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¿Trascavo precolombino?

LA RETROEXCAVADORA DE PANAMÁ

De 1920 a 1952 el Museo Peabody de la Universidad de Harvard realizó una serie de excavaciones cerca del pueblo de Penonomé, al Suroeste de Panamá. Se desenterraron varias piezas de cerámica, algunas urnas funerarias y pequeños adornos y ornamentos funerarios de oro como escudos, pendientes, brazaletes y collares.

En 1940 el doctor J. Alden Mason encontró una singular pieza perteneciente a la cultura Coclé, al igual que las demás. Se trataba de un medallón de oro de unos 11 centímetros de longitud, con una piedra verde.

Coclé es el nombre de la provincia panameña. Sus antiguos habitantes eran los Ngöbe o Guaymis, los antecesores directos de los cholos y vecinos de los Bugle. En 1575, el oidor, Alonso Criado de Castilla, en su informe de la Audiencia de Panamá, refiere la existencia de un pueblo de indios libres con algo mas de 100 almas, dedicado a la cría de ganados y al cultivo del maíz, llamado Pueblo Nuevo de los Reyes del Chirú, localizado a tres leguas de Natá, es decir, situado aproximadamente en el área cercana al sitio actual de Antón.

Actualmente la pieza se encuentra en exhibición en The University Museum of Archeology and Anthropology de la Universidad de Pennsylvania.

Fue ahí en donde la vio Ivan T. Sanderson, el famoso ufólogo y criptozoólogo americano. Para Sanderson se trataba de una retroexcavadora o de una draga mecánica. El ufólogo decía que las garras del animal se parecían más a unas ruedas; los dientes de su hocico serían las «muelas» de la draga mecánica; en la parte posterior tendría dos ruedas dentadas que servirían para elevar el «cucharón».

El lomo del animal, según Sanderson, es la cubierta del motor. A ambos lados se pueden ver dos faros, y otros dos en los ojos del animal.

La interpretación del ufólogo saca de contexto lo pieza y se olvida de todo el entorno religioso, social, geográfico, ecológico y económico de los coclés. Esto no era nuevo para Sanderson. Ya antes había propuesto que los peces alados pertenecientes a la colección de Museo de Oro de Bogotá eran nada menos que aviones a reacción.

A primera vista la figura del medallón parece una mezcla entre caimán y jaguar, pero según los arqueólogos es la representación de un jaguar que sostiene una serpiente estilizada en su hocico.

Aunque actualmente se encuentran en peligro de extinción (hoy sólo se les encuentra en el Parque Nacional Darien), los jaguares (Pantera onca), ocelotes (Leopardus pardales) y pumas (Puma concolor) de Panamá, eran muy abundantes en aquellas selvas. Los Ngöbe y Bugle les temían y los consideraban dentro del panteón de sus dioses. No es raro, pues, que existan diversas representaciones de estos animales en dijes, brazaletes, medallones y otras piezas de artesanías.

La cultura Coclé, que engloba a Ngöbes, Bugles, Cholos y Guaymis, se caracteriza en la forma singular y estilizada de sus piezas de oro.

Se han encontrado representaciones de diversos animales como los puercos de monte (Tayassu pecari), saínos (Pecari tajacu), tapir (Tapirus bairdii), conejos pintados (Agouti paca), ñeques (Dasyprocta punctata), venado corzo (Mazama americana), oso caballo (Myrmecophaga tridactyla), diversos tipos de ranas, peces y aves. Todas las figuras tienen el sello característico de la cultura coclé.

Lo que nunca se ha encontrado son partes de retroexcavadoras o dragas mecánicas. Ni siquiera restos de las posibles obras que se debieron haber construido con esos aparatos (el canal de Panamá se construyó miles años después de que fuera moldeado el medallón).

La interpretación de esta pieza ornamental como la representación de un objeto tecnológico es otra más de las metidas de pata de los astroarqueólogos que buscan en los cielos las respuestas que se encuentran en la tierra.

Terror en Hunucmá

La historia continúa

Durante algunas semanas le estuve dando vueltas en la cabeza a la idea de meterle un gol a la revista Reporte Ovni. No deseaba hacer algo tan simple como el reporte de un falso avistamiento o enviar unas fotografías trucadas, pues sabía que Chita Rodríguez, la directora, las publica todas.

El plagio del cuento de Héctor Chavarría me dio una idea: enviaría una continuación lo más delirante posible. Quería burlarme de Chita y poner en evidencia su escasa cultura (aquí quería escribir «ufológica», pero dejémoslo así). Para eso adopté la historia de Joao Prestes Filho aparecida en diversas revistas de ovnis (Flying Saucers Review, Lumières dans la Nuit, Stendek, etc.), la firmé con mi nombre y se la envié a la editorial.

Óscar García comentó que la ufóloga se daría cuenta del engaño y que no publicaría la historia. Para su sorpresa y mi alegría, la Rodríguez sí publicó el cuento. Nuestros lectores nunca podrán imaginar la escena: prácticamente nos revolcamos de risa. Nos divertimos más que enanos de circo o marcianitos vedes haciendo cropcircles.

La estulticia ufológica no había alcanzado niveles tan elevados como con Chita. No reconoció el caso Da Silva (porque seguramente no lo conoce, a pesar de ser uno de los máximos exponentes de la ufología mexicana). Tampoco identificó las pistas que le dejé, como utilizar mi nombre o el de Zuckerman (miembro de la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica, SOMIE, con quien una vez debatió frente a las cámaras de la televisión) como el cazador de nazis, que por otra parte, Chita confundió con un nazi (¡!) Demostró más inteligencia uno de sus lectores quien comprendió la nacionalidad del protagonista.

Con el asunto Hunucmá logré mis objetivos. No se trataba de demostrar la credulidad, falta de cultura y sentido común de Chita «“puesto que eso lo daba como un hecho-, sino de tener un rato de sana diversión a sus costillas.

La carta con el cuento de extraterrestres (o hadas) que se tragó Chita es la siguiente:

Muy señores nuestros:

Mi nombre es Luis Ruiz, soy originario del estado de Yucatán. Viejo aficionado a los ovnis desde hace muchos años, específicamente desde que ocurrieron los sucesos que a continuación voy a relatarles.

No me gusta ser la burla de nadie por eso he guardado silencio durante tanto tiempo. Además, sé que mi afición por los ovnis puede resultar sospechosa y hacer pensar a los incrédulos que estoy inventando esta historia.

Durante muchos años busqué cuanto libro o revista se publicara sobre ovnis. Contactos Extraterrestres publicó mucho sobre el tema y así lo hizo también la escritora Eugenia González, pero nadie mencionó lo ocurrido en Hunucmá, mi pueblo natal.

Por lo tanto, comprenderá mi enorme agitación al leer el artículo «Aquel ovni disparó un rayo sobre mi padre» (Ver Reporte Ovni No. 16) Poco a poco, al ir leyendo, se agitaba más mi corazón.

Reconozco que yo no sabía lo que les había pasado a los Brullen y ahora me explico muchas cosas, luego de los relatos que describen en el artículo: ellos abandonaron precipitadamente el pueblo y nunca más los volví a ver.

Era una familia hosca o tímida que nunca entabló relaciones con nadie.

Yo pensaba que era una especie rediscriminación racial, pero el tiempo me ha mostrado cuáles fueron sus razones.

De ellos sólo recuerdo la imponente figura del señor Peter y los hermosos ojos azules de una de sus hijas, Agneta.

Los sucesos ocurridos en la finca de los Brullen tienen una extraña relación con la historia que les voy a contar.

Algunos meses después de que partieron los alemanes (o tal vez semanas, mi memoria no es tan buena), llegó al pueblo otro extranjero preguntando por ellos. Nadie le dio informes sobre su paradero, por la sencilla razón de que no lo sabían. Además, David Zuckerman, que así se llamaba el tipo, era pedante, altanero y grosero.

Recuerdo que se hospedó en una choza que le alquiló la señora Roselina Muna. Durante algunos días estuvo preguntando por el pueblo y algunos dicen que se metió a escondidas en la casa que ocupaban los Brullen.

En aquel entonces Hunucmá era un pequeño pueblo que no disponía aún de luz eléctrica ni de teléfono. Era una zona constituida por viejas casitas y una iglesia.

Toda la vida de este pueblo se reducía a una lenta sucesión de los quehaceres domésticos. Una excepción se produjo sin embargo por las noches, unas extrañas luces evolucionaban por el cielo describiendo trayectorias irregulares, dando lugar a opiniones divergentes durante las charlas de los vecinos. Algunos decían que se trataba de chaneques.

Uno de esos días, Zuckerman había estado rondando por el pueblo y seguramente había estado en la casa de los Brullen. Hacia las 19 horas, con una niebla tenue y uniforme, puesto que el estado de la atmósfera no era borrascoso sino sereno y por lo tanto poco propicio a la formación de relámpagos»¦ la señora Muna escuchó que David regresaba a su choza.

Una hora después Zuckerman, aterrorizado, irrumpió en mi casa, explicando con voz entrecortada que cuando intentaba abrir la puerta de su casita, recibió del exterior un silencioso rayo de luz, habiendo logrado protegerse los ojos y la cabeza con la mano.

Aturdido cayó al suelo durante breves instantes, sin perder el conocimiento»¦ Se levantó con movimientos aparentemente normales, y se dirigió al centro del pueblo en busca de socorro.

Mi padre era doctor y en ese entonces tenía su consultorio a un costado del hotel Miralmar en el puerto de Progreso, a unos 91 kilómetros de Hunucmá. Zuckerman lo sabía y por eso llegó corriendo a mi casa. Recuerdo que vestía una camisa de manga corta, pantalones arremangados, sin sombrero ni zapatos.

Los cabellos, la cabeza, los ojos al igual que las partes protegidas por la ropa no presentaban ninguna traza de quemaduras ni anomalía alguna. Sus ojos estaban dilatados por el espanto y su voz sonaba excitada.

Pero, poco después, la escena se tornó horripilante: la carne de Zuckerman comenzó a hacerse visible, como si hubiera estado expuesta a muchas horas en agua hirviendo. Empezó a desgajarse de los huesos cayendo trozos de su mandíbula, pecho, brazo, manos, dedos, piernas y pies. Algunos pedazos de carne quedaron colgando de los tendones, luego todo se desmoronó de forma imprevisible: los dientes y los huesos estaban al descubierto totalmente descarnados.

Zuckerman rehusó enérgicamente el agua y los analgésicos que le ofreció mi padre y en ningún momento pareció sufrir dolores. Su nariz y sus orejas se desprendieron, deslizándose a lo largo de su cuerpo hasta el suelo.

Los ojos estaban desorbitados por el terror. Las palabras brotaban deformadas de una boca que se descomponía, eran sonidos ininteligibles.

En medio de la confusión general, lo que quedaban del cuerpo casi descompuesto de David Zuckerman fue colocado en una carreta para trasladarlo al hospital más cercano en Mérida.

Seis horas después del ataque de la luz, un cadáver retornaba a Hunucmá: Zuckerman había muerto en el transcurso del viaje, antes de haber llegado al hospital. Hasta sus últimos momentos, de su boca sólo salían unos sonidos guturales.

Mi padre no quiso meterse en problemas y firmó el certificado de defunción para que rápidamente fuera enterrado en las afueras del pueblo, en donde, aún hoy se encuentran sus restos.

Como era extranjero nadie preguntó por él, y la policía de Mérida nunca hizo averiguaciones (tal vez nunca se enteró). Con posterioridad, todavía fueron observadas las luces que evolucionaban caprichosamente por el cielo nocturno de Hunucmá.

Vuelvo a repetir que no me gusta que se burlen de mí, ni que digan que estoy mintiendo. Creo que sería muy importante para la solución del fenómeno ovni, que se diera seguimiento a este caso. Tal vez sería bueno exhumar el cuerpo y hacerle la autopsia, pero eso sólo lo podrán conseguir gentes como ustedes. A nosotros, ciudadanos comunes y corrientes, no nos harían caso.

En el momento en que hayan pruebas más sólidas sobre este asunto me presentaré a firmar cualquier declaración que juzguen conveniente.

Atentamente

Luis Ruiz N.

Esta carta fue publicada en el número 21 de Reporte Ovni, páginas 18 y 19, bajo el título Terror en Hunucmá. Testimonio de un lector.

Nota: Chita Rodríguez es el apodo «cariñoso» con el que conocíamos a la directora de Reporte Ovni.

Artículo publicado en Perspectivas Ufológicas, No. 3, septiembre 1994, Págs. 71-72.

Ovnis, ficción y nazis en Hunucmá

¿Falta de imaginación, plagio o ignorancia?

Héctor Chavarría

Los caminos de la ovnilogía son enigmáticos, en especial cuando ésta se toma como un medio para hacer dinero.

En muchas ocasiones he tenido la oportunidad de decir en público que los contactados utilizan para sus embustes el material de la ciencia ficción, pues son incapaces de crear algo original. Sabía que ocurría, pero no me imaginé que usaran la obra de un escéptico y no sólo eso, que reprodujeran en una revista parte de un cuento de ciencia ficción como verdadero, firmándolo con el nombre del protagonista.

Soy escritor de ciencia ficción y el cuento es mío. Fue publicado mutilado, sin mi autorización, por la revista Reporte Ovni, No. 16, página 3. Eso se llama plagio.

Ignoro cómo llegó a manos de estos señores y cuál fue su intención al publicar el material literario de un ufólogo escéptico, como si fuera real»¦ Lo que es evidente es su «profesionalismo» y el «rigor» que aplican para investigar aquello que publican. Es a todas luces notorio que tal material es un tratamiento de ficción que, entre otras cosas incluye la fecha 28 de diciembre (día de los inocentes) y el nombre de Peter von Brullen, personaje creado por mí y publicado como historieta, hace años, en Revista de revistas del periódico Excélsior. El nombre no es, por otra parte, más que una broma hecha a mi buen amigo el doctor Pedro Brull, también escéptico.

Si esto ocurre de manera tan descarada con un cuento que había sido enviado (en copias) a varios editores y publicado en una revista virtual de CF, cabe preguntarse lo que harán los compañeritos de Reporte Ovni en el futuro, si es que no lo han hecho ya, con la obra literaria (con tema ET) de otros de mis colegas de AMCyF (Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía). En el presente momento no he decidido si demandar o no a la revista de marras por plagio, lo estoy pensando, porque lo menos que deben hacer de acuerdo con la ley, es colocar una nota grandota en su pasquín, explicando cómo hicieron la maniobra y aclarando de manera muy visible, que el autor del cuento El Incidente, o sea yo, no tiene ninguna relación con su revista ni deseos de que plagien su obra. Aclaración necesaria porque el cuento completo está publicado en otros lados con mi nombre y no deseo que se me relacione con charlatanes. Tengo una reputación que cuidar.

El cuento completo se incluye a continuación y sólo me resta sugerirle a la señora Chita Rodríguez que si va a «fusilarse» algo para su revista, por lo menos se fije si es o no de alguien escéptico, dado el acendrado «cariño» que siempre nos ha demostrado, colocándonos todos los adjetivos que un creyente puede imaginar. Sabía que ella creía todo, que usaba (sin autorización de Editorial Posada) el material de la revista Contactos Extraterrestres (con derechos vigentes), pero poner ciencia ficción como real, usando el trabajo de un escéptico»¦ bueno, prefiero no calificarlo.

El Incidente

Por Héctor Chavarría

«Â¡Iä Panchebé! No existe el tiempo. A través de las puertas, «˜ellos»™ pueden cambiarlo a voluntad».

Martín Díaz

Soy agente del ministerio público y como tal he visto de todo, desde asesinatos hasta accidentes, pasando por suicidios. Pero éste fue uno de los más extraños en mi carrera.

El cuerpo yacía sobre la cama con un disparo en el corazón»¦ sé que ésta no es la manera más adecuada para suicidarse pues hay mucha posibilidad de fallar, y lo aclaro porque aquello no era lo único raro.

La bala había salido de una automática Walter P 38 de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, conservada con extremo cuidado, casi diría con amor. Esto último no era tan inusual, hay todavía muchas de esas regadas por todo el mundo. Lo extraño era el rostro del muerto.

Tenía una expresión del más abyecto terror. Sé lo que dirán, el médico forense dijo lo mismo: los cadáveres nunca tienen expresión de terror»¦

No tienen expresión, punto.

Pero éste la tenía. ¿Imposible verdad? Al morir los músculos faciales se relajan siempre. Pero éste tenía expresión de terror.

Entre sus cosas hallamos la copia de una carta»¦

México, D.F. 13 de julio, 1993.

Estimada señora:

La presente tiene como objeto comentarle un caso extraño del cual fue protagonista mi padre en el ya lejano año de 1963 (cuando yo contaba con 13 años).

En aquel entonces mi padre vivía conmigo y dos hermanas, mi madre y su hermana cerca del poblado de Hunucmá, en el estado de Yucatán. Mi padre vino a México vía Argentina a principios de la década de los 50, cuando yo era muy pequeño»¦ las razones que le impulsaron a dejar su natal Alemania serían largas de contar, pero quizás sea suficiente decir que temía algún tipo de represalia por parte de los vencedores de la guerra, y especialmente de los grupos de tendencias sionistas que él sabía muy bien que pululaban por todo el mundo en busca de los que llamaban «criminales de guerra».

La razón de todo esto era que mi padre participó en la guerra como oficial SS (con el grado de Obergruppenführer) y, pienso que con esto es suficiente»¦

Mi padre se llamó (murió en 1980 y está enterrado en Hunucmá) Peter von Brullen. Algún día quizá podamos cumplir su último deseo de ser llevado a Manchen para reposar al lado de sus camaradas SS.

Aquel año de 1963 se caracterizó por ser de intensas lluvias en Yucatán y los hechos que narraré tuvieron lugar la noche del 28 al 29 de diciembre»¦ el asunto se inició cerca de las 10 de la noche cuando nuestros perros (ocho doberman) comenzaron a mostrarse inquietos sin causa aparente. Nuestra casa se encontraba fuera de los límites del pueblo y era una pequeña finca, los perros, así como la doble alambrada que la protegía, eran para evitar visitas indeseadas. Karla, mi tía, fue la primera en advertir que algo inusual parecía estar ocurriendo y dio aviso a mi padre. Él dispuso que nuestra madre y las niñas se encerraran y junto con mi tía se quedó a esperar lo que pudiera ocurrir. Para entonces los perros parecían haberse vuelto locos.

Ignoro porqué mi padre permitió que yo me quedara. Él tenía algunas ideas extrañas acerca de la educación de los jóvenes y varias veces le escuché decir que a los 13 años ya se era hombre, de acuerdo a las viejas tradiciones germánicas. Él estaba orgulloso de haber iniciado muy joven su entrenamiento en las Hitlerjügend»¦

Apagaron todas las luces y nos quedamos en la sala. Hasta entonces mi padre se asomó por una de las ventanas. Yo miré por encima de su hombro. La noche estaba muy silenciosa y oscura. Quizá demasiado silenciosa pues incluso los perros ya habían dejado de ladrar y se limitaban a caminar nerviosos entre la doble alambrada y los alrededores de la casa. Tuve la impresión de que tenían miedo por algo extraño, eso me asustó pues no hay animal más fiero que un doberman»¦ no le teme a nada y son capaces de atacar cualquier cosa. Además, los nuestros estaban entrenados y eran ocho.

Casi en ese mismo instante comenzamos a notar una luminosidad tenue que se colaba a través de las ventanas. Era una luz como la de la Luna. Pero no había Luna. Mi padre se apartó de la ventana y tomó del armario una escopeta de dos cañones, la misma que usaba para ir de casería. Estoy seguro que bajo sus ropas también guardaba su arma favorita: la automática Walter que le acompañó durante toda la guerra y por la cual sentía un especial afecto.

La luz se hizo más intensa y los perros dejaron de estar en silencio. Eso fue porque comenzaron a gemir de manera lastimera, como jamás imaginé que pudieran hacerlo. Mi padre dijo algo a mi tía, algo que no pude entender pues ni era alemán ni español»¦ ni siquiera parecía maya. De esto estoy seguro y, amartilló ambos cañones de la escopeta. La luz tomó un tono violeta y entonces, a través de la ventana, lo vimos.

Era enorme, circular y brillante, iluminado con esa luz como de Luna blanca pero con los bordes delimitados por un resplandor violeta que parecía pulsar. Mi padre volvió a musitar algo que no entendí y mi tía quedó como en trance. El objeto permaneció, no sé por cuanto tiempo, inmóvil frente a nosotros, bastante más alto que el árbol de cedro que estaba a un lado del jardín de mi madre. Luego, inició un movimiento de vaivén. Los perros volvieron a quedar en silencio.

El objeto se elevó un tanto y luego, la luz violeta se debilitó. Se movió hacia un lado y luego hacia el otro. Luego se lanzó hacia arriba y desapareció.

Pero el asunto no terminó ahí.

Esperamos un rato en la oscuridad y el silencio y luego mi padre anunció su intención de salir. Yo me opuse, pero cuando él tomaba una decisión volvía a ser un oficial SS. Pero no pudo salir, pues cuando abrió la puerta fue como si alguien disparara un flash fotográfico y el objeto volvió a estar ahí, posiblemente más cerca que antes. Mi padre cerró la puerta violentamente y mi tía gritó como nunca, ni antes ni después la oí gritar. Permanecimos quietos en la sala un buen rato»¦ largo porque el reloj dio las 12 campanadas y luego mi padre volvió a salir. Se repitió lo que ya había pasado antes con la diferencia de que ahora mi padre disparó los dos cañones de la escopeta y claramente se escuchó una especie de zumbido agudo. Mi padre recargó la escopeta y los tres nos quedamos nuevamente quietos.

A través de la ventana vimos encenderse y apagarse el objeto varias veces y al final, casi ala una de la madrugada, se plantó frente a la ventana y se alejó. Claramente lo vimos descender atrás de un grupo de árboles chaparros típicos de Yucatán. La luz quedó ahí un rato y luego se apagó. Nos quedamos adentro sin saber qué hacer y yo me dormí a ratos, como en sueños recuerdo a mi padre tranquilizando a mi madre y a mis hermanas.

Al día siguiente salimos (todo se ve diferente de día) y encontramos que tres de los doberman estaban muertos, posiblemente de miedo porque no tenían heridas; tres más faltaban, en su desesperación rompieron la cerca y huyeron. Nunca los volvimos a ver. Los dos restantes estaban aterrados y jamás volvieron a ser los mismos.

Fuimos al sitio donde vimos bajar el objeto y sólo encontramos huellas de vegetación quebrada y rota, como si algo pesado se hubiera asentado ahí. Mi padre tomó varias fotos del sitio con una cámara Leica de 35 mm., pero que yo sepa jamás se las mostró a nadie y nunca comentó el asunto.

Han pasado casi 30 años de esto y es la primera vez que lo cuento fuera del círculo familiar. No sé si la gente de Hunucmá vio algo y nosotros teníamos poco trato con ellos, era gente muy ignorante, pero si vieron algo seguramente quedan ahí algunos que lo recuerdan; no es fácil olvidar algo así. Hay varias cosas que me inquietan y me llevan a narrar esto desde que leí el libro Los Nazis y los Ovni, especialmente me inquieta el que mi padre hablara de una manera que no pude entender»¦ sobre todo después de leer en el libro acerca de los posibles nexos entre «ellos» y los alemanes de aquella época. Otra cosa: los perros que faltaban, ¿huyeron o e los llevaron los tripulantes de aquella cosa? ¿Venían ellos por el antiguo oficial de la SS? No lo sé, pero aquellas palabras guturales e ininteligibles de mi padre parece que aún las escucho en sueños.

Mi tía murió hace algunos años en Alemania y mi madre vive con sus familiares en Hamburgo»¦ ella nunca quiso hablar de esto y al parecer vio muy poco. Si en algo sirve este testimonio pera la investigación, aquí está.

Atentamente

Adolph von Brullen

Seguramente el tipo era un loco, los platos voladores son tonterías, los extraterrestres «visitantes» sólo existen en la imaginación de algunos comentaristas de TV y vendedores de videos que padecemos actualmente, una tontería y un negocio lucrativo.

Sin embargo había algunas cosas que no he mencionado: una cámara fotográfica Leica tan antigua o más que la pistola, una Minox de los años 60, un montón de fotografías de hierba aplastada y ramas rotas, que el suicida rompió en varios pedazos (antes de morir, claro) los restos de negativos fotográficos en un cenicero, fotografías viejas de un tipo muy parecido a él, con uniforme de las SS»¦ o algo así, de esos que usaban los nazis. Era obvio que el suicida vivió por lo menos las dos últimas semanas entre la suciedad y el descuido: platos sucios, latas de comida abiertas con el contenido a medio consumir y montones de papeles garabateados en alemán, y en otra lengua que aún no se ha descifrado.

En suma, un caos. El tipo debía tener problemas serios, la casa apestaba y las cañerías del baño estaban tapadas.

Encontramos en el patio tres perros doberman hambrientos y verdaderamente fieros. La policía tuvo que matar a uno de ellos, los otros dos se los llevaron, ignoro a dónde. Los perros tenían entre el pelo pedazos de hierbas y flores, curioso porque en el patio aquel no había flores»¦ lo más extraño fue el comentario de uno de los tipos del laboratorio acerca de las flores una especie que sólo se da en el sureste del país, nunca en el centro. Todo eso puede parecer raro y de hecho lo es, pero a mí una sola cosa me sigue inquietado:

La expresión de terror en la cara del suicida.

Este artículo fue publicado en Perspectivas Ufológicas, No. 3, septiembre 1994, Págs. 68-70.

Egresados de la escuela de Marla

En otro sitio comentamos que a nuestro parecer María del Socorro Pérez Farfán, mejor conocida como Marla, es la contactada más importante que ha tenido México

Las actividades de Marla salieron a la publicidad en 1968 en el programa de Manolo Fábregas. Ahí dijo que los extraterrestres llegaron a la Tierra hace cuarenta mil años y se establecieron en el continente de Lemuria. De ahí pasaron a la Atlántida y desde entonces se encuentran monitoreando todas las actividades humanas.

En los ochenta Marla tuvo que salir del país, unos dicen que acusada de intrusismo, otros que se fue a España a diseminar las enseñanzas de nuestros hermanos extraterrestres. Actualmente parece que vive en Guadalajara, México y es directora del Instituto Kardem de Medicina Integral en Jalisco.

Muchos de los delirios de Marla y sus pupilos provenían de los primeros contactados mexicanos de las décadas de los cincuenta y sesenta. Como por ejemplo la «gran pantalla» que mencionó Sergey en su viaje a la Luna y que él llamó «pantalla de cristales «U»» fue descrita por Armando Zubarán Remírez (Remírez) justo en 1968. Es más, el nombre del extraterrestre es prácticamente el mismo, «capitán Yum» en el caso de Zubarán, y «capitán Yumm» con Sergey.

Otros discípulos de Marla hicieron escuela en Sudamérica.

Adriana Turner, una cantante de ópera que asistía a los cursos de Marla, comenzó a contactar telepáticamente con los maestros del cosmos. Adriana es más conocida en Colombia, país en el que radicó por varios años. Su nombre de guerra era Karen y comenzó a formar grupos de contacto en aquel país sudamericano. Pronto llamó la atención de la prensa y le hicieron varios reportajes, como en El País (21 de diciembre de 1973).

Se dice que en una de sus conferencias estuvieron presentes varios «maestros venusinos». Karen decía que son «seres exactamente iguales a nosotros, que vienen de sus planetas y conviven con los humanos pasando en forma desapercibida».

Ramkar es su maestro guía: «De no haber sido por él me hubiera vuelto loca».

Lo que nos interesa de esta contactada es que, al parecer, fue la que enseñó a Enrique Castillo Rincón el arte de contactar con seres extraterrestres. Karen dice que en Colombia, antes de irse para Argentina, dejó tres nuevos contactos y 80 grupos trabajando. No menciona el nombre de aquellos tres contactos, pero es fácil ver que entre ellos seguramente se encontraba Castillo Rincón. El contactado la menciona entre los miembros de su grupo inicial de contacto, justo al lado de él: Richard Deeb, Paulina Deeb, Marjorie Hollman, María Teresa Paladino, Graciela Torres (Chela), Alfonso Blanco (Poncho), Cosme Mejía, Heberto Cediel, Rafael Contreras, Pedro Ávila, Gloria Ávila, Alba Ávila, Alcides Camelo, Víctor Rodríguez, Fernando Márquez, Jorge Eduardo Silva, Adriana Turner (Karen) y Enrique Castillo.

El contacto de Castillo se dio, según cuenta éste en su libro, el 3 de noviembre de 1973. Pero a diferencia de Karen, Castillo Rincón no contactó con marcianos ni venusinos sino con seres de las Pléyades.

Desconozco las andanzas de Karen en Argentina. No sé si mantuvo relaciones con los hermanos Jorge A. Duclout y Napy Duclout, aquellos primeros contactados argentinos que serían la fuente de inspiración de José Carlos Paz García, fundador del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias (IPRI) y padre de los famosos Sixto José Paz Wells y Carlos Paz Wells, pero sería interesante seguir esa línea de investigación y las posibles conexiones entre el grupo de los Duclout, el de Marla y Karen, el de Castillo y los Paz, para completar esta parte de la historia de la ufología y el contactismo latinoamericanos.

REFERENCIAS

Castillo Rincón Enrique, Ovnis, gran alborada humana: La historia verdadera de un contactado, Blue Dolphin Publishing, Nevada, 1995.

Duclout A. Jorge & Duclout Napy, Origen, estructura y destino de los platos voladores, América Técnica y Editorial Jorge A. Duclout, Buenos Aires, 1956.

Zubarán Remírez Armando, Mensaje de otros mundos vía naves del espacio, Editorial Orión, México, 1968.

Ovni-puertos (Final)

En donde sí se construyó una pista de aterrizaje de platos voladores fue en Lake City, Pennsylvania. La inauguración fue el 4 de julio de 1976 y formaba parte del proyecto de la conmemoración del bicentenario de la Independencia de los Estados Unidos

La construcción se inició en abril con la colocación de la primera piedra de una plancha circular de unos 30 metros de diámetro. Donald Tome, antiguo jefe de la policía de Lake City y encargado del proyecto aclaró:

«Es verdad que en la actualidad no se conocen aún las dimensiones exactas de las máquinas voladoras extraterrestres, pero se tiene la esperanza de que este diámetro sea suficiente para el descenso o el ascenso de por lo menos una de ellas».

El aeropuerto se construyó no lejos de la población, en un terreno que Jim Meeder, director del proyecto, donó para tal fin. Toda la población de Lake City respondió con entusiasmo, colaborando ampliamente en el proyecto que tuvo un costo de 6,000 dólares. Se instaló una antena radial para atraer a los platillos voladores y un radar de segunda mano para guiarlos en su descenso, todo esto en un edificio que funcionaba como centro de control. La pista circular estaba rodeada por tres anillos de luces rojas, blancas y azules. En días especiales un equipo de dos pequeñas figuras extraterrestres verdes se colocaba alrededor del platillo de fibra de vidrio.

El ovni-puerto se convirtió en símbolo de la ciudad. En Lake City se elaboraron proyectos para producir camisetas, placas de automóviles, postales y vistosas calcomanías con insignias del aeropuerto para ovnis, que se vendían en la tienda del camping. En los folletos se explicaba que el sitio es el «Primer puerto de aterrizaje de ovnis en el mundo».

Se previó además que si no ocurría ningún descenso de máquinas voladoras extraterrestres, las instalaciones de ese singular aeropuerto serían aprovechadas por la población en otro proyecto que probablemente sería llamado «Parque ovni», conservando, eso sí, las características del inicial ovni-puerto.

En ese mismo año se construyó otro ovni-puerto en la ciudad de Arès, Bassin d’Arcachon, Francia. En ese entonces Arès era una pequeña villa balneario de no más de 3,000 habitantes ubicada en la Bahía d»™Arcachon, en Gironde. La idea del proyecto fue del ingeniero electrónico y trabajador del aeropuerto de Bordeaux Merignac, Robert Cotten. Ayudado por otros técnicos de aviación civil convenció a las autoridades de Arès de construir estas instalaciones. Por aquel entonces se reportaban muchos avistamientos de ovnis en esa zona. Cotten pensaba que «Si aterrizan tan pocos objetos voladores no identificados, es porque se ha hecho muy poco para darles la bienvenida. Hasta el día de hoy nada hace pensar que vengan con malas intenciones y, sin embargo, los poderes públicos no han hecho nada para promover el alojamiento de nuestros visitantes«.

El encargado de llevar la propuesta al Consejo Municipal fue Christian Raymond, consejero regional y alcalde de la localidad. La reunión se llevó a cabo el 21 de julio de 1976. Raymond recuerda:

«El Consejo Municipal deliberó en el pleno la propuesta, estableció un reglamento y estudió las consecuencias de un tráfico intenso de ovnis que pudiera modificar la calidad de vida de la comunidad o el crecimiento normal de las ostras».

El proyecto fue autorizado. Se construiría una pista de aterrizaje con balizas de señalización, una manga de viento, un radar y un mástil para la bandera gala. La inauguración fue el 15 de agosto de 1976. Lo que se quería conmemorar no era la Independencia, ni la Revolución ni nada de eso, simplemente era un acto más de la Fête de l»™huitre (fiesta de la ostra), que se había comenzado a celebrar apenas cinco años atrás.

En el acta de aprobación para la construcción del ovni-puerto se estableció que los primeros ovnis que aterrizaran estarían exentos de pagar impuestos por uso de aeropuerto y a sus tripulantes se les facilitaría la inscripción en los torneos de petanca, ajedrez y loterías de la feria. Sin embargo, si hubiera una gran afluencia de vehículos intergalácticos, «será necesario limitar el aparcamiento instalando ovni-parquímetros», decía Raymond

Cotten pugnó porque se instalara un «ovnímetro con memoria», aunque nunca explicó qué era ese aparato. Luego informó a los periodistas: «Los americanos se afligieron de no ser los primeros. Ellos piensan invitarnos a la inauguración de una estructura similar en una superficie herbosa (sembrada de tréboles) de 25,000 metros cuadrados».

Hay una placa en la playa que recuerda la inauguración que lleva la inscripción siguiente:

«OVNIPORT ARES : 15 de agosto de 1976, después de la decisión del Alcalde Christian Raymond, aprobada por el Concejo de Arès, que este lugar sea dedicado a dar la bienvenida a nuestro planeta a los viajeros del Universo. QUE VOS ATENDEM TOTJORN (aún los estamos esperando). Bob Cotton y un honorable grupo de personalidades de Arès han creado este sitio, apreciado por el mundo entero».

Después de 30 años no se ha dado un solo aterrizaje de platos voladores.

Un año después le tocó a Italia construir su ovni-puerto. Esta vez fue en la localidad de Varese, Cuasso al Monte, al norte de Italia. La pista se encuentra en medio de un hermoso paisaje entre el lago Maggiore y las colinas.

La decisión de preparar una pista en Varese para el aterrizaje de los extraterrestres surgió porque una «médium» aseguró que los extraterrestres llegarían a la Tierra el 17 de julio de 1977 en la zona de Arona (norte de Italia).

La médium y contactada de Milán Ercolina Saccani, y el periodista Antonio Cosentino eran los promotores del proyecto. Ercolina dijo haber hablado con un extraterrestre de nombre Argon, que le dijo que aterrizaría en el lugar el 17 de julio. Llegó la fecha pero no los platos voladores. Los periodistas se burlaron de Ercolina, pero ella dijo que los extraterrestres no había aterrizado porque habían pedido que en el momento de llegar, estuvieran presentes sólo tres personas. Como en el momento de la cita, este número «“además de periodistas, expertos y curiosos- era bastante mayor, no hubo ningún avistamiento.

Luego, según la médium, otro extraterrestre llamado Athos le dijo que llegaría el 11 de septiembre, siempre que los esperaran sólo tres personas, dos hombres y una mujer. Como era de esperar, no hubo ningún aterrizaje.

Poco antes, el 13 de abril de 1977, otro ovni debía aterrizar en la Tierra. Esta vez en Jamul, en la región de San Diego, California, en los terrenos de la Fundación Unarius. Ruth Norman, directora de la Fundación, había apostado $ 10,000 dólares ante un bookmaker de Londres que los extraterrestres aterrizarían ese verano para asistir a la «primera convención intergaláctica».

Los extraterrestres no se presentaron a la cita y Ruth perdió su dinero. El caso de la Fundación Unarius es mucho más interesante y requiere de un artículo en especial, al igual que los raelianos que construyeron varios ovni-puertos en diversas partes del mundo como el de San Vicente de Antioquia, Colombia. Es el mismo caso de la Association for the Understanding of Man y su Projec Starlight International, liderado por el ufólogo contactado Raymond Stanford, quien construyó un ovni-puerto en las afueras de Austin, Texas.

Hubo otros intentos de hacer que los ovnis aterrizaran en lugares construidos para ese fin. En Hokkaido Japón, los monjes de un templo sintoísta construyeron un monumento a los platos voladores y una pista de aterrizaje. Elisabeth Van Buren, la famosa millonaria, mandó construir un par de corazones entrelazados con setos en Rennes-le-Château para que los tripulantes de los ovnis pudieran aterrizar.

Otro que ha construido puertos para los ovnis, sin grandes complicaciones es Bob Tohak de Poland, Wisconsin. En 1994 Bob adaptó un tanque de gasolina para funcionar como punto de aterrizaje de platillos voladores. El tanque tiene una altura de 14 metros y está colocado en la entrada de Tohak & Son Welding, la compañía de Tohak localizada al Este de Green Bay.

En el interior del tanque hay una escalera de caracol que llega hasta la parte superior. Ahí se puede abrir una compuerta que Bob compró en el deshuesadero y que perteneció al USS Coral Sea Coast Guard. La entrada es pequeña «No es para gente gorda. Los extraterrestres son delgados», explica Tohak. En la parte superior hay una estructura de acero soldada con autógena, capaz de soportar un helicóptero (o un ovni). En todo el contorno de la estructura hay luces azules que destellan, giran y se mueven en varias direcciones. Unos altavoces emiten la música de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo.

Su diseño fue inspirado por una torre de aterrizaje de una de las películas de Star Wars. «Cuando vi esa película, pensé que sería bueno hacer una torre con todo el material de desecho que queda de nuestros trabajos».

Bob se mudó a Poland en 1967. «Yo primero tenía un negocio de excavación y los vecinos querían que lo moviera al otro extremo de la ciudad». Bob decidió permanecer donde estaba y construir lo que él quería en su propiedad. Eventualmente, el negocio de excavación lo llevó a una compañía de fabricación de acero que ahora construye puentes y otras estructuras alrededor del estado y de la nación.

Bob reflexiona después de negociar con sus vecinos: «Si pude trabajar con hombres blancos, amarillos y rojos, puede ser que también llegue a trabajar con hombres verdes».

El puerto de aterrizaje de Bob, conocido como Spaceport Sheboygan, es la estructura más alta entre los campos planos de maíz y avena. En la parte superior se puede leer «Puerto de aterrizaje de ovnis» y «No somos los únicos». Un extraterrestre de cabeza bulbosa apunta un dedo flaco a un platillo. Su mascota es un muñeco de un extraterrestre de goma gris que viste una gorra de los Green Bay Packers.

Bob vende unas postales con la fotografía del único «puerto de aterrizaje de ovnis del estado». En la parte posterior de la postal se puede leer «Si el gobierno no tiene ningún conocimiento de extraterrestres, porqué el Titulo 14, Sección 1211 del código de regulaciones federales, puesto en ejecución el 16 de julio de 1969 hace ilegal para los ciudadanos de los E.U. tener cualquier contacto con extraterrestres o sus vehículos?»

En América Latina hay otra plataforma similar a la de Bob. Se encuentra en el hotel Ariaú Towers, a 70 kilómetros de Manaus, en el Amazonas. El hotel cuenta con 300 departamentos de lujo y diversas instalaciones entre las que se encuentran una enorme pirámide para meditar y la plataforma para que aterricen los platos voladores.

El propietario Francisco Bernardino dice que la región es conocida por la gran cantidad de avistamientos de ovnis. A pesar de esa gran cantidad de ovnis que vuelan por las márgenes del Río Negro el ovni-puerto no ha sido inaugurado por los extraterrestres todavía.

También en Brasil, en el 2002, el prefecto de la pequeña ciudad de Bocaiúva do Sul anunció la construcción de un ovni-puerto. Elcio Berti, el prefecto, dijo tener contacto con extraterrestres que le ayudarían a realizar este proyecto.

«Ellos hablan poco; es como si yo estuviera hipnotizado; todo es muy rápido; el último era un japonés con cara de alemán.

«Tenemos cuatro años trabajando en el proyecto, conjuntamente con ufólogos y extraterrestres y ellos me autorizaron a darle al público un anuncio en nuestro aniversario 131 de la ciudad.

«Después de miles de años, los habitantes de otros planetas escogieron un punto en el extremo sur de la Tierra. Cachoeirinha, una región montañosa y llena de vegetación, abundante en recursos».

Un portavoz del gobierno de Paraná dijo que el prefecto «está loco o es muy bueno como publicista». Berti cumple su segundo mandato como prefecto y se hizo famoso cuando prohibió los preservativos y distribuyó gratuitamente el «Viagra del prefecto», a base de amendoim, en una campaña para aumentar la taza de natalidad de la ciudad y, por consiguiente, recibir una mayor contribución de los fondos federales, a través de los Fundos de Participacao dos Municípios.

El ovni-puerto que ha dado más de qué hablar en estos últimos años es el que ha estado promoviendo Reinaldo Ríos. El proyecto se anunció en agosto del 2005 y fue apoyado por el alcalde de Lajas, Marcos Irizarry, aunque aclaró que el gobierno municipal no invertiría en el proyecto, que se calcula tendrá un costo de unos 100 mil dólares. Pero prometió ayudar a Ríos a obtener los permisos de construcción.

El ovni-puerto tendrá de 25 metros de largo y se construirá una pirámide que funcionará como torre de control. Ríos ya había tenido éxito al hacer que Irizarry declarara esa zona como «Ruta Extraterrestre» por la cantidad de avistamientos de ovnis que se tienen.

A partir del proyecto de Ríos se dieron a conocer otros similares en otras partes del mundo. Como el del artista holandés Martin Riebeek, quien consiguió el apoyo de las autoridades de Houtem para construir una pista de aterrizaje de ovnis cerca de la autopista A27. El ovni-puerto contará con una torre de control de seis metros de altura y estará iluminado con luces azul celeste.

Sólo espero que a ningún aficionado a los ovnis se le ocurra proponer la construcción de un platillódromo para conmemorar la Independencia y Revolución mexicanas. Ya ha habido muchos incautos a los que les han sacado dinero para ese tipo de quimeras; quiero decir, los extraterrestres ya tienen varias opciones para escoger en dónde aterrizar, y si no lo han hecho, por algo será.

REFERENCIAS

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Williamson Hunt George, Secret Places of the Lion, 1958, (reimpresión), Destiny Books, Rochester, Vermont, 1989.