Reseña de La Invasión Británica

Esta reseña y los cuatro artículos que la anteceden fueron publicados en el blog de Vicente Juan Ballester Olmos, quien no necesita presentación alguna. Desde aquí agradezco su autorización para reproducirlos en Marcianitos verdes.

Reseña de La Invasión Británica

InvasiónLuis Ruiz Noguez, ingeniero químico mexicano e infatigable investigador, es un autor prolífico y formidable recopilador de información en varios ámbitos de lo insólito y desconocido, no en vano su web es una de las más contundentes y abarrotadas de noticias del universo ufológico, la afamada «Marcianitos Verdes» (https://marcianitosverdes.haaan.com/). Ruiz acaba de publicar su enésimo libro, «La invasión británica», subtitulado «El día que aterrizaron los platos voladores en Inglaterra», de 356 páginas: https://tinyurl.com/y5h2gz4j

El primer párrafo de la Introducción ya revela el pensamiento del autor, la quintaesencia de sus conclusiones tras décadas de dedicación al estudio de supuestos avistamientos de ovnis:

No hay algo como el fenómeno ovni, pero hay un montón de fenómenos que producen los informes ovni. No hay tal cosa como «ovnis verdaderos». Los relatos de experiencias ovni forman el núcleo del síndrome, pero las historias no constituyen «evidencia», son folclore. La cultura, no la experiencia, crea la interpretación ovni, pero algunas experiencias son independientes de la cultura. El síndrome ovni cumple el papel de lo «Otro» sobrenatural. La hipótesis extraterrestre y otras teorías exóticas no pueden explicar los ovnis. La idea de una super conspiración para ocultar la verdad sobre los ovnis es infalsificable. El denominador común en las historias de ovnis son los seres humanos y creer en ellos. La gente quiere creer en los ovnis.

Pero no es mi propósito, con esta nota, valorar el (por otra parte, certero y realista) razonamiento de Ruiz, sino comentar este último volumen con el que nos ha regalado. Cubre lo que en ufología llamaríamos un flap o incremento súbito, más o menor elongado en el tiempo, de denuncias de observaciones ovni en una región geográfica muy acotada. Estas oleadas son algo muy característico del «fenómeno ovni»[1], de hecho, ese patrón que se clona aquí y allá, afianza la naturaleza sociológica de esta quimera de los no identificados.

En el caso concreto de este libro, los incidentes se centran en la localidad de Warminster, en el condado inglés de Wiltshire, fundamentalmente en el verano de 1965. Tras unos preliminares consistentes en noticias de inquietantes sonidos escuchados por algunos vecinos a finales de 1964, a principios de 1965 se pasó de fenómenos auditivos a visuales, lo que llamaríamos «ovnis». Un papel preponderante en la difusión «’y, seguro, la extensión»’ de esta oleada lo jugó Arthur Shuttlewood, entonces reportero de The Warminster Journal, posteriormente mutado a ferviente creyente y autor nada menos que de seis libros sobre este asunto, publicados entre 1967 y 1979. A eso se le llama explotar algo hasta la saciedad. Escribe Ruiz:

Shuttlewood estima que, a mediados de 1966, 420 personas habían visto «La Cosa»[vocablo usado localmente para denominar el ente transgresor] y que, a fines de 1966, el propio equipo de Shuttlewood había visto 972 ovnis. El pico de la actividad ovni ocurrió en los años 1965 a 1966 (página 53).

Me centraré en los casos ovni propiamente dichos, pero antes un apunte de una situación insólita que indica el tenso ambiente creado hasta entonces (y una motivación para instigar posteriores contagios, dicho sea de paso): el 25 de agosto de 1965, el presidente del consejo municipal de Warminster y el jefe de la Cámara de Comercio convocaron una reunión pública en el Ayuntamiento, «para disipar los temores de que los sucesos fueran un peligro para la Tierra». Más de 200 personas atiborraron la reunión. Lo bien cierto es que ese fin de semana la población de la ciudad pasó de 11,000 a más de 18,000 habitantes. Ruiz cita a Christopher Evans: «los pubs se secaron de cerveza por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial» (página 68).

El libro, además de ser un relato pormenorizado de todo lo que sucedió en torno a Warminster, en lo tocante a ovnis, es una galería de personajes, un quién hizo qué en las vivencias e historias de la época «’mediados de los sesenta»’ en la región. Dividido en dos partes, la primera (once capítulos), versa fundamentalmente en el papel jugado por Arthur Shuttlewood en la larga serie de acontecimientos que allí ocurrieron. La segunda (seis capítulos) se dedica a la subsiguiente (y más que previsible, inevitable más bien) oleada nacional británica de 1967.

La obra recoge a la perfección los prolegómenos, la intensidad central y la paulatina desaparición (aunque estas cosas nunca terminan de desvanecerse) de la oleada de Warminster de 1965. Y muestra el papel que jugaron periodistas e investigadores en la trama. Un capítulo que me ha fascinado particularmente es el séptimo, «El juego de los datos». Es especialmente significativo porque abunda en una de las peores facetas de la práctica ufológica: la degradación de la información. Ruiz ha aflorado este problema con claridad. Los relatos de los avistamientos, las horas, los nombres, las circunstancias. Los datos. Todo es sujeto de distorsión y de cambio de un autor a otro, de una fuente a otra. Este trasfuguismo de la información siembra la duda perenne de que las declaraciones de los testigos sean inexactas cuando las leemos en una publicación. La sensación «’más que eso»’ es que lo que estudiamos es apenas una forma de literatura de ficción sin siquiera retazos de realidad. Por todo ello, esos reportajes, esos artículos, esos libros carecen de valor probatorio y lo que arrojan no pueden considerarse datos fidedignos. El análisis estadístico o temático conduce irremediablemente a falsas conclusiones. Esa es una de las tragedias del estudio de los ovnis. No podemos fiarnos de la información que circula.

Lo que ocurre es que determinar el fondo de ciertas narraciones cuesta un tiempo considerable y, generalmente, no compensa, ya que muchas veces verificamos que los eventos o incidentes originales resultan irreales, falsos o, simplemente, son de naturaleza más que prosaica.

En este contexto, viene a cuento un ejemplo que hemos analizado recientemente. La prensa ufológica española se ha ocupado en bastantes ocasiones de un acontecimiento supuestamente acaecido en 1966 con varios ingredientes, un avistamiento ovni por militares, una fotografía, el vuelo de un ovni sobre Ferrol (La Coruña) y la recuperación en el mar de un vehículo aeronáutico de la NASA. Una serie de sucesos que se presentaron como directamente relacionados entre sí. Después de una laboriosa investigación, logramos llegar al fondo del asunto y lo que encontramos fue una torpe mezcla de hechos sin conexión y que tuvieron lugar en años distantes entre sí. Les aconsejo la lectura del informe que redactamos[2]

De vuelta al libro de Ruiz y a este respecto, el autor señala:

Podría pensar que lo que estoy mostrando aquí es cuán poco confiables eran los datos que se estaban grabando y transmitiendo en Warminster. Pero creo que es mucho peor que eso. Creo que esto muestra cuán poco fiables pueden ser los datos forteanos; particularmente aquel primero escrito o en algún momento reescrito por los periodistas. Y si se puede cambiar tanto «’incluso elementos simples como fechas, horas y números»’ al cruzar el Atlántico, piense cuánto más daño se puede hacer cuando los datos cruzan la barrera del idioma (página 134).

La oleada de Warminster trajo consigo el gran abanico de la fenomenología, ufológica, incluyendo los casos de «humanoides», al que Ruiz dedica el extenso capítulo 8. En cuanto a fotografías, apartado que me interesa sobremanera en el contexto del proyecto FOTOCAT, se hace hincapié en que las dos colinas principales de la zona, Cradle Hill y Starr Hill, se convirtieron en el centro de reunión de aficionados, creyentes, curiosos e investigadores, desde donde se tomaron muchas fotografías nada concluyentes: Arthur Shuttlewood se convirtió en el gurú, un sumo sacerdote de los ufólogos que visitaron las colinas de Warminster, leemos en la página 85.

El testimonio gráfico más popular y mediático de la época fue la imagen conseguida por el joven de 23 años Gordon Faulkner el 29 de agosto de 1965, detalladamente documentada en el capítulo 9. No quiero adelantar nada de lo que Ruiz ha escrito al respecto, baste decir que documenta perfectamente todo lo relativo a la foto dichosa, así como otras menores. Algún otro debió gastarse una fortuna en carretes de película y revelado, como Bob Strong, que llegó a tomar 3,623 fotografías, de varios cientos de aeronaves, y 3,500 películas (en éstas, curiosamente, no se materializó nada)

WarminsterWarminster, 29 de agosto de 1965. © Gordon Faulkner. De Warnings from Flying Saucer Friends, Portway Press, 1968.

El documentadísimo libro de Ruiz no menciona, sin embargo, el informe sobre la fotografía de Faulkner que hizo en julio de 1967 el Cambridge University Group for the Investigation of UFOs, un grupo de miembros de esta universidad, a solicitud de Charles Bowen, director de la Flying Saucer Review (FSR), quien mandó a James Wadsworth, uno de los investigadores principales del proyecto ovni de la Universidad de Colorado, una versión mecanografiada del informe manuscrito. Este informe, junto con otros papeles de la correspondencia del proyecto dirigido por el Dr. Edward Condon, se hallaba en los archivos del NICAP, y fueron felizmente escaneados en 2017 por Barry Greenwood. La conclusión de dicho informe avala el veredicto de fraude y dice concretamente:

A mi juicio, esto es mucho más consistente con el comportamiento de un objeto lanzado al aire verticalmente desde el suelo, frente al observador, una hipótesis que cuadra bien con la elevación de la cámara con un ángulo de 57º.

El mismo Bowen, en una carta a Wadsworth fechada el 19 de julio de 1967, dice que estuvo a punto de publicar la foto de Faulkner, pero que se desilusionó cuando vio la foto original. «Un astrónomo amigo mío también la vio y la desechó al instante», escribe.

estudioEl libro también se ocupa de un suceso que, aunque ocurrido en 1970, volvió a situar a Cradle Hill, Warminster, en el epicentro del debate ufológico británico y mundial, al ser catapultado desde las páginas de la entonces prestigiosa FSR. Hablamos de las fotografías tomadas desde ese lugar la noche del 28 de marzo de 1970. Lo que hace singular de este episodio es que fue el fruto de una experiencia de engaño por parte de los miembros de la Society for the Investigation of Unidentified Object Phenomena (SIUFOP), entre los que estaban David Simpson, Ken Rainer y Norman Foxwell. Los dos primeros, ubicados en una colina cercana (Sack Hill), encendieron intermitentemente una luz rojo-púrpura, sabedores de que desde Cradle Hill muchos de los observadores congregados allí verían las luces y las interpretarían como ovnis. Además, Foxwell se situó en Cradle Hill y aparentó tomar fotos, las cuales había sido previamente expuestas con otras imágenes.

Las resultantes fotos del «fenómeno» se publicaron y analizaron en la FSR. El reputado astrofísico francés Dr. Pierre Guérin las estudió y afirmó que no solamente no podían ser falsificadas, sino que, al presentar diferencias entre las imágenes registradas y lo que se observó visualmente, eso implicaba que el ovni emitía luz ultravioleta. Fue un escándalo cuando los autores del experimento confesaron el fraude. La posición de Guérin y la de aquellos que habían sostenido que se trató de un ovni verdadero quedó muy deteriorada.

Los autores del experimento han publicado varios artículos al respecto[3],[4]. Esto es lo que concluyeron:

Los engaños han sido una herramienta útil para evaluar la destreza para la observación y las habilidades de investigación de los ufólogos. Éstos han ilustrado claramente que los humanos ven lo que quieren ver y que la calidad de las investigaciones sobre ovnis es generalmente muy pobre.

En España, años después también se experimentó con el mismo concepto. En 1978, un grupo de personas interesadas por la investigación científica del fenómeno ovni, pertenecientes a los grupos CEP y CEI, coordinados por Félix Ares de Blas, decidieron comprobar si una oleada se podía inducir, o cuán fiables eran los relatos de los testigos. Para ello, pusieron en marcha el Proyecto Iván. Primero hicieron una campaña de activación, en la que unos testigos experimentales contaron a la prensa que habían visto un ovni. Tales noticias crearon el ambiente propicio para que se dieran más casos espontáneos. Posteriormente, un día de luna nueva usaron las luces de un coche con filtros de distintos colores que encendieron intermitentemente desde una montaña próxima a Irún (Guipúzcoa). Un grupo de encuestadores registraban lo que describían los observadores en Irún. Se comprobó cómo se estimulaba una «oleada» y que los testigos se inventaban colores y movimientos inexistentes, incluso algunos vieron «aterrizar» al ovni y haber visto un humanoide. Hasta un conocido reportero dijo haber entrevistado a dos testigos que los encuestadores se habían inventado y que no existían[5].

Se pregunta Ruiz: ¿hay una explicación para «La Cosa»? En el capítulo 11, se relacionan los avistamientos de Warminster con operaciones en las instalaciones militares de la zona, en alguna de las cuales se ensayaban nuevos y secretos tipos de aviones de la tecnología más avanzada. Y, curiosamente, se conecta el efecto de la lectura de los libros de Shuttlewood con la motivación de la pareja de jubilados Doug Bower y Dave Chorley para comenzar la creación de círculos en las cosechas de maíz, que luego dio pie a sofisticados y artísticos glifos, luego exportados a otros muchos países y asociados, como no podía ser de otra forma, con la llegada de los extraterrestres.

Tras tanto tiempo de noticias en los medios locales, el contagio se extendió a nivel nacional, de ahí la siguiente oleada de 1967 en el Reino Unido. Un catálogo de cerca de 90 casos, de todas clases y a lo largo de Gran Bretaña, se expone en el capítulo 12. La saga de los platillos volantes contiene altas dosis de fraude-broma en los episodios más notables. Así, por ejemplo, la siembra en suelo inglés (Kent, Somerset y Wiltshire) el 4 de septiembre de 1967 de varios artefactos manufacturados por jóvenes estudiantes de ingeniería, con la forma estereotípica de discos volantes. Ruiz se ocupa extensamente de esta peripecia y de su impacto en el país y en el ministerio de Defensa en los últimos cinco capítulos de su obra, así que no lo alargaré más, excepto añadir esta foto de uno de los cacharros que se diseminaron.

platilloBromley, 4 de septiembre de 1967. En un campo de golf cerca de Londres, Harry Huxley encontró este primer artefacto a las cinco de la mañana. Naturalmente, Policía y Ejército tomaron cartas en el asunto. © Robert Chapman, UFO (Mayflower, 1974), plate.

Ya de cosecha propia, diré que en enero de 2019 FOTOCAT tenía 12,358 casos fotográficos, de los cuales 525 pertenecen a Gran Bretaña (UK, Gales y Escocia), un 4.2% del total. Si la población mundial es de ~7,500 millones de habitantes y la británica de ~66 millones (0.9%), esto significa que el índice de casos producido en el país es cuatro veces superior al que demográficamente le correspondería. Y no es de extrañar porque el fenómeno ovni tiene fundamentalmente una raíz anglosajona. Es un dato que constatamos. Para el Reino Unido, FOTOCAT tiene registrados 510 informes gráficos entre 1950 y 2005. Su distribución por década es la siguiente:

1950   1960   1970   1980   1990   2000

25          82        79          41        94       189

Vemos que hay un gran incremento en los sesenta (efecto de la oleada que comenzó en Warminster en 1965 y que llegó hasta 1968), un bajón enorme en los ochenta (saturación), un aumento sostenido en los noventa (los videos) y una intensa acentuación en el presente siglo (los móviles con cámara incorporada). No puedo dejar de mostrar una estadística anual de los casos que tengo catalogados. En la gráfica se aprecia la oleada de mediados-finales de los sesenta. Entre 1965 y 1967, los años que cubre el libro que estoy reseñando, de los 42 casos que conozco, cerca del 60% procede de la región del South West, donde se localiza el condado de Wiltshire.

GraficaEste libro contiene, además, 28 páginas de ilustraciones, facsímiles y fotos y la obra se cierra con un imponente listado de referencias que llena siete páginas. Algo desacostumbrado para los libros en español de esta materia, un índice de 18 páginas clausura el volumen. Muy recomendado.

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[1] V.J. Ballester Olmos, «UFO Waves: An International Bibliography», GEIPAN web,

http://www.cnes-geipan.fr/typo3conf/ext/dam_frontend/pushfile.php?docID=11383

[2] Julio Plaza del Olmo, V.J. Ballester Olmos y Mercedes Pullman, «El OVNI de La Graña»,

https://www.academia.edu/37908857/El_ovni_de_La_Grana

[3] David I. Simpson, «Experimental UFO Hoaxing», MUFOB New Series, 2, marzo de 1976,

https://archive.is/MsC7F#selection-295.0-297.12

[4] David Simpson y Ken Raine, «An Account of Experimental UFO Hoaxing», Magonia, 75, julio de

2001, http://magonia.haaan.com/2009/ufo-hoaxing/

[5] https://blogs.publico.es/strambotic/2018/10/proyecto-ivan/

Ovni filmado en Manchester, Georgia, 9 de septiembre de 1973

Ovni filmado en Manchester, Georgia, 9 de septiembre de 1973

Vicente Juan Ballester Olmos

Septiembre de 1973 fue testigo de un brote considerable de informes de ovnis en los Estados Unidos. La ola de avistamientos fue particularmente intensa en Georgia en la primera parte del mes (más tarde se extendió también por Alabama, Tennessee, Mississippi y Arkansas). El alboroto de Georgia proporcionó algunos ejemplos fotográficos. Me gustaría revisar ahora uno de los avistamientos que probablemente pueden ser descontados. En nuestros días, podemos enviar fácilmente cualquier información de primera mano al veredicto de programas astronómicos, como Stellarium. Apoyándonos en tales herramientas podemos llegar a una identificación positiva del estímulo que se vio y, como en el presente caso, también filmado con una cámara de 16 mm.

La observación de Dan Keever, un camarógrafo de películas de noticias en WAGA-TV (Atlanta), fue conocida después de que el UFO Investigator de NICAP lo cubriera en sus números de octubre de 1973 y febrero de 1974[1]. Pero no fue hasta hace poco que accedí al formulario original ovni completado por el observador directo, uno que estaba almacenado en los archivos NICAP que actualmente se encuentran en los archivos CUFOS. Fue gracias a los esfuerzos inestimables de Barry Greenwood, quien pasó innumerables horas escaneando documentos en Chicago, que lo obtuve para su inspección. Evidentemente, cuanto más objetiva y menos manipulada sea la información presentada al analista, más fácil será encontrar una resolución para una experiencia ovni.

Al examinar un cuestionario ovni sin procesar, aprendes la primera lección de ufología: el reporte de testigos no es como las matemáticas, es una afirmación subjetiva con una gran barra de errores. De hecho, los defensores de los ovnis se aferran a las palabras exactas de un testimonio como totalmente ciertas, como aquellas mentes equivocadas que consideran que el Antiguo Testamento es una verdad rigurosa. Nada podría estar más lejos de la realidad. Testigos oculares intentan traer a los investigadores su mejor recuerdo de lo que vieron, pero ni sus ojos ni sus recuerdos son instrumentos de grabación precisos. Ellos cometen errores. Se olvidan de los datos. Tergiversan ciertos aspectos de los acontecimientos. Incluso con su mejor voluntad. Por lo tanto, debemos acercarnos a un informe de testigos como una aproximación. Y hacemos todo lo posible para que el aspecto y la ubicación de sus avistamientos coincidan con los objetos, luces o fenómenos convencionales.

Dan Keever, de 32 años, estaba de pie junto al jardín de la Oficina de la Patrulla Estatal en la ciudad de Manchester con su cámara en un trípode, y al parecer filmaba entrevistas con testigos oculares de sucesos anteriores de ovnis. Eran las 4:30 de la mañana cuando otros en la escena señalaron esa noche clara como una «fuente de luz brillante aparentemente auto-luminosa, que parecía cambiar de color, rojo, azul, amarillo y verde en bengalas, una vez más brillante, una vez atenuada. Estando quieta todo el tiempo, sin mostrar movimiento, más brillante que las estrellas circundantes, del tamaño de una cabeza de alfiler». El avistamiento, que fue compartido por otros, duró dos horas pero la luz permaneció allí cuando no la vio desaparecer.

La película no ha estado disponible, excepto un marco borroso (el soporte de la cámara estaba suelto y causó cierto movimiento en la película, observó el observador). Algunos representantes de la prensa que vieron la película la describieron como «90 segundos de un resplandor flotante que cambia de color rápidamente». Finalmente, se obtuvieron 150 pies de película mientras la cámara funcionaba durante 30 minutos durante el show de 2 horas.

ManchesterIzquierda: un solo fotograma de la película, tal como se ha reproducido hasta ahora. Derecha: Una fotografía que se encuentra en otro conjunto de archivos NICAP en CUFOS, que se acaba de descubrir. Primera vez que se libera. Si asumimos que esta es una impresión original, entonces la imagen anterior ha sido rotada.

La luz estaba en el Este, «a unos 20-30º sobre el horizonte» y el testigo dibujó un diagrama de lo que vio. De acuerdo con esto, la estrella Sirio era visible, y a la izquierda y abajo de ella estaba el objeto fotografiado. De acuerdo con el dibujo, a la izquierda y por encima de la luz extraña había una luz secundaria, sin importancia.

positionEl siguiente paso en el proceso de selección ha sido ver cómo se veía el cielo nocturno en esa fecha y hora en dirección Este, ya que los avistamientos de luces fijas de larga duración en el cielo nocturno son sinónimos de fuentes astronómicas. El programa Stellarium nos proporciona una visión nítida, donde vemos a Sirio abajo, como informó el cineasta, y luego la estrella Procyon a su izquierda, ocho grados sobre el horizonte con una magnitud (brillo) de 0.40. Por encima y ligeramente a su izquierda, encontramos el planeta Saturno, con una altura de 34º y una magnitud de 1.00 (menos brillante que la estrella en astronomía, los valores más altos representan un brillo más bajo). En principio, parece coincidir con el boceto diseñado por los testigos principales, con los errores esperados en las estimaciones de altitud angular o posición.

ChartSin embargo, dudamos que la estrella Procyon haya sido filmada. Hay una serie de posibilidades dentro del concepto general de que la causa fue astronómica. Debido a que la descripción de la fuente luminosa es mucho más parecida a la brillante Sirio que a cualquier otra estrella o planeta más pequeño esa noche, creemos que es casi seguro concluir que el Sr. Keever vio y filmó a Sirio. No es una certeza del 100%, lo llamaría una conjetura probablemente correcta, mucho más probable que la alternativa alienígena. De todos modos, prefiero no especular por qué el fotógrafo afirmó no haber filmado a Sirio sino a otro pequeño punto brillante en el cielo que probablemente una cámara vintage de 1973 no capturaría. Vea a continuación un ejemplo comparativo de la estrella magnificada 300 veces.

SiriusSirio. Imagen prestada de https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=6tgxTCDjvBI

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[1] http://www.cufos.org/UFOI_and_Selected_Documents/UFOI/091%20OCTOBER%201973.pdf

El episodio del ovni submarino de Carbondale

El episodio del ovni submarino de Carbondale

Vicente Juan Ballester Olmos

Robert D. Barry, director de la 20th Century UFO Bureau de Collingwood, N.J., informó que tres niños adolescentes de Carbondale, una pequeña ciudad de 15,000 almas en el noreste de Pennsylvania, vieron caer un objeto en un estanque cercano a las 7:30 p.m. el sábado 9 de noviembre de 1974. «Vieron un blanco amarillento en el centro del estanque. El resplandor cambió poco después a un punto a unos 25 pies de la costa», leemos en la medianoche del 27 de enero de 1975. Según la información del diario, se ordenó a los niños que permanecieran en un coche de la policía durante más de tres horas. Durante ese tiempo, reflectores, furgonetas y una grúa fueron llevados al lago, en la oscuridad de la noche, por supuesto. El ciudadano de Carbondale Jerome Gillon (o Gillette) tomó algunas fotos de la luz subacuática con una cámara de 35 mm: «revelan un objeto circular brillante, a veces más grande, a veces más pequeño». Las siguientes fotografías muestran el camino supuestamente seguido por el ovni y el lugar donde aterrizó en unos 15 pies de agua, así como el aspecto de la luz bajo el agua, según lo publicado por Midnight.

planoLUZSe publicaron más detalles originalmente en la edición del 12 de noviembre de 1974 del Lebanon Daily News. Informaba que después de que Bill Lloyd, de 15 años, su hermano John, de 13, y un vecino, Bob Gillette, de 14, notificaron el incidente a las autoridades, el jefe de la policía Francis Dottie y 12 policías regulares y especiales fueron a la escena. El patrullero Joseph Jacobina fue autorizado para disparar su revólver de servicio al agua; al parecer, el brillo se movió cuando se disparó. «La vigilancia policial continuó hasta después de la medianoche, luego los bomberos de una compañía cercana llegaron armados con una red enorme», escribió el periódico. «La red fue levantada hacia arriba, pero justo cuando comenzó a salir a la superficie, el objeto brillante se soltó y se acomodó en el limo en el fondo del estanque». Dos profesores de la Temple University de Filadelfia, el Dr. Lawrence Berry, un psicólogo y profesor George Kelly, instructor de meteorología, se ofrecieron como voluntarios para bucear en el fondo del estanque, lo cual hicieron temprano el lunes por la tarde, el 11 de noviembre. El jefe Dottie dio una conferencia de prensa el lunes por la noche. Cuando le preguntaron si había algo de verdad en la historia de un ovni estrellado, «fulminó con la mirada y levantó un pequeño objeto plateado de aproximadamente tres pulgadas de diámetro y no más de ocho pulgadas de altura. Tenía un asa con forma de medio anillo y estaba hecha de un metal muy pulido». Era una linterna. «Los instructores trajeron este reflector. Me han dicho que no descubrieron nada más. Todavía estaba ardiendo cuando lo trajeron», dijo Dottie.

La primera de las dos fuentes (Midnight) informa que el hallazgo de la linterna es diferente: «Con una multitud de 1,000 mirando, Mark Stamey, un buceador de Auburn, Nueva York, desafió el agua fría y oscura. Salió 19 minutos más tarde, temblando y sosteniendo una linterna del ferrocarril con dos bombillas y una batería de seis voltios». Probablemente esta diferencia se resuelva leyendo lo que el experto en ovnis marinos Carl W. Feindt escribe en su libro UFOs and Water (Xlibris Corporation, 2010). La página 321 revela que Robert J. Gillette, Jr., entonces un niño de 14 años, creó la historia arrojando una linterna al estanque y haciendo girar la historia de una bola roja zumbadora, chispeante, que voló sobre la Montaña Salem y se lanzó al estanque, en un esfuerzo por asustar a su hermana, María, y sus amigos. «Mientras tanto, la linterna se apagó y tuvimos que conseguir otra y esa fue la linterna», dijo Gillette, de 39 años, al periodista R. Mates, 25 años después, entrevistado para The Sunday Times de Scranton. Pennsylvania, 7 de noviembre de 1999. Dos dispositivos de luz, dos inmersiones, dos hallazgos. Este es un caso poco conocido para el que he podido recopilar algunas ilustraciones raras de algún valor histórico.

LINTERNALos buscadores en Carbondale, explorando las aguas del pequeño estanque sostienen en alto una linterna que, según las autoridades, fue confundida con un ovni que aterrizó en el agua. El residente Jerome Gillette sostiene la linterna. Crédito: Lebanon Daily News. © UPI Telephoto.

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Una foto ovni de 1966 recién encontrada

Una foto ovni de 1966 recién encontrada

14 de diciembre de 2018

Vicente Juan Ballester olmos

1966El Boston Globe (condado de Plymouth, Massachusetts) del 2 de noviembre de 1966 informa sobre esta imagen ofrecida por un hombre local que afirmó haber visto y fotografiado un ovni el 26 de octubre anterior. Su «evidencia» es una pequeña instantánea que muestra un marco de ventana, los techos de dos casas cercanas y un poste de madera. Por encima de las casas hay un objeto en forma de platillo. Dijo que el artilugio volador flotaba en la vecindad, a un cuarto de milla del centro de Plymouth, alrededor de las 5 p.m., y permaneció el tiempo suficiente para que tomara su cámara y tomara una foto. «Condenado al ostracismo por sus vecinos, no creído por su familia, el hombre que desea permanecer en el anonimato -escribe el periódico- contó solo a Stephen Putnam, de Bossy Lane, Scituate, sobre el avistamiento». Por supuesto, porque estaría más que dispuesto para escuchar y creer: Putnam es el presidente del New England UFO Study Group.

Mi evaluación va directamente al hueso: la imagen simplemente muestra el corte de un típico platillo volante (de forma ovalada con una cúpula) pegado en un panel de la ventana y fotografiado a través de él. Pensé para mis adentros: si alguien no está de acuerdo, ¡demuestre que es un visitante interplanetario! Pero decidí tener una segunda opinión de uno de los pocos gurús de la fotografía ovni, el químico chileno Andrés Duarte. «Estoy completamente de acuerdo. Creo que esta es la explicación más plausible». Este caso se ha abierto y cerrado al mismo tiempo. Simplemente se convierte en otra línea para cualquier catálogo de IFO. Y, por supuesto, una nueva entrada en FOTOCAT.

http://fotocat.blogspot.com/2018_12_14_archive.html

La inagotable oleada de 1954

La inagotable oleada de 1954

14 de diciembre de 2018

Vicente Juan Ballester olmos

Había inferido razonablemente que la información sobre los eventos ovni para el año 1954 ya se había agotado, al menos en lo que respecta a los informes fotográficos, cuando en 2008 publiqué mi monografía The Year 1954 in Photos (Expanded), https://app.box.com/shared/y1mufymo8w

Pero lejos de ser verdad. Algunos casos desconocidos salieron a la luz gracias a la cooperación de colegas internacionales. Ahora, la infatigable Kay Massingill, ha encontrado nada menos que un trío de gemas nuevas. Nada fuera del mundo si pensamos que los elementos están posiblemente relacionados con la ETH, más que con el esquema psicosocial de las cosas. Veamos que tenemos. The Australian Daily Telegraph de Sydney del 16 de junio de 1954 insertó una noticia que también incluía la solución claramente en su título: «Flying Saucer (Imaginary). Hoax picture was «˜taken»™ in boarding-house room». Estaba acompañada por una fotografía que será familiar para muchos lectores.

WOLLONGONGEl periódico informó que el alemán Alfred Tauber, de 24 años de edad, quien llegó a Australia apenas dos años antes, le trajo dos fotos al editor diciendo que las tomó a las 7 p.m. el lunes 14 de junio de 1954, cuando estaba con un amigo en el monte Kembla Road. Esto ocurrió un día después de que el mismo periódico informara sobre un avistamiento de ovnis por dos miembros de la Oficina del Clima local, los señores Smith y McKinnon, en esos cielos de Sydney el 14 de junio (por cierto, probablemente un globo aerostático). «Tomó ocho horas del tiempo de dos de nuestros representantes y un viaje a la costa sur para demostrar que esta foto fue un engaño», remarcó el diario. En vista de esto, el joven Herr Tauber confesó que había dibujado dos vistas del platillo, había pintado partes de ellas y luego había pegado los dibujos en un cartón negro. Luego había fotografiado los dibujos en la habitación, moviendo ligeramente la cámara para obtener un efecto de desenfoque. Luego dijo que lo propuso «para mostrar con qué facilidad se podría falsificar la «˜evidencia»™ de los platillos».

Como cualquier lector se habrá dado cuenta, la semejanza (es decir, la inspiración) de la falsificación ovni fue uno de los platillos hechos por el famoso contactado estadounidense George Adamski.

El segundo caso rescatado del olvido data del 10 de enero de 1954, también de Down Under, ahora en Blackwood, Australia del Sur. La edición del diario sensacionalista The News of Adelaide del 14 de enero reproducía una imagen burda de un lugar extraño con forma de disco que aparecía sobre un poste telegráfico, un «platillo volador» según la camarera, una tal Miss L. Buckley.

1954Ella había presentado una carta al periódico que decía en parte: «Aquí se muestra una fotografía auténtica de un platillo volador visto en Cliff Street, Blackwood, el domingo por la tarde». Pero agregó un Post Scriptum revelador: «ahora tenemos un platillo menos en nuestra vajilla». Por supuesto, la revista tuvo un comentario del personal para cerrar: «Respetuosamente sugiero que la señorita Buckley tenga tantas posibilidades como su famoso homónimo de ganar el premio de £ 100 del Mail». Probablemente son necesarias un par de aclaraciones: William Buckley (fallecido en 1856) fue un convicto inglés transportado a Australia que escapó y vivió con personas aborígenes hasta que se reincorporó a la sociedad. Wikipedia explica que «la supervivencia improbable de Buckley es considerada por muchos australianos como la fuente de la frase vernácula «you’ve got Buckley’s», que significa «no hay posibilidad». En segundo lugar, el Mail (ahora Sunday Mail) es un periódico de Adelaida que cubre los deportes del fin de semana. Al igual que otros medios de prensa en Europa, esta revista otorgó un premio en efectivo a cualquier persona que proporcionó una imagen real de un platillo volante. Además, el Melbourne Argus ofreció £ 1000 por la primera imagen completamente autenticada de un platillo volador tomada en Victoria.

El tercer caso de imagen recuperado proviene de los Estados Unidos. Se dice que es el primer «platillo» del año, ya que el Jersey Journal del 2 de enero de 1954 tituló esta fotografía con la siguiente leyenda: «Joseph Lutz, a la izquierda, y Herman Flavel muestran cómo un objeto que creían que era un platillo volante impactó en el semáforo en Henderson Street y Pavonia, Jersey City».

JERSEY«Llegó a las 8:35 anoche», informó la publicación periódica, cuando una cosa voladora que intentaba aterrizar golpeó un semáforo y se fue volando hacia el costado de una taberna en 160 Pavonia Avenue. Tres hombres locales parados en la intersección con Henderson fueron testigos del fenómeno. De repente: «Whoosh … El «˜platillo»™ pasó junto a ellos y se dirigió hacia el costado del edificio … Tras una inspección más cercana, se parecía mucho a una caja de pan arrugada», escribió el Journal. Aparentemente, un automovilista lo había pateado a «90 millas por hora por la calle Henderson». La cosa era blanca y estaba decorada con el retrato de una gran rosa roja.

El editor del periódico -no a sabiendas- anticipó que este «platillo probablemente establezca la moda de 1954 para los platillos voladores en todo el mundo». Poco sabía que en los meses siguientes, un volumen tan magnífico de informes ovni, incluidos muchos supuestos desembarques «reales», se extenderían en Europa y en el extranjero.

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