Un ave del Mayab que mide el tiempo

IMPACTO AMBIENTAL

Un ave del Mayab que mide el tiempo[1]

Juan José Morales

Un amigo lector, Adalberto Aguilar Coronado, me ha enviado unas fotos del toj o pájaro reloj «” Eumomota superciliosa si se prefiere el nombre científico»” tomadas en los alrededores de la ciudad de Valladolid, una de las cuales ilustra estos comentarios. Y, ciertamente, vale la pena hablar un poco acerca de esta que es una de las aves más notables del Mayab.

Es notable por varias razones. En primer lugar, por su singular apariencia, que permite reconocerlo al primer golpe de vista, en segundo término por sus hábitos, en tercero porque es el ave nacional de dos países centroamericanos, y finalmente por ser símbolo del ya tradicional Festival de las Aves Yucatán, que se celebra anualmente desde hace más de una década y cuya edición 2013 comenzó el pasado lunes 25 de marzo y se prolongará ocho meses hasta el 25 de noviembre.

El rasgo distintivo del toj es su cola, formada por dos plumas desmesuradamente largas y carentes de barbillas cerca del extremo «”aunque en la punta sí las tienen»”, lo cual les da un aspecto peculiar, como de raqueta. Tiene, además, la costumbre de moverla pausadamente de un lado a otro como el péndulo de un reloj. De ahí su nombre común de relojero o pájaro reloj.

clip_image001Este es el toj o pájaro reloj. Obsérvese la peculiar apariencia de su cola. No es muy abundante, pero no se le considera amenazado, y la acción humana parece haberlo favorecido. Pertenece a la familia de los momótidos, de la cual hay ocho especies. A excepción del guardabarranco azul Momotus momota, ninguna puede ser mantenida en cautiverio. Foto cortesía de Adalberto Aguilar Coronado.

En la primera etapa de su vida, sin embargo, esas plumas poseen bárbulas o barbillas en toda su longitud, pero por alguna razón las de la parte media son muy frágiles y delicadas y se rompen fácilmente cuando se las alisa al acicalarse, hasta que todas las de un tramo de dos a cinco centímetros terminan por caer y la cola adquiere ese singular y característico aspecto.

De unos 33 centímetros y 65 gramos de peso y hermosos colores tornasolados «”con mezcla de verde, azul, blanco, amarillo, rojo, anaranjado y negro»”, se le encuentra en todo el estado de Yucatán y la mitad norte de Campeche y Quintana Roo, pero no en el sur de estas dos entidades, ni tampoco en Belice ni Tabasco. Vuelve a encontrársele en Guatemala y el resto de Centroamérica, hasta el norte de Sudamérica.

Ha sido declarado el ave nacional de Nicaragua, donde se le llama guardabarranco, y El Salvador, donde se le conoce como torogoz. Se le dio esa distinción porque se le considera representativo de la libertad, la laboriosidad y la unión familiar. No se le puede mantener cautivo, pues muere en esas condiciones, inicia su búsqueda de alimento desde que amanece, y tanto la hembra como el macho colaboran en la alimentación y protección de los polluelos.

A diferencia de la mayoría de las aves, que acostumbran anidar en los árboles, el toj prefiere hacerlo en las paredes blandas arenosas o de roca caliza de taludes, cuevas, barrancas y hondonadas, a lo cual se debe su nombre común de guardabarranco. Es común encontrarlo en las paredes de grandes cenotes abiertos o en los sitios donde se realizan excavaciones para extraer el material arenoso de construcción llamado sascab o sahcab. Ahí construye sus nidos en forma de túnel de hasta cuatro metros de largo «”usualmente de metro y medio»” y unos diez centímetros de diámetro que rematan en una cámara más o menos amplia. Pero no son rectos ni horizontales, sino ligeramente curvos y con una suave pendiente hacia adentro, para que los huevos no rueden hacia afuera y no sean visibles por algún depredador que atisbe hacia el interior.

No forma bandadas, pero a menudo pueden observarse pequeñas congregaciones de 10, 20 y hasta 30 que construyen sus nidos muy próximos entre sí, como una pequeña colonia. Se alimenta con escarabajos, mariposas, abejas, libélulas, moscardones, tábanos y otros insectos voladores que atrapa al vuelo, así como con arañas, alacranes, lombrices, caracoles terrestres, lagartijas, pequeñas serpientes y otros animales terrestres a los que persigue por el suelo, y complementa su dieta con algunos frutos. Por ello anida durante la temporada de lluvias, cuando abundan los insectos y demás bichos.

Este es, pues nuestro toj o relojero, el ave del Mayab que mide el tiempo.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 29 de marzo de 2013.

2 pensamientos en “Un ave del Mayab que mide el tiempo”

  1. Un comentario, sobre el señalamiento de que no se encuentra en el Sur de Quintana Roo ni de Campeche.
    Mi casa se ubica en las colindancias con el Río Hondo, frontera de México con Belice, y personalmente lo he visto por las tardes y muy de mañana en arboles de cedro de mi patio. Por lo que si es posible observarlo en en el Sur de Quintana Roo.

  2. Yo vivo en Guadalajara Jalisco y en el Bosque los Colonos seguido me encuentro a estas aves. Me extraña que no las tengan registradas en esta zona. Incluso aquí se les denomina pájaro pendulo o pajaro colomos

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