Crichton y el calentamiento

CRICHTON Y EL CALENTAMIENTO[1]

Mario Méndez Acosta

Una de las variedades más interesantes del pensamiento pseudocientífico se manifiesta en la negación de hechos históricos o de fenómenos de la naturaleza bien documentados y establecidos por la ciencia más allá de toda duda razonable.

Ejemplo de esto son algunos grupos neonazis resistentes a aceptar que durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes del Tercer Reich hubieran organizado la matanza sistemática de millones de personas de diversos grupos étnicos y culturales.

En los Estados Unidos se registra una importante gama de negaciones de este tipo:

El viaje a la Luna. Algunos grupos afirman que todo el programa Apolo fue una mascarada y el hombre nunca llego a la Luna; en cambio se montó una escena en un gran hangar del estado de Washington para mostrarlo por televisión.

La evolución de las especies. Diversos grupos de fundamentalistas evangélicos niegan esta teoría, con lo que podrían estar construyendo su propia marginación del resto del mundo, o bien «”dependiendo de su grado de militancia y peso en las decisiones políticas»” constituirse en una amenaza para la enseñanza de la biología en futuras generaciones.

El calentamiento global. La negación de este fenómeno climático ha adquirido ya todas las características de una corriente pseudocientífica cuyos teóricos se asocian con grupos muy conservadores del partido Republicano, quienes afirman que el calentamiento es una invención de sectores liberales de izquierda, y sobre todo del ex vicepresidente Al Gore.

Crichton Resulta una verdadera sorpresa que esta corriente haya obtenido la adhesión de uno de los novelistas más renombrados del país: el narrador Michael Crichton, quien se ha desempeñado con gran tino en obras de ciencia ficción, como La Amenaza de Andrómeda, Oestelandia, Parque Jurásico y sus secuelas, y Rescate en el Tiempo. Sin embargo, en su más reciente novela Estado de miedo, abandona toda pretensión de abordar el tema del calentamiento como un fenómeno científico, y lo asume como un comentario político. En ella se describe un improbable complot gestado por un grupo de eco-terroristas, que reemplazan a Al Qaeda como la mayor amenaza terrorista del mundo.

Sus planes son causar catástrofes meteorológicas que convenzan al público de lo que Crichton considera una falsa amenaza de calentamiento global. La hipótesis: los malos tratan de volar los glaciares de la Antártida y de causar tsunamis.

El héroe de la novela es Richard Kenner, un supuesto científico y agente secreto, que encabeza el Centro de Análisis de Riesgos del MIT, cuyo perfil resulta ser una mezcla de Vin Diesel (actor), Richard Lindzen (experto en estudios de la atmosfera del MIT que niega la existencia del calentamiento) y John Graham (el más famoso crítico de la responsabilidad humana en el fenómeno del calentamiento global), niega que el calentamiento sea causado por la actividad humana y sobre todo por el uso indiscriminado de combustibles fósiles, particularmente en Estados Unidos.

Graham, efectivamente, encabeza un Centro de Estudio de Riesgos, en la Universidad de Harvard, antes de incorporarse a la administración del presidente George W. Bush, y es evidente que los desafortunados consejos de Graham fueron determinantes para que los representantes de esta nación se negaran a cumplir el protocolo de Kioto, lo cual hubiese implicado un compromiso de reducir marginalmente las emisiones de bióxido de carbono a la atmosfera por parte de las grande potencias.

Detrás de la negación del riesgo de calentamiento, al parecer están los intereses de las industrias petrolera y automotriz de los Estados Unidos, cuyos titulares actualmente dominan la administración republicana de George W. Bush y no desean ser obligados a financiar el cambio tecnológico hacia el uso de combustibles y energéticos limpios, algo que les resultaría muy costoso.

Por supuesto, en la novela, Kenner, el héroe, desenmascara a los farsantes que tratan de demostrar que el calentamiento global es una realidad y así la industria estadounidense puede seguir adelante con su despilfarro de combustibles fósiles y llenando la atmosfera de gases de invernadero. Pero, además, el protagonista logra convencer a los científicos que sustentan la teoría del calentamiento global del gran error encerrado en sus convicciones.

Por supuesto, el mundo real es muy distinto a lo que imagina Crichton. La probabilidad de que el calentamiento observado en el siglo XX sea algo natural, y no derivado de la intervención humana, es muy baja. El reporte de 2001 de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos concluye que los gases de invernadero se acumulan en la atmosfera de la Tierra como resultado de actividades humanas, causando el aumento de las temperaturas tanto en aire como en las profundidades de los océanos. Los años más cálidos desde hace un milenio han sido 1998, 2001, 2002 y 2003. En esto se manifiestan de acuerdo la Sociedad Meteorológica Americana y la Unión Geofísica Americana.

El nivel de los mares se ha incrementado en más de veinte centímetros por haberse derretido más de 60% del volumen de los glaciares; tal es el caso del casquete polar ártico que ha menguado 40% su superficie, y las zonas de tierra firme al norte de Canadá y Siberia ven come se derrite la capa de permafrost (tierra que permanece helada durante todo el año) convirtiéndose en grandes lodazales.

Lo interesante es que muy probablemente Crichton viva lo suficiente para presenciar muchos de los más graves efectos climáticos del calentamiento: pero tal vez para entonces sea ya muy tarde.

BIBLIOGRAFIA

Chris Money. Bad science, Bad fiction www.csicop.org/doubtandabout/Crichton/index.html

Michael Crichton, (2004), State of fear, Harper Collins Publishers. NY.


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo No. 184, México, junio de 2005, Págs. 18-19.

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