UNA AUTOPSIA FRAUDULENTA[1]
Mario Méndez Acosta
Por diversos canales de televisión, en casi todos los países, se ha venido difundiendo en forma evidenteÂmente muy lucrativa para sus proponenÂtes, una película cinematográfica, propiedad de un productor estadounidense[2] de videos y documentales llamado Ray Santilli, dueÂño de la empresa The Merlín Group. DiÂcha cinta muestra la autopsia de un pretendido extraterrestre, que supuesÂtamente se llevó a cabo en 1947, al poco tiempo de que un platillo volador, también pretendidamente, se estrelló en la región de Roswell, Nuevo México, en EU.
Ya varios investigadores de gran serieÂdad han demostrado que lo que se halló en aquel sitio no fueron sino los restos de un tipo especial de globo sonda, usado para calibrar radares y para captar las ondas de choque de pruebas nucleares lejanas; un aparato fabricado de papel aluminio sobre papel grueso, pegado a varillas de madera de balsa, fijada con cinta Scotch, pegamento e hilo. Como estos aparatos se construyeron en una fábrica de juguetes, se usó en ellos también cinta rosa púrpura, con imáÂgenes de flores y corazones. Estos restos fueron oportunamente fotografiados y bien descritos por los testigos presenciales, que confirmaron esa explicación. Algunos años después, se empezó a divulgar la versión de que en el pretendido estrellamiento, o en otro en un sitio muy cercano, se habían levantado los cadáveres de varios tripulanÂtes extraterrestres. Varios documentos confidenciales, liberados posteriormente demuestran que nadie en Washington y desde luego no el presidente Harry Truman, tuvo noticia alguna de tales hechos. Las preguntas del propio Truman a sus asesoÂres de seguridad, hechas varios años desÂpués, indican que no sabía nada de lo que de ser verdad hubiese representado la noÂticia o el acontecimiento más sensacional de los últimos siglos.
La filmación de Santilli fue realizada en verdad alrededor de 1985, y muestra la disección del cuerpo de un ser que de ninÂguna manera se asemeja a las descripcioÂnes que de los extraterrestres han hecho los ovniólogos y los que se llaman «contactados».
En esencia, se trata de la representaÂción de un ser humano deforme, grotescamente obeso, sin sexo, con seis dedos en cada mano y pie y sin cabello, ombligo o tetillas. Un par de supuestos médicos, por completo enmascarados -pero sin equipo alimentador de aire para sus escafandras-, llevan a cabo la disección con una torpeza inaudita. El cirujano Joseph Bauer, de Cleveland, comenta acerca de la clara ineptitud de los actores que hicieron la autopsia que «…se trata de la imagen documentada del crimen del milenio: la destrucción brutal y devastadora y la anulación de evidencias única o de la oportuniÂdad sin paralelo de obtener algún tipo de comprensión acerca de esta deforme criaÂtura, no importa cuál haya sido su origen: Eso, o bien se trata de un engaño torpe de unos principiantes que ignoran la cirugía forense».
En la escena se puede apreciar un teléÂfono de pared de un modelo que, según los catálogos de la Bell Telephone, no estaÂría a la venta sino hasta 1957. Se ven tamÂbién bolsas de polietileno, un material que no se usaba en 1947.
Pero la mejor prueba de que no se traÂta más que de un fraude, está en el hecho de que los supuestos médicos, que tasajean alegremente el cuerpo, arrojan a la basura los tejidos que van cercenando. Hay que pensar que si en verdad se tratase de un ser de otro planeta, cada molécula de su organismo tendría un valor inconcebible, tanto científico como monetario.
Santilli se ha negado a someter su peÂlícula a un análisis detallado ante los laÂboratorios de la empresa Kodak, y se ha rehusado a entregarle a la misma una muestra suficiente de la cinta como para poder hacer las pruebas que certifiquen la verdadera fecha de su elaboración. La película ha sido calificada de fraude o faÂbricación por los siguientes investigadoÂres creyentes del fenómeno ovni: Stanton Friedman y Antonio Hunneus, de Estados Unidos; Nestor Berlanda y Diego Viegas, de Argentina; Javier Sierra[3] y Antonio RiÂbera, de España; Mauricio Verga, de ItaÂlia; Mario Torres Luján y Fernando Téllez, de México, cuyos testimonios aparecen en una edición especial de la revista ConÂtacto Ovni[4], de noviembre de 1995, puÂblicada en México.
El investigador argentino, Alejandro Agostinelli, realizó el año pasado, en únicamente diez días, la grabación de otra auÂtopsia idéntica, hecha en un modelo de látex y plástico similar al de la cinta de Santilli, con resultados mucho más convincentes que los de la versión original.
El experto en construir creaturas de efectos especiales para el cine, Trey Stokes, quien ha fabricado monstruos para cintas como Especies, Robo Cop II, El Abismo y el Regreso de Batman, señala al respecÂto: «se supone que esta cinta nos presenta la autopsia de un extraterrestre cuyo cuerÂpo está construido en forma tan parecida a una creatura de efectos especiales de Hollywood, que aún los expertos en estas técnicas no pueden hallar la diferencia. La filmación, por otro lado, se ha hecho exacÂtamente como se habría rodado, en Hollywood, omitiendo por torpeza cientos de detalles que podrían hacer más creíble lo que ahí se presenta. Se concluye que resulta más sencillo creer que la película muestra una autopsia, actuada, de un muÂñeco de efectos especiales, muy fácil de construir»:
El problema de fondo sigue de pie. Nunca, en ningún caso de los que presenÂtan los proponentes de la hipótesis del oriÂgen extraterrestre del fenómeno ovni, se ofrecen pruebas materiales de que esos objetos voladores y sus tripulantes sean algo más que una chapuza mercenaria.
[1] Ciencia y Desarrollo No. 128, Pág. 106.
[2] En realidad es inglés.
[3] Sierra en realidad apoyaba la autenticidad de la película
[4] Número especial editado por Luis Ruiz Noguez y Óscar García.