Durante las Convenciones de Platillos Volantes en Giant Rock, además de las presentaciones de los oradores «“ principalmente los contactados de moda -, que constituían el platillo principal, había muchas otras actividades por realizar.
Uno podía comprar los libros de moda, los bestseller del contactado en turno; escuchar la interpretación de canciones con temas de platillos voladores o religiosos; presenciar el espectáculo aéreo de los aviones que aterrizaban en la pista al lado de Giant Rock y que lanzaban paracaidistas; platicar con promotoras de la paz que habían cruzado todo el país a pie; comprar baratijas y suvenires que mostraban figuras de platos voladores; o acampar en el desierto y contar cuentos de misterio durante la noche.
Pero también se podía comprar detectores de platos voladores o de rayos telepáticos. En estas fotografías vemos como uno de los diseñadores de estos artilugios muestra el funcionamiento de su aparato.
Parece el viejo mito de la varita rabdomante (radiestesia). Y no, no lograron detectar a ningún telépata portentoso, ni tampoco a marcianitos verdes lanzando sus rayos telepáticos a los congregados.