MARÃA CRISTINA LEGUÃZAMO Y SU ENCUENTRO CON ANTRASPARTARLOX
Desde muy joven, aún antes de proponer el concepto del Objeto Ufológico Permanente, intuía que las verdaderas pruebas que podrían llegar a demostrar la visita de extraterrestres a nuestro planeta, tendrían que ser algo distinto a los reportes, informes, declaraciones, relatos, huellas, fragmentos o, incluso, fotografías y/o videos sobre supuestos encuentros con ovnis.
Por aquel entonces conocí el caso de Marlene Travers, una mujer de Australia que afirmó haber sido violada por seres extraterrestres y haber dado a luz un ser híbrido[1]. Esa me parecía la historia perfecta que podría demostrar todo el así llamado «fenómeno ovni». Seguramente su bebé tendría alguna(s) característica(s) muy peculiar(es), algún cromosoma, o el ADN de alguna forma diferente al de los seres humanos. Esa sería la «prueba irrefutable» como dirían nuestros modernos ufólogos.
Sin embargo, para mí había dos problemas, Marlene estaba del otro lado del mundo y yo no podía investigarla, pero lo peor es que nadie podía ubicarla, y mucho menos a su bebé. Tal parecía que todo era una historia inventada por los periodistas.
No obstante, uno de mis amigos me dijo que para qué quería ir a Australia si en México teníamos un caso similar. La noticia me sorprendió. Mi amigo me informó que recientemente había leído un «periódico de ovnis» que vendían en las calles del centro de la Ciudad de México. Esta noticia me sorprendió aún más. No se trataba de un periódico que tuviera una nota o noticia sobre platos voladores. Todo el diario estaba dedicado a los ovnis. Mi amigo me regaló el ejemplar número 3 de Afirmaciones Extraterrestres, y en efecto, ahí, en su página 2 pude leer un artículo que mencionaba el extraño caso de Lucinda de los Reyes Vignal[2].
Supuesta fotografía de Lucinda de los Reyes y de su novio Antonio Ruiz Paredes. La mujer parece tener más de 19 años.
Por un momento me olvidé de los casos de los supuestos bebés extraterrestres. Lo primero que hice fue tratar de conseguir los números anteriores y los que se hubieran publicado hasta la fecha[3]. El periódico era publicado por el profesor Gustavo Quezada Quezada, director de la para mí desconocida Asociación Mexicana Pro-Estudio Civilizaciones Extraterrestres A. C. (AMECE), cuya sede se encontraba en la calle de Bolívar 121, pero luego se cambiaría a la calle de López 23, en donde antiguamente estaba la Embajada Alemana y después fueron oficinas de la Confederación Nacional Campesina, a propuesta del General Lázaro Cárdenas. Ahí pude comprar los números 1, 2, 4 y 5. Justo en el 4 continuarían con la historia de Lucinda. Pero veamos de qué se trataba.
INSEMINADA POR EXTRATERRESTRES
Supuestamente Lucinda de los Reyes, una joven de 19 años que vivía en una colonia proletaria del norte de la ciudad de México, había tenido un encuentro demasiado cercano con una entidad extraterrestre llamada «Delar«. En sus propias palabras:
«Yo estaba en mi recámara, poco antes de anochecer, cuando vi una extraña luz penetrar por la ventana. Pensé que alguien dirigía una luz ref1ejada en un espejo hacia mi casa. De pronto, toda la habitación se llenó de una luz intensa, francamente, me asusté mucho y perdí el sentido. Cuando desperté la luz había desaparecido, pero yo ya no tenía miedo. Ni he vuelto a tenerlo desde entonces».
Sede de la AMECE en la calle de López 23.
A partir de ahí, Lucinda se dio cuenta que estaba embarazada. La muchacha estaba a punto de casarse con el joven Antonio Ruiz Paredes, quien al enterarse del embarazo quiso romper el compromiso, pero al parecer, finalmente se casaron.
El embarazo de Lucinda fue atendido por el ginecólogo Dr. Martín V. Lualdo, quien no podía explicarse este fenómeno. Según el anónimo redactor de la nota en Afirmaciones Extraterrestres, el doctor Lualdo, después de comprobar la integridad física sexual de la joven, expuso la hipótesis de que quizá se trataba de un caso de inseminación artificial.
El artículo en el siguiente número de Afirmaciones Extraterrestres sí venía firmado[4], pero no daba información. Antes bien se iba por las ramas entrevistando a varios miembros de la AMECE, pero sin decir qué había ocurrido con Lucinda y su bebé.
«Gran número de personas nos piden mayor información al respecto, que de momento no nos es PERMITIDO proporcionar; están llegando a nuestra redacción numerosas cartas con las más disímbolas opiniones»¦
Portada del número 2 de Afirmaciones Extraterrestres en donde se dio a conocer el caso de Lucinda.
«Dignatarios de diversas religiones están solicitando más datos y algunos quieren acercarse a Lucinda, para conocerla e interrogarla.
«Igualmente, algunos médicos han hecho tal petición que desafortunadamente y porque así lo requiere el caso, de momento no podemos proporcionar tales relaciones».
Entre los miembros de la AMECE que hicieron declaraciones al periódico estaba el parapsicólogo doctor Enrique Ibargüen Ruiz, quien dijo:
«Llevo ya 19 años de dedicarme a la investigación profunda de fenómenos del tipo parapsicológico y conozco a las personas que tienen relación directa con la joven Lucinda, las cuales sería mentir al negar sus dotes o atributos propios y naturales.
«Pero en el caso de la mencionada concepción, y como profesional de la medicina, considero que la naturaleza no hace juegos de ese tipo y por otra parte, para estar completamente cierto en mis declaraciones, necesitaría examinar a fondo a la señorita y sólo así se podría emitir un diagnóstico imparcial».
Número 3 de Afirmaciones Extraterrestres en donde continuaba la saga de la mexicana inseminada por extraterrestres.
También el sicólogo Bernardino Vargas García, manifestó lo siguiente:
«Considero que mediante el uso de la hipnosis, se podría llegar a una conclusión certera. Hace aproximadamente 17 años que me dedico a nivel mundial, al estudio de las ciencias parapsicológicas y siempre he sido auxiliado por la hipnosis.
«Durante mi carrera como sicólogo profesional, he conocido varios casos de esta índole; pero ninguno me ha llamado tanto la atención, como el de Lucinda.
«Sus caracteres son muy especiales y por el momento es todo lo que puedo decir al respecto, dado que necesitaría examinar a fondo a la mujer para averiguar qué hay detrás de todo esto.
«Debemos de tener muy en cuenta, que desafortunadamente la medicina no ha llegado a descubrir los inicios de la vida y si es que existe algo después de la muerte y por lo tanto, considero que un criterio abierto debe prevalecer en las presentes condiciones».
El artículo terminaba con una promesa, que nunca se cumplió, ofreciendo publicar los resultados de las investigaciones.
«Reconocemos que el caso que nos ocupa, sobrepasa les límites del pensamiento humano y por tal motivo, prometemos a los lectores de AFIRMACIONES que continuaremos nuestras investigaciones al respecto y dentro de poco tiempo, daremos a conocer los resultados».
El parapsicólogo Enrique Ibargüen Ruiz leyendo el primer reportaje sobre Lucinda.
Nuevamente toda la historia parecía un invento de un periódico sensacionalista. El mismo nombre de la supuesta testigo sonaba poco creíble. El apellido, Vignal, parecía subrayar la condición virginal de la testigo en la que machaconamente se insiste a lo largo del artículo. Lo mismo se puede decir del apellido del doctor Lualdo, el ginecólogo de Lucinda. Apellido poco común en México, e inexistente en los registros del IMSS y del ISSSTE. Incluso el nombre de la reportera nos sonaba sospechoso. Y en este último caso no nos equivocamos.
Tiempo después, otro de los miembros de AMECE, Antonio Escobedo Cordero, publicaría su libro Estudiemos los ovnis[5], en donde nos cuenta que él investigó el caso para Afirmaciones Extraterrestres:
Como el caso lo ameritaba, decidí hacerme acompañar del médico cirujano Enrique Ibargüen Ruiz, investigador del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para Trabajadores del Estado (ISSSTE), quien después de examinar a Lucinda me comentó lo siguiente:
«En los 21 años que llevo de ejercer la medicina, jamás me había tocado conocer un caso semejante. A lo largo de mi carrera he podido estudiar algunas enfermedades psicosomáticas, como el caso de los denominados embarazos imaginarios, en los que por fenómenos mentales, algunas mujeres llegan a creer que están embarazadas cuando en realidad no lo están, elucubrando en sus mentes tales estados tan perfectamente, que algunas llegan incluso a sentir los dolores preparturales.
«Pero en el caso de Lucinda, realmente tengo que aceptar que se trata de un fenómeno desconocido para la ciencia, pues al querer auscultarla por completo, me di perfecta cuenta que en el interior de su vientre tenía algo parecido a una bolita fluorescente que emitía unos destellos a intervalos de cada cinco o siete segundos.
Bernardino Vargas García indicó que era necesario examinar a la mujer antes de sacar conclusiones.
«Desafortunadamente, desconozco a fondo cómo se llevó a cabo la fecundación, pero si debo de encontrar una explicación lógica al asunto, no encuentro una más real que la versión dada por sus padres en el sentido de que realmente un ser de otro planeta hizo posible el embarazo».
Escobedo va más allá y nos cuenta lo que pasó con Lucinda y su bebé:
La joven Lucinda dio a luz «16 meses» después a un hermoso niño, aparentemente similar a los demás, pero a los ocho meses de nacido comenzó a dar muestras de su verdadera personalidad y pasaba largas horas dentro de un tonel lleno de agua. Su nombre es «Maytons» su planeta de origen «Lassar» y su meta en la vida es llegar a convertirse en un gran científico terrestre, para dirigir las operaciones de construcción de naves interplanetarias.
Han pasado ya 35 años y aún no tenemos noticias de Maytons. Pero si se tardó 16 meses en nacer, tal vez tengamos que esperar otros 35 años para que dé muestra de su talento, o tal vez se quedó dormido dentro de su tonel de agua «“como «El Chavo del Ocho»– y nos hemos perdido de uno de los grandes genios de la humanidad.
Antonio Escobedo Cordero con María Cristina Leguízamo.
El caso de Lucinda de los Reyes tiene relación con nuestra historia porque, según Escobedo, ella y su madre acostumbraban visitar la casa de una curandera y también contactada llamada María Cristina Leguízamo Cosío.
LOS POLTERGEIST ERAN EXTRATERRESTRES
A principios de la década de los sesentas la señora María Cristina Leguízamo, «Cristi», vivía en la calle de Emma en la colonia Nativitas, muy cerca de la calzada de Tlalpan, en la Ciudad de México. Habitaba una vecindad con su esposo, cuatro hijos y su padre. Al iniciarse 1963 la familia comenzó a experimentar una serie de extraños fenómenos tipo poltergeist. Las puertas se cerraban solas, los objetos de vidrio se caían de la mesa, las luces se prendían o se apagaban.
Un suceso en particular marcaría la vida de Cristi. En la Semana Santa de 1963 la señora Leguízamo se encontraba acompañada de dos de sus hijos, una amiga y la hija de ésta. Estaban rezando un rosario cuando comenzó a temblar. En las paredes de la casa se abrieron enormes grietas. Cristi salió despavorida a la calle para darse cuenta que «la gente caminaba tranquila y nadie parecía percatarse de lo que ocurría».
En este libro Antonio Escobedo le dedica un capítulo al caso de María Cristina Leguízamo.
Regresó a la casa y se dio cuenta que sólo en su casa se había registrado el temblor. En el piso encontró a sus dos amigas desmayadas. Cristi se acercó a reanimarlas y de un rincón de la casa escuchó una voz. Sus dos hijos, a los que había abandonado en su fuga, señalaban el rincón y alegres decían «Mira, mamá, ¡el señor te está regañando!» Ella no veía al «señor».
«Llena de miedo, comencé a llorar mientras mis hijos se reían de la forma en que aquel señor me regañaba. La voz me dijo que empezara a prepararme pues en muy poco tiempo tendría contacto con los científicos más grandes del universo. Entonces me pareció una locura; yo era una persona sin escuela, completamente ignorante, ¿cómo iba, a tener contacto con científicos del universo? La voz me insistió que, en caso de no obedecer, yo sería responsable de lo que sucediera a mis hermanos de la Tierra, ya que tenía la responsabilidad de hacer caso a la voz.
«De manera profética, la voz me anunció la llegada a mi casa de personas de todo el mundo que atentas escucharían mis palabras. Finalizó diciéndome que en un lejano mañana, se dejarían bases, aunque no se especificó de qué tipo. Cuando la voz cesó, mis amigas despertaron. Interrogué a mis hijos sobre la apariencia del señor que vieron regañándome; describieron a quien, años más tarde, vería a bordo de un platillo volador».
El primer encuentro físico de María Cristina, según se lo comentó al ufólogo Fernando J. Téllez Pareja[6], ocurrió poco tempo después de eso:
María Cristina Leguízamo en una entrevista con los periódicos de la época.
«Otro día, mientras cocinaba, me percaté de que a mis espaldas se encontraba un hombre; me volví asustada pero él me tranquilizó. Me ordenó ir a los riscos del Ajusco (donde ahora vivo). Aquí existen unos peñascales tremendos que me han llevado años derrumbar.
«Ante tal situación, y convencida de que aquellos seres no me dejarían en paz, consulté a mi padre sobre qué debía hacer; me aconsejó que siguiera las órdenes y dejara el destino decidir lo que habría de pasar».
Pero algo muy distinto le contaría a Antonio Escobedo. A él le dijo que su primer encuentro había sido en 1965 o 1966[7]:
«Lo recuerdo perfectamente, nunca podré olvidado los hechos sucedieron un primero de septiembre del año de 1966[8].
«Me encontraba planchando, cuando de pronto mi hijo[9] que jugaba en el patio de la casa, me gritó en una forma desesperada, a fin de que acudiera a su lado, y así lo hice, y de pronto mi hijo exclamó; «˜se acaba de ir, se acaba de ir»™, y entonces yo lo interrogué para saber a lo que se refería y mi hijo me contestó que momentos antes, un avión redondo[10] que era de varios colores[11] estaba volando sobre el patio.
«Por algunos minutos, estuve observando el firmamento y no logré ver nada anormal, pero sí me quedé pensativa, pues ninguno de mis hijos acostumbra mentir.
La contactada con dos de sus hijos, Ernesto y María Cristina López Leguízamo en su casa del Ajusco.
Doña Cristina, nos comenta que sintió algo extraño en su cuerpo cuando su hijo le informó lo que había visto, pues como ella misma afirma sus hijos no mienten y lo que oyó de labios de su vástago era bastante raro.
Y luego añade:
«Mi hijo estaba bastante consternado porque yo no había podido ver lo que él contempló, y después de tranquilizarlo, le ordené que se fuera a la cama, pues eran ya las nueve de la noche.
«Después de cobijarlo y darle las buenas noches, al igual que a mi hija, continué planchando y a los pocos minutos, sentí la sensación de que alguien me estaba observando y sin saber por qué, me di vuelta y a mis espaldas, se encontraban tres hombres[12].
Visiblemente emocionada, nuestra entrevistada continúa su relato:
«Uno de ellos era bastante alto, como de dos metros y medio de estatura, el otro era más o menos de una estatura regular y el tercero, era el más bajito de los tres, parecía un enanito, pero con el tiempo he logrado saber que era el más inteligente.
«Los dos seres más altos, vestían ropas como metálicas y del tipo de las mallas; no pisaban el suelo o sea que se encontraban suspendidos en el aire».
«El más bajito de los tres, flotaba en el aire, pero a diferencia de sus acompañantes, vestía un traje que irradiaba mucha luz de color azuloso».
Al preguntar a la señora Leguízamo acerca de que si no había sentido miedo o temor por aquellos extraños desconocidos, exclamó:
«En ningún momento llegué a sentir miedo, fue algo así como si ellos me hubieran controlado, además sus rostros irradiaban una dulzura fuera de lo común y por ello no sentí el más leve temor.
«Algo que me llamó mucho la atención -nos dice la señora Leguízamo- fue el color de su piel y de sus cabellos, pues eran de cutis rosadito, muy diferente a los de los humanos, además portaba cada uno en la cintura, algo así como un cinturón faja que en medio tenía una especie de cajita con tres botones[13].
«El primero en hablarme fue el más bajito, me dijo que no tuviera miedo, que no me iban a causar ningún daño, ellos no movían los labios al hablar, lo hacían por medio de la «˜Telepatía»™ y asimismo me dijeron que yo había sido escogida para establecer contacto con seres de su mundo y los terráqueos».
Dejemos aquí, por un momento, el relato de Leguízamo a Escobedo. Regresemos a lo que le contó a Téllez. No hay error en la fecha que proporcionó a Fernando Téllez, pues Cristina señala que fue justo antes de mudarse a las calles de Corregidora, en la colonia Hidalgo, perímetro de la Delegación Tlalpan, en las faldas del Ajusco. Por cierto, para ese entonces su esposo ya la había abandonado y se había ido a los Estados Unidos (algunos dicen que era de nacionalidad americana).
«Las colonias del Ajusco carecían de luz eléctrica; sin embargo, desde que llegamos una luminosidad, cuya procedencia desconocíamos, se apreció en el cuarto, a pesar de ser poco intensa, nos permitía ver sin dificultad. Esta luz desapareció cuando se electrificó la colonia»¦
«Mucha gente habla de extraterrestres bonitos muy parecidos a nosotros, pero ese hombre, que responde al nombre de Antraspartarlox, era de pelo oscuro y tenía ojos muy negros que no parpadeaban, se parecía mucho al personaje de orejas puntiagudas de la televisión[14]«.
Pedregal en la casa de María Cristina a las faldas del Ajusco.
Una segunda visita ocurrió en la víspera de Navidad
«El 24 de diciembre de 1963 nos disponíamos a celebrar la Navidad; la cena estaba lista y reinaba la alegría cuando una inesperada visita de Antraspartarlox arruinó los planes. Esta vez me ordenaba el traslado inmediato al Ajusco; ahí había un cuarto de piedra poblado de tarántulas y alacranes, que como techo tenía unas débiles láminas, además de no contar con energía eléctrica. Fue tan imperiosa la orden que me trasladé al lugar de inmediato sin medir las posibles consecuencias que aquello pudiera ocasionar a mi familia.
«El hombre de las orejas puntiagudas me dijo que yo tenía que iniciar una vida nueva. El sitio era horrible y arribamos a él como a las nueve de la noche. Era tal la oscuridad que el chofer de la camioneta de mudanza tuvo que facilitarnos una linterna para transportar nuestras escasas pertenencias. Mis hijos empezaron a quejarse por haber abandonado la cena de Navidad».
En esta versión dada a Fernando Téllez el contacto es justo con Antraspartarlox quien, por otra parte, presenta un parecido con el «Vulcano» señor Spock. En lo relatado a Antonio Escobedo, Cristina habla no de uno sino de tres extraterrestres que la conducirían con el mismísimo Antraspartarlox, «Regente de varias galaxias».
ContinuarỦ
REFERENCIAS
Anónimo, Los ovnis serán un grave problema, Afirmaciones Extraterrestre, No. 3, México, febrero de 1974. Pág. 1.
Campos Rosa María, Medicina sobrenatural. Testimonios extraterrestres, parte V, Segunda de Ovaciones, México, 25 de marzo de 1977.
Escobedo Cordero Antonio, Estudiemos los ovnis, B. Costa Amic Editor, México, 1978. Págs. 116-129.
Solórzano Cristina, En el caso de la joven Lucinda se encuentran divergencias: uno sí, otros no, Afirmaciones Extraterrestres, No. 4, México 1 de junio de 1974. Págs. 3 y 7.
Tellez J. Fernando, Contacto con un mensajero del planeta verde, Contacto Ovni, No. , México, 1999. Págs. 18-22.
Tellez J. Fernando, María Cristina Leguizamo: «Viaje con un emisario del planeta verde. Análisis de un clásico caso de contacto», Contactos Extraterrestres, No. 50, México, 29 de noviembre de 1978. Págs. 14-17, 48-49.
[1] La historia apareció publicada en The New York Chronicle del 21 de noviembre de 1966 y luego fue reproducida en muchos libros sobre ovnis.
[2] Anónimo, Los ovnis serán un grave problema, Afirmaciones Extraterrestres, No. 3, México, febrero de 1974, Pág. 2.
[3] Estábamos a mediados de 1975.
[4] Solórzano Cristina, En el caso de la joven Lucinda se encuentran divergencias: unos sí; otros no, Afirmaciones Extraterrestres, No. 4, México, junio de 1974, Págs. 3 y 7.
[5] Escobedo Cordero Antonio, Estudiemos los ovnis, B. Costa Amic Editor, México, 1978. Págs. 116-129.
[6] Tellez J. Fernando, María Cristina Leguizamo: «Viaje con un emisario del planeta verde. Análisis de un clásico caso de contacto», Contactos Extraterrestres, No. 50, México, 29 de noviembre de 1978. Págs. 14-17, 48-49. Este mismo artículo se reprodujo en la revista Contacto Ovni como: Tellez J. Fernando, Contacto con un mensajero del planeta verde, Contacto Ovni, No. , México, 1999. Págs. 18-22.
[7] Hay dos versiones del mismo Escobedo. La primera, en donde dice que fue en 1966, la publicó en el número 5 de Afirmaciones Extraterrestres, de 1974; la segunda, en la que afirma que fue en 1965, apareció en su libro de 1978.
Mientras que para la periodista Rosa María Campos el suceso ocurrió en 1968, aunque no estoy seguro de que Campos haya hablado con Leguízamo.
[8] Téllez menciona este encuentro, pero da la fecha como el 1 de diciembre: «Alrededor de las once de la noche del primero de diciembre de 1966, se produjo la visita que habría de cambiar mi vida para siempre. Me encontraba planchando y escuchando música cuando una luz muy intensa iluminó momentáneamente la casa y sus al rededores. Había sido un chispazo azul que estaba acompañado de un zumbido semejante a una sirena que tartamudeaba. Me asusté al pensar que se estaba incendiando el cerro y cuando me disponía a salir, alguien llamó a la puerta.
«Cuando abrí, apareció un extraño sujeto que se mantenía a treinta centímetros del suelo. Era un hombre que medía más de dos metros; era muy guapo y de finas facciones, su piel parecía de durazno y su largo cabello llegaba más abajo de los hombros, de color plateado brillante y con algunos rizos. Su cuerpo era fornido y perfecto, en su rostro destacaban los ojos verdes y unas cejas dobles hacia arriba. Su vestimenta, que despedía una fosforescencia verde, tenía algo parecido a escamas que después supe eran parte integrante de su cuerpo. Sus manos eran iguales a las de los humanos con la excepción de una membrana palmípeda que unía los dedos»¦
[9] Rafael, que en aquel entonces tenía 10 años de edad
[10] En otra versión se habla de un plato volador.
[11] En la otra versión se dice que era de color naranja.
[12] En 1978 dijo que sólo era un hombre: «A los pocos minutos agregó escuché un zumbido muy raro que de pronto desapareció y casi en seguida, un hombre alto, rubio y extrañamente vestido entró a mi casa por la puerta y tras decirme que no tuviera miedo, me explicó con voz pausada que venia del planeta Urión del sistema Tilar y que el regente Antraspartarlox lo había enviado para que me llevase ante él a fin de que me diera un mensaje que tendría que transmitir a la humanidad».
[13] La descripción del cinturón, la caja y la forma de flotar de los extraterrestres parece calcada del relato de Salvador Villanueva Medina, muy famoso por aquellos años.
[14] El señor Spock de la serie Viaje a las Estrellas.
Un pensamiento en “Encuentro con Antraspartarlox”