Érase una vez en ovnilandia, Tomo 3

Érase una vez en ovnilandia, Tomo 3: El gran enigma de la imaginación ufológica

T3Prueba (1)Si ya está hasta la coronilla de conspiraciones, divulgación, ovnis del Pentágono, Roswell y casuística ovni que no llega a nada, es hora de ver otros horizontes y darse una ducha de ideas que, aunque ya son viejas, son muy refrescantes.

¿Se pueden reducir los ovnis a los contenidos de la ciencia ficción? Esa es una pregunta que surgió al leer el libro más reciente de Sergio Sánchez Rodríguez, Érase una vez en ovnilandia, Tomo 3: El gran enigma de la imaginación ufológica, de la editorial Coliseo Sentosa. Pero no fue la única. El libro es una fuente casi inagotable de preguntas y sorpresas. Nos lleva de la mano a entender la evolución de la ufología francesa, desde la HET (Hipótesis extraterrestre) del primer y segundo grados, pasando por la paraufología hasta llegar a la HPS (Hipótesis psicosociológica).

Me imagino la labor titánica de Sergio al haber leído la mayor parte de lo publicado en la ufología francesa (o de habla francófona), desde Lumières dans la Nuit, Phénomènes Spatiaux, Revue de Soucoupes Volantes, Ovni-Présence a Inforespace, pasando por los libros clásicos de Aimé Michel, Michel Carrouges, Jacques Vallée y de otros autores como Michel Monnerie, Thierry Pinvidic o Bertrand Méheust. No sólo eso, sino ordenar y estructurar de forma coherente toda esa información.

Si algún ufólogo francés quiere conocer la historia y los entresijos de la ufología francesa indudablemente tiene que leer los libros de Sergio. Los ufólogos franceses deberían leer la serie «Érase una vez en ovnilandia» para entender su propia ufología, porque, como dice Sergio: «La historia de la ufología francesa no es como te la han contado».

Esta obra es el hilo de Ariadna que nos guía a través del laberinto de la ufología francesa. La ufología francesa no es tanto una ufología de casos como de ideas. Ideas que van de los disparates del «Sistema de control» de Jacques Vallee, la pseudociencia de las «Ortotenias de Aime Michell, a la propositiva «Hipótesis Psicosocial».

Este es, quizás, el libro más completo de esta (hasta ahora) trilogía por los temas que trata y por su estructura. La parte más sorprendente del libro, para mí, es cómo logra estructurar una visión entendible de la ufología francesa de aquellos años. Sánchez funciona como un perfecto guía de museo ayudándonos con toda la información que apareció en esas revistas y libros mostrándonos y explicando cada una de las salas de exhibición. El libro es toda una aventura intelectual.

Sergio señala que no considera que la ufología sea el resultado de la «incultura científica» y que la creencia en ovnis sea, ante todo, manifestación de «falta de racionalidad» o, necesariamente, de «pensamiento mágico». Pero no estoy de acuerdo con eso. Justo tenemos ejemplos muy recientes, no necesariamente del mundo de la ufología, que demuestran que una mal preparación siempre lleva a teorías conspirativas. Cuantas personas hay que no creen en la existencia del coronavirus? Pero eso sí señalan que el virus es transmitido por las antenas 5G (aun cuando en muchos países no han sido instaladas); que las vacunas van a contener microchips desarrollados por Bill Gates para controlar a la población mundial; que rezando al santo o dios de su devoción o bebiendo agua bendita no se van a contagiar; o que promueven el uso de dióxido de cloro o de Lysol tomado para desinfectarse (saludos Trump); que ellos no usan cubrebocas porque a ellos nadie los controla (y aceptan las condiciones de Facebook, Twitter o de las apps que descargan en sus teléfonos).

La ufología está repleta de teorías de la conspiración. Ella misma es una enorme teoría de la conspiración. Por lo mismo tiene mucho en común con otras teorías de la conspiración. Uno de esos puntos es el tipo de personas que creen en sus postulados.

En efecto, sólo personas que no tienen los conocimientos básicos en ciencias, aquellas que reprobaron naturales pueden creer que un ente material, por más pequeño que sea, se puede transmitir en forma de ondas electromagnéticas. Considero que serían muy pocos infectólogos o virólogos y no tantos físicos o especialistas en electromagnetismo quienes puedan considerar que un virus se puede transmitir a través de un medio electromagnético. Es imposible, y además no se puede, que algo que contiene masa, por más pequeña que sea, se pueda transmitir a través de una antena 5G.

Y qué decir de quienes creen que la tecnología en microprocesadores está tan avanzada que va más allá de las nanopartículas y se está utilizando en inocular personas en lugar de explotarse en tecnologías que hagan realidad los sueños más alucinantes de la ciencia ficción; y de los que dicen que la fórmula del agua bendita es H Dios O, y por lo tanto, tomarla los va a salvar de contagiarse; y de los que no saben que un fuerte desinfectante o un bactericida y sanitizante tomado puede ocasionar lo que quieren evitar: la muerte.

Acá vemos que el conocimiento, la experiencia, la cultura científica es básica para entender que esas teorías de la conspiración son tonterías perfectas.

No estoy diciendo que personas que, se supone, que conocen algo de ciencias están exentas de hacer y decir tonterías. Ejemplos sobran, y dentro de la ufología. Ahí tenemos a Harold Puthoff, Eric Davis y otros asesores «científicos» de la Academia de Artes y Ciencias To the Stars, de Tom DeLonge; o los ufólogos John Schuessler, Bruce McCabee, Stanton Friedman o Jacques Vallee. Todos ellos sosteniendo las pseudociencias más variopintas: energía del punto cero, mundos paralelos y sistemas de control.

Tampoco afirmo que personas fuera del ámbito de las ciencias naturales por ese hecho apoyen las pseudociencias o no entiendan las bases del conocimiento científico. Y también hay ejemplos de eso. Esta vez del lado latinoamericano tenemos a los periodistas Alejandro Agostinelli y Diego Zuñiga y al propio autor de la obra reseñada, el abogado Sergio Sánchez.

Lo que sí digo es que es más probable que aquellos que sólo son capaces de leer los 288 caracteres de Twitter o los post de Facebook, WhatsApp, o los videos de YouTube y Tik-Tok, pero que nunca abren un libro, son más propensos a caer en las garras de pseudociencias como la ufología.

Pero estoy desviándome del tema.

Aclaro que no he leído el libro de Bertrand Méheust, Science-fiction et soucoupes volantes – Une réalité mythico-physique, sólo referencias y críticas al mismo. Sergio nos dice que Méheust intentó otra cosa distinta a la que entendieron los ufólogos y los escépticos: el libro no postula un origen sociocultural del fenómeno ovni en las revistas y la literatura de la ciencia ficción, es decir, no era una obra escéptica, aunque así se interpretó.

De acuerdo con Sergio, el escepticismo clásico o estándar descarta que exista un fenómeno original inexplicable y plantea que su origen son algunos estereotipos culturales, como los contenidos de la ciencia ficción y otros, es decir, reducía los ovnis a una explicación convencional. Esa explicación podría tener un origen en los fenómenos naturales o artificiales mal reconocidos o desconocidos por el testigo (Venus, nubes lenticulares, centellas, aviones»¦); o una especie de contagio mental (histeria o psicosis colectiva) amplificado por los medios de comunicación.

La llegada de la HPS vendría a respaldar estas conclusiones, aunque para Sergio esta crítica sería más bien interna, es decir, de ufólogos como Monnerie. Otra diferencia es que la crítica venía ya no de la astronomía, la meteorología o la física atmosférica sino de la psicología social (del testigo), la sociología (del rumor) o la antropología (del mito). El enfoque ya no es en el «objeto» sino en el testigo, en la sociedad y en la cultura en donde se ha desarrollado el mito ovni.

Un mito que es sostenido por los ufólogos que, en muchos casos ayudan más que a recrear a crear el avistamiento ovni en turno hasta convertirlo en algo completamente distinto e «inexplicable». Pero cuando son reencuestados estos casos se encuentra que tienen un origen en un estímulo banal como los anteriormente enlistados. Esta reencuesta, las más de las veces no es realizada por los ufólogos sino por críticos y escépticos porque los primeros sólo están interesados en acrecentar su colección de casos y no van a permitir que un fuereño venga a romperles sus juguetes. En ultima instancia su respuesta es: «bien el caso X fue explicado, pero tengo otros cientos de casos más».

Algo así ocurrió cuando dos ufólogos Gérard Barthel y Jacques Brucker decidieron reencuestar la oleada de platos voladores de 1954 y produjeron su libro La grande peur martienne. Encontraron que eran los testigos, los periodistas y finalmente los ufólogos quienes habían manipulado los datos hasta crear casos ovni con alta extrañeza. Sergio dice que «se trata de rumores deviniendo mitos». En palabras de Barthel y Brucker:

«Los adultos que han contribuido a consolidar el sueño, son los ufólogos de la primera hora. Pero una diferencia fundamental subsiste entre ellos y los padres que hablan de Papá Noël a sus hijos. Ni papá ni mamá creen realmente en el bondadoso Noël, mientras que los ufólogos tienen por verdaderas y sólidas las extraordinarias historias sobre las que se apoyan. He aquí por qué todos han caído en la trampa y por qué nosotros hemos caído con ellos»[1].

El enfoque «caso por caso» es un acercamiento muy poco económico porque «demostrar que los protagonistas mienten o que se han confundido, es una tarea muy difícil para los escépticos» y, por otro lado, quienes tienen la carga de la prueba de demostrar que el caso en turno es auténtico no les interesa hacerlo (me refiero a los ufólogos). Era necesario tomar otras vías, como la que tomó Michel Monnerie. Al hacer la pregunta fundamental ¿Y si los ovnis no existieran? (Et si les OVNIs n»™existaient pas?). Monnerie piensa que los ovnis «existen» porque los ufólogos son quienes lo sostienen para reforzar su sistema de creencias. No obstante acepta que puede haber un residuo anómalo.

No obstante ya Allan Hendry, el principal investigador del CUFOs y, posteriormente Paolo Toselli y Claude Maugé demostrarían que los entes llamado ovis y ovnis son materialmente indiscernibles. Esto es de hecho uno de los temas centrales de la HPS. En palabras de Maugé:

«Es claro que ni la indiscernibilidad OVNI/OVI, ni la falta frecuente de fiabilidad de los ufólogos constituyen, en sí mismas, una prueba de la inexistencia de los OVNI. Por el contrario, la combinación de estos dos factores podría ser particularmente «˜desestabilizadora»™ para la ufología. En efecto, si el 99% de los casos de revistas o ficheros nada tienen que ver con un eventual fenómeno OVNI en sentido estricto, esto implica que prácticamente todo lo que ha sido publicado en ufología, luego de una cuarentena de años, vale prácticamente nada, y en particular, tampoco valen las bellas construcciones teóricas. Entonces, todo el edificio, más allá de sus bellas apariencias, no estaría más que vacío»¦»[2].

Otro punto de la HPS es si el fenómeno ovni es universal o sólo un invento exclusivo del mundo occidental, es decir, ¿se ven ovnis en lugares no occidentalizados? Thierry Pinvidic investigó esto en el Este de Argelia en la década de los ochentas, cuando todavía no estaba lo suficientemente occidentalizada. No encontró experiencias ufológicas, sólo se hablaba de fantasmas o de djinns del desierto.

Algo similar ocurría en China hasta antes de la aparición del libro de Shi Bo, La Chine et les extraterrestres. Este ufólogo chino prácticamente no encuentra casos ovni en China en el periodo entre 1947 y 1980. Luego los casos se disparan después de la aparición de un artículo del periodista Zhou Xinyian en 1979 y de la publicación, un año después, de la revista Exploración Ovni, en donde por primera vez los chinos escuchan del tema ovni.

Una investigación similar a la de Pinvidic fue realizada por Bertrand Méheust en 1977 en Gabón. Bautizó esta investigación como «Proyecto Nabokok» y consistía en mostrar ilustraciones que cualquier «occidental» interpretaría como de índole ufológico: platillos volantes, ovninautas pálidos, calvos y macrocéfalos, y una mujer que les observa. El plato volador es interpretado como un sombrero o el caparazón de una tortuga. Casi todos los gaboneses piensan que los «ovninautas» son «niños blancos». Sólo uno dice que «ellos no son terrestres. Ellos vienen del espacio a visitar la Tierra».

Aunque este entrevistado nunca ha escuchado sobre los ovnis, es el único que habla francés y recientemente uno de sus hermanos le había regalado un libro de ciencia ficción. Es decir, parece ser que el factor occidentalización es primordial para la existencia misma de casuística ovni.

Es importante que estos estudios se hayan hecho en los setentas y ochentas dado que en estos tiempo, con Internet, es difícil encontrar un lugar que no se haya «occidentalizado».

Hay un párrafo de Sergio que me parece importante resaltar:

«Los ovnis son un mito, fascinante y maravilloso, pero que ha tenido a los ufólogos presos, como por una suerte de encantamiento. Los aficionados a los platillos volantes han construido, lo sepan o no, un gran sistema de creencias, donde «los extraterrestres» han de sustentarse en una serie de ideas fantásticas precedentes; por ejemplo, la historia ideal del campesino iletrado, que ve el aterrizaje de un ovni, sin haber escuchado jamás hablar de marcianos, ni leído jamás una revista que incluyera dibujos de platívolos. Monnerie ya se encuentra en condiciones de responder: ese ser ingenuo, «idealmente aislado de la Humanidad», es un imposible sociológico, por más que los ufólogos hayan aprendido a convencerse de lo contrario (la credulidad empática se aplica para con los testigos campechanos y sencillos; la perspicacia, en cambio, para con las explicaciones oficiales)».

Sólo extraño una cosa en este libro al que le daría 5 estrellas: la falta de un índice, principalmente para aquellos de nosotros que nos gusta investigar y escarbar un poco más en este tipo de textos.

Detalles

Fecha de publicación: 15/7/2020

Idioma: Español

ISBN: 9781716736902

Categoría: Historia

Copyright: All Rights Reserved – Standard Copyright License

Autor: Sergio Sánchez Rodríguez

Editorial: Coliseo Sentosa

Specificaciones

Páginas: 299

Encuadernación: rústica

Interior Color: Blanco y negro

Dimensiones: A5 (5.83 x 8.27 in / 148 x 210 mm)

El libro se puede comprar en: https://www.lulu.com/en/en/shop/sergio-s%C3%A1nchez-rodr%C3%ADguez/%C3%A9rase-una-vez-en-ovnilandia-tomo-3-el-gran-enigma-de-la-imaginaci%C3%B3n-ufol%C3%B3gica/paperback/product-9jqv4n.html

Coliseo Sentosa es una editorial joven que tiene una buena oferta de libros sobre ufología. Recomiendo visitar su página para ver todo el catálogo: https://www.lulu.com/spotlight/lanavedeloslocos


[1] Barthel, Gérard y Brucker, Jacques (1979: 217): La grand peur martienne, París: Nouvelles Éditions Rationalistes.

[2] Maugé, Claude (1993: 41): «Le phénomène OVNI: un bref état de la question», en T. Pinvidic (ed.), OVNI: Vers une anthropologie d»™un mythe contemporain, París: Heimdal.

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