EXTRATERRESTRES ANTE LAS CÃMARAS, VOL 4[1]
CAPÃTULO 1
EL JUICIO DE ANÃZIO FERREIRA DE SOUZA
Una semana después del primer juicio fueron juzgados los médicos Anízio Ferreira de Souza y Césio Flávio de Caldas Brandão. Ambos alegaron inocencia y también negaron cualquier participación en la secta Lineamiento Universal Superior (LUS), dirigida por Valentina de Andrade. El abogado de Anízio, Edilson Santiago, afirmó que «todo fue montado» para encontrar un culpable, porque la policía que llevaba el caso necesitaba dar una respuesta. La sociedad exigía la rendición de cuentas de los delincuentes por la ola delictiva en Altamira.
Santiago dijo que Anízio fue víctima de persecución política, porque en el momento de los crímenes, era candidato a concejal.
«Fue acosado por sus opositores políticos».
Era miembro de la Coalición Democrática de Altamira, junto con los doctores Liliane Tabosa Arraes, Gracinda Lima Magalhães y Paulo Feitosa. Además, contó que algunos supersticiosos habrían señalado al acusado como el autor de la muerte de uno de los niños porque el cadáver sangró cuando el médico fue a darle el pésame a la familia de la víctima, en el funeral. «Una antigua creencia popular», dijo el defensor.
Por orden de la juez Elaine Alencastro Veiga, la policía realizó una búsqueda en la clínica del médico Anízio Ferreira, en Bela Vista de Goiás, a 45 km de Goiania, pues se sospechaba que el sitio había material utilizado en magia negra. La diligencia fue hecha por la fiscal Sandra Mara Gorbelini, el Secretario de Salud de Bela Vista de Goiás, Jorge Radif Rassi, acompañó a la operación. Después de casi tres horas de búsqueda, se incautó material quirúrgico, tres libros esotéricos (Terço da Libertação, As Valquírias y A Derrota do Anticristo)[2] y al menos una docena de documentos de recién nacidos en Imperatriz (MA), que deberían estar en posesión de las familias de estos niños.
Según el delegado Lourenço da Silva Freire, los documentos que contenían datos y las impresiones de los pies y las manos de varios recién nacidos en Imperatriz, estos documentos se dan generalmente a los padres poco después de dar de alta a la madre[3]. Lourenço Freire dijo que haría una lectura de los libros para saber si hacían alusión a ritos mágicos o satánicos.
La fiscalía llamó a Loidiene Sobrinho de Jesus, empleada en la casa de Anízio, para testificar sobre los rituales de la secta en la casa de campo del médico, con el uso de libros de magia negra y ropa con mangas largas y una capucha. Otra testigo, Orlandina de Souza, afirmó que una mujer llamada Ana Paula le dijo que en el consultorio de Anízio fue encontrado un termo, que contenía el pene de un niño.
El médico dijo que a finales de 1982 estaba viviendo en Altamira, por invitación de su hermano, donde trabajó hasta 1992. El acusado dijo que no estaba en Altamira cuando se hizo el registro y la incautación en la casa y en su consultorio[4], donde encontraron fotos de niños iguales a los encontrados en la casa de Amaílton Gomes. Negó que en la clínica hubiera mantenido una caja de espuma de poliestireno con un pene en una bolsa, como constaba en el procedimiento[5].
«Fue un montaje sórdido, el peor de todos los montajes que pueden hacer con un ser humano», dijo.
El auxiliar del fiscal del caso, Clodomir Araújo, mostró el informe del perito Lourival Barbalho apuntando que era necesario tener conocimientos técnicos para practicar la castración y recordó las declaraciones de dos sobrevivientes, que dijeron haber sido anestesiados cuando se dieron cuenta que ya no tenían órganos genitales después de ser secuestrados y drogados. También recurrió a estudios de farmacología y medicina para mostrar que las víctimas fueron anestesiadas.
«No porque los delincuentes fueran buenos, sino para evitar gritos y llamar la atención que pudiera obstaculizar el trabajo»[6].
Durante la presentación de los testigos de la defensa, uno de ellos, Hildebrando Souza Reis, intentó hacerse pasar por su hermano, Ivan Souza Reis, pero fue descubierto por los vecinos de Altamira, quienes conocían a los dos y se lo dijeron a la fiscal, Rosana Cordovil[7].
Otro de los testigos de la defensa, la enfermera Carlota Martins Ribeiro, se contradijo dos veces en relación con las declaraciones anteriores. La primera contradicción fue que afirmó que Anízio Ferreira no tenía religión. Carlota, durante la instrucción del proceso, ya había afirmado que Anízio era «espiritista Kardecista». Incluso anteriormente, negó saber siquiera lo que era el espiritismo. Otra contradicción fue cuando Carlota dijo que vio a personas extrañas, en el patio de la chácara del reo, que ella frecuentaba. En un testimonio ante el tribunal, ella dijo que vio, sí, a personas extrañas en la finca, que no eran de la familia.
En la época de los crímenes, Carlota dijo que trabajaba en las clínicas de Anízio en las ciudades de Altamira y Palestina. Carlota también reveló que participó en cirugías realizadas por el médico, detallando, incluso que era la anestesista. Según testigos, el tipo de anestesia era espinal.
La testigo dijo que nunca había trabajado en la clínica de Anízio ninguna persona llamada Ana Paula (funcionaria citada en el proceso como quien vio un pene en un refrigerador de espuma de poliestireno en la clínica del reo). También dijo que nunca supo de ninguna caja de espuma de poliestireno con un pene adentro.
Carlota, dijo que Anízio no conocía a otros médicos en la ciudad y era una persona muy amable. Ella dijo que Anízio era el «médico de los pobres». A petición de una monja, identificada como la hermana Serafina, hacía cirugías de ligadura de trompas gratuitas en las mujeres de escasos recursos.
Anízio Ferreira, dijo que fue involucrado en el caso por ser seguidor del Espiritismo, resaltando que era perseguido por la Iglesia Católica a través del obispo de Altamira, Erwin Krautler, que lo había amenazado después de una discusión por teléfono, en la que el médico acusó a la Iglesia de invadir una de sus propiedades. «Es verdad que él me llamó, pero lo que dice es una mentira», replicó el obispo.
El médico dijo que hacía trabajos de asistencia en Altamira, incluyendo la ligadura de trompas de «mulheres parideiras», que le ganó un caso en el Conselho Regional de Medicina (CRM).
«Mi juramento de médico es salvar vidas y no tomarlas».
Anízio Ferreira también negó tener relación con el otro médico acusado Cesio Brandão. «Sólo tuve contacto con él una vez, en 1992», dijo al juez Ronaldo Valle. El médico aseguró que nunca estuvo con la líder de la secta Lineamiento Universal Superior (LUS), Valentina de Andrade.
Luego de deliberar, por 5 votos contra 2, los miembros del jurado encontraron que Anízio Ferreira de Souza fue co-autor de los asesinatos de Jaenes da Silva Pessoa, Judirley da Cunha Chipaia y Flavio Lopes da Silva, y dos cargos de intento de asesinato.
El 4 de septiembre del 2003, el médico fue condenado a 77 años de prisión, 19 años por cada asesinato y 10 años por cada intento de asesinato. Anízio Ferreira de Souza fue enviado de inmediato a la cárcel de Americano, ubicada en la capital del estado, porque, según el juez, los crímenes fueron brutales y crueles. La conducta del reo, que omitió su dirección, no colaborando con el juicio, y la «falta de respeto total por la vida y la dignidad humana», hizo que el juez no admitiera recurso de apelación.
El juez desestimó las demandas de los abogados de Souza para que él aguardara el recurso en libertad, por ser delincuente primerizo. Lo sentenció a cumplir su condena en la cárcel de Americano. Al tener un título universitario, cumplió la sentencia en régimen especial.
Sigue: El juicio de Césio Flávio de Caldas Brandão
[1] http://www.lulu.com/product/tapa-dura/extraterrestres-ante-las-c%C3%A1maras-volumen-4/10799590
http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/extraterrestres-ante-las-c%C3%A1maras-volumen-iv/10799633
[2] Nuevamente tres obras que nada tienen de satanismo. Al parecer la fiscalía intentaba encontrar el más mínimo detalle que pudiera sostener su hipótesis de la secta satánica.
[3] En todo caso, a lo más que podrían acusar al doctor es de ser poco ordenado con los archivos y documentos.
[4] Si en esa diligencia no estuvieron sus abogados, o por lo menos una persona neutral, yo sospecharía de los resultados.
[5] Si el procedimiento aceptó el relato de Orlandina, cuya fuente era una amiga llamada Ana Paula (que posteriormente se supo que no existía), entonces volvemos a sospechar de la validez del juicio.
[6] Esto me recuerda el asunto de las mutilaciones animales. Se habla de supuestos expertos que afirman que los cortes son «limpios», como los hechos por cirujanos. Hasta se menciona el uso de rayos láser. En el caso de las mutilaciones animales la mayor parte son debidas a carroñeros y en el caso que nos ocupa, como veremos, nada tuvieron que ver médicos ni cirujanos. Eso nos da que pensar en la calidad y las cualidades de los «expertos».
[7] Como se verá, ambos bandos, defensa y acusación, recurrieron a diversas trampas y engaños.