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Cristales y charlatanería

CRISTALES Y CHARLATANERÍA[1]

Mario Méndez Acosta

A la charlatanería médica le gusta ves­tirse con los ropajes de la ciencia, y aparentar cierta modernidad, aun­que sus prácticas no se distingan en reali­dad de los rituales de los brujos tribales de la edad de piedra.

Están ahora de moda, bajo el amparo de esa enfermedad intelectual que es el «new age» místico, que tanto admiran los esnobs más incultos en EU, una cierta técnica curativa mágica denominada cristaloterapia, o curación con los cristales de cuarzo, la cual se ha venido promoviendo ya en México.

Según Steven C. Okulewicz, géologo de la Universidad de Nueva York, y curador del Museo Americano de Historia Natural, la actual creencia supersticiosa en los pode­res mágicas del cristal de cuarzo se basa en el hecho de que éste se usa en aparatos electrónicos: en especial en relojes. Se afirma que los cristales transmiten vibracio­nes, y que supuestamente traen armonía vibratoria para la salud corporal. Aseguran también que aumentan el kilometraje de la gasolina en los autos al colocarlos en el carburador.

Gari Gold, terapista charlatán, asegura que curan hasta enfermedades graves, como el cáncer y el sida, si éstas «se tratan a tiempo». Además, proporcionan valor, optimismo, simplifican la toma de decisio­nes y permiten «enfocar» la mente.

Sus llamadas «armonías» son manipu­laciones dizque curativas, mezcla de aplicaciones del cristal y de ritos de chamanes diversos. Lo curanderos presionan partes del cuerpo con una mano; localizan el sitio del mal, cuando sienten que el cristal que llevan en la otra mano vibra en sintonía o resonancia con la «frecuencia natural» del órgano en cuestión -¿quién determina ésta?-. Proponen tratamientos peligrosos, que a veces involucran el consumo de hor­monas o tragarse algún cristal.

En la antigüedad, tratamientos como el descrito sólo condujeron a que se man­tuvieran muy bajas expectativas de vida en todos los pueblos conocidos, con todo y desnutrición, plagas periódicas y sufri­mientos innecesarios para muchos. La nueva cirstaloterapia viene a ser lo mis­mo, usada, sin embargo, en una época en la que sí existen tratamientos curati­vos y preventivos que no están basados en la magia.

Los creyentes en los cristales aseguran que existen profecías de los egipcios y referencias bíblicas acerca del poder curativo de los cristales. Ello es falso, en ningún lu­gar se sugiere que el cuarzo cure cualquier cosa. También afirman que existieron «ge­neradores» de cristal, en la Atlántida, lo cual no es más que una fantasía, ya que el des­cubrimiento de la deriva continental y la tectónica de placas han demostrado que no existió tal continente.

Además de atribuirle «voluntad» al cuar­zo, creen que los cristales «energizan» al cuerpo y favorecen el desarrollo del poten­cial síquico. Pero ningún experimento controlado ha podido demostrar ya no tal afirmación, sino la simple existencia de esos poderes en forma incontrovertible.

El cuarzo es un mineral (SiO), sílice; es decir arena. Los creyentes aseguran que los cristales se forman en alineamiento con el magnetismo terrestre. Esto es falso, ya que el polo magnético de la Tierra ha cambia­do de lugar, lo que no se refleja en los yacimientos. El cristal en sí desde luego no es magnético. Existen 25 variedades de cuarzo, la mayor parte de las cuales son desconocidas por los curanderos.

Si se funde la sílice con carbonato sódico, forma el vidrio ordinario. El cuarzo es un cristal hexagonal y se expande muy poco al elevarse la temperatura. Su propie­dad más interesante es la piezoelectricidad: cuando son presionados con fuerza, pro­ducen una breve corriente eléctrica y, vice­versa, cuando se les aplica una corriente, vibran con un periodo muy exacto: 32,768 veces por segundo. El cristal comercial con que se hacen amuletos no produce electri­cidad, no importa qué tan fuerte lo aprie­ten las manitas de sus adquirentes; necesita un martillazo. Ninguna energía entra o sale del mismo en condiciones ordinarias.

Aseguran que cada cristal se puede «programar», lo cual también es falso. Ni con una aguja magnética -una brújula-, ni con un contador Geiger se detecta nada. Dicen que se le puede «energizar», para ello pro­ponen dejarlo bajo el Sol, la Luna, un cho­rro de agua o hasta al viento. Para «descargarlo» sugieren sumergirlo en sal, agua salada o bajo tierra. No se sabe cuán­do queda descargado o de qué. Lo cierto es que el cristal es inerte e inalterable, es una de las sustancias más inalterables que existen. Se supone que con el cristal en la mano uno puede comunicarse con su «yo más elevado». Se trata de una de las su­persticiones más difíciles de erradicar en­tre algunos estudiantes de secundaria de EU y entre tribeños de la Polinesia.


[1] Ciencia y Desarrollo, Vol. 22, No. 127, marzo/abril 1996, Pág. 106.

Las cataratas de sangre

Cascada de sangre

CatarataSangre1 Esta cascada de sangre roja, del tamaño de un edificio de cinco pisos, cae muy lentamente del glaciar Taylor en McMurdo Dry Valleys de la Antártida. Cuando los geólogos descubrieron por primera vez la cascada congelada en 1911, se pensó que el color rojo venía de algas, pero su verdadera naturaleza resultó ser mucho más espectacular.

CatarataSangre2 Hace aproximadamente 2 millones de años, el glaciar Taylor selló un pequeño cuerpo de agua que contenía una antigua comunidad de microbios. Atrapados bajo una gruesa capa de hielo, han permanecido allí desde entonces, aislados dentro de una cápsula del tiempo natural. Evolucionando de forma independiente del resto del mundo viviente, estos microbios existen sin calor, luz u oxígeno, y son básicamente la definición de «lodo primigenio». El lago atrapado tiene muy alta salinidad y es rico en hierro, lo que da a la cascada su color rojo. Una grieta en el glaciar permite salir al lago subglacial, formando las cataratas sin contaminar el ecosistema en su interior.

CatarataSangre3 La existencia del ecosistema de las cataratas de sangre muestra que la vida es posible en las condiciones más extremas. Tal vez podría existir vida en otros planetas con ambientes similares y organismos similares de agua helada – en particular en Marte y Europa, la luna de Júpiter. Pero, independientemente de la vida extraterrestre, las cataratas de sangre de la tierra son una maravilla para contemplar, tanto visual, y científicamente.

http://atlasobscura.com/places/blood-falls

Psicología anómala, Lección uno: Ver es no creer

Psicología Anómala, Lección Uno: Ver es no creer

ChrisFrench El estudio de las afirmaciones paranormales se refiere a revelar las imperfecciones de la mente humana, cuando se trata de platillos volantes, fantasmas, percepción extrasensorial y curación psíquica.

Chris French

Guardian, Miércoles 9 Septiembre 2009

Después de haber enseñado psicología anómala por 15 años, puedo asegurar que proporciona una forma fantástica de enseñar habilidades de pensamiento crítico.

La mayoría de las personas, sean creyentes o escépticos, les fascina las afirmaciones paranormales. Esos temas son a menudo el centro de las conversaciones en las cenas y los argumentos en los pubs, por no mencionar que es un elemento básico de los periódicos sensacionalistas y la televisión durante el día. A partir del interés intrínseco que los estudiantes y el público tienen en tales declaraciones controvertidas, pueden plantease preguntas importantes en relación con las formas más válidas de pruebas y argumentos que pudieran ser utilizados en su apoyo.

Por ejemplo, la mayoría de la gente asume que la prueba más fiable de todo es basarse en la experiencia personal. Incluso los escépticos de los fenómenos paranormales a menudo caen en esta trampa. La gente suele proclamar: «Yo no creeré en fantasmas (o platillos voladores, ángeles, etc.) hasta que lo vea con mis propios ojos». Pero aceptar la evidencia de sus propios ojos puede ser un error. Incluso una exposición breve al campo de la psicología anomalística revelará, que la experiencia personal es a menudo una guía muy pobre a la realidad.

La percepción y la memoria son propensas a errores. Lo que vemos y oímos, sobre todo bajo condiciones menos que ideales de observación, puede estar muy influenciado por nuestras creencias y expectativas previas.

Las alucinaciones son mucho más comunes de lo que la mayoría de la gente piensa. La memoria es también propensa a errores: muchos de nuestros recuerdos no son ni siquiera versiones distorsionadas de los acontecimientos que hemos presenciado, sino que son mentiras completas. La evidencia sugiere que los informes de muchas de las experiencias aparentemente paranormales bien pueden ser que se basen en los falsos recuerdos

La psicología anomalística investiga las imperfecciones del sistema cognitivo humano que nos pueden llevar a la conclusión de que hemos experimentado lo paranormal, cuando en realidad no lo hemos hecho. Los sesgos cognitivos incluyen no sólo los que afectan a la percepción y la memoria, sino también los relacionados con el razonamiento y el juicio.

Así que, si la experiencia personal no es una guía confiable, ¿hay un enfoque preferible? El tipo de evidencia que puede convencerme de que realmente existen las fuerzas paranormales es el que se produce mediante estudios científicos bien controlados.

Dado que los científicos son seres humanos y por lo tanto susceptibles a todos los sesgos cognitivos antes mencionados, en la práctica el método científico no es perfecto. Pero es el mejor enfoque que tenemos. Es el único enfoque a la verdad del que soy consciente de que al menos reconoce que existen esos sesgos e intenta controlarlos.

Además, su dependencia en la repetición, la auto-corrección, la evaluación crítica por pares, y en última instancia, los datos empíricos, significa que legítimamente podemos tener un alto nivel de confianza al apoyar las teorías científicas, en lugar de otras afirmaciones sobre la naturaleza última de la realidad.

Por lo tanto, deberíamos acoger con satisfacción el creciente número de universidades en el Reino Unido que ofrecen psicología anómala como parte de sus programas de licenciatura de psicología y la inclusión de la psicología anómala como una opción en el plan de estudios de psicología para estudiantes de un nivel A2. El estudio de esta rama de la psicología es una excelente manera de mejorar las habilidades de pensamiento crítico de la nación.

Sin embargo, persisten los obstáculos a la plena aceptación de la psicología anómala como una respetable sub-disciplina dentro de la psicología. Uno de estos es el simple esnobismo intelectual. Todavía hay algunos académicos que parecen creer que cualquier tema que sea de interés para la prensa sensacionalista y la televisión no puede ser digno de consideración seria por los psicólogos.

¿Mi consejo a estas personas? ¡Que se bajen de su torre de marfil! La psicología es sobre la gente, y la mayoría de la gente cree en lo paranormal, una considerable minoría afirma que ha tenido experiencias personales directas, y muchos viven sus vidas de acuerdo con esas creencias.

Afortunadamente, este esnobismo intelectual parece estar en decadencia dentro de la disciplina.

Hay una segunda barrera a la aceptación más amplia de la psicología anómala. La mayoría de las personas creen en lo paranormal y lo que es más, la evidencia sugiere que las creencias pueden, en ciertos contextos, proporcionar beneficios psicológicos.

Un ejemplo evidente es el hecho de que las personas que creen en una vida futura, a pesar de la falta de pruebas científicas convincentes, tendrán menos miedo de morir. La exposición a la psicología anómala, no sólo puede llevar a la gente a cuestionar las afirmaciones paranormales, sino también a cuestionar las creencias religiosas firmemente arraigadas. Uno de los mensajes implícitos de la psicología anómala es, «Cuestiona todo «“ pero, al hacerlo, usa las herramientas adecuadas de pensamiento crítico». Para algunas personas, esto será un reto que no prefieren enfrentar.

Para aquellos que aceptan el reto, la psicología anómala puede ser un tema sumamente gratificante. La gama enorme de temas que se tratan es excepcional. En un extremo están los relatos, muy entretenidos, de las técnicas fraudulentas utilizadas por los estafadores para convencer a los apostadores que tienen verdaderas facultades psíquicas, así como el examen de los procesos psicológicos que llevan a mucha más gente a la idea equivocada, pero sincera, de que ellos mismos son psíquicos.

En el otro extremo, se tratan algunas de las preguntas más profundas a la que nos enfrentamos como seres humanos: ¿Sobrevivimos a la muerte corporal? ¿Cuál es la naturaleza de la conciencia? ¿Cuál es la solución al problema mente-cuerpo? Entre estos dos extremos se considera la naturaleza de la ciencia y la pseudociencias, por no mencionar una amplia gama de temas fascinantes como las afirmaciones de las abducciones extraterrestres, la sanación psíquica, la hipnosis, ESP, telequinesis y criptozoología. ¿Qué más se puede pedir?

http://www.guardian.co.uk/science/2009/sep/02/anomalistic-psychology-critical-thinking

¿Solos en el universo?

¿SOLOS EN EL UNIVERSO?[1]

Mario Méndez Acosta

FrankDrake Ha cobrado cada vez más fuerza, entre los científicos que estudian lo que ocurre en el cosmos, la inquietante convicción de que muy posiblemente la nuestra sea la única civilización tecnológicamente avanzada que existe, si no en todo el universo, sí por lo me­nos en nuestra gigantesca galaxia, la Vía lác­tea, con todo y sus cientos de miles de millones de estrellas.

La simple magnitud de este inimaginable número de astros ha propiciado que gran número de astrónomos, cosmólogos y exobiólogos -biólogos sobre el espacio exterior- considerasen como algo casi imposible el hecho de que nuestro sistema solar fuera el único en el que hubiese surgido vida inteligen­te, capaz de desarrollar una tecnología avan­zada y sistemas radiales de comunicación o aun viajes espaciales.

Algunos investigadores, como Frank Drake y Carl Sagan, llegaron a elaborar una fórmula matemática, con la que se puede calcular el nú­mero probable de civilizaciones tecnológicas que existirían en la Vía láctea. Tal fórmula iba eliminando, primeramente, las estrellas sin pla­netas; luego, aquellas con planetas con vida aún primitiva y finalmente aquellas con planetas in­habitables; luego, aquellas con vida inteligente que no hubieran desarrollado tecnología. A pe­sar de esta eliminación selectiva, el total rema­nente de presuntas civilizaciones que obtiene esta fórmula es relativamente elevado: alrede­dor de cien mil o más posibles civilizaciones avanzadas. Pero tal cálculo todavía depende de un factor básico adicional, que es la duración esperada de las civilizaciones tecnológicas que se llegasen a formar.

Sagan En efecto, consideremos por un momento nuestra propia civilización en la Tierra. No te­nemos aún más de un siglo de haber desarrolla­do la electrónica, y solamente unas tres décadas de haber logrado el viaje espacial, sin embar­go, en ese corto plazo nos hemos puesto ya en peligro de aniquilamos a nosotros mismos con una guerra nuclear. Aunque ese peligro ha sido conjurado por el momento, no podemos des­cartar que resurja en un futuro no muy remoto. No es imposible que ocasionemos una catás­trofe tal que si bien nos va, nos llevaría de nue­vo a la edad de piedra.

Ello quiere decir que si ocurre que las civi­lizaciones tecnológicas que evolucionen en la galaxia sólo cuentan con una vida promedio de unos pocos cientos de años, la fórmula de Drake llega a la conclusión de que en ningún momen­to de la larguísima historia de la Vía láctea ha existido más de una sola civilización avanzada, entre todos sus cientos de miles de millones de estrellas. Sencillamente, eso quiere decir que las civilizaciones no durarían lo suficiente como para que llegase a haber dos o tres de ellas sub­sistiendo al mismo tiempo.

JamesTrefil Los pesimistas, como el físico James Trefil y el astrónomo Robert Rood, sostienen otro argu­mento, planteado por primera vez por el físico italiano Enrico Fermi. Al ser interrogado si creía en la existencia de civilizaciones extraterrestres, respondió: «Y… ¿en dónde están?», refiriéndose al hecho de que su presencia sería inocultable ante los actuales medios de detección y obser­vación espacial a nuestro alcance. Si en la galaxia existen muchas civilizaciones tecnológicas avanzadas, entonces ¿dónde están?, ¿por qué no las detectamos? ¿Por qué no nos visitan?

Por supuesto, ninguno de los cosmólogos de importancia le concede ninguna validez o credibilidad a la hipótesis extraterrestre de los llamados ovnis, ya que todos coinciden en señalar que el día en que en verdad fuésemos visitados por una nave interestelar, todos nos daríamos cuenta, a causa del enorme tamaño, gasto de energía y emisión de energía degrada­da que requeriría cualquiera de esos artefactos. Su presencia no podría dejar de ser detecta­da, aun cuando apenas se fuera aproximan­do a nuestro sistema solar, ya que existe una vigilancia constante de los posibles objetos, como asteroides y cometas, que se internan en el mismo.

RobertRood Aseguran también algunos estudiosos que una civilización avanzada de varios miles de años de existencia no podría dejar de explorar el cosmos a través de las llamadas «máquinas de Von Neumann», enormes naves no tripula­das, dirigidas con inteligencia artificial avanza­da, capaces de, una vez descubierto un planeta habitable, construir ahí, réplicas de sí mismas que partirían, a su vez, a buscar más planetas en otros sistemas estelares, en los que repeti­rían el proceso, y así en adelante. Gracias al fenómeno de reacción en cadena que esto re­presenta, en tan sólo un millón de años se po­drían visitar todas las estrellas de la galaxia. Es claro que nunca ha recibido la Tierra ese tipo de visitantes, y jamás se han detectado señales de las que inevitablemente emitirían por toda la esfera celeste tales aparatos robot.

Ante tal falta de evidencia, la mayor parte de los cosmólogos concluyen que, en este mo­mento, casi seguramente estamos solos como seres inteligentes en nuestra vasta galaxia. Sin embargo, otros estudiosos del espacio no están de acuerdo. Para ellos, puede haber muchas ex­plicaciones sobre la ostensible ausencia de se­ñales y actividad de nuestros supuestos vecinos galácticos. Ello merece otro artículo.


[1] Ciencia y Desarrollo, Vol. 21, No. 123, Julio/agosto 1995, Pág. 104.

Viaje a las estrellas

VIAJE A LAS ESTRELLAS[1]

Mario Méndez Acosta

Para la persona común, la posibilidad de que el ser humano o alguna especie inteligente extraterrestre viaje de una estrella a otra, o hasta de una galaxia a otra, es cuestión de unos cuantos días «“o meses, en el peor de los casos-; es algo que está fuera de toda duda. Tal convicción es la base fundamental de la creencia, tan extendida, de que los llamados ovnis son precisamente naves extraterrestres que nos visitan por miles todos los días del año, en los diversos lugares del planeta, sin intentar -curiosamente- establecer contacto o con nuestra civilización.

Fermi Por el contrario, para quien ha tenido oportunidad de estudiar física moderna ­»“en especial la teoría relativista- y la cosmogonía actual, la impresión al respecto es la inversa. Las dificultades verdaderas que se oponen al viaje interestelar expedito son, para la mayor parte de los científicos modernos, prácticamente insuperables. Se resume su actitud en la pregunta que se hizo Enrico Fermi, desmintiendo la existencia de civiliza­ciones con la capacidad del viaje interestelar en las regiones cercanas dentro de nuestra galaxia: «¿En dónde están?», con lo que subrayó ­así que, de existir, su presencia sería inocultable tanto para los científicos como para la opinión pública.

ArthurCClarke Desde luego, para quienes han hecho un modus vivendi comercial de la promoción de la creencia popular en el origen extrate­rrestre de los ovnis, y que han establecido verdaderas sectas semirreligiosas sobre esta superstición, el problema del viaje inter­estelar es inexistente. Aseguran que para una tecnología muy avanzada ello no representa un problema. Al respecto se ha rescatado una de las afirmaciones del escritor Ar­thur C. Clarke, quien asegura que para cualquier civilización, una muestra de alguna tecnología muy superior resulta indistinguible de la magia. Esto es verdad; pero también cabe señalar que ningún avance tecnológico, logrado aquí, en la Tierra, ha violado o refutado alguna de las leyes fundamentales de la física. Así, a menos de que nuestro conocimiento de las leyes fundamentales de la naturaleza se halle profundamente equivocado, no es previsible un cambio tecnológi­co que permita saltarse con facilidad las terminantes restricciones que se ha detectado existen, por ejemplo, viajar a una velocidad mayor que la de la luz.

Hay, en efecto, algunas posibilidades teóricas de burlar esta restricción; pero todas, sin excepción, requieren del consumo de una cantidad excesivamente elevada de energía. Lo anterior haría que el costo de incluso el viaje interestelar rápido más corto se hiciese insufragable, aun para los recursos disponibles en una civilización avanzada por varios miles de años respecto a la Tierra.

Sin embargo, el viaje interestelar «len­to», es decir a velocidades muy inferiores a la de la luz, sí es algo factible, y la mayor parte de los futurólogos han contemplado su posi­ble intento en no más de un siglo hacia el por­venir. Para lograrlo habrá que utilizar dos posibles caminos: uno sería el de la hibernación de los tripulantes, quienes deberían estar dispuestos a dormir congelados durante varios siglos, hasta alcanzar algún destino interesante en las cercanías de nuestra galaxia. El otro camino es el de la construcción de arcas espaciales autosuficientes en oxígeno, energéticos, agua y combustibles, como para que varias ge­neraciones naciesen y murieran a bordo antes de alcanzar ese destino estelar remoto. Por tal medio se ha calculado que la especie humana podría colonizar toda la galaxia en no más de 2 o 3 millones de años, un tiempo en verdad reducido en las escalas geológica y cósmica.

Algunos han propuesto la posibilidad del viaje instantáneo, aprovechando un hipotético salto cuántico, a distancias arbitraria­mente lejanas, de todas las partículas subatómicas que forman nuestro organismo. Esto se denomina teleportación y se enfrentaría con algunos obstáculos teóricos fundamentales. En primer lugar no existe un solo caso de que alguna partícula subatómica se haya transportado a través del llamado efecto «túnel», factible según la mecánica cuántica, que se pretende aprovechar en esta propuesta, más allá de una distancia ultra-microscópica.

Por otra parte, se requeriría en el lugar de destino algún tipo de aparato receptor que permita recibir las partículas y construir el or­ganismo en cuestión. Finalmente, lo más com­plejo de un ser vivo es la información indis­pensable sobre la distribución relativa de cada una de las partículas subatómicas que lo for­man respecto a todas las demás. Tal informa­ción no va incluida en cada una de las partí­culas teleportadas, por lo que si no hay una manera de enviarla, lo único que se recibiría en el lugar de arribo sería una nube difusa de partículas aisladas que pronto se esparciría sin dejar huella. El óvulo fecundado de un ser hu­mano lleva en su material genético toda la in­formación para reconstruir un ser completo; no así sus partículas subatómicas. Las relacio­nes entre objetos son información pura, la cual no puede teleportarse. Hay otra consideración filosófica interesante que señala que si un hu­mano es teleportado, no se puede asegurar que lo que se reconstruya en el lugar de recepción no sea sino un duplicado exacto del viajero; pero de ninguna manera es el que inició el via­je quien, en verdad, ¡muere en el trayecto!


[1] Este artículo apareció en la serie «La Ciencia y sus rivales» en el número 115 de Ciencia y Desarrollo, (Conacyt), marzo-abril 1994, página 104.