Archivo de la categoría: . Perspectivas (Luis Ruiz Noguez)

Extraterrestre vestido con tutú caminando como pingüino

Extraterrestre vestido con tutú caminando como pingüino

Hicks ¡Prueba irrefutable! diría el cómico (¿involuntario?) de Maussán. Recientemente uno de los llamados «testigos de élite», en esta ocasión el mismísimo concejal de Winchester, Adrian Hicks, salió del closet para buscar a un extraterrestre vestido con un tutú que caminaba como un pingüino.

El concejal dice que el «marcianito» era como una bella rubia, vestida como una bailarina, que estuvo bailando en la banqueta y que caminaba a la manera de los pingüinos.

El histórico avistamiento ocurrió hace cinco años (enero o febrero del 2004) en la ciudad Guildhall, en ese remanso de tranquilidad que era Hampshire, antes de la llegada de tan «exótica» bailarina.

Hicks dice que la «ballerina» vestía un traje de ballet blanco y tenía amplia sonrisa.

«Fue increíble – por lo general no me quedo sin palabras, pero ese día lo hice», dijo.

«Ella era un humanoide caminando como un pingüino.

«Tenía los ojos muy grandes y ovalados y giraba las manos en un movimiento circular. Se reía y parecía estar disfrutando. Era lo suficientemente humana como para pasar inadvertida», añadió.

No sabemos como es que Hicks supo el género del extraterrestre. ¿Acaso el tutú era tan corto que dejaba ver sus partes pudendas? O es que el concejal ¿tuvo un encuentro cercano del tipo «muy, muy cercano»?

¿Quién sabe? El hecho es que, al parecer, Hicks quedó prendado del tutú, de la extraterrestre o de su forma de andar.

Pagó 400 libras esterlinas para hacer un retrato de su «oscuro objeto del deseo». Y ahora está buscando a cualquiera que le pueda dar informes sobre este extraterrestre tan surrealista, pues dice que en la época del avistamiento no tuvo el valor necesario para hablar con ella.

No había hablado de su experiencia por temor a poner en peligro sus posibilidades de ganar un asiento en el Consejo.

Rápidamente Jimmy Mouse y su fiel escudero Santi Yturria, conocidos como el «dúo dinámico» de la plativología mexicana, hicieron su aparición. Este caso lo ameritaba. Ellos, que se han especializado en los casos más ridículos de la ovnilogía (el pingüino volador, la marcianita verde de Marte, el chupacabras saltarín, por mencionar sólo algunos), no podían dejar que otros les arrebataran el cetro de los «bufones de la ufología».

Además el caso tenía aspectos sobresalientes:

– No era un pingüino volador, era algo mucho mejor, un extraterrestre que caminaba como pingüino.

– Fue visto por un testigo de élite (como los que le gustan a Manuel Carballal), de esos que no saben mentir y nunca se pueden confundir.

– La extraterrestre giraba las manos en un movimiento circular, de la misma forma en que el caballo volador movía sus patitas.

ballet El dúo dinámico contactó con Ray Santilli y éste les prestó su muñeco de la autopsia. Mausi y Santi le pusieron un tutú y juntos bailaron el «Lago de los pingüinos».

Toda la coreografía fue filmada para ser presentada en el próximo congreso de ovnis en Nevada. Desafortunadamente el show»¦, perdón, quise decir la ponencia con estas «pruebas irrefutables» no se va a poder ver en el congreso de la BUFON, perdón, de la MUFON, pues ya todos saben que Mausi está peleado con Carrión porque éste último le sacó sus trapitos al sol.

Esta vez estamos de acuerdo con los ufólogos. Este caso representa la prueba irrefutable… pero de la ridiculez de la ufología.

Con un especial agradecimiento a Jesús Antonio González Corro (Tachi) por la ilustración, http://tachiblog.com.mx.

Fenómenos de circo

FENÓMENOS DE CIRCO

Kentaro mori

ETVolumen2 Freak Shows, Fenómenos de Circo. Hay algo irresistible en ellos. Lo extraño, lo bizarro, lo inesperado y, sobre todo, lo inexplicable… todos tenemos curiosidad por ver estos «fenómenos de la naturaleza».

Durante siglos han sido muy populares. Tuvieron su edad de oro en la segunda mitad del siglo 19, cuando fueron epitomados por un PT Barnum. En los últimos años estos «Freak Shows» han ido disminuyendo por su explotación del sufrimiento humano y de los animales, a partir de que la ciencia demostró que los «fenómenos» son, en realidad, víctimas de mutaciones genéticas y enfermedades.

Pero, ¿son realmente los Fenómenos de Circo una cosa del pasado? ¿O simplemente recibieron un maquillaje cosmético? Mientras escribo este texto, uno de los términos más buscados en la Internet se refiere a un hombre de Java que, víctima de una infección por VPH, tiene grandes masas creciendo de su cuerpo que le valieron el apodo de «Hombre Árbol». Su drama ha sido documentado por un canal de televisión conocido por sus documentales de ciencia, y por toda la elegancia de las contemporáneas teorías de las supercuerdas. El mal estado de salud de este hombre de Java logró atraer más el interés popular. No se le llama «fenómeno», al menos no por los medios de comunicación, pero su condición es explotada y el público lo ama justo como siempre lo hizo. Los Fenómenos de Circo aún están muy activos, sólo que con diferente envase.

Lo que nos lleva a «Extraterrestres ante las cámaras, Vol. 2», donde el autor Luis Ruiz Noguez expone justo cómo la explotación de un variado número de deformidades y sufrimientos sigue siendo practicada a la vieja usanza de Barnum: llamándolos, no «fenómenos», sino «extraterrestres». Bajo esta etiqueta, incluso en esta época, todo se vale. Sugiriendo al público que lo que estamos viendo no es realmente humano, ni siquiera terrestre, y negando enfáticamente que la ciencia demostró lo que fueron los viejos y crueles «Freak Shows», los charlatanes son capaces de transformar nuestra fascinación y curiosidad innata por lo desconocido en instrumentos de atrocidad. «Entre todas las fotos de los presuntos extraterrestres, las más viles son las que presentan niños con diversos tipos de malformaciones», apunta Noguez desde el principio.

Sin embargo, no todo es simple y plano sufrimiento humano. Al igual que la infame Sirena Feejee de Barnum, los Fenómenos de Circo modernos también cuentan con todo tipo de crudos engaños, construidos a partir de animales o simplemente de papier maché. Es toda la presentación, por lo general con alguna historia elaborada que sólo se vuelve más complicada ya que los especímenes nunca son debidamente analizados. Esto es simplemente lo que el viejo Barnum decía: cada minuto nace un tonto.

Aparte de la excelente serie de referencia de libros que registran, analizan y explican las supuestamente reales imágenes de extraterrestres, este volumen es esencial, ya que pone de relieve que el interés en las fotos de extraterrestres no puede ser un hobby simple y sin compromiso. Todos los interesados en el tema deben hacer bien su tarea para evaluar razonablemente el origen y las explicaciones de una determinada imagen, con el riesgo de ser la verdadera criatura inhumana en el proceso.

La ignorancia no es excusa para llamar «fenómenos» o «extraterrestres» a otras personas que sufren. El escepticismo es, tal vez para sorpresa de algunos, el enfoque adecuado, humano y compasivo. Saber que esa famosa foto no es de un extraterrestre, sino de un pobre bebé sufriendo, es lo mejor que podemos hacer para presentar nuestros respetos después del daño que han hecho algunos.

ETVolumenII Extraterrestres ante las cámaras Volumen II

Pasta suave 21.25 X 27.50 cm

Fotografías en blanco y negro,

212 páginas. $ 25.00

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Extraterrestres ante las cámaras Volumen 2

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Fotografías a color, 212 páginas

$ 70.00

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Invasores, historias reales de extraterrestres en la Argentina

INVASORES, HISTORIAS REALES DE EXTRATERRESTRES EN LA ARGENTINA

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Invasores es una obra ufológica-erótico-musical. Bueno, no realmente. Hay muchos platos voladores y marcianos. También hay música en todos los capítulos, pero el erotismo sólo se tomó de paso.

La prosa de Agostinelli es digna de mejores temas, pero los interesados en los ovnis tenemos suerte que su primer libro lo haya dedicado a los marcianitos verdes (invasores, como él les dice).

Hace meses Ale me envió su manuscrito para que le diera mis comentarios y/o escribiera una reseña para Marcianitos verdes. Pasaron los días, las semanas»¦ Con mucho tacto, de forma políticamente correcta, indirectamente me urgía para escribir esta nota. «Mis amigos son unos atorrantes», él decía. Aunque eso es cierto, supongo que se lo decía a los otros, no a mí. Yo, por si las moscas, volteaba al cielo y silbaba una tonadita mientras me hacía a un lado.

Pasaron los meses, concluí mi proyecto en el trabajo, luego vino la influenza y»¦

En realidad, todo eran excusas. Me daba terror escribir algo para el tal Agostinelli. Cuando éramos adolescentes ya me había dicho que «ocación» se escribe con «s». Ahora tenía miedo de hacer algo tan simple, algo que ni de milagro alcanzara los niveles de Ale. Él refinó su estilo y su escritura. Yo sigo siendo el mismo atorrante de aquellos años»¦ Ah, no»¦ habíamos quedado que los atorrantes son sus otros amigos. Lo que sí, es que sigo «escribiendo» como entonces.

ACA Luego pensé, «pues ni modo Alejandro César Agostinelli, tú lo pediste y aquí lo tienes. Me gustaría escribir como tú, pero no puedo. No obstante los años (décadas) de amistad harán que me perdones no estar a tu altura».

El tal Agostinelli haciendo como que está trabajando.

A lo largo de cinco capítulos, Invasores nos va desvelando el aspecto humano de ufólogos, testigos y contactados argentinos. No están todos, pero sí muchos de los más curiosos.

Siempre he dicho que lo mejor de la ufología no son los platos voladores ni los marcianos. Son los seres humanos que están a su alrededor «investigando», contando las historias más estrambóticas o las mentiras más sensacionales.

A la distancia, desde México, en los setentas y ochentas, me parecía que la historia de la ufología se escribía en tres países: Estados Unidos, Brasil y Argentina. De vez en cuando había algunos párrafos escritos en España, Francia, Inglaterra o algún otro país, pero los tres primeros eran los que tenían la casuística más abundante y extraña.

AnibalUset Por simple afinidad idiomática estaba más cercano a la ufología argentina. Pensaba que era un país donde sólo había psicoanalistas, futbolistas y ufólogos. Algún día, tal vez, me mudaría a ese país, para ver pasar el ovni de las 10, ir a medir la huella dejada a la vuelta de la esquina o de perdida tomar una foto del Nahuelito o del Ucumar. Total, si quiero regresar a México, tan sólo es cuestión de subirme a un Peugeot 403 y entrar a una neblina, para aparecer en la México-Toluca, México-Querétaro o alguna otra carretera cercana al DF.

Arriba Anibal Uset, director de la película «Che Ovni», origen de uno de los mitos ovni más perdurables.

Alejandro se ocupa de las «teleportaciones» en el capítulo «Entre la neblina». Se trata de la historia del matrimonio Vidal que un día de 1968 desapareció en medio de la neblina para llegar ipso facto a la Ciudad de México. Este MateykoFontanaPipoBis capítulo me lo quería saltar. Ya había leído otros trabajos de Ale sobre este caso, habíamos platicado del mismo y pensé, erróneamente, que no había nada nuevo que me sorprendiera. Estaba equivocado. Alejandro hizo una verdadera y profunda investigación de este asunto (y de los otros casos que presenta en su libro).

Mateyko, Fontana y Pipo. Recortes de prensa sobre el caso Vidal.

Por la época en que conocí a Ale leí el libro de los hermanos Duclout y pensé que fumaban de lo mismo que estaba fumando el papá de los hermanos Paz (Carlos y Sixto) y la mismísima Marla. Incluso años después le comenté a Ale que me gustaría investigar qué relación pudieron haber tenido todos estos contactados, más allá de su gusto por la «Golden Acapulco». Pero Ale dice que no están locos. Supongo que no, pero qué mentirosos o alucinados que eran (y son).

PabloKittlDuclout Agostinelli viajó a Santiago de Chile a entrevistar al eslabón perdido del caso Duclout, único familiar vivo de los primeros contactados argentinos, que le hizo (a él y a Diego Zúñiga, gran colaborador del libro) inquietantes revelaciones biográficas sobre sus tíos y la experiencia que vivieron.

Pablo Kittl Duclout.

Los Duclout no me impresionaron mucho. Al que no soportaba, y se me revolvía el estómago al leer sus libros de «ciencia extraterrestre», era a Pedro Romaniuk. No entendía cómo ningún argentino le decía que estaba completamente deschavetado y que lo que escribía no tenía ningún fundamento científico. Ale lo describe muy bien: «La simpatía es un don fugitivo en Romaniuk».

Al que, más que simpatía, le tuve lástima fue al pobre de Francisco García. «Pobre güey», como diríamos en México, ¿pero a quién se le ocurre hacer profecías tan detalladas? Peor aún, ¿qué profeta es lo suficientemente estúpido para estar presente cuando se supone que se debe cumplir su profecía? Lo bueno es que no le pasó nada. Lo mejor es que escarmentó y se alejó de las profecías y los platos voladores.

Los que sí me parecen simpáticos y me merecen respeto son Silvia y Andrea Simondini y el Comandante Clomro.

Las primeras porque aunque creen o piensan que hay algo extraterrestre tras de los ovnis, no están tan cerradas como para no darse cuenta cuando un caso no es auténtico. Acá recuerdo el extraño caso de la ranita alienígena. Además, a pesar de no conocerme, me hicieron el favor de enviarme varios de sus reportes de avistamientos en Victoria. Sirva esto, también, para agradecer a ellas ese detalle.

MiMarcianoFavorito

El contactado Francisco García, quien alegó en televisión que era marciano por parte de madre, inspiró a Dante Quinterno en este episodio de la tira cómica Patoruzú (830, 1977). pero para entenderlo tienen que leer Invasores.

El otro, Claudio Omar Rodríguez, mejor conocido como Comandante Clomro, lo respeto por tener el sentido del humor de burlarse de las creencias extraterrestres adoptando la identidad de un marcianito verde viviendo en la Tierra. Clomro es, como dice Alejandro, «uno de los pocos superhéroes del mundo real».

La parte musical de Invasores está al principio de cada capítulo. El epígrafe es la estrofa de alguna canción relacionada con la historia. Leer el libro al mismo tiempo que se escucha cada una de estas canciones le da una dimensión extra. Casi diría erótica. Aunque no tanto como lo que experimentó Martha Green, a quien le corresponde esa parte en el libro.

Invasores En fin, lo único que le puedo criticar a Invasores, historias reales de extraterrestres en la Argentina, es que es eso: una historia de extraterrestres en la Argentina. Me consta que Agostinelli ha investigado marcianitos verdes en muchas partes del mundo. Casos clásicos que no tendrían nada que envidiar a los que se presentan en Invasores. También me consta que la primera versión del libro contenía casos fuera de la Argentina, que luego fueron eliminados en la versión final.

Cómo me gustaría leer un Invasores, historias reales de marcianos en el planeta Tierra, aunque preferiría que el talento del tal Agostinelli se dedicara al periodismo o a la literatura, en lugar de desperdiciarlo en los platos voladores. Pero sé que Ale no me hará caso y eso, en verdad, me da mucho gusto.

Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina

Por Alejandro Agostinelli

Editorial Sudamericana, mayo 2009

352 páginas

Pedidos fuera de Argentina:

http://www.musimundo.com/Default.aspx?pId=5000100288205

El retorno de los ¿brujos?

EL RETORNO DE LOS ¿BRUJOS?[1]

Por: Luis Ruiz Noguez

Aquella mañana estaba a punto de salir rumbo a la Refinería de Tula, cuando el timbre del teléfono me detuvo. Del otro lado, el Ing. Mario Méndez Acosta[2], me decía que necesitaba hablar conmigo de un asunto de extrema importancia: el relevo de funciones de Philip J. Klass. El viejo adalid de batallas ufológicas, debido a su edad, pensaba retirarse y la gente del CSICOP estaba buscando a alguien que lo sustituyera. Mario me había propuesto.

-¡Pero, yo no tengo los tamaños del señor para hacer su labor¡- fue lo que pude responder.

-Ahí esta Oberg o el mismo Sheaffer-, le balbucee.

-El trabajo de Oberg (asesor en algunos proyectos de la NASA), y las labores de escritor de Scheaffer les impiden tomar este puesto-, me aclaro Mario.

-¿Y los «arpios»?[3]

-Tendrían que desplazarse y radicar en los Estados Unidos y no quieren o no pueden. Por otra parte, en el CSICOP conocen bien tu trabajo, tus libros y artículos. La «PUS»[4] se ha vuelto un objeto de culto en Latinoamérica por ser el primer boletín ufológico netamente escéptico. Saben que la comunidad de ufólogos escéptica esta extrañada por tu inactividad. Tanto los chilenos de «La Nave de los locos»[5], como los miembros de la «Anomalist»[6] te están buscando para que vuelvas a escribir.

Después de un rato de no oír mi respuesta, Mario concluyó: «Vamos hombre, nos vemos en la noche para darte los detalles».

Contando los segundos

Ya en el auto, rumbo a la refinería[7], en donde me esperaban para hacer un estudio de corrosión en uno de sus tanques, no me podía imaginar trabajando codo a codo con un Sprague de Camp; o el mítico editor de la sección de juegos matemáticos del Scientific American, Martin Gardner; y menos aun con los ganadores del Nóbel Murray Gell-Mann y Steven Weinberg; o con el profesor Stephen Jay Gould; o los directivos del CSICOP Paul Kurtz y Joe Nickell; y aun con la que fuera la mejor parapsicóloga del mundo Susan Blackmore (por lo menos esos eran mis sueños guajiros en ese momento).

Al anochecer, en la casa de Mario, ya tenía tomada mi decisión. Hacía un par de años que había abandonado el mundo de los ovnis, había rematado mi colección de más de 3,000 libros sobre el tema, incluyendo colecciones completas de revistas como The APRO Bulletin, Australian UFO Bulletin, The BUFORA Journal, Canadian UFO Report, Flying Saucer Review, Flying Saucers from other worlds; Planete; Stendek, Contactos Extraterrestres y otros cientos que lo único que me dejaron fue un profundo vacío en los bolsillos y una clara idea (¡quién lo iba decir¡) de que detrás del fenómeno ovni no hay nada extraterrestre… ni intraterrestre, ni paranormal ni nada por el estilo. Todo tiene una explicación racional.

Los ovnis ya no me interesaban, no había nada nuevo bajo el Sol. Para quien había leído perfectamente a Ray Palmer[8], las abducciones, los implantes, los UFOcrash, el ocultamiento de los gobiernos, etcétera, etcétera, eran tan sólo una vuelta de tuerca al mismo manoseado asunto. Nadie había encontrado el Objeto Ufológico Permanente que yo había propuesto a principios de los noventa. Cada década, año, día e incluso segundo que pasaba, era un segundo o un año en contra de los ovnis. Desde las 2:30 de la tarde de aquel 24 de junio de 1947 no se ha presentado una sola prueba[9] de la existencia de estos objetos. Hoy a casi 55 años, tenemos 1,709,164,800 segundos[10], que uno a uno caen, tan pesados como piedras, sobre el «fenómeno ovni», sepultándolo para cualquiera que tenga dos dedos de frente. Cada segundo que pasa, sin que se encuentren pruebas a favor de los ovnis, es un segundo en contra del fenómeno ovni. Tarde o temprano la gente inteligente se ira dando cuenta de esta verdad.

Ya no me interesaban los ovnis, era cierto, pero principalmente le tenía miedo a las comparaciones y a la responsabilidad de darle continuidad al trabajo de Klass.

Segunda llamada, segunda

También ya pasaron dos años desde que recibí aquella llamada. Hace unos meses, más o menos por el mismo motivo, recibí otra llamada. También era inesperada, pero por otros motivos. Esta vez era Mario Torres quien me proponía colaborar en sus revistas.

En primera instancia esto parecería, por diversos motivos, insólito y extraordinario. Según se le mire, era como si los borregos se acercaran al lobo en busca de colaboración; o que el lobo le pidiera a los corderos una ayuda.

Por otra parte, hacía años que en esta misma revista se habían organizado muchos ufólogos para pedir que, quien esto escribe, dejara de aparecer en sus páginas. Y en realidad tenían razón. No era normal que una revista hecha por personas que creen en los ovnis, y dirigida para quienes creen en ellos, tuviera a un escéptico como colaborador. Incluso yo pensé que, tras ese argumento, había una lógica indiscutible. Pero hay un error de planteamiento. ¿No eran las mismas revistas del ramo (desde Fate, pasando por DUDA, hasta las modernas Más Allá o Año Cero) quienes afirmaban que en sus páginas sólo se exponían los hechos, y que era el lector quien debía sacar sus conclusiones? ¿Cómo podía el lector llegar a conclusiones válidas si no podía ver el lado opuesto de la moneda? Existe un aforismo contundente de Voltaire que puede aplicarse a este asunto: «Tal vez no esté de acuerdo con lo que piensas, pero defenderé cabalmente tu derecho a decirlo».

En este sentido Mario Torres esta aceptando esa responsabilidad y ese reto. Reto, porque es más que probable que reciba nuevas críticas por parte de la comunidad ufológica mexicana (lectores y ufólogos incluidos); y responsabilidad, porque asume su compromiso de editor y aplica la política de estar abierto a las ideas, cualquiera que sea su origen, y deja (ahora sí) que sea el lector quien tome sus posiciones.

Pocos ufólogos se han atrevido a darles espacio a los escépticos. Luis Ramírez Reyes fue el único que, con todos los nervios que provocaba el asunto, me invitó a sus programas de radio[11]. Otros han preferido obviar nuestra labor crítica e, incluso, ocultarla por todos los medios. El hecho de que tengamos puntos de vista diferentes no nos hace enemigos. Guardo un enorme respeto por personas como Don Pedro Ferriz, por su enorme erudición; Daniel Muñoz por su rápido dominio del asunto y su tolerancia hacia mis ideas; Carlos Guzmán por sus conocimientos enciclopédicos del tema y su aceptación[12]. Con ellos he compartido diversas veladas e incluso con algunos me une cierta amistad. Espero que esta declaración no les afecte ante la comunidad ufológica.

Don»™t push me

Pasaron algunos días y Mario no veía respuesta de mi parte. Yo estaba a punto de aceptar colaborar con su revista cuando, en una jugada magistral de su parte, Torres publicó un artículo mío[13] que me sorprendió porque, aunque se había publicado en Estados Unidos, y Argentina, nunca había aparecido en Internet y tener acceso a él suponía para mí que la ufología mexicana, representada en este momento por Mario, ya estaba teniendo acceso a revistas especializadas en ufología (lo que parece paradójico, pero es cierto)[14].

Ese fue el último empujón que me decidió a escribir, de nuevo, sobre los ovnis. Pero, ¿por qué escribir para «el bando contrario» y no aceptar las invitaciones de mis amigos chilenos, por ejemplo. Creo que es más valioso y puede dar más frutos entablar comunicación con personas que sostienen puntos de vista distintos a los nuestros. Esto nos enriquece y nos permite observar aspectos distintos de un mismo problema que no notaríamos de otra manera.

Por otra parte, aunque los menos de 100 dólares que prometen pagarme por colaboración no son nada comparados con los miles de dólares que recibo, por mi labor de debunker, por parte de la CIA, el FBI, la Fuerza Aérea, la NASA, el Pentágono y los Estudios Disney, bien me pueden servir para pagar las cuentas de los equipos que utilizo para espiar las labores de los vigilantes.

La amenaza

Pues bien, hemos aceptado la invitación-reto y en los próximos números nos dedicaremos hacer la disección y crítica de los casos y temas clásicos de la ufología mundial, desde un punto de vista escéptico, para que ahora sí el lector pueda ver un aspecto distinto del tema y saque sus conclusiones.

Muy probablemente no hagamos investigaciones de campo[15] ni nos ocupemos de los casos actuales, debido a nuestra falta de tiempo y a que esos casos actuales, por lo regular, son nimiedades.

Espero, también, que este nuevo reencuentro con la ufología nacional no le haga perder lo ganado a los ufólogos: un pensamiento más crítico. Al desaparecer la corriente escéptica mexicana, los diferentes grupos ufológicos nacionales se dedicaron a atacarse y criticarse mutuamente, destrozando los casos que los «otros» presentaban y encontrando las explicaciones de cada uno de esos casos. Esto pudiera cambiar al polarizarse la situación, y de nuevo cerrar sus filas para presentar un frente común contra el «escéptico», que representa todas las fuerzas del mal.

¡No importa¡ trataremos de derribar sus ídolos y darle de palos a los iconos ufológicos, poniendo un poco de orden en la casa del plativólogo. Porque, como todo mundo sabe, para que la cuña apriete[16]

Esto no es una advertencia, pero como dice la conseja popular: «ya encarrerado el ratón…[17]


[1] Este artículo jamás fue publicado. Iba a reinaugurar la sección «El rincón del escéptico» en la revista Contacto Ovni, pero al final su editor decidió dar marcha atrás

[2] Director de la SOMIE (Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica) y miembro consultor de la mesa directiva del CSICOP (Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal).

[3] Los miembros de la española Alternativa Racional para las Pseudociencias ARP, Javier E. Armentia; Félix Ares de Blas; Luis Alfonso Gámez.

[4] LA PUS es la desaparecida Perspectivas Ufológicas, que dirigí junto con Héctor Escobar y Oscar García.

[5] La Nave de los Locos es un boletín que editan mis amigos y compañeros en estos asuntos de los ovnis, Sergio Sánchez y Diego Zúñiga.

[6] Ballester Olmos, Julio Arcas de Cuadernos de Ufología; algunos miembros del CISU italiano como Edoardo Russo; y mi amigo argentino Alejandro Agostinelli.

[7] Iba a decir que soy consultor de PEMEX en el control de la corrosión, pero esto me suena mucho a la faramalla de algunos que afirman ser asesores de la NASA (saludos Dilettoso y Garrido)

[8] Raymond Palmer, como lo veremos en otro artículo, fue uno de los «inventores» del fenómeno ovni.

[9] Más adelante, en otros artículos, hablaremos de lo que constituye una prueba, y no las «evidencias» como videos, fotografías, huellas de aterrizaje, etcétera, que esgrimen los ufólogos en su favor.

[10] Escribo esta nota el 27 de abril del 2002.

[11] Claro que antes de salir al aire me pidió que no fuera tan crítico, «sólo lo necesario».

[12] La aceptación va más allá de la tolerancia, pero no significa que se comulgue o se tengan las mismas ideas

[13] Ruiz Noguez Luis, Un policía atacado por un OVNI. El caso Val Jonson, Archivo OVNI, No. 4, México, junio 2002, págs. 31-32.

[14] Me enteré de la aparición de ese artículo gracias a un excelente amigo ufólogo que mantiene nexos con las diversas corrientes ufológicas mexicanas, vigilantes, Contacto OVNI, CIFEEEAC, etcétera, y del cual me reservo su nombre para no afectarlo en esas relaciones.

[15] Sobre el asunto de los investigadores de campo y de gabinete ya tendremos ocasión de extendernos en el futuro.

[16] Como todo buen ufólogo sabe, yo provengo de las filas de la ufología y siguiendo los lineamientos de los clásicos (id est, Benítez), he tomado mi libro de citas citables y pongo una cada dos párrafos (vean si no, cómo los libros de Benítez están llenos de estas citas).

[17] Al final Mario Torres se echó para atrás y decidió no publicar mis artículos.