Bromas Síquicas
CADA MINUTO NACE UNO»¦[1]
Por Mario Méndez Acosta
La necesidad de creer en algo mágico y maravilloso en este mundo puede conducir a las personas a hacer cosas realmente increíbles. En verdad, la, capa de racionalidad y escepticismo que nos cubre es bastante delgada, y la mayor parte de la gente estará dispuesta aceptar con alegría y sin necesidad de evidencia cualquier manifestación de lo sobrenatural. Esto ha permitido que muy recientemente varios bromistas -movidos por muy distintas razones- hayan pergeñado colosales engaños en diversos lugares en los que han caído literalmente miles de incautos.
LA PEQUEÑA MARAVILLA
Por marzo de este año, la agencia internacional de prensa AP, hizo circular una fotografía donde una niña asustada veía volar frente a sí un aparato telefónico.
La nota que acompañaba a la imagen señalaba que la jovencita Tina Resch, de Columbus, Ohio, era proÂtagonista, o víctima, de ese impresionante fenómeno síquico conocido como poltergeist -fantasma juguetón- que consiste en que un niño supuestamente causa con la mente que los objetos de su casa vuelen por los aires o que se rompan en pedazos cristales, vasos o floreros.
Al enterarse del caso, y olfateando una buena historia, el periódico Columbus Dispatch endosó de inmediato el fenómeno y publicó una serie de sensacionales reportajes sobre la pequeña maravilla.
Varios parasicólogos confirmaron los prodigios antes de que se integrara un equipo de investigadores, formado por un mago y un físico, cuyo propósito era obtener una explicación a fondo del asunto.
Los padres de la jovencita no permitieron que estos escépticos se entrevistaran con la niña; sin embargo, después de una interesante labor detectivesca se logró poner .en claro algunos hechos muy significativos: Primeramente, se descubrió que la muchacha no permitía a nadie atestiguar directamente los fenómenos que ocasionaba. Todo el mundo debería estar de espaldas a ella y sólo podrían fotografiarla indirectamente, sin observarla por el ocular de las cámaras. .
Se logró obtener el rollo negativo de donde se exÂtrajo la foto que hizo circular la AP. Al revelarlo, se pudo ver que en varios cuadros antes de la toma en cuestión la chica aparecía manipulando el teléfono y hacía girar el auricular sujetándolo por el cable
Un camarógrafo del Canal 6 de Columbus dejó una cámara de videograbación funcionando y enfocando a la muchacha. La videocinta resultante mostraba a Tina tomando la pantalla de una lámpara de mesa y arroÂjándola violentamente al piso. Al transmitir al día siÂguiente la cinta, Tina explicó para alivio de la prensa, que sólo se trataba de una broma, pero que todo lo demás que hacia era real.
A pesar de esta confesión, tanto la prensa como los parasicólogos continúan afirmando que se trata de un caso genuino de sicokinesis espontánea repetida (SKER). A juicio de la revista científica Discover se trata más bien de un caso de TTPPP (Tina tomándoles el pelo a periodistas y a parasicólogos).
PILOTOS JOCOSOS
Desde principios de 1983 miles de habitantes de las áreas rurales de Nueva York eran aterrorizados por extrañas y casi cotidianas apariciones en los cielos nocÂturnos. Numerosos reportes, y hasta fotografías, atestiguaban que en los cielos del valle del Hudson aparecía repetidamente un enorme platillo volador iluminado.
Generalmente se informaba de un gran objeto deÂlineado por luces de diversos colores y que asumía diversas formas como de óvalo, círculo o de bumerang. Las descripciones de los testigos eran realmente sobrecogedoras y agregaban cada vez más detalles extraÂños a la visión. Automovilistas, pilotos de aviación y policías corroboraban los numerosos avistamientos. Por supuesto, los principales investigadores sobre ovnis, como Hynek y Gersten, avalaron con entusiasmo la autenticidad del fenómeno.
Sin embargo, fue el humilde reportero Glenn Garelik, de la revista Discover, quien desenmascaró a los inventores de esta broma y echó a perder el misterio.
Después de una agotadora investigación, Garelik descubrió que varios pilotos aficionados de la zona, agrupados en la localidad de Stormville, habían decidido perpetrar el engaño. «Lo único que tenían que hacer era volar en formación con sus avionetas Cessna 152 -peligrosa demostración de gran habilidad, por cierÂto-. Con las luces de navegación encendidas en la noche se lograba el efecto deseado del contorno del gigantesco ovni. Posteriormente, al apagarlas todos al mismo tiempo se lograba el efecto reportado por muÂchos testigos de la desaparición súbita de la enorme «nave espacial».
Claro que una vez revelado el engaño no faltaron quienes afirmaron habérselo imaginado desde un prinÂcipio, pero la realidad es que prácticamente todos los involucrados cayeron redondos en el engaño. En el valle del Hudson sólo queda una marca de hamburguesas ovni como recuerdo de la malograda visita cósmica.
MALDADES DÉ UNOS ESCÉPTICOS
Pero el privilegio de urdir espectaculares bromas y engaños no tiene por qué quedarse en manos de los charlatanes, y de los desocupados.
Durante los años recientes, Australia ha sido víctiÂma de una autentica invasión de brujos, videntes, síÂquicos y taumaturgos de distintas especies. Por otro lado, es fama también que la prensa australiana, junto con su televisión, son quizá unas de las más amarillistas del mundo. Por supuesto, los charlatanes son siempre bienvenidos en los medios australianos.
Para contrarrestar espectacularmente esta deleznable costumbre, un grupo de periodistas y científicos, austraÂlianos protagonizó recientemente una colosal engañifa que sacudió al país de los canguros.
Primeramente, se anunció por todos los medios la visita a Australia de un prodigioso síquico, capaz de realizar los más maravillosos fenómenos paranormales como precognición, telequinesis, visión a distancia y telepatía. Se convenció a un prestigiado columnista, por supuesto escéptico, para que ayudara a dar credibilidad al engaño. El columnista, famoso por su honorabilidad y terrible temperamento -una especie de Nikito ausÂtraliano- lanzó entonces una serie de indignadas de deÂnuncias contra el presunto charlatán. Sin embargo, el falso síquico no era otro que un mago e investigador californiano llamado Robert Steiner, que amablemente se prestó al engaño.
El prodigioso taumaturgo llega entonces a AustraÂlia, ofrece conferencias de prensa, lo entrevistan en radio y televisión y hace una serie de apariciones en persona en grandes teatros. Ahí, adivina números de teléfono, pensamientos, el paradero de perros perdidos, etcétera.
Después de semanas de doblar cucharas y levitar objetos, el maravilloso síquico se presenta, al fin, en el programa de TV de más auditorio en Australia. Ahí, ante millones de televidentes, confiesa todo. Se trata de un engaño. El es un simple mago y los ha embaucaÂdo… Tal y como lo hacen todos los demás charlatanes.
[1] Publicado en Excélsior, domingo 9 de diciembre de 1984