Sin escépticos, esto sería la locura total

LUIS ALTAMIRANO:

«SIN ESCÉPTICOS, ESTO SERÍA LA LOCURA TOTAL»

 

Por Sergio Sánchez R.

Varios inconvenientes nos habían obligado a postergar esta conversación. Pero, por fin, pude reunirme con Luis Altamirano, oriundo de Valdivia, uno de los ufólogos más conocidos en el ambiente platillista, pero más ignorado por los medios. Es que Luis ha realizado una labor callada, pero encomiable: la búsqueda exhaustiva de noticias ufológicas en la prensa chilena, a lo largo de varias décadas. Hay quienes se han beneficiado directamente de este trabajo, sin tomarse la molestia de citarlo. Pero eso a Luis le tiene sin cuidado, pues el afán de figuración no está entre sus características. Conocedor a fondo del gremio ufológico, sabe cómo se estilan las cosas, aceptando sus veleidades con estoicismo y buen humor.

Hoy espera que, de una buena vez, se edite el libro que escribió en colaboración con Juan Guillermo Prado sobre la historia de la ufología criolla (y que prologó este plumilla). Pero, a juzgar por las noticias últimas, todo seguirá durmiendo un buen tiempo más.

Sin ofender, viajemos varios años (muchísimos) en la máquina del tiempo y recordemos tus primeros pasos por la ufología.

Y, (riendo) ¿cómo andamos por casa? Tengo que mencionar los años de 1957 (el lanzamiento del primer «Sputnik») y de 1965. Estábamos con todo el entusiasmo (como nunca se ha vuelto a dar) por la astronáutica y la carrera espacial. La ciencia ficción y su cultivo, de hecho, vivían un auge sin precedentes. Y la pregunta típica que todos nos hacíamos era: «así como ahora salimos del planeta… ¿habrá otros seres inteligentes en el Universo que estén haciendo lo mismo?». Eran tiempos de mucho entusiasmo.

Pero el año 65 es también sinónimo de «gran oleada»; tenemos los casos chilenos, especialmente los OVNIs de la Antártida.

También hubo otras cosas que fueron cimentando nuestro interés. A fines de los sesenta comenzaron los programas radiales de Patricio Varela. Fue en tales programas donde escuché la historia de que un OVNI había causado el famoso apagón de Nueva York, precisamente en 1965.

Otro año importante que viene a mi memoria es el de 1978. Hubo cosas curiosas. Como ese asunto del OVNI con cita previa, en el sur de Chile. Pato Varela y un empresario naviero griego, Constantino Kochifas, auspiciaban un viaje para los creyentes que iban a ver la llegada de los extraterrestres. Viajaron en la nave estrella de Kochifas, el «Skorpio». Hubo gente que gastó mucha plata para financiar el viaje. Nada pasó. Un fiasco tremendo. Pudo ser peor.

Uno de los ejemplos más divertidos de nuestra picaresca ovnística. De cualquier modo, 1978 fue un año de reestructuración de la ufología chilena, motivada sin duda por los especta-culares sucesos de 1977 (caso Valdés y otros).

Fruto de estos esfuerzos organizativos nació el CIO (Centro de Investigación OVNI), cuya alma fundadora fue Hugo Pacheco, junto a Luis Riquelme, Aquiles Castillo y quien te habla. Luego se unieron más personas. Nuestro objetivo era hacer investigación en serio. La labor del CIO se dividía en secciones. Por ejemplo, una sección se dedicaba a los OVNIs protohistóricos. Y otra se centraba en la casuística actual. Etcétera.

Después el CIO empezó a tener presencia en el programa de Pato Varela, con continuas apariciones de Hugo Pacheco. Incluso se anunció la redacción de un libro, lo que nunca se concretó.

¿Recuerdas un caso destacable investigado por CIO?

Claro, el famoso «caso Hernández», de la Quebrada de Macul. Un OVNI supuestamente había levantado a un automóvil con ocupantes y todo. Escuché incluso de un libro que se preparaba sobre el incidente. En fin, ya sabemos que fue un fraude descarado. Salvo por Pacheco, puedo decir que los investigadores del CIO no se tragaron la historia.

¿Y cuál fue la relación de CIO con el «fenómeno de los ochenta», la emergente Misión RAMA?

La verdad es que Pacheco se sentía cercano a Sixto Paz. Por cierto, fue algo gradual y que no representa necesariamente a todos los investigadores del CIO.

Quiero destacar, en todo caso, la edición de «Agnitio», el medio de difusión del CIO, surgido en 1986, poco después del cometa Halley.

¿Cuál es tu libro ovnístico favorito? ¿Sigues los consejos de lectura de Ovnivisión?

No. Creo que el mejor libro ufológico que he leído es «Lo imaginario en el contacto OVNI», de Dennis Stillings y compañía. Y, en segundo lugar, me inclino por «Veredicto OVNI», de Robert Sheaffer.

Sin embargo, tú no eres un escéptico…

No, no lo soy. Por cierto, soy consciente de que la posibilidad de que surja algo de valor probatorio tras toda la fenomenología OVNI… está cada vez más lejana. Es que son varias décadas… y nada. Sé que la evidencia es endeble y que el juicio escéptico está justificado. Pero, a pesar de ello, sigo pensando que hay «algo real» (desconocido) en el fenómeno OVNI. Pese a todos los fraudes y auto-engaños.

Y te diré algo más: soy de los que creen que la clave de todo este embrollo está en los primeros años de la ufología, es decir, en las primeras oleadas, en el Proyecto Signo, en Ruppelt y Keyhoe, en las primeras intervenciones de la CIA, etcétera. Hay mucho que descubrir, aún, sobre ese interesantísimo período.

De cualquier modo, si algo tengo muy claro y que nunca olvido es el origen norteamericano del asunto. Eso explica demasiadas cosas.

¿Cómo valoras la existencia y labor de los escépticos?

Sin escépticos, la locura ufológica sería total. Pongo un ejemplo: la famosa autopsia de Ray Santilli. Imagínate qué se estaría diciendo hoy sobre ese «caso» si los escépticos no hubieran reaccionado con energía y a tiempo. Es sano para la ufología que existan escépticos bien informados.

¿Y qué te parece el panorama ovnístico chileno?

Valoro la presencia de nuevos interesados en el tema OVNI… Claro, me refiero a algunos elementos más críticos y rigurosos. Eso, para compensar un poco la presencia permanente de ufólogos «vitalicios», como Jorge Anfruns. Los vitalicios carecen de sentido crítico. Todo «objeto volador no identificado» se transforma, para ellos, en un OVNI «genuino» (léase: nave alienígena o cualquier otra explicación fantástica); tienen puros casos «positivos». Ello les conviene, por cierto, y así pueden mantener viva la llama.

En todo caso, si hay algo que caracteriza a la ufología nacional de hoy se la «videomanía»…

Mucha correría y escasa formación teórica…

Exacto. El ejemplo de Internet es patente. Hay una imprudente tendencia a reproducir o imitar cuanta cosa aparezca en la Red.

¿Qué opinas del CEFAA, organismo tan vilipendiado por el sector más crédulo de nuestros ufólogos?

Creo que el CEFAA les dio la oportunidad a todos los grupos ufológicos para presentar y exponer sus ideas. Si hasta los Friendship tuvieron dos charlas.

A propósito de reconocimientos, quiero agradecer a mucha gente que me ha ayudado en mi paso por la ufología. Parto por Liliana Núñez, quien tuvo una reacción muy hidalga al salir en mi defensa… cuando fui denostado por ciertos ufólogos. Lo mismo Alberto Urquiza, que también me defendió en un momento clave. Deseo manifestar asimismo mi gratitud a Luis Riquelme, por las muchas reuniones en su casa y por compartir lo que tiene; a Juan Guillermo Prado, Juan Palma, Rodrigo Fuenzalida, Antonio Huneeus y, especialmente, a Raúl Núñez.

Publicado originalmente en La Nave de los Locos Nro. 21/22, marzo de 2003, pps. 71-72.

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