Voluntad divina y desastres naturales

IMPACTO AMBIENTAL

Voluntad divina y desastres naturales[1]

Juan José Morales

En la revista Ciencia ergo-sum, editada por la Universidad Veracruzana, he encontrado un interesante estudio realizado por Arturo Marinero Heredia y María José García Oramas, investigadores de esa institución, sobre la concepción de los habitantes del norte de Veracruz «”específicamente de la población de La Antigua»” respecto a los desastres naturales. En particular, el trabajo se refiere a las opiniones de la gente acerca del huracán Karl, que en septiembre de 2010 devastó una amplia región de aquella entidad.

Los investigadores encontraron que una opinión muy extendida entre la población, e incluso compartida o deliberadamente fomentada por las autoridades, es que los desastres naturales son enviados por Dios como un castigo para los humanos, o vagamente se atribuyen a «la naturaleza», contra la cual tampoco puede hacerse nada, y por tanto no queda más que resignarse ante ellos.

imageEsa actitud, desde luego, no es privativa de los veracruzanos sino que está muy extendida y se manifiesta en expresiones tales como «Muy triste todo lo que Dios nos mandó», o en lo dicho por el cura Carlos Aguilera de Piedras Negras, Coahuila, a propósito del tornado que azotó ese lugar en 2007: «¿Qué esperaban? ¿Qué Dios nos mandara tostaditas de maíz por lo que hacemos? Claro que no; por eso nos manda este tornado.»

Comentan al respecto los autores del estudio que «esta idea de estar expuesto ante una fuerza divina coloca a la población en una posición de pasividad en la que poco se puede hacer ante la naturaleza», pero que tales puntos de vista «son muy recurrentes en las poblaciones afectadas, independientemente del tipo de desastre».

«Asimismo «”añaden»”, es interesante la ambivalencia en la opinión de las personas al plantear la idea de un Dios que produce el bien, pero también que origina el mal. Esta concepción es muy frecuente y muy añeja; es parte de la tradición judeo-cristiana en la que se puede reseñar innumerables episodios en los que aparece Dios y castiga a la humanidad aterrándola y mandándole catástrofes. Es un Dios que castiga, pero que también manda la ayuda.»

Desde luego, para las autoridades y los políticos, resulta muy conveniente que la gente mire los desastres naturales desde esta perspectiva. Es decir, que se deben a una voluntad superior o que por su magnitud y características poco o nada se puede hacer cuando ocurren.

«Cuando la comunidad adjudica la responsabilidad del desastre a Dios o al comportamiento de la naturaleza «”comentan Marinero y García»”, emerge una gran oportunidad para deslindar a las autoridades de sus tareas de protección argumentando en su favor que la magnitud del fenómeno dificultó la atención a la comunidad; la responsabilidad ante los acontecimientos se diluye.»

Y más adelante señalan que «en el discurso político de todos los niveles de gobierno es muy recurrente la idea de que la naturaleza es la responsable del desastre, asociada a que es resultado de la voluntad divina. Consideramos que esta visión abona a la idea popular del modelo religioso o bien al enfoque naturalista en donde se considera que el desastre es producido por fuerzas naturales poderosas que actúan irremediablemente hacia los humanos. Esta visión fatalista inhibe la acción y conduce a la resignación y al conformismo», lo cual, como decíamos, resulta muy conveniente para las autoridades, que así pueden lavarse las manos si no toman las necesarias medidas de prevención antes del fenómeno o no acuden oportunamente en auxilio de los afectados.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 24 de marzo de 2015

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