Circuito Impreso
Por Mauricio José Schwarz
Epigmeño, el astrólogo tepiteño (cuyo verdadero nombre es Gunter Pot), famoso vidente y doctor en parasicología, de gratos recuerdos para nuestros tres lectores asiduos, nos informa que ante la hemorragia de swamis de todas las clases, creencias y sabores que invaden cotidianamente este sufrido México, tomará medidas drásticas.
La primera es la invitación a visitarnos del único swami de a deveras, Mengelenanda Valepura, encarnación de una deidad casi olvidada por el público en masa: Charlatananga. Al igual que otros miles de swamis que recorren el mundo hablando sobre los más importantes valores humanos, Mengelenanda cobrará en dólares sus dos únicas conferencias en México, Epigmeño está seguro que con estas conferencias las cosas cambiaran de modo radical, ya que ahora le tocará a él el treinta por ciento de los ingresos, cosa que jamás había ocurrido.
Sectas sectitas y sectotas siguen acaparando el interés de los medios de información, ante una notable indiferencia de los productores y difusores de la cultura. Al contrario las reencarnaciones, profetas y falsarios de toda laya siguen recibiendo una notable promoción por parte de diversos medios. Sus carteles están pegoteados por todas las calles de la ciudad. Sus espacios se llenan a costa de quienes desean a toda costa creer en una realidad alterna en la que no hay crisis, exigencias, problemas a resolver y retos, sino la simple iluminación interior y el Nirvana placentero, salvados por su gurú favorito.
Esto tiene una relación estrecha con el fenómeno de la cultura -o la falta de ella- en México. Resulta que nos hemos vuelto coto de caza favorito de todo tipo de embaucadores exitosos que venden más libros que muchas glorias literarias del país. Se ha llegado a convencer a la gente que el lenguaje literario o poético es de difícil acceso elitista incomprensible. Y esas mismas personas que se sienten lejos de la literatura compran libros donde con toda desfachatez se habla de «vibraciones telepáticas», «transmisiones de sustancias síquicas», «caminos de luz interiores por medio de la excitación de los centros de energía cósmica vital y eterna» y otras invenciones a cual más delirante, y luego hablan de esas cosas como si fueran más sencillas que un poema y hasta una novela adolescente. Poco a poco, los charlatanes van acaparando salas de conferencias, reconocimiento, posibilidades editoriales y hasta una parte de la industria disquera (con sus grabaciones «hipnóticas» y sus mantras repetidos ad infinitum en estéreo). Sin contar con la venta de amuletos, talismanes y chucherías de todo tipo. Pirámides, chimostretas «magnéticas», pendientes y anillos para lograr éxito, conquistas a las vedetes, dejar de inflar o llegar a la Luna de un brinco. Un caso son, por ejemplo, quienes venden bisutería a precios elevadísimos desde un destartalado auto rojo frente al Metro de Chapultepec Si esas chivas funcionaran, al menos traerían un carro último modelo, ¿no?
Y el problema de siempre: la apatía de quienes modestamente se consideran parte de la «comunidad pensante de México» que se hacen patos ante el engaño -los engaños- de que es víctima la gente más necesitada del país. Como que el pueblo solo es bueno en fotos y en cocteles de presentación de libros combativos.
Con todo esto, Epigmeño afirma que la llegada a México del Swami Mengelenanda Valepura será la confirmación de una de las más antiguas enseñanzas transmitidas místicamente al divino P. T. Barnum por las inteligencias extraterrenales: Un ingenuo nace a cada minuto. Y eso antes de la explosión demográfica…
[1] Publicado originalmente en 17 de noviembre de 1988 en Excelsior