Los Hombres de Negro: ¿Reales, una ilusión, o ambos?
por Dennis y Jillian Stamey
(Un agradecimiento especial a Will Turner, investigador de ovnis y forteano que ha recopilado mucha información sobre este misterio).
“De ghoulies y ghosties
Y bestias de largas piernas
Y cosas que hacen ruido en la noche,
Buen Señor, ¡líbranos!” Vieja letanía pintoresca
En nuestro libro Phantom Snipers, Slashers, and Animal Rippers, nos burlamos de las historias sobre los llamados “hombres de negro”, extraños personajes con trajes oscuros que abordan a los testigos e investigadores de ovnis, normalmente diciéndoles que no hablen de lo que han visto o que dejen de investigar. Desde la publicación de nuestro libro, hemos aprendido mucho más sobre este tema y, en consecuencia, nuestro escepticismo ha disminuido un poco. Sin embargo, como en el tema paranormal, hay más mentiras que verdades, lo que dificulta a los estudiosos separar el proverbial grano de la paja. Es la naturaleza de la bestia.
En 1952, Albert K. Bender, un ufólogo de Bridgeport, Connecticut, fundó uno de los primeros grupos ovni del mundo. La organización tenía incluso su propia publicación, Space Review. Pero, un año después, Bender cerró inesperadamente su operación. En 1956, Gray Barker, escritor y editor especializado en ovnis y amigo de Bender, publicó el libro They Knew Too Much About Flying Saucers (Sabían demasiado sobre platillos volantes). En él relata cómo Bender recibió la visita en su casa de tres figuras oscuras vestidas de negro que le advirtieron que no continuara con sus investigaciones sobre ovnis. En 1962, Barker y Bender publicaron Flying Saucers and the Three Men (Los platillos volantes y los tres hombres), que profundiza en lo sucedido. Supuestamente, Bender fue transportado al planeta natal de estos seres y “el exaltado”, aparentemente el líder supremo, le dijo que los alienígenas visitaban la Tierra para obtener agua de los mares. El “exaltado” no quiso explicar por qué. Tenían la intención de abandonar nuestro mundo en 1960. Obviamente, no lo han hecho.
Sin embargo, según la fábula ovni, el primer encuentro MIB ocurrió en realidad en 1947, cuando un testigo ovni llamado Harold Dahl fue confrontado por un extraño vestido de oscuro que le advirtió que no hablara de lo que había visto. El 21 de junio, Dahl, su hijo y un par de amigos patrullaban la bahía este de la isla de Maury. Supuestamente, Dahl trabajaba para una empresa de seguridad privada y estaba destinado a vigilar las casas de la costa. En realidad, nunca lo estuvo, pero esa es otra historia. Hacia las dos de la tarde, Dahl levantó la vista del timón de su embarcación y observó seis naves con forma de dona sobre su cabeza. Uno de los ovnis parecía tener problemas mecánicos. De repente, la tripulación oyó “una explosión sorda” y vio fragmentos metálicos parecidos a “rocas de lava” que salían del ovni averiado. Las rocas cayeron sobre el barco de Dahl, hiriendo a su hijo y matando a su perro. Dahl incluso tomó algunas fotos de los objetos antes de que se alejaran.
Ray Palmer, editor de Amazing Stories, una revista de ciencia ficción pulp, pidió a Kenneth Arnold que fuera a Maury Island a investigar. Arnold había realizado el primer avistamiento oficial de ovnis el 24 de junio, cuando divisó nueve discos brillantes que volaban cerca del monte Rainier. Arnold invitó a su amigo el capitán Emil Smith, que también había avistado algunos ovnis el 4 de julio. Arnold y Smith examinaron los fragmentos que habían bañado el barco de Dahl, pero se dieron cuenta de que no eran más que aluminio. También preguntaron a Fred Crisman, supervisor de Dahl, si podían ver el barco y las fotos. Crisman explicó que no estaba seguro de dónde estaban las fotos. Sí mostró la embarcación a los investigadores, pero se trataba de un pequeño bote gris de pesca, no de una patrullera. Además, esta destartalada embarcación sólo tenía unas pequeñas manchas en la superficie. Arnold y Smith supieron inmediatamente que Crisman y Dahl estaban intentando gastar una broma. Hay más cosas en esta historia, como el turbio pasado de Crisman, pero tendremos que omitirlas por falta de tiempo. Si los lectores quieren más información sobre este caso, deben escuchar el podcast #820 de Brian Dunning de Skeptoid del 22 de febrero de 2022.
En cuanto al personaje del MIB del que informó Dahl, esta historia podría haber sido urdida por Gray Barker en su libro de 1956. Barker, que fue una figura prominente en la escena ovni en los años cincuenta y sesenta, disfrutaba estafando a sus seguidores, algo que no se supo realmente hasta años después de su muerte en 1984.
Algunos ufólogos sostienen que ya en marzo de 1880 se produjo un incidente MIB. Según el Santa Fe New Mexican del día 27 (tenemos una copia del artículo original), los empleados de la estación de tren de Galisteo Junction oyeron voces que emanaban del cielo. Mirando hacia arriba, vieron “un gran globo” que navegaba desde el oeste. El globo tenía forma de pez y era propulsado “por un gran aparato en forma de abanico”. Había incluso “personajes de fantasía” pintados a lo largo de su costado y un tren de aterrizaje con lo que parecían ser casi diez personas en su interior. Los testigos pudieron discernir que las voces hablaban “en un idioma totalmente desconocido”. Incluso pudieron oír risas y música. Cuando el objeto pasó por encima del cruce, alguien a bordo lanzó una flor hacia abajo y luego una taza. El globo pronto se elevó en el aire y salió disparado hacia el este.
A la mañana siguiente, los vecinos encontraron los objetos arrojados desde la aeronave. La flor parecía de seda y tenía grabados unos caracteres “parecidos a los de los juegos de té japoneses”. La taza era igualmente inusual, con una “elaboración muy peculiar”.
Más tarde, ese mismo día, “un coleccionista de curiosidades” pasó por el cruce. El hombre, cuyo aspecto nunca se describió, ofreció una gran suma de dinero por los objetos, demasiado grande para ser rechazada. También especuló que el globo probablemente procedía de Asia, tal vez de “Jeddo”. Jeddo es el nombre anglicismo de la ciudad portuaria japonesa de Edo.
¿Quién era este forastero adinerado? ¿Un viajero que se encontraba en el lugar adecuado en el momento oportuno o alguien relacionado con el dirigible? Si este “coleccionista” estaba implicado en el misterio, no pretendía silenciar a nadie, sólo asegurarse de que los visitantes aéreos no dejaran ninguna prueba.
Tras la publicación del relato de Bender, se han publicado innumerables informes sobre los “hombres de negro”, la mayoría de ellos de naturaleza dudosa, al menos en nuestra opinión. Uno de los incidentes más interesantes y plausibles lo relató Peter M. Rojcewicz, profesor adjunto de Humanidades en la Julliard School de Nueva York (véase su artículo “The Men in Black” Experience and Tradition: Analogues with the Traditional Devil Hypothesis publicado en The Journal of American Folklore, Vol. 100, nº 396 (abr. – jun., 1987), pp. 148-160).
El joven al que Rojcewicz llama Michael Elliot estaba leyendo sobre ovnis en una biblioteca universitaria un ventoso día de noviembre de 1980. Un individuo se acercó a la mesa de Elliot y se sentó. Era de tez morena, rostro delgado de rasgos cincelados, ojos hundidos y pelo negro grasiento. Llevaba un traje negro desaliñado que le quedaba grande, una camisa blanca y una corbata negra. La persona preguntó a Elliot qué estaba leyendo y pronto la pareja empezó a charlar sobre platillos volantes. Elliot se dio cuenta de que el desconocido hablaba con un ligero acento, posiblemente europeo. El hombre moreno preguntó a Elliot si creía en los ovnis y el joven respondió que no, pero que le interesaba leer sobre el tema. En ese momento, el desconocido exclamó en voz alta: “¡Los platillos volantes son el hecho más importante del siglo!” Elliot tuvo que calmarle.
Finalmente, tras charlar un poco más, el hombre se levantó, casi mecánicamente, puso la mano en el hombro de Elliot y le dijo “que te vaya bien en tu propósito” o algo por el estilo. Luego se marchó. El joven estaba tan alterado que no se molestó en ver marchar a su visitante. Al cabo de unos minutos, Elliot se acercó al mostrador de referencia, pero no encontró a nadie ni vio a nadie en la biblioteca. Volvió a sentarse y, al cabo de una hora, decidió marcharse. Cuando volvió a pasar por delante del mostrador, ahora había dos bibliotecarios detrás.
¿Por qué se había acercado a Elliot este individuo espeluznante, que sólo tenía un interés marginal en los ovnis? ¿Por qué no alguien que se dedicara realmente a la investigación? ¿Y por qué la biblioteca estuvo vacía durante un rato? ¿Fue todo fruto de la imaginación del joven?
Un amigo nuestro, Allen H. Greenfield, destacado escritor e investigador paranormal, nos contó una vez que en diciembre de 1968 se encontraba de visita en Brown Mountain, cerca de Morganton, Carolina del Norte, donde a veces se ven luces misteriosas por la noche bailando a lo largo de la cima. El 26 de diciembre, “un hombre de negro” se presentó en la puerta de su motel preguntando a Greenfield qué hacía en la zona. “No tengo ni idea de cómo esta ‘persona’ sabía de mi visita y dónde me alojaba”, declaró Greenfield.
A principios de la década de 1980, uno de los amigos de Greenfield, a quien llamaremos Tom, afirma que había estado escribiendo una columna para un periódico local y de vez en cuando comentaba sus experiencias con ovnis de la década de 1960. Un día, Tom recibió una llamada telefónica en la que una voz mejorada electrónicamente le decía: “tómatelo a broma, pero todas las personas que conoces pueden ser destruidas, y todo lo que posees puede ser separado”. Tom acababa de mudarse y había cambiado su número de teléfono, que no figuraba en la guía. Preguntó quién llamaba y la voz respondió “agentes de la nación del tercer ojo”. La persona que llamaba colgó.
Suponiendo que se trataba de una broma, Tom fue al fregadero a lavar los platos, pero enseguida sintió que alguien le observaba por detrás. Se giró pero no vio a nadie. Cuando se volvió hacia el fregadero, vio una cara sonriente pegada a la ventana. El visitante se marchó antes de que Tom pudiera reaccionar, corriendo colina abajo y saltando a un sedán oscuro.
Pero ese no fue el final de la historia. Tom volvió a casa del trabajo unos días después y encontró un candelabro de la repisa de la chimenea en medio del suelo, como si lo hubiera colocado allí deliberadamente. También se dio cuenta de que su teléfono estaba cubierto de “tratados bíblicos”. Durante unos días después de ese susto, Tom oía fuertes golpes en la puerta de su casa sobre las tres de la madrugada. Cada vez que preguntaba quién era, una voz respondía “Policía de Atlanta”. El único problema era que Tom vivía en la zona no incorporada de DeKalb, que estaba en la jurisdicción policial del condado de DeKalb.
Un investigador de ovnis aún más destacado, John A. Keel, autor de “Las profecías del hombre polilla”, que fue llevada al cine en una película mediocre protagonizada por Richard Gere, confiesa que se vio acosado por misteriosos desconocidos y extrañas llamadas telefónicas durante sus investigaciones sobre avistamientos de ovnis y críptidos en los alrededores de Point Pleasant, Virginia Occidental, en 1966. Incluso sus amigos declararon haber experimentado fenómenos extraños en sus apartamentos, desde actividad poltergeist hasta olores nauseabundos de sulfuro de hidrógeno.
Rojcewicz afirma que otro conocido, a quien llama Max Radar, profesor asociado de la Universidad de Denver, fue acosado por el MIB durante meses. De vez en cuando, sus hijos eran parados en la acera por hombres vestidos de oscuro que les advertían de que su padre debía dejar de dar conferencias sobre ovnis.
Por supuesto, no podemos olvidar el célebre caso del doctor Herbert Hopkins (célebre entre nuestros aficionados a los ovnis), un reputado alergólogo que también investigó las causas y el tratamiento de la esclerosis múltiple. Más tarde se interesó por la hipnosis e incluso realizó sesiones con David Stephens, de Oxford (Maine), quien afirmó que en 1975 fue teletransportado a un ovni. Una noche de septiembre de 1976, temprano, llegó a casa de Hopkin un invitado que decía ser el vicepresidente de la New Jersey UFO Research Organization. Iba impecablemente vestido con lo que parecía un traje nuevo con los pantalones perfectamente arrugados y una camisa blanca almidonada (compárese su atuendo con el del MIB de Elliot). Incluso llevaba guantes de cuero gris y un sombrero negro. Al quitarse el sombrero al entrar, el hombre reveló que tenía una calva lisa. No sólo era totalmente calvo, sino que no tenía cejas ni pestañas. Su piel era de un blanco pastoso. El único atisbo de color en su rostro eran sus labios de un rojo intenso que parecían teñidos con carmín.
Hopkins invitó al desconocido al salón y se sentaron en el sofá. El hombre calvo empezó a hablar arrastrando las palabras y a preguntar por las sesiones hipnóticas de Hopkin con el secuestrado. También sabía detalles sobre el caso Stephens que sólo el doctor conocía. Entonces, en un momento dado, señaló el bolsillo de Hopkins y le dijo que tenía dos monedas en él, cosa que era cierta. El desconocido le pidió a Hopkins que sacara una de las monedas y la sostuviera en la palma de la mano.
“Mira la moneda”, le dijo el desconocido. La visión de Hopkin empezó a nublarse. La moneda cambió de color y luego desapareció. El hombre le explicó que nadie en este “plano” volvería a ver esa moneda. ¿Quería decir el visitante que había enviado la moneda a otra dimensión?
Después de esa demostración, el extraño invitado le dijo a Hopkins que Barney Hill, quien junto con su esposa, fue supuestamente abducido por un ovni en Exeter, New Hampshire, en 1961, “murió porque sabía demasiado”. Le advirtió al Dr. Hopkins que si continuaba sus sesiones con Stephens, correría la misma suerte. Entonces el visitante se levantó lentamente y se dirigió torpemente hacia la puerta. “Mi energía se está agotando”, le dijo a Hopkins. “Debo irme. Adiós”.
Aterrorizado por la amenaza (¿quién no lo estaría?), Hopkins borró todas las cintas de sus sesiones con Stephens y puso fin a su investigación. Aunque el médico nunca ofreció pruebas de su visita, sí parece ser inquietantemente similar a la de Max Elliot. La persona que llamó a Elliot, sin embargo, le animó a aprender más sobre los ovnis, una ruptura con la tradición.
Incluso personas notables han informado de enfrentamientos con el MIB. Es el caso de Philip K. Dick, escritor de ciencia ficción autor, entre otras muchas novelas y relatos, de Blade Runner y Total Recall. A pesar de su éxito y su fama, el escritor llevaba una existencia miserable, aquejado de crisis mentales exacerbadas por las drogas, especialmente las anfetaminas. En febrero de 1972, Dick viajó a una convención de ciencia ficción en Vancouver (Canadá), donde fue invitado de honor. Tras intervenir en el acto, desapareció durante varias semanas. Cuando por fin apareció, Dick se negó a contar lo que le había ocurrido. Pero en sus diarios, que más tarde se publicaron en 2011 bajo el título The Exegesis of Philip K. Dick, admitió haber confesado a su esposa Tessa que había sido recogido por unos “Hombres de Negro”. Obligaron a Dick a conducirles por el área metropolitana de Vancouver durante dos semanas en un Cadillac negro para que pudieran completar sus “misiones”. Nunca le explicaron cuáles eran sus misiones. Dick quedó tan traumatizado por su experiencia que nunca habló ni escribió oficialmente sobre ella. Ninguno de sus cuatro principales biógrafos fue capaz de descubrir más información sobre este episodio y dos de ellos dudaban de que realmente hubiera ocurrido. ¿Dick deliraba? Tal vez, teniendo en cuenta su frágil estado mental, pero el delirio en sí es lo relevante.
Luego está la inquietante historia del actor Dan Akroyd sobre su encuentro con los MIB. Había estado grabando el programa Out There en un estudio de la calle 42 con la 8ª Avenida de Nueva York para el Sci-Fi Channel en 2002. Al salir a fumar, Akroyd vio un Ford sedán negro al otro lado de la calle. Dos hombres estaban de pie fuera del vehículo. Un tercer hombre, “un tipo muy, muy alto”, salió del asiento trasero y empezó a mirar “mal” a Akroyd. Akroyd giró la cabeza un segundo y cuando se volvió, el sedán había desaparecido. El actor dijo que el coche habría tenido que dar media vuelta para marcharse, pero que nunca lo vio pasar por delante de él. Dos horas más tarde, recibió una llamada de su productor para comunicarle la cancelación de su programa. Out There contaba con la participación de destacados ufólogos, teóricos de la conspiración y otras autoridades en el campo de lo paranormal. Desgraciadamente, los ocho episodios nunca llegaron a emitirse. ¿Estaban los MIB detrás de la cancelación del programa? La razón oficial fueron diferencias creativas. El estudio quería comedia mientras que Aykroyd quería discusiones serias.
Asumamos que algunos encuentros con los MIB son ciertos. Siendo ese el caso, ¿entonces quienes son estos intimidadores? ¿Son extraterrestres, demonios o agentes del gobierno? En nuestro libro Phantom Snipers, teorizamos que los ovnis, los críptidos, los asaltantes fantasma y otros fenómenos extraños tienen su origen en lo que Carl Jung llamó el inconsciente colectivo. Básicamente, el inconsciente colectivo es un depósito de conocimientos e imágenes que hemos acumulado desde los albores del tiempo. La conciencia personal puede acceder a todas estas ideas y símbolos, que Jung denominó arquetipos, especialmente en sueños. Sostuvimos que algunos arquetipos pueden entrar en nuestro reino y hacerse físicos.
Desde entonces hemos experimentado un cambio de paradigma y ya no aceptamos las teorías de Jung como explicación de los sucesos preternaturales. De hecho, hemos dejado de creer por completo en el inconsciente colectivo. Aunque los prototipos y temas mitológicos podrían explicar los ovnis, los pequeños humanoides o las abducciones alienígenas, desde luego no explican otras rarezas como las mutilaciones de ganado, los francotiradores misteriosos o los poltergeist. Seguimos aceptando que existen arquetipos, pero, en nuestra opinión, se trata probablemente de plantillas que se han implantado en nuestro cerebro a lo largo del desarrollo humano, ayudándonos a comprender mejor la realidad. En otras palabras, se parecen mucho a los instintos.
Lo que creemos ahora es que la mayoría de los sucesos inexplicables son producidos por la psique colectiva, lo que se corresponde más o menos con el concepto místico oriental de la mente cósmica o conciencia divina, algo a lo que está ligada nuestra conciencia personal. Nosotros somos eso y eso somos nosotros. Nuestro concepto toca ligeramente la base de Jung, pero tiene implicaciones más profundas. La ansiedad masiva o el trauma psíquico resultante de las guerras o de la amenaza de guerras, así como la agitación social, pueden inducir a este alto poder a manifestar acontecimientos aún más extraños, a menudo en oleadas como el tsunami ovni de 1967-69, cuando la guerra de Vietnam y la agitación política hacían estragos. Luego, otra oleada se abatió sobre nosotros en octubre de 1973, durante la Guerra del Yom Kippur, cuando Estados Unidos y los soviéticos estaban a punto de ser absorbidos por la conflagración.
Los ovnis se volvieron tan omnipresentes en la segunda mitad del siglo pasado (bueno, en realidad desde los flaps de los dirigibles de 1896-7) cuando los humanos se volvieron más introspectivos, más conscientes de sí mismos, más alejados de la realidad externa gracias a los rápidos avances tecnológicos, avances que mejoraron nuestro nivel de vida pero que nos hicieron sentir alienados en el proceso. El corolario de un mayor nivel de vida es el anquilosamiento y la burocracia. Este no es nuestro estado natural.
El impulso Trickster (embaucador) que hay en nosotros, nuestro yo dionisíaco, nuestro lado oscuro, siempre intenta liberarse de las limitaciones. Como dijo el sociólogo Max Weber, una sociedad que se racionaliza pierde sus cualidades mágicas y la gente se desencanta del mundo. Necesitan redescubrir ese encanto. Puede que Jung tuviera parte de razón cuando teorizó que los ovnis representaban un arquetipo compensatorio o equilibrador en forma de mandala, una imagen de totalidad e integración en esta era de ansiedades sociales. En cierto sentido, los ovnis, los MIB, los críptidos, las hadas, los ángeles y los demonios representan la trascendencia. Y con nuestro miedo a la catástrofe medioambiental, el colapso económico, el control de la IA, el terrorismo y la polarización política, necesitamos la trascendencia más que nunca.
Es comprensible que se trate de un concepto vertiginoso, mucho más que las teorías de Jung, pero en este capítulo y en otros venideros ofreceremos pruebas de por qué creemos lo que creemos.
Si la psique colectiva es real, quizá no nos sorprenda que personajes del tipo de los MIB acechen en nuestra imaginación, sobre todo en el cine (y no estamos hablando de la película de 1997 Men in Black). En la película de 1953 Vacaciones en Roma, Audrey Hepburn interpreta a una princesa heredera que visita Roma y otras capitales europeas para promover la buena voluntad y las relaciones comerciales. Por capricho, decide escapar de su confinamiento real y disfrutar de los lugares de interés de Roma. Como era de esperar, es perseguida por una pareja de agentes de su país, ambos vestidos de negro y con sombreros negros. Nuestro amigo Will Turner se pregunta si estos amenazadores agentes podrían haber proporcionado a Albert K. Bender “la imagen mental que conjuró durante lo que realmente le ocurrió”. Bender era un ávido cinéfilo y sin duda vio la película. Si recuerdan, Bender fue visitado por el MIB en 1953. Sin embargo, Bender dice que su primer encuentro fue en marzo y que Vacaciones en Roma se estrenó en agosto. No obstante, la coincidencia no debe ser ignorada. Tal vez Bender simplemente inventó la fecha.
Elvis, en su película de 1967 Double Trouble, es perseguido por tres ineptos detectives flamencos vestidos con gabardinas y fedoras blancas. El trío cree que Elvis ha robado unos diamantes raros. En el año 2000, en la película O Brother Where Art Thou, ambientada en la Depresión estadounidense, tres presos fugados son perseguidos por el malvado sheriff Cooley, que viste de oscuro y lleva sombrero negro y gafas de sol. Cooley tiene el hábito sobrenatural de aparecer justo cuando crees que los convictos están fuera de peligro. Cooley parece imaginarse por encima de la ley, entonando en una escena que “la ley es una institución humana”.
En la película de 2004 Ventana secreta, el némesis imaginario de Johnny Depp, John Shooter, viste de oscuro y luce un sombrero negro de ala ancha. Como el sheriff Cooley, Shooter tiene cualidades sobrenaturales. También es increíblemente fuerte. Ambos son análogos a Satán.
Rojcewicz dice que en los manuscritos medievales de los siglos XI y XII el Diablo era representado como negro y con forma humana. La obra antropológica de Margaret Murray The Witch-Cult in Western Europe (El culto a las brujas en Europa occidental), de 1921, relata testimonios de acusadas de brujería de los siglos XVII y XVIII, la mayoría de las cuales atestiguan que el Diablo se les aparecía con apariencia humana y normalmente ataviado con ropas negras. Según el testimonio de la bruja de Devonshire Susanna Edwards, de 1682: “Se encontró con un caballero en un campo llamado Parsonage Close, en la ciudad de Biddiford. Y dice que su vestimenta era toda de color negro”.
Las brujas de Somerset en su juicio de 1664 juraron que el Diablo se les apareció como un humano vestido con ropas negras. Elizabeth Style declaró que era “un hombre apuesto”. Style, Anne Bishop, Alice Duke y Mary Penny afirmaron que Satanás se les apareció como “un Hombre vestido de negro”. Christian Green dijo que tenía “la forma de un Hombre con Ropas negruzcas”. Y Mary y Catherine Green declararon que el Diablo era “un pequeño Hombre con Ropas negras”. La bruja de Lancashire Margaret Johnson, juzgada en 1633, declaró que su amo y señor se le apareció como “un espíritu o divinidad en la similitud y proporción de un hombre, vestido con un traje negro, atado con puntas de seda”. En Northumberland, en 1673, Ann Armstrong declaró ante el tribunal que “vio a la mencionada Ann Forster [con otras doce personas y] un hombre negro y largo montado en un galloway, como ella creía, al que llamaban protector”. Los acusados en los Juicios por Brujería de Salem de 1692 también afirmaron que el Diablo era un “hombre negro”. En 1702, las brujas de Northamptonshire, Mary Phillips y Elinor Shaw, dijeron que el Diablo se les presentó como “un hombre negro alto”. El término “hombre negro” en estas incidencias se refiere a la vestimenta y no a la raza.
Madame Blavatsky en sus disertaciones en varios volúmenes mencionó a los Hermanos de la Sombra Oscura, los hechiceros de la magia negra que pueden ser encarnados o desencarnados y trabajan contra “las fuerzas positivas de la evolución planetaria”. El difunto Michael Talbot, autor de El Universo Holográfico, creía que el MIB y esta hermandad eran una misma cosa. La Sombra Oscura, decía, era famosa por amenazar a los estudiantes de ocultismo que intentaban levantar el Velo de Isis. El Velo se refiere básicamente a los secretos de la naturaleza. Un paralelismo intrigante, pero no suscribimos las extrañas enseñanzas de Blavatsky.
En los últimos años se ha hablado mucho de la “gente sombra”, figuras nebulosas vistas en lugares encantados e incluso por personas que sufren parálisis del sueño. Más recientes son las historias que se filtran en las redes sociales sobre un hombre alto con sombrero de ala ancha y gabardina. Algunos testigos dicen que este “hombre del sombrero de sombra” se para en la esquina de su habitación por la noche, a menudo acercándose para sujetarles en la cama mientras yacen inmovilizados. De vez en cuando se le describe con ojos rojos brillantes y una sonrisa lasciva. El “hombre del sombrero de sombra” fue popularizado por Heidi Hollis, locutora de radio y experta en fenómenos paranormales. Por desgracia, suena demasiado a leyenda urbana y lo más probable es que lo sea. Sin embargo, aunque el hombre del sombrero no tenga ninguna base real, la creencia demuestra que personajes del tipo de los MIB rondan en el umbral de nuestra conciencia.
Nunca olvidaremos cómo hace quince años nuestra abuela, que estaba en una residencia de ancianos tras sufrir un derrame cerebral, nos telefoneó una noche y dijo nerviosa que había tres hombres en su habitación, observándola en silencio. Fuimos en coche al centro de convalecencia, pero no encontramos a nadie en su habitación. Una enfermera nos informó más tarde de que el médico le había recetado una dosis de su medicación más alta de lo habitual, lo que había provocado alucinaciones en nuestra abuela.
Bender afirmó que cuando se encontró por primera vez con los MIB, eran figuras sombrías que salían de la pared de su habitación. Rondan por el umbral de nuestra conciencia, acechándonos mientras dormimos y cuando nuestras mentes están más débiles. Sombras de Freddy Krueger.
Ahora bien, si los MIB son proyecciones de esta psique colectiva, ¿cómo pueden parecer tan sólidos a veces? En nuestro Phantom Snipers reflexionamos sobre esa pregunta, ¿cómo puede surgir algo de la nada? ¿Cómo pueden los francotiradores fantasmas disparar balas contra las ventanas, cómo pueden los desgarradores descuartizar ganado, cómo pueden los críptidos dejar huellas si realmente no existen? Allen Greenfield nos corrigió explicando que no es algo de la nada, sino “algo de la no nada”. “Según mi experiencia”, escribió, “la magia y la ufología y la criptozoología (entre otras manifestaciones) no son más que ‘caras’ diferentes de la muy maleable materia subyacente de la realidad”. Continuó diciendo: “La creación de un ser mágico temporal puede describirse como tulpas, de las que al menos algunos casos de MIB son manifestaciones”.
¿Qué son los tulpas? Pues, en pocas palabras, son formas mentales. En el budismo, los tulpas son los cuerpos corporales que un buda, o ser iluminado, crea para poder ayudar a otros a alcanzar el nirvana. Los occidentales, especialmente los teósofos, han reinterpretado la idea en el sentido de que son manifestaciones temporales producidas por arte de magia. Sin embargo, Alexandra David-Neel, la famosa viajera por el mundo, confirmó la versión occidental en su libro Magic and Mystery in Tibet (Magia y misterio en el Tíbet), publicado en 1929, al afirmar que fue capaz de crear una de estas figuras fantasmales mediante una intensa concentración psíquica. David-Neel había estado viviendo en el Monasterio de Kumbum, en China, llevando una estricta vida de monje y traduciendo libros sagrados tibetanos.
Por supuesto, si los MIB , los ovnis, los críptidos y los francotiradores y destripadores fantasmas son tulpas, ¿por qué la psique colectiva no puede producir otras visualizaciones como unicornios o minotauros? Tal vez sea porque las imágenes que la gente reporta han estado agitándose dentro de la mente universal durante años, si no siglos, con mucha más fuerza. Aquí volvemos a cruzarnos con Jung y sus arquetipos, aunque sólo sea fugazmente. Es probable que los MIB tengan su origen en el prototipo medieval del Diablo. Pie Grande tiene sus raíces en la antigua tradición del hombre salvaje. El monstruo del lago Ness y otras grandes serpientes lacustres podrían ser versiones modernas del antiguo kelpie que cambia de forma. Por otra parte, hay fenómenos de cosecha más reciente. Los platillos volantes aparecieron en relatos de ciencia ficción en las décadas de 1920 y 1930, años antes de su aparición oficial en 1947. Los francotiradores fantasma aparecieron poco después de la Primera Guerra Mundial (los francotiradores, con sus avanzadas miras telescópicas, eran casi tan temidos como los obuses y las ametralladoras). Las mutilaciones de ganado guardan paralelismos con las grotescas prácticas cometidas por los soldados en cadáveres de Viet Cong y de civiles (y los helicópteros negros avistados sobrevolando los lugares de mutilación de ganado también se utilizaron en Vietnam).
¿Qué conclusión podemos sacar de nuestra incursión en el temible mundo del MIB? Bueno, es obvio que existe un nexo entre los fenómenos inexplicables y los temas folclóricos. Por eso, los aficionados a los ovnis deben adoptar un enfoque más ontológico y epistemológico en sus investigaciones. Pero buena suerte con eso. Un investigador de platillos no suele ver nada psíquico en que un ovni desaparezca como una aparición o en que se produzca actividad poltergeist cerca de los puntos calientes de los ovnis. La mayoría tiene una actitud empirista, que no funciona bien cuando se trata de lo paranormal. Los ufólogos son en su mayoría de tuercas y tornillos.
Para que conste, hubo un periodo, aproximadamente desde finales de los 60 hasta los 80, en el que los ufólogos consideraron que los platillos volantes tenían una dimensión psíquica. Sin embargo, con la llegada de la serie de televisión Expediente X en los años 90 y el consiguiente interés por Roswell -algo que nunca ocurrió en lo que a nosotros respecta-, su mentalidad ha vuelto a los años 50.
A pesar de la naturaleza de lo que nos enfrentamos, inyectemos algo de ciencia por un momento. La mayoría de los académicos, desde físicos a botánicos, estarían de acuerdo en que el universo está interconectado. Un naturalista que estudia el búho cornudo es un entendido en aves en general (y también en animales). Deben serlo para comprender mejor la especie de los búhos. Un búho es tanto un ave como un animal. Lo mismo ocurre con este universo invisible que hemos estado explorando. Un espectro, un bicho corpulento con ojos luminosos o una luz extraña en el cielo son también piezas de un esquema mayor, parte del mismo continuo. Un ovni no deja de ser un fantasma.
Pero mientras que los animales tardan en mutar, los fenómenos extraños tienden a reinventarse cada generación para acomodarse al zeitgeist imperante. Los ovnis pasaron de ser globos a dirigibles, aviones no identificados, discos y triángulos. ¿Cómo puede el empirismo comprender este estado de ensueño? Buena suerte con las tuercas y los tornillos.
Dicho esto, exploremos otros temas.