» llegaron dos días después de que su caso se publicó en los periódicos de la capital, en junio de 1968. El técnico de la NASA se llamaba John Smith, quien se llevó a Nueva York no sólo los zapatos sino también el radio averiado y muestras del terreno en donde se había posado la nave.

[21] Según el inventor de este mito de Hercólubus, el colombiano Joaquín Enrique Amórtegui Valbuena, o V. M. Rabolú (Venerable Maestro Rabolú), Hercólubus es de color rojo. Tal vez cuando Leguízamo lo visitó aún no estaba maduro. Ver más adelante.

[22] ¿Pues qué no eran doce?

[23] «Un joven de 18 años de edad que estudiaba Ingeniería Mecánica y una preciosa señorita que estudiaba nivel secundario», como escribió el propio Escobedo.

[24] Ver: http://navelocos.blogspot.com/2007/03/escuela-de-contactados.html

https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/03/egresados-de-la-escuela-de-marla/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/12/medicina-cuntica/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2011/01/qu-hay-de-nuevo-et/

https://marcianitosverdes.haaan.com/2011/02/marla-los-uflogos-opinan/

[25] Juan José Benítez dixit.

[26] Este nombre también me parece inventado y como buen mexicano pienso en un juego de palabras en doble sentido (en un albur).

[27] Al parecer Antraspartarlox tiene poco trabajo como «Regente de varias galaxias» puesto que a los pocos minutos se traslada desde Hercólubus a la Tierra para operar a una paciente. Este verdaderamente es un servicio de primera.

3 pensamientos en “Encuentro con Antraspartarlox (2)”

  1. quienes se creen estas personas que no creen en nada , el universo es muy grande para que nada mas los humanos lo ocupemos , deben ser mexicanos los que opinan pues todo lo toman a relajo, que triste

  2. ¿Quién se cree este tipo crédulo? El universo es muy grande, pero eso nada nos dice de si hay más vida en él. Debe ser un racista y amargado que odia a los mexicanos, que triste.

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