La Noche en que la Luna explotó y otros cuentos lunares de la Edad Media
21 de julio 2013
Por Medievalists.net
La Luna en las Crónicas de Nuremberg
Al escribir acerca de los acontecimientos del año 1178 en su Chronicle, Gervasio de Canterbury interrumpe su relato de los reyes y guerras para contar un hecho muy inusual en el cielo de la noche:
Este año el 18 de junio, cuando la Luna, una media luna delgada, comenzó ha hacerse visible, un fenómeno maravilloso fue visto por varios hombres que la estaban viendo. De repente, el cuerno superior de la media luna se dividió en dos. Desde el punto medio de la división, una antorcha de fuego brotó, escupiendo fuego, brasas y chispas a una considerable distancia. El cuerpo de la Luna, que estaba por debajo, se retorció como una serpiente herida. Esto sucedió una docena de veces o más, y cuando la Luna volvió a la normalidad, toda la media luna tomó una apariencia negruzca.
Este relato ha desconcertado a los astrónomos modernos – algunos sugieren que los monjes vieron un asteroide chocando contra la luna, mientras que otros creen que se trataba de un meteorito que había entrado en la atmósfera de la Tierra en el lugar correcto – entre los monjes y la Luna – haciendo que los observadores creyeran que lo que vieron estaba pasando en la Luna.
Para los monjes que vieron este fenómeno, este evento sería muy preocupante por cierto. Para las personas medievales la Luna era un objeto omnipresente, fascinante y misterioso. La Luna no sólo traía luz al cielo nocturno, sino también marcaba el paso del tiempo y podría determinar la personalidad del hombre o la mujer.
La Ciencia Medieval y la Luna
A principios de la Edad Media ya había muchas teorías acerca de la Luna, que en realidad era considerada como un planeta como Mercurio, Marte, Júpiter y hasta el Sol. Al igual que estos otros planetas, la Luna giraba alrededor de la Tierra en un círculo perfecto. Los pensadores medievales todavía tenían muchas otras preguntas que responder acerca de la Luna – ¿Cómo fue hecha? ¿Cuál era la distancia entre ella y la Tierra? ¿De dónde obtenía su luz? ¿Por qué había luz y manchas oscuras en su superficie?
Diagramas del Sol y la Luna que orbitan la Tierra, con el Sol proyectando sombras sobre los otros dos.
Astrónomos cristianos, musulmanes y judíos tenían sus razones para estudiar la Luna y sus movimientos – como averiguar cuando se produjeron los acontecimientos religiosos y basar sus predicciones astrológicas. A lo largo de la Edad Media se pueden encontrar varios astrónomos trabajando, detallando sus teorías sobre la Luna. Por ejemplo, al-Hasan Ibn-Haytham (965-1039) escribió dos obras sobre la luna. En este pasaje, explica algunas de las ideas que circulaban en su época acerca de por qué la Luna aparecía como lo hacía:
Si uno fuera a observar y considerar las marcas de su superficie con cuidado, las encontraría ser de disposición constante, no revelando ningún cambio en sí mismos, ni en su forma, su posición y tamaño, ni en sus respectivos tipos de oscuridad. Los hombres supersticiosos, y los que no deben ser tomados en serio, han propuesto sus propias opiniones, divergentes en la materia. Algunas personas sostienen que las manchas pertenecen al mismo cuerpo lunar; otros creen que existen fuera de ella, es decir, entre el cuerpo lunar y el ojo del observador; todavía otros conciben que ofrecen una imagen invertida (de la tierra), ya que la superficie lunar es lisa y reflectante.
Ibn-Haytham no estuva de acuerdo con todas estas ideas y propuso que partes de la superficie de la luna eran más densas que otras, lo que les hacía que reflejaran más o menos luz.
Alguien leyendo los trabajos astronómicos medievales los encontrará tediosos y difíciles de entender. Por otra parte, en la mayoría de los casos estaban equivocados. Por ejemplo, el fraile inglés siglo 13 Roger Bacon entiende que la Luna hacía las mareas en los océanos, pero creía que esto era debido a que los rayos de luz de la Luna «levantan» vapores del mar, lo que causa que las aguas se muevan. Cuando la Luna está arriba, estos rayos evaporan el agua, lo que hacía retroceder la marea.
Sin embargo, ocasionalmente, un escritor medieval tropezaba con alguna pieza de conocimiento que resultaba ser correcta. El monje anglosajón Beda fue capaz de darse cuenta de que las mareas no son las mismas en todos los lugares del mundo. En su obra The Reckoning of Time, explica:
Hay los que dicen y afirman que un enorme derramamiento del océano tiene lugar en todos los ríos de todas las regiones y aterriza en un mismo tiempo. Pero nosotros, los que vivimos en diferentes lugares a lo largo de la costa británica del mar sabemos que cuando la marea comienza a correr en un lugar, comenzará a menguar en otro al mismo tiempo. Por lo tanto, parece que algunas olas, mientras se retiraban de un lugar, vuelven en otro lugar; a continuación, dejando atrás el territorio al que fueron, rápidamente buscan de nuevo la región donde empezó primero.
La Luna puede hacer algo más que iluminar el cielo nocturno
«Uno no puede pretender conocer las causas de las cosas, si uno no sabe los movimientos y disposiciones de los cuerpos celestes, porque ellos mismos son las causas de los asuntos terrenales» – Robert Anglicus (siglo 13)
Los escritores medievales creían que la Luna podría hacer algo más que causar las mareas – también podría afectar la salud. Hildegarda de Bingen, una famosa abadesa en la Alemania del siglo 12, explicó que la sangría se hace mejor cuando la Luna menguaba (cuando se mueve hacia una nueva Luna). También encontró que la fase de la Luna ayudaba a determinar la personalidad de alguien. Por ejemplo, si una persona era concebida en el quinto día después de la Luna nueva:
si es varón, será virtuoso y leal, valiente y firme. Él será físicamente saludable y con larga vida. Pero si es una mujer, ella será viril, pendenciera y vengativa, pero sin embargo honesta. A veces, aunque no muy a menudo, ella sufrirá de alguna enfermedad leve. Ella también puede vivir bastante tiempo.
Diagramas de la trayectoria del Sol y las fases de la Luna; de Isidoro de Sevilla, Etymologies, England, last quarter of the 11th century, Royal 6 C. i, f. 30r.
La fase de la Luna también era importante para la agricultura, tales como cuándo plantar semillas. La creencia era que cuando la Luna menguaba sacaría agua más profundamente en el suelo, y cuando está creciente (convirtiéndose en una Luna llena) el agua saldría del suelo. Un tratado agrícola del siglo 15 de España afirma que en marzo, «melones, pepinos, calabazas, avena, sorgo, cebolla y judías verdes pueden ser sembradas en la Luna menguante. Semillas de col y rábanos en la Luna vieja. Judías verdes, sorgo y escanda se pueden sembrar en la Luna nueva. Higueras y otros árboles de injerto en la Luna».
El Eclipse en la Edad Media
Se han conservado cientos de relatos de eclipses solares en los registros medievales. Muchos son a menudo lacónicos – sólo unas pocas palabras – pero otros ofrecen algunas ideas interesantes. Por ejemplo, una crónica alemana informó en 1133, «en el cuarto día antes de las nonas de agosto (2 de agosto), el cuarto día de la semana, cuando el Sol estaba en declive, hacia la hora nona del Sol en un momento llegó a ser tan negro como un pozo y el día se convirtió en noche; muchas estrellas fueron vistas, los objetos en el suelo aparecieron como suelen hacerlo en la noche…»
Gráfico de eclipses lunares por al-Biruni
Los astrónomos durante la Edad Media estaban empezando a entender cuando se produciría un eclipse, así que para la gran mayoría de la gente este evento era inesperado y podría dar miedo. El historiador Ibn al-Athir fue testigo de un eclipse total en su juventud en el año 1176:
«En este año en el mes de Ramadán el Sol se eclipsó totalmente y la tierra estaba en la oscuridad por lo que era como una noche oscura y las estrellas aparecieron. Eso fue antes del mediodía del viernes 29 de Ramadán en Djazira Ibn Umar, cuando yo era joven y en compañía de mi profesor de aritmética. Cuando lo vi, yo tenía mucho miedo; pero me aferré a él y mi corazón se fortaleció. También sabía de astronomía y me dijo, «˜Ahora vas a ver que todo esto va a desaparecer»™, y se fue rápidamente».
Por la parte final de la Edad Media los astrónomos se habían convertido en peritos en saber cuándo ocurriría un eclipse. Cristóbal Colón hizo uso de esto durante su cuarto viaje al Nuevo Mundo. En 1504 él y su tripulación quedaron varados en Jamaica, y obligados a depender de los indígenas locales para que les suministraran alimentos. Después de una disputa los nativos dejaron de traer la comida, y Colón necesitaban una manera de convencer a su jefe que él debía continuar con los suministros. Él había traído en el viaje un libro de tablas astronómicas, y en él se dio cuenta de la fecha y la hora de un próximo eclipse Lunar. Justo antes de que ocurriera el eclipse, se reunió con el líder nativo y le dijo que Dios estaba enojado con ellos por no proporcionar la comida, y que habría un signo de su disgusto. A continuación, se produjo el eclipse lunar, convirtiendo la Luna roja, que asustó a los nativos. En cuestión de minutos traían suministros de alimentos de vuelta a Colón y sus hombres.
Una pintura alemana del siglo 19 del Hombre en la Luna
El Hombre en la Luna
Cuando algunas personas miran la Luna dicen que pueden ver la cara o incluso todo el cuerpo de un ser humano. La idea de un hombre en la Luna se remonta a la Edad Media, con la referencia más antigua del erudito inglés Alexander Neckham (1157-1217). En su libro De Rerum Naturis él tiene una pequeña sección llamada «Acerca de la marca en la luna», donde escribe:
¿No conoces lo que la gente común llama «El campesino en la luna, que lleva espinas»? Por lo tanto se dice comúnmente: La campesina en la Luna, que carga un (cierto) paquete / Ilustrar a través de las espinas que roba no es rentable».
Algunas otras historias inglesas medievales tardías también tienen una historia similar en el que el hombre en la Luna era un campesino que se veía atrapado robando espinas para ayudar a construir un seto (cada aldeano sería responsable de ayudar a construir y mantener los setos para mantener y alejar al ganado de los campos plantados – y ellos colocaban espinas en los setos para que los animales tampoco fueran capaces de comerlos).
Un cuento alemán medieval explica que hay dos personas en la Luna – un hombre y una mujer. El hombre ha sido desterrado allí porque él había colocado espinas en el camino hacia una iglesia con el fin de evitar que la gente vaya a la misa del domingo. Mientras tanto, la mujer está allí porque ella hizo mantequilla en domingo. Para añadir a su castigo el hombre lleva su paquete de espinas en la espalda, mientras que la mujer lleva una batidora de mantequilla.
Otra leyenda medieval dice que el hombre en la Luna es Caín, que como castigo por el asesinato de su hermano Abel se exilió a la Luna con algunas ramitas.
Viajando a la Luna
Las historias que involucran a personas que viajan a la Luna no son muy comunes en la Edad Media – se hicieron populares por el siglo 17 – pero sí existen algunas. The Tale of the Bamboo Cutter, un cuento popular japonés del siglo X, gira en torno a una joven llamada Kaguya-hime que fue enviado de la Luna a la Tierra, donde casi se casa con el emperador antes de regresar a la ciudad capital de la Luna.
En la Divina Comedia de Dante, la Luna es la esfera más externa del Paraíso. Cuando el poeta llega allí con su guía Beatriz, lo primero que le pregunta es por qué hay luz y manchas oscuras en la Luna, a lo que ella responde dando una explicación científica detallada que implica óptica y rayos de luz. Antes de pasar a los otros planetas, Beatriz revela que este es el lugar en el paraíso para las personas que estaban bien, pero se vieron obligados a romper sus votos, como la monja que fue sacada por la fuerza de su convento.
Detalle de miniatura de Dante y Beatriz visitando los habitantes del cielo de la Luna.
Un tercer cuento con viajes a la Luna es The Frenzy of Orlando, escrito por Ludovico Ariosto en 1516. Esta es la historia de un caballero llamado Orlando que se había enamorado de una princesa pagana, pero después de que ella se casa con otra persona se vuelve loco y viaja alrededor del mundo causando destrucción. Por último, es llevado por San Juan Evangelista a la Luna, donde va al Valle de las cosas perdidas en el que Orlando encuentra su cordura. En su artículo, «Ariosto the Lunar Traveller», Ita MacCarthy explica que la Luna, que se representa como mucho más grande que la Tierra, es una especie de depósito de chatarra alegórico:
En la luna, las coronas antiguas olvidadas se metamorfosean en vejigas tumid, la adulación se convierte en guirnaldas malolientes, y los cerebros humanos se convierten en líquido supurante: los objetos del mundo se convierten en parodias alegóricas de sí mismos. La Luna, en este punto del episodio, ofrece algo más que un reflejo de la realidad. Se refleja a una versión alterada de la misma, una que pone de relieve la esencial en lugar de las cualidades externas de los objetos colocados ante ella. Como los objetos sufren una metamorfosis que revela su esencia, la Luna se convierte en una alegoría para el texto literario, que también transforma la realidad, ya que la refleja y la reconstruye.
Otros Datos curiosos sobre la Luna en la Edad Media
Se creía que la Luna era fría y húmeda. Se dice que es responsable de hacer húmedo el aire de la noche, por lo que habría rocío sobre la hierba en la madrugada.
Roger Bacon calculó que si una persona caminaba veinte millas al día, llegaría a la Luna en catorce años, siete meses y veintinueve días.
En la tradición islámica, el comienzo de un nuevo mes no comienza hasta que la primera creciente de la luna nueva es vidente. Esto podría llevar a problemas ocasionales, como cuando el viajero Ibn Yubair visitó La Meca a finales del siglo XII. Él describe cómo la gente estaba afuera tratando de detectar la nueva creciente, lo que marcaría el inicio del mes de Ramadán, pero estaba tan turbio que nadie podía verla. Después de algún tiempo alguien gritó que podía verla, y luego otros se unieron, pero cuando se acercaron al juez local para decirle lo que vieron, les ridiculizaron y respondieron «si alguien dice que ha visto el Sol detrás de esas nubes Yo no lo habría creído, y ¡mucho menos ver una media Luna delgada!»
En la mitología nórdica, la Luna era conocida como Máni y él era el hermano del Sol. Ellos están siendo perseguidos en los cielos por los lobos.
La palabra Lunes proviene del término inglés Antiguo MÅnandæg que significa «día de la Luna». En América, este día fue llamado dies LÅ«nae, que se ha transformado en francés moderno como lundi, en italiano como lunedì y en español como lunes.
En una fábula medieval popular, un zorro baja a un pozo con un cubo, pero queda atrapado. Un lobo se acerca y ve el zorro en el pozo, pero también ve el reflejo de la Luna en el agua. El zorro lo convence de que lo que está viendo es un pedazo de queso en el pozo, por lo que el lobo utiliza el segundo cubo para bajar, que levanta el cubo del zorro hacia arriba, lo que le permite escapar. Este tipo de historia sigue siendo popular, como en Kitten»™s First Full Moon.
Fuentes
«The Moon and Medicine in Chaucer»™s Time,» by Laurel Braswell, Studies in the Age of Chaucer, Vol.8 (1986)
The Moon: A Brief History, by Bernd Brunner (Yale University Press, 2010)
The First Scientist: A Life of Roger Bacon, by Brian Clegg (London, 2003)
Medieval Views of the Cosmos, by E. Edson and E. Savage-Smith (Bodleian Library, 2004)
«A Note on the Man-in-the-Moon poem No.333 in Iona and Peter Opie»™s The Oxford Dictionary of Nursery Rhymes (1997)», by Thomas Honegger, Notes and Queries (March 2000)
The Medieval Natural World, by Richard Jones (Pearson, 2013)
Bede: On the Nature of Things and On Times, trans. by Calvin Kendall and Faith Wallis (Liverpool University Press)
«The Medieval Man in the Moon,» by Claudia Kren, Mediaevalia, Vol.7 (1981)
«Ariosto the Lunar Traveller,» by Ita MacCarthy, The Modern Language Review, Vol. 104, No. 1 (Jan., 2009)
«The Middle English Vox and Wolf,» by G. H. McKnight, PMLA, Vol. 23, No. 3 (1908),
The Moon and the Western Imagination, by Scott L. Montgomery (University of Arizona Press, 1999)
A Brief Introduction to Astronomy in the Middle East, by John M. Steele (London, 2008)
«Solar Eclipses in Medieval Islamic Civilization: A Note on Cultural and Social Aspect«, by Hamid-Reza Giahi Yazdi, Iranian Journal for the History of Science, 6 (2008)