Los cocodrilos de Cancún, mitos y realidades

IMPACTO AMBIENTAL

Los cocodrilos de Cancún, mitos y realidades[1]

Juan José Morales

No pocos cazadores han de haber comenzado a preparar rifles y escopetas hace poco, cuando comenzó a correr la versión de que se había autorizado la cacería de cocodrilos en el sistema lagunar Nichupté de Cancún debido a que existe una sobrepoblación de esos reptiles y es necesario reducir su número ya que se han convertido en un peligro para los seres humanos.

La versión es absolutamente falsa. No hay tal permiso para cazar cocodrilos ni animal alguno en ese lugar. Absolutamente falsa es también la versión de que las lagunas están «infestadas de cocodrilos», como se decía en una tremendista noticia. Por lo contrario, hay indicios de que su número ha estado disminuyendo. Lo de su abundancia es una aseveración que repiten una y otra vez algunos funcionarios y políticos, sin decir en qué se basan para ello ni mencionen cifras específicas.

imageEl cocodrilillo parece a punto de morir en las fauces de un voraz adulto caníbal. Pero en realidad está a salvo y protegido. Quien lo lleva en la boca es su propia madre, una hembra de cocodrilo de pantano, Crocodylus moreletii, la especie más abundante en el sistema lagunar Nichupté. La otra es el cocodrilo de ría, Crocodylus acutus.

Lejos de pensar en exterminarlos, lo que se ha planeado es protegerlos. Concretamente, recolectar los huevos que depositen en ciertos lugares, trasladarlos a incubadoras, mantenerlos hasta que aviven las crías, y «”una vez que hayan crecido lo suficiente y tengan mayores probabilidades de sobrevivencia»” liberarlos para que continúen su vida normal. Esto se hará en áreas del sistema lagunar donde, según se ha visto, anidan numerosas hembras.

Desde luego, no faltarán quienes consideren satisfactoria la reducción de la población de cocodrilos en el sistema lagunar de Cancún, pues está muy extendida la idea de que son voraces e insaciables cazadores de hombres. Pero esto también es falso. Los ataques a seres humanos registrados en los últimos años «”ninguno mortal»” se han debido a acciones imprudentes de personas que se aventuran durante la noche por sitios peligrosos. Y los avistamientos de esos animales en hoteles y zonas residenciales son resultado de errores o actos imprudentes e irresponsables. El gerente de cierto hotel situado a orillas de una caleta de la laguna, tuvo la nada brillante idea de construir unos jacuzzis al borde del agua»¦ y a veces alguno amanece ocupado por un saurio y no por un huésped. Igualmente, los rellenos arenosos para construir el fraccionamiento de lujo Isla Dorada brindaron a los cocodrilos sitios idóneos para excavar sus nidos al borde de casas y avenidas. No es de extrañar que en ese sitio haya ocurrido el ataque a un perro, que tanto ruido causó en la prensa. Y por mucho tiempo, desde los restaurantes situados a orillas de la laguna «”en algunos sigue haciéndose»” se arrojaban restos de comida para atraerlos y permitir que los turistas los fotografiaran.

Nada justificaría una cacería de cocodrilos. Lo que se requiere es controlarlos y evitar que interactúen negativamente con el ser humano, pues son parte fundamental de los ecosistemas de humedales. Eliminarlos puede traer consecuencias indeseables. Pero para un adecuado manejo se requiere información acerca de su población en el sistema lagunar, su distribución por zonas y edades, sus hábitos, longevidad y otras cuestiones por el estilo. Y los datos que se tiene son insuficientes, ya que en los más de 40 años de existencia de este gran centro turístico, no ha habido un programa amplio y permanente de investigaciones al respecto. Los esfuerzos en tal sentido por parte de diversos científicos han sido parciales y no pocas veces tuvieron que truncarse por falta de recursos.

Por todo lo anterior resulta especialmente interesante la conferencia que acerca de los cocodrilos de Cancún y los mitos tejido en torno a ellos ofrecerán este jueves 19 de febrero, a las 7 de la noche en el planetario Ka»™ Yok de esa ciudad, dos expertos en la materia: el veterinario Javier Carballar y el biólogo Pablo Navarro. Vale la pena escucharlos.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 16 de febrero de 2015

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