Seis timos más que engañaron al mundo
El post cinco timos que engañaron al mundo de un par de semanas atrás, fue bastante popular y mucha gente tenía sugerencias interesantes para un seguimiento, por lo que pensé que iba a hacer precisamente eso. Aquí están seis más para su lectura.
El gigante de Cardiff de 1869.
Como uno de nuestros engaños de la semana pasada, éste fue más o menos concebido sólo para demostrar que otra persona estaba equivocada. George Hull tuvo una discusión con un ministro acerca de si los gigantes habían existido en la tierra o no – supuestamente, un pasaje en Génesis decía que alguna vez existieron. Por lo tanto, para probar su punto, Hull consiguió un enorme trozo de yeso descubierto en Fort Dodge, Iowa. Envió el yeso a un cantero en Chicago, que lo talló en la forma de un hombre de 10 pies de alto y lo»envejeció» usando ácido, tinta, y agujas de tejer (para hacer que el yeso se viera poroso). Una vez que se completó la obra maestra, fue enviada al primo de Hull en Cardiff, Nueva York. El «gigante» fue enterrado en su granja durante un año antes de que algunos trabajadores fueran contratados para hacer un pozo y lo «descubrieran».
Se cobraba 50 centavos a las personas para ver el gigante falsa a pesar de que los estudiosos ya habían descubierto el engaño. Se convirtió en una atracción tal que P. T. Barnum quiso alquilar el misma durante tres meses por $ 60,000. Cuando fue rechazado, simplemente creó el suyo propio y lo puso en exhibición, entonces afirmó que el suyo era el real y el gigante encontrado en Cardiff era un fraude.
El alboroto fue de corta duración – en 1870, el testimonio de la corte reveló que ni uno de los gigantes eran reales. Pero la gente todavía acudía a verlos. Después de un breve período en una mesa de café en un sótano de Iowa, el Farmer»™s Museum en Cooperstown, N. Y., lo compró. Fue una especie de elección extraña para él – el resto del museo es en gran parte exhibiciones de textiles, artesanías y aperos de labranza.