LA MÃGICA VARITA «ALOTROPIZADORA»
Juan José Morales
E1 agua es indispensable para la vida. Pero, ojo, le puede estar matando lentamente al llenar su cuerpo de toxiÂnas, bloquear los canales celulares, entorpecer la eliminación de desechos y dejarle el sistema inmunológico peor que un estropaÂjo deshilachado. No porque el agua esté contaminada, sino porque así es de malévola por naturaleza.
No hay, sin embargo, que preocuÂparse de los mortíferos efectos del líquido. Por unos pocos cientos de pesos usted puede comprar una esÂpecie de varita mágica mejor que la de las hadas, la cual lo salvará de la muerte, le curará -si los padeÂce- o le protegerá -si aún no los sufre- del cáncer, la diabetes, el asma, la artritis y otras docenas de enfermedades, hará desaparecer barros y espinillas en un abrir y cerrar de ojos y de ribete le permitirá convertir aguardiente barato en finos licores.
La varita mágica, por supuesto, no se anuncia como tal, sino con pompoÂsos nombres pseudocientíficos, como desintoxicante celular, celda alotrópica o barra metálica alotropizante. En cualquier caso, se trata de lo mismo: un tubo de latón del cual se dice que contiene en su interior ciertos re activos no especificados que «generan un microcampo electromagnético, que al entrar en contacto con el agua, cambia su estructura molecular».
¿Y qué importancia tiene camÂbiar la estructura molecular del agua? Pues nada más ni nada menos que así se vuelve «mucho más ligera que el agua corriente, menos densa, menos viscosa, con menor tensión superficial, resistencia espeÂcífica, mayor refracción, nulo olor y nulo sabor», lo cual la «convierte en un biodescongentivo y desintoxiÂcante del cuerpo humano puesto que puede «penetrar con mayor velocidad en las células, eliminando así los tóxicos provenientes de aditiÂvos, pesticidas, conservadores de los alimentos, medicamentos, alcohol, drogas, etc., que generan con el paso del tiempo enfermedades cróÂnico-degenerativas».
EL AGUA MALA
El agua común y corriente, no «aloÂtropizada», es mala porque las sales y minerales que conÂtiene «son tan abunÂdantes que llegan a formarse reservas no aprovechables» que «se transforman en toxinas» capaÂces de obstaculizar «tanto el paso del agua como el de otros nutrientes que también necesitan las células afectadas».
Pero no crea que si bebe agua purificada baja en sales se libraÂrá de tan horrendo problema. Al contrario, también resulta fatal el «uso indiscriminado de agua potaÂble embotellada y suavizada con cloruros de sodio (sic), a los que en la supuesta búsqueda de pureza les es retirado otro tipo de sales para evitar o disminuir el sabor de agua dura».
El único remedio es esa varita mágica, que puede adquirirse en varios tamaños y presentaciones, ya sea para uso industrial, familiar o personal, en su versión económica de latón ordinario o en las gran lujo, bañadas de plata o de oro, con un hermoso dije y una monísima cadenita para colgársela del cuello y tenerla siempre a mano.
Usarla es tan sencillo como comprarla. «Basta con sumergirla en cualquier tipo de bebida (aun alcohólica) o ponerla en contacto con los alimentos por un breve lapso para que sus propiedades se manifiesten». O, como dice otro anuncio, basta sumergirla «en el líquido que desee alotropizarse por un lapso que varía según la cantidad de líquido y el tamaño» del aparatejo.
Aseguran sus promotores que el agua así tratada «es el auxiliar más valioso para disminuir, controlar y evitar enfermedades crónicas», amén de que «permite elevar la fuerza del sistema inmunológico, obtener un mayor nivel de salud así como aprovechar de mejor manera los nutrientes que el cuerpo necesita».
Y si está «a punto de someterse a una operación quirúrgica existe la posibilidad de evitarla medianÂte la eliminación de las toxinas que provocan el malestar». Así que ¿para qué pagarle al cirujano si es suficiente con darse unos pases de la prodigiosa varita por las piernas o el pescuezo?
PARA BORRACHINES
No paran ahí sus extraordinaÂrias propiedades. ¿Su marido es un bebedor empedernido y fuma como chimenea o su hijo le roba para comprar drogas? No se angusÂtie. Cómprese un desintoxicante celular, tóquelos suavemente con él cada noche mientras duermen y adiós problemas, pues el doraÂdo tubito «es la ayuda ideal para resolver los problemas causados por alcoholismo, drogadicción, farmaÂcodependencia y tabaquismo, aun sin consentimiento».
Para un borrachín, en cambio, la recomendación es remojar el desintoxicante celular en el licor antes de beberlo. Le dará sabor y bouquet de finísimo coñac francés hasta al aguardiente más barato y al día siguiente el parrandero amaÂnecerá fresco y despejado, sin el menor síntoma de «cruda».
¿Fuma usted y le teme al cáncer pulmonar pero no quiere dejar el vicio? Solución: en sólo 90 segunÂdos puede alotropizar hasta 14 cigarrillos» haciendo pasar el desinÂtoxicante alrededor de cada uno. Con ese pase mágico hará desapaÂrecer hasta el 80% de la nicotina y el alquitrán del tabaco y el humo no irritará a los demás ni dejará malos olores.
También se recomienda como efectivísimo remedio contra la impotencia sexual, aunque la publiÂcidad omite pudorosamente expliÂcar dónde, cuándo y cómo hay que aplicarlo para lograr una erección.
¿Está cuajado de barros y espiniÂllas? No gaste en cremas, ungüentos o lociones. Se desvanecerán tras tocarlos con la varita -es mágica, ¿no?- 3 o 4 veces durante 20 minutos. Si tiene los ojos irritados por el aire contaminado, aplique en cada ojo 4 o 5 gotas de agua puriÂficada por la vara desintoxicante y le quedarán frescos, limpios y briÂllantes. Más todavía: si padece de cataratas, podrá volver a tener vista de águila con ayuda del prodigioso cilindro.
Y así, maravilla tras maravilla. Lástima que todo sea tan cierto como las afirmaciones de los meroÂlicos en los mercados.
