La Parapsicología
PATADAS DE AHOGADO
Por Víctor Vázquez Valenzuela
Respuesta a la pregunta del doctor Bueno: sí, la parasicología aún se defiende, pero son patadas de ahogado. Pero empecemos desde el principio.
El 13 del actual, Mario Méndez A. y Mauricio José Schwarz publicaron en esta sección cultural sendos artículos sobre la parasicología y, en particular, sobre James Randi, el caza charlatanes número 1 del mundo.
Dos días después Miguel Bueno, en su columna Paideia, también en esta sección, hizo mención de estos dos artículos y trató de reivindicar a la maltrecha parasicología.
Don Miguel Bueno sostiene que los fenómenos parasicológicos son indudables. Si esto dice Don Miguel, que tiene un doctorado en filosofía, qué se puede esperar que crean y digan las personas que no han tenido la oportunidad de estudiar una carrera universitaria. Es sorprendente que un doctor en filosofía no dude de fenómenos que no tienen ni sombra de evidencia empírica. Por otro lado, Don Miguel peca de ignorancia: sostiene que la hipnosis es un fenómeno parasicológico; craso error, la hipnosis es un fenómeno sicológico y neurobiológico, estudiado por especialistas de ambas disciplinas, así como por dentistas, médicos, etc. Que los parasicólogos y demás charlatanes, (astrólogos, etc.) estén interesados en la hipnosis es otro problema Los parasicólogos y otros adoradores de lo oculto estudian (¿o deberíamos de decir «especulan»?) todo aquello que les parece maravilloso o insólito, que es el caso de la hipnosis.
Siguiendo la misma lógica del Dr. Bueno, los sueños, como son estudiados por los parasicólogos, también serían un fenómeno parasicólogo, tesis absurda, por supuesto.
El Dr. Bueno dice que no es su propósito «convencer a nadie de que la parasicología existe». Esto es lo único con lo que estoy de acuerdo con el mencionado doctor: es cierto, la parasicología existe; hay parasicólogos, revistas, libros y congresos sobre esa doctrina, etc. Pero repetimos el punto es si hay evidencia empírica de la existencia de los fenómenos parasicológicos.
Recomienda el susodicho doctor la lectura del libro de John L, Randall «La parasicología y la naturaleza de la vida» (Editorial Diana, 1980), Da la casualidad (parece que al doctor Bueno le atraen las coincidencias) de que éste libro ya lo habíamos leído, y no lo consideramos un buen texto por lo siguiente.
Randall trata de establecer una especie de marco teórico para la parasicología y, para lograrlo, trata con extensión una serie de temas que no aparecen con frecuencia en libros de éste tipo, como evolución, mecanicismo vs. vitalismo, etc. Pero Randall no alcanza su objetivo. Sería muy largo explicar porque, así que recomendamos la lectura de éste libro, pero con espíritu crítico (como deben de leerse todos los libros, en especial aquellos que tratan temas debatidos).
Solo para dar una idea del autor del libro que Bueno considera «serio y documentado», diremos que éste apoya la tesis (ver capítulo 10) de que los animales tienen también poderes parasicológicos. Randall también cree en curaciones milagrosas o paranormales en animales, realizadas por «síquicos» (ver capítulo 11).
Así como Bueno recomienda un libro, nosotros vamos a recomendar otro: «ESP and Parasychology. A critical re-evaluation» de CEM Hansel, Prometeus Books, 1980; libro fundamental para conocer lo que han hecho y deshecho los parapsicólogos.
Como la parapsicología pretende (por lo menos desde la fundación de la parasicología experimental, por J. B. Rhine, en los veintes) ser una ciencia experimental, nada más razonable que exigirle que presente evidencia de éste tipo. ¿Lo ha hecho? Definitivamente no.
Solo a manera de ejemplo, mencionaremos el caso de unos experimentos que hicimos en la Facultad de Sicología de la UNAM. Fueron estos sobre un tipo de clarividencia, la llamada visión extraretiniana o dermoóptica Esta consiste en poder ver aun con los ojos vendados, Resultado: los niños que sirvieron de sujetos espiaban por las rendijas que se forman entre los ojos, la nariz y los pómulos. Esto de hacer trampa en los experimentos parasicológicos es la regla, no la excepción (ejemplo clásico: Uri Geller). Uno de los grandes problemas de los parasicólogos es que son descuidados en sus experimentos y no pueden detectar los trucos de magia que hacen los «síquicos».
Esto quedó demostrado con el Proyecto Alfa, de Randi. Para más datos sobre éste proyecto, se puede consultar mi artículo publicado en esta sección cultural, el 2 de enero pasado.
Respecto a la noticia que cita Bueno, acerca de que el Pentágono gasta millones de dólares en estudiar aplicaciones militares de la parasicología, hay que decir que esto no prueba nada. Por otro lado, en esa noticia solo se dice que se está haciendo ese tipo de investigación; lo interesante y relevante sería que aportaran pruebas de la existencia de esos fenómenos, En la lucha por la supremacía militar, los gobiernos estudian todo aquello que pueda tener aplicaciones militares. Además, esa noticia quizá es nueva para el Dr. Bueno, pero para las personas que saben parasicología es una noticia más sobre el tema. Hasta hay un libro, de Jacques Bergier, dedicado íntegramente a éste tema: «La guerra secreta de lo oculto» (EDAF, 1981).
Me pregunto, ¿hacer explotar un cohete con los poderes de la mente? Por favor, me conformo con ver que un «síquico» mueva con esos poderes mentales un simple cerillo.
Lo único que hará que la comunidad científica (y demás seres pensantes) crea en los fenómenos parasicológicos es la presentación de evidencia empírica producto de experimentos bien controlados. Aunque nosotros ya hemos probado a varios «síquicos» en la UNAM y no hemos encontrado nada paranormal, estamos dispuestos a seguir investigando.
Ojalá que con el artículo del doctor Bueno se haya abierto un debate serio sobre la parasicología y otras doctrinas seudocientíficas y charlatanescas (como la dianética, la astrología, etc.).
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