LOS FRAUDES OVNI EN MÉXICO[1]
Héctor Escobar Sotomayor
Casi paralelamente al inicio de la moderna era de los ovni, comenzaría un fenómeno de igual o mayor importancia. Negado por los más acérrimos ufólatras, forzado a ser un tema tabú para muchos. Para otros, unos pocos, una interesante herramienta para estudiar las necesidades y las fantasías humanas; Los fraudes OVNI tienen su gran historia que contar y al hacerlo, nos hablan de las necesidades de las personas que los montaron, así como de la psicología de los que creyeron en ellos, muchos más de los que quisiéramos. La creencia se da a menudo ciegamente y sin enfrentar jamás el hecho con la criba del sentido común.
Los fraudes quedan ahí, quizá sea más lo que podamos aprender sobre la psicología y el comportamiento humano, gracias a los fraudes ovni, que a concienzudos estudios o investigaciones. Los fraudes OVNI, (ingeniosos unos, pueriles otros) han jugado su papel en esta maraña que es la ufología.
En este número hemos dedicado la atención al fenómeno del fraude ufológico a través de varios trabajos dedicados a casos clásicos: «El esqueleto extraterrestre de playa Eréndira», «El secuestrado de Perote», etc. En este pequeño trabajo examinaremos algunos de los fraudes ovni más famosos que han tenido lugar en nuestro país, esperamos que no quede en saco roto.
El humanoide y los agentes de la CIA
A mediados de 1949, un norteamericano llamado Ray Dimmick[2] declaró en los Estados Unidos que durante un viaje que hizo a la ciudad de México pudo ver como un Plato Volador se estrellaba en el cerro del Ajusco, en el sur de la capital mexicana. La historia de Dimmick hablaba de una nave de unos 10 metros de largo por tres de alto en la cual venían varios seres. Algunos de ellos habían muerto y se había logrado rescatar uno vivo. Según Dimmick, las autoridades mexicanas habían apresado al marciano, y como prueba de ello, presentaba la ya conocida fotografía que acompaña estas líneas.
Posteriormente, Dimmick se vio acosado por las preguntas y cambió su versión. Ya no era él el testigo del supuesto estrellamiento del plato volador, ahora se lo habían contado y le habían enseñado la fotografía y restos metálicos, supuestamente del ovni[3].
El origen de la fotografía, hasta donde sé, es un montaje en el cual los dos hombres que en ella aparecen originalmente llevaban un carro. El supuesto «hombre de marte» no es otro que un mono Rhesus rasurado que fue agregado a la foto de los «agentes de la CIA». Los supuestos agentes están disfrazados en el más puro estilo de las películas de espías de la serie «B» de los años 50. No obstante resulta risible, por no decir patético, que «ufólogos» como el padre Freixedo muestren esta foto como prueba de la presencia de extraterrestres en la Tierra, dedicados a secuestrar personas para beber su sangre y demás locuras por el estilo. Quimeras…[4]
El humanoide calcinado
Dentro del mismo terreno, otra fotografía que ha dado la vuelta al mundo es la del supuesto extraterrestre calcinado en su platillo volador. Respecto a esta foto las versiones son varias. Una de éstas[5], sostiene que la foto corresponde a un humanoide calcinado que se encontró entre los restos de un supuesto platillo volador estrellado el 7 de julio de 1948 en el estado de Tamaulipas en el norte de México (45 km al sur de Nuevo Laredo[6]). Al parecer, el ovni fue detectado por los radares de la fuerza aérea estadounidense sobrevolando el estado de Washington, y posteriormente vino a precipitarse en un lugar no determinado. Al parecer, el Ejército Mexicano, auxiliado por el Ejército Estadounidense rescató el objeto el día 8 de julio.
En el interior del objeto se encontró un ser de aspecto humanoide totalmente calcinado. No tenía nariz ni orejas y una boca que era solo una hendidura. Las piernas parecían normales, en tanto los brazos eran desproporcionadamente largos; las manos tenían 4 dedos similares a garras. La estatura del ser era de 1.37 metros.
En lo que respecta al aparato se trataba de un objeto circular de unos 27 metros de diámetro por 8 de altura.
La segunda referencia al respecto es de Francisco Barrera[7] quien da como lugar el Estado de León, en el centro de México. Los demás datos son prácticamente los mismos.
En la prensa mexicana de la época no aparece la menor referencia del presente caso, por lo cual la fuente de dicha información es bastante dudosa. A este respecto, la referencia principal señala que quien dio a conocer la información (30 años después) era un elemento del ejército que participó en el rescate del humanoide y que permanece -como siempre- en el anonimato.
Los negativos fueron analizados por la Ground Saucer Watch y las conclusiones de la misma indicaron:
a) Que se trataba de imágenes obtenidas aproximadamente en la fecha del supuesto caso.
b) Que se trataba de una criatura gravemente quemada y mutilada.
c) Que la rigidez del cuerpo y la desfiguración del mismo son compatibles con el tiempo transcurrido desde la posible muerte (12 horas).
d) Que la criatura tiene un tamaño de 86.3 cm.
e) Que en los alrededores del «ser» hay restos de objetos de fabricación humana (entre ellos un armazón de gafas).
La opinión de la GSW es que la foto corresponde al cadáver de un simio calcinado utilizado en las primeras pruebas de cohetes por los Estados Unidos, a fines de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta.
Claro que siempre se podrá argumentar que la foto corresponde a un extraterrestre, que la imagen está manipulada, que la GSW estaba pagada por la CIA, etc…[8]
La Mosca Dorada[9]
Este deliciosa anécdota puede parecernos hoy en día infantil, pero en la época en que se hizo la broma (agosto de 1950) causó furor.
Todo empezó el die 7 de agosto cuando el periódico La Prensa, de la Ciudad de México informaba de una supuesta explosión detectada en la Luna a principios de agosto. Sin darlo a entender claramente, La Prensa, insinuaba la posibilidad de que la «explosión» fuera de origen artificial ¿Una guerra nuclear en la Luna?
Días después, el mismo periódico informaba, que el 7 y 8 de agosto se observaron en la ciudad de México unos extraños objetos voladores que emitían señales luminosas. Los objetos, supuestamente, habían sido vistos en numerosas partes de la ciudad y se decía, que también habían sido detectados en el interior de la república y en el extranjero. Así, de la noche a la mañana, La Prensa da a estos «objetos» el nombre de Lunaves (naves de la Luna); incluso, en su edición del 10 de agosto, llegó a publicar una fotografía de la Lunave, sin proporcionar el nombre del autor de la misma (evidentemente un truco). La fotografía, que aquí reproducimos, muestra una panorámica de la alameda Juárez y una de las «lunaves», con todo y piloto.
Días después, cuando la broma empezaba ya a ser tomada en serio, el 12 de agosto, se informa que una Lunave cruzó el cielo del Distrito Federal a gran velocidad; se dice además, que a través de las ventanas, se pudo ver al tripulante vestido de color dorado y con el cuerpo envuelto por una caja de vidrio. Finalmente, se informa que el 15 de agosto a las 21:00 que una Lunave aterrizó en el lecho del lago de Texcoco y que vecinos de los alrededores vieron bajar al tripulante de la misma, al cual describen como grande, brillante, hermoso y con alas. El ser vestía de color dorado y tenía el cuerpo en una caja de vidrio, se alejó a gran velocidad y la Lunave desapareció (sic).
La Prensa inició esta broma, no sabemos con qué fines, pero tuvo duración efímera, apenas un par de semanas. Quizá si viéramos el trasfondo cultural del momento podamos explicarlo.
Meses antes, (marzo), México había sido sacudido por una «oleada» de platívolos. Paulatinamente, el tema se olvidó, de modo que nuestra oleada sólo duró los 20 primeros días del mes de marzo. El interés de la gente por los platívolos fue rápidamente capitalizado por los periódicos, incluso La Prensa dedicó varios de sus titulares a los famosos «visitantes del espacio». Probablemente, viendo que había sido un buen negocio quisieron hacer de nuevo el intento.
La «Zona del Silencio»
De todos los mitos ovni, quizá éste sea el más perdurable en la conciencia colectiva del mexicano. Su «fama» ha ido más allá de las fronteras y no es raro que algún ufólogo extranjero, pregunte, como dudándolo, por la famosa «Zona del Silencio». Alrededor de esta zona desértica ubicada en las cercanías de Ciudad Ceballos, en el estado de Durango, al norte de la república mexicana, se han fraguado infinidad de «leyendas». Se habla de bases de seres extraterrestres, «vórtices magnéticos», «puertas dimensionales», pasando por fantasmas, mutaciones y mutilaciones de animales, viajes por el tiempo y demás fantasías.
El mito de la «zona del silencio» inicia en los años 70, con la caída, en las cercanías de esta región, de un cohete Athena de la armada de los EE.UU. Debido a que cayó un cohete que se desvió de su trayectoria, a alguien se le ocurrió decir que en la zona había un gran «campo magnético» de origen desconocido. Como había tal campo, era un hecho que las ondas de radio no podían pasar por aquella zona, de allí el nombre de Zona del Silencio, al mismo tiempo debía haber extrañas anormalidades…
El mito fue creciendo y adornándose con lujo de detalles. Se hablaba de tortugas con extrañas formas en sus caparazones, gusanos mutantes, infinidad de meteoritos, etc.
Después, a alguien se le ocurrió que la tal zona se encuentra en la misma latitud que las pirámides de Egipto, el «Triángulo de las Bermudas» y, de ahí en adelante, es fácil de suponer todas las fantasías imaginables…
Un ufólogo de triste fama, Santiago García, en cada articulo que llega a publicar informa de ovnis al por mayor en ese lugar habla de más de 10 distintas fotografías de ovnis logradas en el lugar; muchas de ellas obtenidas por el mismo. En numerosas publicaciones, García y otro iluminado, Luis Ramírez Reyes; nos hablan de encuentros con misteriosos seres -extraterrestres por supuesto- en el más puro estilo adamskiano… En un artículo reciente[10], García se sorprende enormemente de encontrar en ese lugar una construcción – evidentemente restos de algún pueblo colonial- a la cual llama «observatorio», que «Â¡está orientado hacia los 4 puntos cardinales!» (Inequívoca señal de su origen extraterrestre…) A mediados de los años 70 se hicieron varios proyectos de investigación destinados a probar si en verdad existía tal perturbación de las ondas hertzianas. Los resultados han sido negativos, salvo en algunas zonas en donde se han detectado depósitos de hierro. Igualmente a fines de esta década se llegaron a organizar «tours» pare contactar con extraterrestres En fechas recientes, esta zona desértica se ha convertido en teatro de operaciones del tristemente célebre «Comando Ashtar», por lo que no es de extrañar que el mito siga creciendo.
Las supuestas zonas extraterrestres en México no se limitan a la «zona del silencio», posteriormente fueron apareciendo otros lugares dispuestos a convertirse en refugio permanente de los alienígenas.
El camión quemado por los ovnis[11]
Cuando ocurren errores humanos, el ingenio no conoce límites. Dice un refrán popular que «desde que se inventaron los pretextos se acabaron los idiotas». Sin embargo, pocos pretextos o disculpas han tenido las dimensiones de los presentados por Miguel Ãngel González, conductor de un camión que transportaba materiales de construcción.
El caso, que llamó ampliamente la atención a nivel nacional e incluso internacional ocurrió el 22 de mayo de 1973 en la carretera que va de Tinajas a Tierra Blanca, en el estado mexicano de Veracruz. Aparecieron notas en el periódico La Prensa del 24 de mayo, en los números 103 y 108 de la revista Duda, así como en la revista Oculto.
Ese día, Miguel Ãngel González, conducía un camión que transportaba asbesto y materiales de construcción. A la altura del km. 18 de la carretera, cerca, del poblado de Cintalapa, el camión empezó a quemarse. González nos dice que mientras manejaba el camión pudo ver a corta distancia, en medio de la carretera, unos hombres de pequeña estatura a los que describió como duendes o gnomos que venían a su encuentro con los brazos en alto. González bajó del camión e intentó seguirlos pero los hombrecillos se perdieron en un bosque cercano. Al volver a la carretera, el camión que conducía estaba envuelto en llamas que consumieron el vehículo y los materiales que este transportaba. El Sr. González logró llegar al cercano poblado de Tinajas donde contó su historia. En opinión del Sr. Jesús Rodríguez de Ramos, oficial de policía de carreteras, quien trajo el camión a Tinajas con ayuda de una grúa, el caso podría ser una mentira urdida por el Sr. González para eludir alguna presunta responsabilidad en el incendio, que podría haberse debido a alguna falla en el sistema de frenos, ya que se originó por un sobrecalentamiento del eje trasero.
La Prensa del 30 de mayo informa, citando la opinión del Ing. José de Hora López, que el fuego fue producido por «un rayo luminoso de longitud de onda selectivo de origen desconocido» (sic).
Posteriores análisis realizados sobre los materiales por el Ing. Luis Ruiz Noguez, miembro de Perspectivas, mostraron que el camión resultó quemado por sobrecalentamiento debido a restos combustibles (aceite para automóviles) que impregnaban la madera del tándem de carga. Los materiales incombustibles (asbesto, láminas) no resultaron afectados, sino sólo chamuscados por el incendio.
Días después, se da un probable «repeater» de este caso cuando Duda 108 y Novedades informan de otro camión quemado en circunstancias misteriosas, en esta ocasión en el paraje conocido como Las Palmas, también en el estado de Veracruz, a la altura del km 95 de la carretera costera del golfo. Entre los testigos se cita a los campesinos Demetrio y Juan Aldama, quienes encontraron el camión ardiendo mientras caminaban por la carretera y acudieron a prestar ayuda al chofer. Desgraciadamente el fuego se expandió rápidamente y consumió al camión.
ContinuarỦ
[1] Publicado originalmente como Escobar Sotomayor Héctor, Los fraudes ovni en México, Perspectivas Ufológicas, No. 2, México, abril de 1994. Págs. 21-26.
[2] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/09/el-primer-marcianito/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/09/el-marcianito-de-wiesbaden/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-5/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-6/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-8/
Nota de Luis Ruiz Noguez. (LRN)
[3] Ribera, A. Iberoamérica y los ovni, Plaza & Janes, 1968
[4] Freixedo, S. La amenaza extraterrestre, Posada, México, 1990
[5] Granger M. Un extraterrestre muy especial, en Stendek N° 46, España, 1981.
[6] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-2/#_ftnref24
Ruiz Noguez Luis, Ovnis estrellados en México, Mina Editores, México, 1996, págs. 39-41.
Nota LRN.
[7] Barrera, F. Las imágenes del desprestigio, en Más Allá de los Ovnis, N° 27.
[8] Ibid.
[9] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/11/el-fenmeno-aterrizaje-en-mxico/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-3/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/06/ovnis-en-mxico-dcada-de-los-50-4/
Nota LRN.
[10] García S. La enigmática Zona del Silencio, en Reporte OVNI N° 1, México, 1993.
[11] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/04/chaneques-incendiarios/
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