Balam Kú, El Volcán de los Murciélagos

Balam Kú, El Volcán de los Murciélagos[1]

Juan José Morales

Poco más de cien kilómetros al poniente de Chetumal, cerca de la carretera que conduce a Escárcega, se abre la boca de la cueva de Balam Kú. A primera vista, parece tan sólo una más entre las incontables oquedades de los más diversos tamaños que por miles salpican el territorio peninsular, tan lleno de grutas, cuevas, cenotes, hondonadas y cavernas, que más parece queso Gruyere que roca sólida.

Pero ese es un lugar muy especial, una de las grandes maravillas naturales de México. Cada día, al llegar el crepúsculo, como ha venido ocurriendo invariable y puntualmente desde hace cientos de siglos, de esa abertura empiezan a brotar murciélagos. Miles y miles, en un verdadero río que pronto se convierte en nube y finalmente se dispersa por los alrededores.

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Al acercarse el crepúsculo, comienzan a surgir de la cueva verdaderos torrentes de murciélagos que se dispersan por una amplia zona de los alrededores en busca de alimento. Foto cortesía del Grupo Espeleológico de Investigación Ajau de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Aquel torrente de alas batientes no cesa durante más de una hora; a veces se prolonga por más de hora y media, y visto de lejos parece una columna de humo. Por ello a Balam Kú se le ha llamado también El Volcán de los Murciélagos. Y es que, según la época del año, esa cueva es el hogar de entre uno y 2.3 millones de murciélagos «”o quirópteros, si así se prefiere llamarlos»” de siete especies diferentes.

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Entrada al Volcán de los Murciélagos. Su tamaño puede apreciarse por comparación con el espeleólogo que desciende hacia ella. En la época de apareamiento, tras el nacimiento de las crías, el número de ejemplares que ahí se refugian puede llegar a 2.3 millones. Foto cortesía del Grupo Espeleológico de Investigación Ajau de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Para tener una idea de lo que estas cifras significan, basta decir que la famosa colonia de murciélagos que habita la caverna de Carlsbad, en Nuevo México, Estados Unidos «”considerada excepcionalmente grande»”, es de un millón de individuos.

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Dos habitantes de la cueva. Izq., el murciélago orejón Nyctinomops laticaudatus. Es insectívoro y se mueve con gran velocidad y agilidad entre la espesura de la selva. Der., el murciélago bigotón Pteronotus parnellii. A pesar del aterrador aspecto que le da su dentadura, es totalmente inofensivo para el hombre, pero temible para los insectos, de los cuales es un activo depredador. Foto cortesía de Brock Fenton.

Pero no es sólo cuestión de números. Si bien estos animales nocturnos acostumbran refugiarse durante el día en grandes cantidades en cuevas, grutas y cavernas, ello ocurre sobre todo en regiones de clima templado. En zonas tropicales, como la península de Yucatán, son más bien escasas las cuevas donde se congreguen más de 50 mil individuos. En ese sentido, El Volcán de los Murciélagos resulta realmente extraordinario.

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Los murciélagos acostumbran descansar y dormir colgados boca abajo porque de ese modo, con sólo dejarse caer, pueden emprender el vuelo. Hacerlo desde el suelo les resulta casi imposible por lo estorbosas que les resultan, para correr, sus larguísimos dedos, entre los cuales se extiende la membrana alar. En la foto, ejemplares de murciélago fantasma Mormoops megalophyllam. Foto cortesía de Ariany García.

Por otro lado, es también muy raro que en una misma cueva se refugien más de dos especies de quirópteros. Los de Carlsbad, por ejemplo, son casi todos de la especie Tadarida brasiliensis, popularmente conocido como murciélago guanero o cola de ratón, que es uno de los más abundantes y ampliamente distribuidos en el continente americano. En cambio, Balam Kú es, como decíamos, el hogar de siete especies.

Bigotudos, barbudos y fantasmales

El más abundante «”30% del total de individuos, según han determinado los biólogos»” es el que popularmente se conoce como murciélago bigotudo, o Pteronotus parnellii en la clasificación científica. Más bien pequeño «”entre 5.8 y 7 centímetros de largo»” y de color café oscuro, a veces anaranjado, recibe su nombre común por los prominentes pelos rígidos que ostenta a los lados de la boca, bajo la cual hay también un curioso pliegue de la piel. Es insectívoro y se le encuentra en una vasta región del continente americano, desde Sonora hasta Brasil.

El segundo lugar por abundancia entre los caballeros de las tinieblas que se hospedan en Balam Kú, con el 27% del total, lo ocupa el Mormoops megalophyllam, comúnmente llamado murciélago fantasma y murciélago barbudo. Ambos nombres se deben a que posee unos pliegues de piel colgantes en la barbilla y los cachetes, semejantes a una barba, y grandes orejas redondas unidas en la frente, así como una nariz extremadamente chata, todo lo cual le da una extraña y fantasmagórica apariencia. Es también insectívoro, pero se alimenta casi exclusivamente con grandes mariposas nocturnas.

Casi en la misma proporción «”24% del total de inquilinos»” se encuentra el murciélago orejón Nyctinomops laticaudatus, relativamente grande «”poco más de 10 centímetros de largo»”, que se caracteriza porque sus «alas» son casi transparentes. Es un voraz depredador de escarabajos.

Las otras cuatro especies que se hospedan en El Volcán de los Murciélagos son el Pteronotus davyi, llamado murciélago de espalda desnuda porque carece de pelaje en el dorso, el pequeño y delicado Natalus stramineus «”que pesa entre 3 y 5 gramos y no llega a cinco centímetros de largo»”, el murcielaguito de patas peludas Myotis keaysi «”insectívoros todos ellos»” y el murciélago siricotero o mielero Glossophaga soricina, que se alimenta con néctar, frutos e insectos.

Los murciélagos y los mayas

El murciélago, llamado zotz o zoodz en maya, fue un animal muy importante en la mitología de los mayas prehispánicos, como lo demuestran las abundantes piezas de cerámica en las cuales aparece una diversidad de representaciones de estos animales, bastante realistas en el dibujo de sus rasgos distintivos, como la cola, las orejas o la llamada hoja nasal. Ejemplos de ello «”se dice en el libro Los Murciélagos de Calakmul, editado por la CFE y la Universidad Veracruzana»” son un silbato hallado en la Isla de Jaina en Campeche, que muestra una figura antropozoomorfa, combinación de cabeza de murciélago con tocado y cuerpo de humano, o el plato de Balam Kú, con cuatro murciélagos pintados. También «”agregan los autores»” en el Chilam Balam, el libro sagrado de los mayas, se mencionan dos grandes demonios murciélagos, Chac uayab zoodz, que descendieron y «chuparon la miel de la flor».

El Volcán de los Murciélagos sin duda fue conocido por los antiguos mayas, pues muy cerca se encuentran zonas arqueológicas como la de Calakmul, que fue una gran metrópoli. Pero la cueva fue redescubierta en tiempos recientes, y desde entonces ha sido estudiada por investigadores de la Unidad Chetumal de El Colegio de la Frontera Sur, el Grupo Espeleológico de Investigación Ajau de la Universidad Autónoma de Yucatán con participación de espeleólogos de la UNAM, la Universidad Autónoma de Campeche y otros grupos e instituciones, la Universidad Veracruzana y la Comisión Federal de Electricidad. Estas últimas realizaron una amplia investigación, no sólo de la cueva sino de toda el área circundante, durante los trabajos previos al tendido de una nueva línea de alto voltaje que cruza la zona.

El peligro de la histoplasmosis

El lugar no es un atractivo turístico, ni se recomienda visitarlo, por los riesgos que implica entrar a él. Aún para espeleólogos experimentados, el recorrido resulta difícil y exige el máximo de precauciones, una cuidadosa planeación y el uso de equipo de protección especializado. El mayor peligro al que se exponen los visitantes, es el de contraer histoplasmosis, una enfermedad infecciosa que ataca a los pulmones y es causada al aspirar las esporas de cierto hongo microscópico denominado Histoplasma capsulatum, muy abundante en las cuevas donde hay grandes concentraciones de murciélagos, ya que prospera en un ambiente cálido, húmedo y rico en materia orgánica, como lo es la acumulación de excrementos de esos animales. El padecimiento puede llegar a ser bastante serio y difícil de tratar, y por ello se recomienda abstenerse de entrar sin adecuada protección a cuevas donde haya colonias de ellos.

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Espeleólogos del grupo de investigación Ajau preparándose para ingresar a la cueva. Botas, overol de cuerpo entero, anteojos, guantes, casco y máscara respiratoria, amén de linternas, cuerdas y otros implementos, son indispensables para afrontar los peligros que encontrarán en el interior, especialmente el de la histoplasmosis. Foto cortesía del mismo grupo.

Igualmente, en El Volcán de los Murciélagos los científicos han encontrado sectores con altas concentraciones de dióxido de carbono y de metano, resultantes de la descomposición de los excrementos. Ambos gases pueden causar asfixia a una persona.

Finalmente, según informan los exploradores de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma de Yucatán, en algunos tramos de la cueva hay tal cantidad de garrapatas que literalmente se camina sobre ellas como si fueran una alfombra, sin pisar el suelo.

Lo recomendable respecto de la cueva de Balam Kú es mantenerla en su estado original, pues tiene una extraordinaria importancia científica. De hecho, como señalan los investigadores de la Universidad Veracruzana, está considerada una de las diez cuevas cuya conservación resulta prioritaria en México. Incluso, el trazo de la línea de transmisión eléctrica fue modificado para no afectar las poblaciones de murciélagos de ese sitio.

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La mayoría de los murciélagos son bastante pequeños, aunque en vuelo parecen mayores al tener las alas desplegadas. A la derecha, un ejemplar de murciélago de espalda desnuda Pteronotus davyi. A la izquierda, auxiliándose con una lupa de relojero para observar los pequeños detalles del animal, un investigador de la UADY examina un murciélago siricotero o mielero Glossophaga soricina. Los murciélagos de esta especie son importantes polinizadores de las plantas de la selva. Foto cortesía del Grupo Espeleológico de Investigación Ajau.

Es conveniente señalar, por lo demás, que en la región de Calakmul se ha registrado mayor cantidad de especies de murciélagos que en cualquier otra de la península de Yucatán. Por ello, los científicos han propuesto crear ahí una zona especial para la conservación de estos mamíferos voladores. El Volcán de los Murciélagos resulta un sitio clave en esos esfuerzos.

Y, ciertamente, vale la pena proteger y conservar tal maravilla natural, sobre todo porque a la vez sus habitantes ayudarían a proteger y conservar las selvas del sur de la península, que se encuentran en excelente estado. Los murciélagos insectívoros «”hay que recordarlo»” combaten plagas de los árboles, como los escarabajos descortezadores y los gusanos barrenadores. Por su parte, los frugívoros contribuyen a propagar semillas al dejarlas caer después de comer la pulpa de los frutos, en tanto que los nectarívoros cumplen un papel similar al de las abejas al transportar polen de una flor a otra y así fecundar las plantas. De hecho, puede decirse que si en el sur de la península tenemos selvas tan exuberantes, ello se debe en buena parte al trabajo de esos injustamente mal afamados y temidos animales.

Al Volcán de los Murciélagos, en fin, hay que dejarlo como está. Si acaso, se podría establecer en sus cercanías algunos miradores para quienes deseen contemplar el espectáculo de la cotidiana salida de sus moradores, pero de ningún modo acondicionar el interior para visitas turísticas, pues ello afectaría seriamente a sus huéspedes ancestrales y pondría en peligro a los visitantes.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en la revista Vórtice de Quintana Roo. Número 12. Septiembre-octubre de 2012.