Santos lavaderos de dinero mal habido

ESCRUTINIO

Santos lavaderos de dinero mal habido[1]

Juan José Morales

El pasado 10 de diciembre, bajo el título «Un pío banco en el ojo del huracán», comentábamos que el banco del Vaticano, anodinamente llamado Instituto para las Obras de Religión, estaba siendo objeto de investigación por parte de las autoridades italianas por los turbios manejos de enormes cantidades de dinero.

Ahora, hay novedades al respecto. Como informó nuestro periódico en su edición de ayer, la policía italiana acaba de dictar una nueva orden de arresto contra monseñor Nunzio Scarano, encargado de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que maneja las vastas propiedades inmobiliarias de la Iglesia, por considerarlo culpable de lavado de dinero de procedencia ilícita. Y si decimos nueva orden, es porque ya antes había sido arrestado «”aunque en consideración a su edad, estado de salud y condición de sacerdote»” no pisó la cárcel sino sólo se le ha mantenido en prisión domiciliaria en su elegante residencia.

clip_image002Monseñor Nunzio Scarano, detenido antes por contrabando de divisas y ahora por lavado de dinero. Si bien el papa lo destituyó como administrador de las propiedades inmobiliarias de la Sede Apostólica, no se sabe que haya cooperado con las autoridades italianas en las investigaciones. De hecho, tradicionalmente el Vaticano ha rehusado colaborar en indagaciones sobre delitos financieros, alegando que es un estado soberano e independiente.

Como decíamos en aquella ocasión, la justicia lo encontró culpable de introducir de contrabando de Suiza a Italia 20 millones de dólares en efectivo de oscuro origen. Ahora, la acusación es por haber blanqueado enormes cantidades de dinero «”también de turbia procedencia»” simulando que se trataba de donaciones para obras de caridad.

El procedimiento usado por monseñor Scarano era el siguiente: el dinero ingresaba al Instituto para las Obras de Religión en calidad de donaciones para acciones pías. Una vez en las arcas pontificias, se transfería a diversas cuentas en el exterior sin despertar sospechas dado que en este traspaso procedía de una fuente intachable «”el sacro banco vaticano»”, que no podría provocar suspicacias de autoridad alguna en ningún país.

En las páginas de POR ESTO! de ayer hay bastante información sobre el caso, así como sobre la opulenta vida que monseñor se da en su lujoso palacete de Salerno, atiborrada de costosas pinturas, antigüedades y obras de arte diversas, de modo que no entraremos en más detalles. Preferimos preguntarnos en cuántos países se realizan operaciones semejantes de lavado de dinero a través de la Santa Iglesia, bajo el disfraz de limosnas, donaciones, patronatos, establecimientos escolares y otros medios por el estilo.

Al respecto, debemos recordar que hace algunos años el ya fallecido obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez Flores, declaró muy quitado de la pena que la diócesis a su cargo había recibido limosnas de narcotraficantes, pero que «en la medida en que el dinero se utiliza para buenas obras, se purifica.»

Aquello despertó un efímero escándalo, aunque nunca se investigó ese evidente delito, y en un torpe intento por rectificar, Godínez «precisó» que había sido mal interpretado y en realidad quiso decir que «algunos donativos que recibimos en la Iglesia pudieran venir del narcotráfico, pero nunca investigamos si el dinero que nos dan en las ofrendas ha tenido un origen legítimo o malvado.»

También hay que recordar aquel sonado asunto del agiotista obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, quien reclamaba la devolución de 130 millones de dólares que afirmaba haberle prestado, de su propio bolsillo y en efectivo «”billete sobre billete»” a una linajuda dama. Sólo que el ilustre prelado jamás pudo explicar de dónde sacó esa colosal cantidad de dinero»¦ ni tampoco las autoridades le exigieron que lo hiciera.

En fin, parece que los santos lavaderos de dinero son muy grandes y numerosos.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 23 de enero de 2014

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